LOS ARCHIVOS SECRETOS DE LA HUMA NIDAD
TRAS LA PISTA DE LOS CONOCIMIENTOS Y TEXTOS PERDIDOS DE LAS ANTIGUAS CIVILIZACIONES
Cada vez son más las personas que están convencidas de que detrás de las fuerzas políticas que elegimos cada cuatro años, se oculta la auténtica mano que mece la cuna de nuestro mundo. Por tanto, cualquier gobierno democrático estaría subordinado a esos poderes fácticos. Permitir que un reducido grupo de personas tenga acceso a toda la información que posee la humanidad es muy peligroso, puesto que se creerá con el derecho a filtrar informaciones, manipular la realidad, retener pesquisas, moldear la historia e incluso negarnos el acceso a la verdad, convirtiéndose, en definitiva, en nuestros amos.
La libertad de información es uno de los derechos fundamentales recogidos en la constitución de la UNESCO. Toda la información en poder de los gobiernos y administraciones gubernamentales debería ser pública, exceptuando la que, de un modo u otro, puede poner en riesgo la seguridad del estado. No obstante, todos sabemos que esto no es así; y que bajo la cantinela de la seguridad nacional se han ocultado, y se siguen ocultando, todo tipo de documentos que podrían ser cruciales, no solo para saber hacia dónde vamos, sino también para comprender de dónde venimos.
Con la excusa de que el pueblo no podría asimilar la verdad, aquellos que se creen con la capacidad intelectual para hacerlo, se han elevado sobre no- sotros como si fuesen dioses, matando a cualquier Prometeo que, como el titán griego, se atreva a entregar el fuego de la sabiduría a la raza humana. No obstante, nosotros intentaremos ser ese Prometeo, aún a riesgo de que nos encadenen a una roca y envíen a un águila para que nos devore el hígado. La libertad no solo nos hará libres, sino que también nos dará una perspectiva más amplia de quiénes somos, del mundo en que vivimos y de por qué estamos aquí… a pesar de que eso, a muchos, les cause un problema.
CÓDICES SECRETOS MAYAS
Posiblemente poco o nada haya cambiado la selva que rodea la pirámide de Cobá, en la península de Yucatán (México), desde que sus constructores la levantaran hace poco más de quince siglos, robándole parte de ese terreno a la exuberante vegetación que todavía trata de recuperar esa parte perdida de sus dominios. Durante el periodo precolombino, el edificio se convirtió en uno de los centros ceremoniales más visitados de Mesoamérica hasta la construcción de Chichén Itzá, a poco más de cien kilómetros al noroeste. Una y otra miran al viajero con los ojos de la nostalgia, de los titanes que perdieron
