ATLÉTICO ENSENADA Las penurias de un club marginado
U na semana después de concluir su vínculo con el Atlético Ensenada FC, el entrenador ecuatoriano Carlos
Torres Garcés aún no cobra el cheque emitido por el banco Barclays de Kenia que le entregó el dueño del equipo, Antonio García Rojas, como pago por los 15 días que dirigió a su franquicia, una de las 18 que integran la naciente Liga de Balompié Mexicano (LMB).
Con una trayectoria de 18 años en el futbol, primero como jugador y ahora como entrenador, Torres Garcés tuvo una amarga experiencia en su fugaz paso por el Atlético Ensenada, al que llegó en agosto pasado junto con el preparador físico Duffer Alman, su paisano, sin firmar contrato; sólo confiado en el acuerdo “de palabra” con García Rojas.
A Torres Garcés y su auxiliar Alman no les importó iniciar sus labores en esas condiciones, pero a finales de agosto, en plena pretemporada, las cosas dieron un vuelco inesperado: el propietario de la franquicia les comentó que había sido víctima de un intento de secuestro, por lo que entregó a sus agresores los recursos destinados al equipo.
Asimismo, decidió reducirles el salario a menos de la mitad del monto acordado. El cuerpo técnico optó por renunciar el martes 1 en desacuerdo con
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