Cápsulas de café
Están de moda, son cómodas y fáciles de usar. Hacen café con espumita, podemos cambiar de tipo de café cada día, son individuales y cuestan una pasta. Responden a un tipo de exigencias de la vida moderna; son sólo para uno, aprietas un botón y tienes café casi al instantante.
La capsulita se envía a la basura sin ensuciar nuestro fregadero, pero ensucia mucho más el planeta y nos vacía el bolsillo.
No es un producto cualquiera
El café es el segundo producto que más se consume en el mundo, detrás del petróleo. Según el banco cooperativo Rabobank, la venta de cápsulas ha crecido un 26% en la última década, y ha superado ocho veces a las otras modalidades de preparación de este producto. Un estudio de Kantar Worldpanel calcula que en pocos años más, el café monodosis superará al molido y el soluble. ¿Y dónde van la mayoría de estas cápsulas? A la basura.
Sólo en el año pasado, más de 7 mil millones de cápsulas a la basura. Tardarán al menos un siglo en reciclarse de forma natural.
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