PIRATAS EN LOS MARES DEL SUR
Francis Drake y el Olonés en el Caribe y América o Barbarroja en el Mediterráneo son algunos de los nombres de piratas y corsarios célebres a los que tuvo que hacer frente el Imperio español. Pero la monarquía española de los Habsburgo también tuvo que vérselas con estos ladrones del mar en otra de sus grandes posesiones coloniales: las Filipinas.
La expedición del almirante guipuzcoano Miguel López de Legazpi en 1565 estableció el dominio español en ese archipiélago, que se había bautizado con el nombre de islas Filipinas veintitrés años antes (cuando fue descubierto) en honor al monarca Felipe II. Los conquistadores pronto descubrieron que los indígenas no iban a ser la única amenaza a la que tuvieran que enfrentarse. Si en el Caribe y el resto de América la piratería fue un fenómeno ligado al establecimiento de las colonias españolas, en los mares que bañaban China, Japón, Corea y Filipinas hacía décadas que estaba presente. De hecho, los portugueses habían comprobado su peligrosidad desde el primer momento en que llegaron a China en 1517, buscando especias y otros bienes de lujo para comerciar.
LOS PORTUGUESES YA COMPROBARON LA PELIGROSIDAD DE LOS PIRATAS NADA MÁS LLEGAR A CHINA EN 1517
Las potencias de la zona también llevaban tiempo sufriendo el azote de estos delincuentes. En China, a finales del siglo xv, la dinastía Ming había prohibido el comercio con el exterior y redujo sus fuerzas marítimas. Estos dos hechos propiciaron la aparición de piratas que atacaban las comunidades costeras y se dedicaban al contrabando. A estas incursiones se sumaron grupos japoneses, activos desde el siglo xiii,, en chino, o , en japonés.
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