EL PODER DE LA PROTECCIÓN
Cuando Enric Sala renunció a su trabajo como profesor en la Institución Scripps de Oceanografía, en 2007, fue porque estaba cansado de hacer esquelas fúnebres. “Me encontré escribiendo el obituario del mar con cada vez mayor precisión”, dice.
En vez de pasar más tiempo de su vida documentando a los muertos, Sala decidió tratar de salvaguardar a los vivos en las pocas porciones del mar por los que la parca no había pasado su guadaña.
Estos remanentes dispersos son los últimos lugares silvestres del mar –el equivalente marino de los tramos más remotos de selva primaria en la Amazonía– que no han sido dañados por la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático. “Fue necesario que visitáramos lugares que se ven como lucía el mar hace 500 años -dice Sala-. Regresar a los mejores puntos de referencia que tenemos de
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