LA CAJA FUERTE DE ROMA
PERIODISTA
Si el Palatino representaba en Roma el poder material y personal, el otro monte central de la ciudad, la colina Capitolina, encarnaba lo sagrado y colectivo. Por ella ascendía la prolongación de la vía Sacra que subía desde el Foro romano, el gran espacio público que ocupaba el valle situado entre ambas elevaciones.
Este ramal que trepaba hacia lo alto, el , era, de hecho, el tramo más solemne de la avenida ceremonial. Allí, por ejemplo, culminaban los triunfos. De este modo tenían, como la escarpada calzada, un final espectacular ante el altar de Júpiter Óptimo Máximo. Este era el templo más importante de Roma, dedicado no solo al dios por antonomasia, sino también a su esposa Juno y su hija Minerva, las otras dos deidades tutelares de la capital. Siempre empeñado en seducir al pueblo, Julio César llegó a ascender devotamente de rodillas por ese, los clanes que agrupaban a varias familias a través de lazos jurídicos y políticos.
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