Food fiction
Este 2019 es sin duda un año redondo para Tarantino. En verano llega a los cines su novena película, Érase una vez en Hollywood, una crónica de los años de cambios en la meca del cine a finales de los sesenta, con un reparto de vértigo encabezado por Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie, Al Pacino, Timothy Olyphant, Tim Roth, Bruce Dern, Kurt Russell o Michael Madsen. La cinta ha sido uno de los platos fuertes de esta edición del Festival de Cannes en la que, entre otras cosas, el cineasta estadounidense ha celebrado los 25 años de su Palma de Oro por Pulp Fiction (1994). Aquella película levantó ampollas entre los puristas del celuloide, que se apresuraron a crucificarla con los teclados echando humo. Cuando la cinta se llevó el gran premio de Cannes, Tarantino subió al escenario en uno de sus primeros actos para el gran público, y con su conocida sonrisa socarrona, les dedicó a sus contrarios una enérgica peineta.
Y no podíamos dejar pasar por alto ambos eventos al ser, nada refinado, pero tan importante para el cineasta a la hora de dar forma a su universo cinematográfico que ha llegado a crear sus propias marcas ficticias para emplearlas en sus películas. Refrescos, batidos, hamburguesas, salsas, cereales, chicles… y para la digestión, cigarrillos. Si prestamos atención, toda la ficción está salpimentada con productos creados por el director para ayudar a perfilar su universo personal. De igual modo, emplea la comida como uno de sus principales anclajes con el cine del que es uno de sus maestros de referencia: Sergio Leone. Al comienzo de (1966), el personaje interpretado por Lee Van Cleef llega a una hacienda para interrogar a un hombre. La familia está a punto de comer y el pistolero aprovecha y se sirve un generoso plato de guiso que apura con ganas haciendo palanca con el cucharón de rigor. Así, cucharada viene, trago de vino va, transcurre todo el interrogatorio, hasta que se desata la previsible tragedia. Desde la hamburguesa de al vaso de leche de (2009), la cena en la plantación de (2012) o la preparación del sándwich con un cuchillo enorme al final de (2004), beben directamente de este referente del . Y es que, aunque se trate de comida genuinamente americana, el espíritu del cine de Tarantino ha sido siempre muy mediterráneo.
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