



figuras que muestran las deficiencias de un sistema que financia (y ensalza) startups que, en algunos casos, ni siquiera tienen un producto que funcione, protagonizan algunas de las series que se estrenaron en los últimos tiempos en los múltiples servicios de streaming disponibles. Está claro que hay un deseo en la audiencia por conocer en profundidad estas historias y mostrar un universo en el que, como explica el, “se cruzan la estafa y el emprendedorismo, como un caótico retrato del declive americano”. Se da en un contexto, claro, en el que abundan escenas en jets privados, muchas reuniones en salas de directorio en las que se debate el destino de cientos de millones de dólares, fiestas de empleados con castillos inflables, alcohol y snacks (la versión Silicon Valley del “metegol y la Play”) y referencias a Steve Jobs. No era sobre una estafa, pero vale recordar el éxito de taquilla y premios que cosechó David Fincher con , basada en un libro que narraba los orígenes de Facebook de la mano de Mark Zuckerberg.