PACTOS CON EL DIABLO DENTRO DEL CRISTIANISMO
La avaricia es, según el dogma cristiano, uno de los siete pecados capitales. El mero hecho de querer tener más de lo que necesitamos, ya sea en lo que a dinero se refiere, ya sea en cuanto a poder, puede resultar algo tremendamente peligroso. Pero el ser humano está hecho de carne y hueso, y no es complicado encontrar casos en los que la avaricia ha llevado a la perdición a muchos hombres y mujeres, casi desde el principio de los tiempos. Ese anhelo por conseguir cada vez más y más, esa eterna insatisfacción con lo que ya se tiene, es una de las razones principales que pueden conducir a realizar un pacto con el Diablo.
PACTAR CON EL DIABLO
En el siglo XIX, Johann Wolfgang von Goethe convertiría el tema del pacto diabólico en universal gracias a su obra Fausto, que dividida en dos partes, le llevó prácticamente toda una vida para concebirla y escribirla a la manera en la que hoy en día podemos disfrutar de ella. Goethe tomaba como referencia leyendas alemanas muy antiguas, que databan del siglo XVI, para hacerse eco de la historia de un peculiar doctor llamado Fausto quien, en su búsqueda por desentrañar los secretos del Universo y obtener unos poderes sobrehumanos, decide pactar con el diablo, en la forma de Mefistófeles, para conseguirlo.
El autor alemán presenta a su personaje principal bajo un rasgo característico: la eterna insatisfacción. Fausto no consigue ser feliz ni siquiera cuando tiene todo lo que había deseado, porque siempre busca algo nuevo, algo diferente… o simplemente, porque solo podían desear aquello que no tenían.
La figura de se convirtió en un icono cultural a la altura de otros célebres personajes como o , evocando en nosotros una idea universal, en este caso, la del pacto con
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