ESPAÑA APRUEBA EL USO DEL SELLO DE REPARABILIDAD

Un proceso tan sencillo como cambiar la batería del móvil cuando esta se estropea, es casi una misión imposible con los nuevos modelos de smartphone que hay en el mercado. Y esto no solo es así con los teléfonos móviles. En el caso de la mayoría de los dispositivos electrónicos, los usuarios se encuentran ante un problema similar: al más mínimo fallo o rotura, compensa más comprar uno nuevo que arreglar el viejo.
Sin embargo, esta dinámica supone un nivel. El objetivo es que el proceso de reparación pase de estar bajo el control de las marcas a ser un derecho accesible para los consumidores. En la actualidad, los fabricantes tienden a complicar esta tarea blindando sus dispositivos, ofreciendo instrucciones muy complejas o permitiendo que la reparación solo sea posible a través de equipos técnicos aprobados por las compañías. Como resultado, el hecho de arreglar un frigorífico o un smartphone se ha convertido en un proceso complicado, lento y bastante más costoso que comprar uno nuevo y tirar el antiguo. Sin embargo, próximamente, con el establecimiento de este derecho por parte de la UE, se obligará a los fabricantes a crear un sistema de reparación mucho más sencillo, que permita encontrar fácilmente repuestos, que ofrezca instrucciones sencillas y que no requiera herramientas muy específicas para la reparación. Los fabricantes también estarán obligados a indicar la vida útil de sus productos, a través de etiquetas informativas.
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