LA PRIMERA INFLUYENTE
de 1987 se alzaba sobre el cielo de Lugano, en Suiza, un globo aerostático con forma de capullo de rosa en el que viajaban el barón Thyssen, su esposa Tita y el magnate Malcolm Forbes, hijo del creador de la revista que tiene entre las manos. Replicaba la estética del huevo Fabergé que el zar Nicolás II había regalado a su esposa Alexandra Fiodorovna en la Pascua de 1895 y lo manejaba el propio señor Forbes, que lo había traído desde Bristol (Inglaterra). “Era un globo enorme, menos mal que cabía en el jardín, donde estaba la piscina”, nos cuenta Tita Thyssen, haciendo memoria de aquella jornada: “Habíamos organizado una exposición en Villa Favorita sobre los huevos Fabergé y el señor Malcolm tenía una colección muy importante así que la trajo. Pasamos varios días con él, era un hombre encantador” El señor Forbes era un millonario de vida extravagante que coleccionaba casas, yates y esas joyas artesanas, auténticas obras
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