Sigue el huachicoleo, a dos años de la explosión de Tlahuelilpan
En el predio donde estalló el ducto de Pemex que dejó 137 muertos en Tlahuelilpan, Hidalgo, el 18 de enero de 2019, hay altares a la memoria de los difuntos: cruces alzadas por donde corrió la lumbre y mausoleos que resguardan prendas y objetos semicarbonizados.
Bajo este terreno en la comunidad de San Primitivo hay, además, ductos del oleoducto Tuxpan-Tula. A menos de 10 kilómetros de ahí continúa la extracción de crudo, los grupos de huachicoleros migraron a otras válvulas y mantienen a Hidalgo como el estado más afectado por este delito.
Al pie del tubo, el piquetero abre la válvula. Para hacer la perforación utiliza el teco, una herramienta hechiza; consiste en un cilindro con una broca y unas tuercas soldadas para que al adherirse a las fisuras del ducto no provoquen chispas.
Un huachicolero que dice haberse retirado por el tiempo de la explosión en San Primitivo, cuando la confrontación entre las bandas dejaron un reguero de sangre y plomo en el Valle del Mezquital –que continúa–, explica:
“Los turnos
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