EL NACIMIENTO DE UN NUEVO MUNDO
Cuando pensamos en los sistemas de nuestra forma de vida que parecen haber llegado al límite, es fácil entender por qué hay tanta gente que opina que el mundo está hecho pedazos. Hay tantas cosas en las que hemos confiado durante generaciones (por ejemplo, cómo funcionan el dinero o las guerras, cómo solíamos encontrar trabajo en una buena empresa y sentirnos seguros el resto de nuestra vida) que ya no parecen tener validez… Sencillamente ya no funcionan. Ahora bien, si miramos con honestidad todo aquello que ya no funciona, empezamos a ver un patrón: lo único que se está «haciendo pedazos» son los sistemas que ya no son sostenibles en la situación de tensión de un mundo que está cambiando.
Cuestiones como la economía, las dictaduras que existen desde hace decenas de años, la fuerza militar utilizada para mantener la paz en numerosas zonas bélicas del mundo o la abyecta pobreza en países que son ricos en recursos naturales, son ejemplos, todos ellos, de formas de vida insostenibles que han alcanzado su punto límite. Y lo anterior está sucediendo en el seno de una civilización que se alimenta de esos recursos insostenibles que son los combustibles fósiles. Por lo tanto, aunque la economía mundial, basada en mercados que han de crecer sin fin y en un régimen lucrativo en el que quien se beneficia lo hace a expensas de otro, haya funcionado durante un siglo, no será sostenible durante cien años más. Y aunque proveer de electricidad a una red energética mundial que va consumiendo las fuentes limitadas de petróleo, gas y carbón, y destruyendo el propio aire que respiramos, haya funcionado durante un siglo, no podrá seguir haciéndolo durante cien años más.
PARADIGMAS QUE YA NO SIRVEN
Estos son ejemplos de la curva de aprendizaje de nuestra civilización. Si podemos trascender la tentación de juzgar si
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