BOEING EN CRISIS
El Boeing 737 MAX debe volver a operar en modo regular a mediados de marzo de 2020, enseguida de recibir recertificación de la agencia de aviación norteamericana, FAA. Hasta ahí, la prohibición global de vuelos impuesta para el nuevo jet habrá completado un año. Con el inicio de las actividades, incluso con consecuencias financieras importantes, la situación trata de volver a lo normal, pero la sucesión de acontecimientos protagonizada por el conglomerado aeroespacial más grande del mundo en los últimos años, incluyendo los problemas con el 787 Dreamliner y otros programas, ya tiene un lugar destacado en la línea del tiempo de la aviación por su originalidad. En la historia de la industria aeronáutica, ningún avión además del MAX quedó tanto tiempo fuera de servicio, ni en los comienzos de la era del jet, a mediados de los años 1950, y ningún fabricante sino Boeing tuvo dos aviones prohibidos de volar – curiosamente, ambos con proyectos que prometían (y todavía prometen) revolucionar el segmento, todo eso en la misma década.
La crisis comenzó en enero de 2013, cuando el 787 Dreamliner, que tenía pocos meses de operación, fue prohibido de volar. En la ocasión, las fallas en la batería podrían producir un incendio en vuelo y poner en riesgo a todos a bordo. La solución fue rediseñar el proyecto de las baterías y del lugar de almacenamiento en los compartimentos del avión. En abril del mismo año, el Dreamliner, peyorativamente apodado como “Fireliner” por algunos, volvió a volar. Aunque el avión se haya mostrado como un éxito comercial y uno de los aviones más avanzados de todos los tiempos, la imagen de Boeing estaba chamuscada. Pero lo peor estaban por suceder: la
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