CON PASO FIRME
EL MANIFIESTO DE PANAM COMO COMPAÑÍA parece una advertencia: “Sin adversidad no hay éxito”. Las crisis han marcado sus 57 años de vida y superarlas le han llevado a crecer y buscar cómo mantenerse vigente. Así es como el fabricante de calzado deportivo sobrevivió al incendio de su primera planta de producción, el secuestro de sus fundadores y la llegada de competencia en los años 90, hasta entonces inexistente.
La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 le abrió la puerta a jugadores extranjeros que antes solo se conseguían en el mercado informal, como Nike, Puma y Adidas. Sufrió una fuerte caída en ventas ante la llegada de competencia extranjera que desconocía hasta ese momento. Sin embargo, nunca pensó en... colgar los tenis.
“En el momento de la apertura, marcas extranjeras llegaron con todo, con grandes presupuestos y nos quitaron participación de mercado”, recuerda Eduardo López, director de Mercadotecnia de Panam.
Esa no era la primera crisis que enfrentaba la compañía fundada en 1962 por dos familias mexicanas. Algunos años atrás, un incendio consumió al pequeño taller de Naucalpan, Estado de México. Tiempo después se mudó al municipio de Cuautitlán Izcalli, de la misma entidad, en donde ha estado la planta los últimos 30 años y trabajan más de 700 personas.
Quizás una de las mayores dificultades que ha sorteado Panam es la de cargar con el estigma de ser una marca de productos baratos y mexicanos. Tras la apertura comercial, la sociedad en México valoraba más las marcas extranjeras. “Hoy, a través de estrategias comerciales y de marketing, hemos quitado esos estigmas, y lo que hoy perdura es que es amada por muchos mexicanos”, comenta López.
Panam capitalizó lo que en apariencia era una desventaja. La empresa decidió
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