“La novela del joven Dostoyevski”*
El despacho de Nekrásov era pequeño y estaba repleto de libros: rebosaban los dos o tres estantes de puertas encristaladas y se amontonaban en el piso o se perdían en desorden por dondequiera. En un extremo había una mesa llena de libretas, manuscritos y papeles: la mayoría pruebas de imprenta del Almanaque de San Petersburgo y Noticias de la Patria: publicaciones editadas por Nekrásov, que él se llevaba a casa para corregirlas por las noches.
En ese despacho, para discutir únicamente de literatura, se reunían casi todas las tardes de los jueves tres amigos: Nekrásov, Grigoróvich y Fiódor.
Fiódor acababa de cumplir veintitrés años. Como lo describiría más tarde Avdotya Panaev, “era delgado, bajo, de pelo claro, y su piel tenía un tono enfermizo; sus pequeños ojos grises saltaban inquietamente de un objeto a otro, y sus labios descoloridos se retorcían en muecas nerviosas”. El padre de Fiódor había muerto asesinado cuatro años atrás mientras él concluía sus estudios de ingeniero en la Academia Militar. Ahora vivía en San Petersburgo, en
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