SOBREVIVIR LEJOS DEL COMBATE
La noche del 31 de mayo de 1915, los londinenses miraron al cielo con una mezcla de perplejidad y terror: un zepelín alemán estaba lanzando bombas sobre la ciudad. Nunca había ocurrido nada igual. Los bombardeos de civiles estaban prohibidos por la Convención de La Haya de 1899. Sin embargo, el ataque no fue un error ni un hecho aislado. Fue el inicio de una campaña de bombardeos aéreos alemanes que se prolongó durante toda la contienda. Tuvo su punto álgido el 13 de junio de 1917, cuando los aviones Gotha, que habían sustituido a los dirigibles, mataron a 162 civiles en un ataque. Fue el Blitz más mortífero que sufrió Londres en la Primera Guerra Mundial y un precedente de una táctica habitual en las siguientes guerras: los bombardeos aéreos a objetivos no militares.
Las ciudades belgas, francesas y, en menor medida, alemanas tampoco se libraron de los ataques desde el cielo. París fue incluso bombardeada por tierra a través de los cañones germanos de largo alcance construidos en las acerías Krupp. Eran tan potentes–se dispararon desde 120 kilómetros de distancia–que los parisinos creían que estaban siendo bombardeados por un zepelín volando a gran altura. Estos ataques no solo destruyeron edificios e infraestructuras y provocaron cientos de muertos y heridos, también derribaron una más de las certezas que aún se mantenía en pie sobre la guerra: la seguridad de la retaguardia.
Las viejas reglas “caballerescas” saltaron por los aires en esta contienda
Guerra total
La Gran Guerra no se libró únicamente en el campo de batalla. Hubo otras “guerras” paralelas además de la militar: la política,
You’re reading a preview, subscribe to read more.
Start your free 30 days