Cuando el psicólogo suizo Carl Gustav Jung (1875—1961), gran estudioso de los sueños, estuvo en uno de sus viajes por África y América, el mensaje que recibió de los chamanes, brujos y magos de las tribus primitivas fue claro: antiguamente, ellos podían decir si una cosecha iba a ser buena o no, si habría buena caza o si algo terrible estaba por suceder. Cuando Jung los visitó, ya no eran capaces de ver el futuro con la precisión de antes. ¿La razón? El hombre blanco había anulado su capacidad de ver el futuro en sueños.
Los pueblos primitivos habían perdido esa unión que mantenían con la naturaleza, esa conexión la que los ayudaba a “captar” qué sucedería analizando sus sueños.
Jung trató de aplicar esa sencilla verdad a sus pacientes. Conectarse con la parte oscura de uno mismo, con lo que no es consciente, con lo desconocido es indispensable para tener poder sobre el futuro. Pintar o dibujar lo que soñamos, recordarlo, escribirlo, sensibilizarnos con esos mensajes es el primer paso para saber qué quieren decirnos los mensajes oníricos.
Carl G. Jung
SOMOS INVENTORES DE HISTORIAS
Aún no se sabe bien por qué soñamos, pero sí se sabe que todos los seres humanos sueñan. Del por qué y el para qué se ocupan varias ciencias, entre ellas, la psicología, pero también, las “neurociencias” o ciencias del cerebro.
A grandes rasgos, digamos que el sueño cumple una función fisiológica, la de organizar