ALEMANIA DEBE PAGAR
La madrugada del 11 de noviembre de 1918, Alemania y las principales potencias aliadas (Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos) firmaron un armisticio en un vagón de ferrocarril en Compiègne (Francia), muy cerca de las todavía humeantes trincheras del frente occidental. La Gran Guerra había terminado. Atrás quedaron más de cuatro años de combates con consecuencias catastróficas: unos diez millones de soldados muertos, el doble de heridos, seis millones de víctimas civiles y el exterminio de alrededor de un millón de armenios por parte del gobierno turco. Tras el fin de la contienda cayeron cuatro imperios (el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano), triunfó la revolución bolchevique en Rusia y países como Bélgica, que era neutral, y Serbia quedaron devastados tras su invasión por las tropas de las Potencias Centrales.
PARA FRANCIA, GRAN BRETAÑA Y ESTADOS UNIDOS, LA CONFERENCIA DEBÍA CONTENER A ALEMANIA
La Conferencia de Paz se organizó en París dos meses después del alto el fuego. Las negociaciones fueron dirigidas por el Consejo de los Cuatro, un comité formado por el presidente estadounidense Woodrow Wilson, el primer ministro francés Georges Clemenceau, el británico David Lloyd George y el italiano Vittorio Emanuele Orlando. Este último tendría poca influencia en la toma de decisiones, ya que sus intereses se centraron casi exclusivamente en el cumplimiento del Tratado de Londres, un acuerdo firmado en 1915 por el que Italia, que en un principio formaba parte de una alianza con Alemania y Austria-Hungría, entró en la guerra en el bando aliado a cambio de beneficios territoriales.
Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos tenían muy claro cuál era el principal objetivo de la conferencia: contener a Alemania. A pesar de haber sido vencida, la potencia centroeuropea seguía manteniendo su hegemonía industrial,
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