FANTASMAS Y OTROS ENTES EN LA BIBLIA
“Cuando entres en la tierra que el Señor tu Dios te da, no aprenderás a hacer las cosas abominables de esas naciones. No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni hechicería, o sea agorero, o hechicero, o encantador, o médium, o espiritista, ni quien consulte a los muertos. Porque cualquiera que hace estas cosas es abominable al Señor; y por causa de estas abominaciones el Señor tu Dios expulsará a esas naciones de delante de ti. Serás intachable delante del Señor tu Dios” (Deuteronomia, 18:9-13).
Eso no quiere decir que en los textos sagrados no existan apariciones que espíritus errantes, como ocurre en Job, 4:14-16, aunque bien podría formar parte de uno de los elementos frecuentes dentro de los llamados terrores nocturnos, acaecidos en la vigilia del sueño: “Me sobrevino un espanto, un temblor que hizo estremecer todos mis huesos. Entonces un espíritu pasó cerca de mi rostro, y el pelo de mi piel se erizó. Algo se detuvo, pero no pude reconocer su aspecto; una figura estaba delante de mis ojos”.
Es más, se afirma la existencia de entidades espirituales, positivas o negativas, pero no que un (1 Juan, 4:1).
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