LOSPODERES PSÍQUICOS DE LOS YAMABUSHI
En Japón, en el corazón de la Prefectura de Yamagata, una escalinata de piedra con 2.446 escalones asciende hasta la cumbre de una montaña. Subir sus peldaños, flanqueados por cedros centenarios y pequeños santuarios budistas, forma parte del entrenamiento ancestral que transforma a los hombres profanos en santos. Ese es el poder de Haguro (410 metros de altura), una de las tres cimas del conjunto Dewa Sanzan. Los otros dos picos son Gassan (1.984 m) y Yudono (1.504 m), formando así el más sagrado enclave montañoso para los seguidores del budismo esotérico Shugendo y el tercero en importancia de todo el país para el resto de corrientes religiosas junto con los montes Ise y Kumano.
La devoción popular hacia Dewa Sanzan resulta extraordinaria desde hace siglos. En estas latitudes del Sol naciente todas las montañas merecen respeto y veneración porque hospedan las influyentes deidades kamis, a las que cualquier nipón querría tener de su lado en las tribulaciones cotidianas de la vida. Pero, al margen de estos inquilinos invisibles, la propia montaña en sí atesora capacidades sobrenaturales. Se la considera fuente de vida y morada de muertos. Desde época inmemorial, los japoneses enterraban a sus seres queridos en las laderas. No en vano, todavía en el idioma actual, la palabra japonesa referida al cortejo fúnebre significa «ir a la montaña».
Estamos, por tanto, ante un umbral. Un espacio liminal interpretado como puerta a otros mundos. De ahí que numerosas criaturas benéficas o maléficas pueblen sus espesas vegetaciones, sus bosques, ríos, cascadas, los vientos que las recorren, las lluvias, nieves y tormentas que las bañan o las cuevas que las atraviesan. Precisamente, si la montaña en Japón opera como última morada, también actúa como simbólico útero a través de sus cuevas. El principio, el fin y la renovación de la existencia comparten un mismo punto geográfico.
EL PESO DEL KARMA
Las grutas en Japón son asociadas a la cavidad vaginal. Constituyen recintos repletos de sacralidad femenina a cuyo interior acudían las mujeres a rezar para renovar sus vínculos con las divinidades, tener un parto fácil, un hijo sano o una leche materna óptima
