Las desgracias del señor Líbara
Hubo un tiempo en que Ricardo Líbara se robó la vida. Así lo cuentan sus vecinos y familiares, incluida la madre, cuando les preguntan sobre la triste historia de Ricardo y el doble que apareció para llenar esos huecos en los que él no estaba.
De cómo terminó trabajando la tierra en una pequeña aldea ecológica habría que hablar más adelante, porque lo primero, lo indispensable de este reportaje, es entender los motivos que llevan a una persona a desdibujar las fronteras de la identidad hasta convertirse en un individuo que está y no está, que existe y no existe, que es y no es al mismo tiempo y en dos lugares a la vez.
La mujer y el hijo, por otro lado, merecen especial atención al haber soportado la bilocación del señor Líbara durante años. Imagínense el papel de ambos, la primera durmiendo cada noche con un marido que dice ser el de ayer sin prueba alguna, y el segundo jugando con un padre los lunes y con otro padre los martes, escuchando discursos etílicos los miércoles y peroratas olvidadizas los jueves, para después correr con la madre lo más lejos posible y entender que uno no es siempre el mismo, que el mundo se pliega a capricho y que el amor sólo deja de doler cuando desaparecen las sombras que hacen guardia al otro lado de la puerta.
Esta es la crónica de un desastre. Nada más.
De cómo terminó en una ecoaldea habría que hablar más adelante. Lo indispensable es entender las fronteras de la identidad
MI NOMBRE ES RICARDO
_Correo recibido el 23/03/19_
Supongo que lo primero de todo es presentarse: mi nombre es Ricardo Líbara, DNI 4XXXXXX-C, natural de Salamanca. Llegué a Madrid con cinco años y ya me quedé media
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