EL PURGATORIO Y OTROS MUNDOS INTERMEDIOS
En Europa Occidental, los mundos intermedios más conocidos son el limbo y el purgatorio; no obstante, existen otros reinos del más allá que ocupan un lugar a mitad de camino entre el cielo y el infierno en los sistemas de creencias de todo el mundo. Buena muestra de ello sería la idea zoroastriana del hamistagan («en equilibrio, quieto»), un lugar neutro donde las almas de aquellos que no se clasifican como malos ni como buenos aguardan el Juicio Final, el cual se menciona en el texto zoroastriano del siglo IX Dadestan-i denig («Decisiones religiosas»), escrito por el sumo sacerdote Manushchihr.
Como veremos, el hamistagan se asemeja más a la idea católica del limbo que a la del purgatorio, ya que se concibe como una insulsa sala de espera y no como un área de castigo y purificación a través del fuego. Aquí, indica Manushchihr, los difuntos pueden volver a vivir sus vidas con el fin de realizar un número mayor de buenas obras en un lugar no muy diferente a nuestro mundo, para así ascender finalmente al paraíso de la Casa del canto. En un primer momento, la existencia en el lugar se describía como una experiencia no sensorial; no obstante, en textos posteriores, la temperatura se compara a la del mundo terrenal: frío en invierno y calor en verano.
En el caso del islam, un lugar comparable podría ser el barzaj («obstáculo, impedimento, tabique»), un estado temporal entre la muerte y la resurrección. Aquí, los pecadores son castigados y los que han sido suficientemente justos disfrutan de comodidades–los niños, al ser inocentes, pasan directamente al cielo, al amor de Abraham–. El barzaj solo se menciona en tres ocasiones en el Corán, y tan solo en una en su calidad de frontera entre lo terrenal y
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