
La localidad de Windsor, en el estado de Connecticut (EE UU), guarda un secreto. Un secreto tétrico, aterrador–y hasta cierto punto morboso–, que encierra uno de los episodios más oscuros de la historia de los primeros colonos europeos asentados en aquellas tierras salvajes e inhóspitas. Para descifrarlo, debemos fijarnos en el suelo, concretamente en un par de ladrillos colocados en un rincón de la localidad donde se conmemoran bodas y se recuerda a ciudadanos y hechos notables de la historia del municipio. Entre estos ladrillos se encuentran los nombres de Alse Young y de Lydia Gilbert, desconocidos para la gran mayoría de quienes pasean por allí. Sin embargo, esos dos ladrillos tratan de honrar a las primeras acusadas por brujería en las colonias americanas, más de cuatro décadas antes de que ocurrieran los célebres sucesos de Salem.
Cuando tuvieron lugar aquellos supuestos casos de hechicería, nadie imaginó que, más de trescientos años después, lo ocurrido en aquella puritana localidad iba a causar tal fascinación que se escribirían cientos de libros y artículos y se dedicarían horas y horas de radio y televisión contando lo ocurrido a la familia