Intentando reafirmar su alguna vez dominante influencia, Estados Unidos tiene un camino difícil en América Latina
LIMA, Perú— Cuando el secretario de Estado Antony J. Blinken se reunía con Pedro Castillo en Lima, el presidente peruano se enfrentaba a un juicio político por una letanía de cargos, y no era la primera vez.
A más de 2,500 millas al norte, el mismo día, en Ciudad de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, posiblemente el aliado regional más importante de Estados Unidos, arremetía públicamente contra las políticas estadounidenses.
Y en el "Triángulo del Norte" de Centroamérica —El Salvador, Guatemala y Honduras— elegido inicialmente por la administración Biden como foco principal de atención de Estados Unidos, los planes se han estrellado con más fuerza que las agitadas olas que rompen en la costa del Pacífico.
Desde México y Centroamérica, hasta los Andes, los funcionarios estadounidenses se han esforzado por encontrar socios con los que trabajar y políticas que se mantengan en su intento de reafirmar la influencia de Estados Unidos, antaño dominante en la región pero ahora en dura competencia con otras potencias, sobre
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