PASIÓN CARNAL LA OTRA HISTORIA DE ESPAÑA
CUANDO ME PROPUSIERON RECORRER LA HISTORIA DE ESPAÑA A TRAVÉS DE LAS PASIONES CARNALES QUE HABÍAN IDO MODELANDO LOS HECHOS PARA BIEN O PARA MAL, NO SABÍA NI POR DÓNDE EMPEZAR. En los libros de texto del colegio e incluso en los de la universidad, se hablaba de las batallas y conquistas, de las alianzas matrimoniales, de los intereses de Estado e incluso del carácter de los poderosos, pero apenas se le daba importancia a los amores y desamores, que escribieron otra suerte de renglones, a veces no solo más divertidos o interesantes, sino tan definitivos como para ser tenidos en cuenta. Algunos de ellos fueron conocidos y hasta utilizados para justificar parte del devenir de los acontecimientos, como por ejemplo el que sintió/padeció Juana la Loca por su marido, Felipe el Hermoso; otros quedaron tan ocultos como para que el rey más poderoso de todos, Felipe II, –en cuyos dominios no se ponía el sol– fuera considerado un hombre austero, sin apenas afición al sexo.
FELIPE II EN LA INTIMIDAD
Craso error: por más que su padre, , intentara apartarlo de, por hacer demasiado uso del matrimonio (en realidad, murió de tisis)–, el sexo fue indispensable en la vida de Felipe II. No solo estaba tan bien dotado, al parecer, como para poder disfrutarlo y hacer disfrutar a sus parejas, sino que, además de casarse cuatro veces con el fin de extender su reino y cumplir con sus obligaciones sucesorias, tuvo infinidad de amantes (muchas más que esas dos que le suelen reconocer, y ) en España, Inglaterra y Flandes. Su disciplina férrea en cuanto a comidas e higiene o su disposición a defender y hacer cumplir los preceptos de la Santa Inquisición no evitaron, sin embargo, que además de todos los divertimentos sexuales de obra tuviera otros de pensamiento, provocados por su colección privada de pintura erótica, encargada al mismísimo , y con su propio rostro y el de su amante Isabel de Osorio en los de los protagonistas. ¿Qué hubiera dicho la Iglesia de haber conocido su existencia?
