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El campo lo volvió a demostrar. Su capacidad de generación de divisas le permitió, como tantas veces, salir en auxilio de una macroeconomía agotada, con reservas de divisas casi en negativo, y un gobierno con bajo margen político para confrontar al sector agrario. Tras la experiencia del llamado “dólar soja” que alentó a los productores a liquidar exportaciones por más de US$ 8.100 millones (el ingreso de divisas más alto de los últimos 20 años en un mismo mes), los resultados fueron casi una demostración de fuerza de lo que puede el sector más dinámico de la economía cuando se lo permiten.
Ese mismo dinamismo es el que demanda, a la vez, apartar la mirada de la coyuntura, para analizar el desarrollo sustentable basado en innovación y tecnología que permita asegurar un agro competitivo para los próximas años. La digitalización marca un nuevo camino en el agro, que pone la atención en el producto de la tierra pero también en las nuevas demandas de los consumidores por alimentos de menor huella de carbono para un medioambiente en problemas.
Como parte de este debate entre necesidades del presente y posibilidades del futuro, los dirigentes de la Mesa de Enlace volvieron tras la experiencia del llamado “dólar soja” al reclamo por las retenciones