ENTRE LA PASIÓN, LAS PENURIAS Y LA INDIFERENCIA OFICIAL
Ser tenista profesional en México raya en el drama. La falta de dinero es el primer obstáculo para quien esté afiliado de la Federación Mexicana de Tenis (FMT), un organismo que se ha mostrado incapaz de generar los recursos para apoyar las carreras de los niños y jóvenes que eligen este deporte y llevarlos a un nivel donde puedan sostener su carrera con los premios económicos que obtengan en los torneos.
Además de la indiferencia de quienes han presidido la FMT, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) –la máxima instancia del deporte en México– tampoco ha promovido las canchas públicas de tenis, menos aún la contratación de entrenadores para iniciar en esta disciplina a quienes, como seleccionados nacionales, representarán al país en torneos regionales y mundiales.
Los tenistas mexicanos, desde los juveniles hasta los profesionales, y sus entrenadores siguen dependiendo de los patrocinadores para conseguir los boletos de avión, pago de hospedaje y los viáticos cuando se desplazan a los lugares donde se llevan a cabo los torneos; a ello se añade el salario del entrenador, otro problema difícil de resolver.
En el caso de los profesionales, sumar puntos es la clave para obtener un mejor lugar en el ranking mundial y así acceder a las bolsas económicas para poder vivir de este deporte.
Entre los 2 mil 132 en el de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), 16 son mexicanos. De ellos, el acapulqueño Alejandro Hernández, de 22 años, es el mejor ubicado en la posición 527, mientras Eduardo Roldán ocupa el lugar mil 913. Y en el de la Asociación de Tenis Femenil (WTA), entre las mil 554 tenistas más destacadas hay 13 mexicanas. Renata Zarazúa, de 24 años, está en el peldaño 165, en tanto que la peor ubicada es Marián Gómez Pezuela, pues ocupa el sitio mil 495.
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