Durante décadas, arqueólogos e historiadores han considerado que un lugar tan inhóspito para el ser humano como la selva del Amazonas boliviano solo podía estar poblado por pequeñas tribus de recolectores y cazadores. Los últimos años han demostrado lo contrario en ambientes similares, como es el caso de las grandes urbes de la cultura maya descubiertas en las selvas de Guatemala –que abarcaban muchísimo más de lo que se imaginaba–, o en Honduras, con las ciudades descubiertas en las también inhóspitas selvas de la Mosquitia en la zona de la Ciudad Blanca. Todos estos descubrimientos tienen en común el uso de una técnica de prospección del terreno con rayos láser llamada Laser Imaging Detection and Ranging, más conocida como LiDAR. Es el mismo sistema que utilizan los coches autónomos para calcular la distancia o detectar y evitar obstáculos o el del aparato que la Policía de tráfico emplea para medir la velocidad de los coches.
CULTURA COMPLEJA
En este caso se utiliza con una avioneta que realiza pasadas sistemáticas cubriendo por cuadrículas la zona a explorar, mientras el LiDAR envía miles de rayos láser que «rebotan» de vuelta, generando un cálculo de las distancias entre los diferentes relieves del suelo incluyendo, por ejemplo, la tupida vegetación, discriminándola del suelo, consiguiendo eliminarla de la ecuación y dejando ver lo que al ojo humano le sería imposible. De esta forma es posible detectar estructuras incluso semienterradas, con la capacidad de generar un mapa 3D de