Con inusitada delicadeza, se engarzan entre sí formando las articulaciones que permiten –con la ayuda de los músculos que en ellos se insertan– los incontables movimientos de nuestra vida diaria: asir algo con la mano, caminar, girar la cabeza…
El cuerpo humano se compone de 206 huesos. Su tamaño oscila entre los diminutos huesecillos del oído medio y el fémur, que mide 50 cm en un hombre de 1,80 m. El esqueleto pesa unos 17 kg en un adulto medio y se compone de huesos de diferentes formas y medidas. Tienen dos formas principales: plana (como los huesos del cráneo y las vértebras) o alargada (como los de brazos y piernas).
La parte externa está compuesta de proteínas, como el colágeno, y de una sustancia llamada hidroxiapatita, constituida por calcio y otros minerales, que le da al hueso su resistencia. Alojada en el centro del hueso está la médula, una sustancia blanda que contiene células especializadas en la producción de células sanguíneas.
UN TEJIDO VIVO
Los huesos son la parte más sólida y fuerte de nuestra estructura corporal. Pero su dureza no significa que se trate de materia inerte, sin vida. Todo lo contrario: sólo debemos fijarnos en los procesos que tienen lugar en su estructura biológica.
El tejido óseo, formado por células sumergidas en una abundante sustancia intercelular –consistente por estar calcificada–, es un