EL“AVEMARÍA”DELAS GRANDESPETROLERAS
COMO UN CABALLO DE CARRERAS VIEJO, el campo petrolero West Seminole, un parche de tierra de 31 km2 en el extremo oeste de Texas, ha cabalgado por años gracias a un elíxir que su jinete le inyecta.
En una tarde reciente, mientras nubes de tormenta cubrían el campo y el viento invernal aullaba, docenas de bombas de varilla oxidadas se balanceaban hacia arriba y hacia abajo y mientras succionaban más oro negro. La droga que el operador del campo, Occidental Petroleum, le inyecta a West Seminole afloja el petróleo de la piedra bajo la artemisa y fuerza que salga más del hidrocarburo encerrado entre sus poros geológicos. La medicina mágica es un gas industrial viejo con un problema de imagen nuevo: dióxido de carbono.
Durante décadas, Occidental Petroleum ha bombeado cantidades masivas de CO2 al suelo para exprimir el flujo de petróleo de campos viejos que han perdido el brío que la naturaleza les dio originalmente. El CO2 libera más petróleo para que se eleve a la superficie, donde puede venderse y quemarse. La industria petrolera ha utilizado en otros lugares esta técnica de turbocargado —llamada “recuperación mejorada de petróleo”—, pero Occidental, con sede en Houston, es una experta global. A través de miles de kilómetros cuadrados del este de Nuevo México y el oeste de Texas, en la icónica franja de tierra llamada Cuenca Pérmica, la empresa apodada Oxy ha construido una red de infraestructura de miles de millones de dólares para administrar grandes cantidades de CO2.
La estructura de las rocas del Pérmico son generosas para entregar el petróleo de sus agujeros, que parecen esponja cuando son convencidos por el gas de efecto invernadero en forma líquida.
Oxy compra CO2 extraído de formaciones naturales en Colorado y Nuevo México, y después lo envía a lo largo de miles de kilómetros de tuberías mediante estaciones de bombeo masivas. Al final de la línea, la empresa lo explota en miles de pozos que se despliegan como soldados de juguete a lo largo de la Cuenca, parte del clásico oeste estadounidense que ahora representa impresionantemente alrededor de 5% de la producción de petróleo. La configuración de Oxy equivale a una línea de montaje despiadadamente eficiente para los hidrocarburos.
Ahora, entre la creciente ira de los consumidores por el calentamiento global y el aumento de los subsidios gubernamentales a las empresas que trabajan para resolverlo (en países como EE.UU.), Oxy intenta un giro sorprendente para el CO2. Espera dejar de bombear CO2 extraído de la tierra a sus campos y en lugar de eso usar CO2 succionado de fuentes de actividades humanas: de plantas de energía, fábricas y hasta del aire.
