El 11 de septiembre de hace 21 años el infierno cayó para demostrar que ningún país es invulnerable, así se tratara de la nación más poderosa del mundo. La arrogancia de Estados Unidos lo llevó a emprender en respuesta la venganza: bombardeó primero Afganistán, hizo una guerra despiadada contra Irak, siguió con Libia, luego Siria y hasta Yemen con el supuesto propósito de acabar con el terrorismo.
Al calor de los acontecimientos, lo que se representó con el derribamiento de las Torres Gemelas y la muerte de miles de personas, justificó las acciones y los discursos estadunidenses, sobresaliendo la mentira en el caso de las