
Uno de los efectos inmediatos en la pandemia fue la paralización casi completa del transporte aéreo alrededor del mundo. Al mismo tiempo, se prohibió la navegación de grandes buques destinados al transporte de mercancías. El resultado fue el uso masivo de aviones comerciales, especialmente aquellos destinados al transporte de pasajeros, en vuelos puramente cargueros. En el auge de la crisis sanitaria, entre abril y julio de 2020, la necesidad de transporte de insumos medios y hospitalarios, así como fármacos, que tenían gran volumen, pero masa relativamente baja, permitió a las compañías aéreas pasasen a transportar estos volúmenes en la cabina de pasajeros.
Inicialmente, las compañías acomodaban las cajas sobre los bancos, pero pronto vinieron autorizaciones de diversas agencias reguladoras para la retirada de la clase económica y la adaptación de redes de carga para ampliar el espacio físico disponible. Desde entonces, el mundo ha mirado con más atención el transporte de cargas por el aire, sobre todo por el crecimiento de la demanda por distribución de los millones de artículos adquiridos a través del comercio electrónico. Fabricantes, tiendas y clientes pasaron a ser conectados por vía aérea.
Más recientemente, los aviones aseguraron una reanudación de las cadenas de producción en el menor tiempo posible. El fenómeno ha llevado a una rápida expansión de la oferta de aviones de pasajeros para convertirse en cargueros. La primera razón es la alta demanda de carga aérea, seguido de la buena oferta de nuevos aviones que fueron retirados de servicio