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El poeta entresueña con héroes
Por Miguel Domingo Aragón (*)Esto ocurrió en Buenos Aires en 1895, pero hay discrepancias sobre si el 22 ó 23 de mayo.Los cronistas suelen confiarse demasiado a la memoria y los historiadores fiarse sinprecaución en los datos que ven escritos. Al fin y al cabo, se trata de un pequeño detalle.A la noche del 21 al 22 Rubén Darío la pasó en una juerga padre, que tuvo todo lo malo quedebía tener y fue en el bajo, la actual Leandro Alem. De vuelta a su casa, caminando antelas severas luces de la mañana, al cruzar la plaza de Mayo se encontró con su amigo elcapitán de fragata Prudencio Plaza, médico del lazareto de Martín García que iba, endirección contraria, a embarcarse para pasar a la isla. Darío, cuando la conciencia loregañaba, sentía compunciones de niño. En ese momento se le ocurrió que su amigo lollevara y Plaza no tenía inconveniente en hacerlo. El inconveniente era el frío de ese día ylo desabrigado que estaba el exterior del poeta. Por casualidad, se les juntó Ricardo JaimesFreyre, quien advirtió la conveniencia y el inconveniente del viaje; se sacó el sobretodo y selo dio a Rubén. Jaimes Freyre
–
otra casualidad- tenía que leer un poema de Darío tres díasdespués, en una celebración de la fiesta patria argentina que preparaba el Ateneo. Es desuponer que en esa ocasión se lo recordaría. La cuestión fue que Darío se embarcó con elcapitán Plaza.No hay constancias de lo que hizo ese día. Tenía veintinueve años, pudo caminar, oconversar, o seguir bebiendo. La trasnochada había sido brava, pudo dormir. Hay quiendice que esa noche se puso a escribir el poema prometido (que, por la traza original
–
si es eloriginal y no una copia- parece redactado de un tirón).
Con cuerpo y alma
Uno habla del
mecanismo del alma
para dar idea de ciertas correspondencias que no puedenreducirse a la mecánica. En este caso, hay que pensar en las brumas del día, en las brumasque se demoraban en la mente del poeta, en la intención de representar una celebraciónguerrera, en la fascinación que sentía, y quería comunicar, por el heroísmo. Y hay que tenerpresente algo que dijo una vez:
“mi verso ha nacido siemp
r
e con su cuerpo y su alma”
. Esdecir que la métrica debía adaptarse a esa evocación del triunfo figurada en un desfilemilitar. Tenía que estar en compás de 2 x 4. Y que la melodía pusiera las rimas. (Eso no lopensaba, seguramente, lo iba intuyendo).Y escribió:
¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines,la espada se anuncia con vivo reflej
o…
2Y las escuadras echadas a andar por su imaginación empezaban a marcar el paso, siemprecon la misma cadencia que fija el redoble de los tambores, en tanto el clarín y las flores, lasmozas que iban mirando pasar a los jóvenes llenos de gloria, despliegan sus brillos en tornoal desfile marcial. Atletas, caballos de guerra, los duros penachos, la pica, la lanza, loscóndores, delante de un viejo que instruye a su nieto. El toque argentino aparece en
Los granaderos más fuertes que osos,hermanos de aquellos lanceros que fueron centauros.
Un
crescendo
feliz de Beethoven levanta el final:
Y al sol que hoy alumbra las nuevasvictorias ganadas, y al héroe que guía su grupode jóvenes fieros,al que ama la insignia del suelomaterno,al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma en la mano,los soles del rojo verano,las nieves y vientos del gélido invierno,la noche, la escarcha y el odio y la muerte por ser por la patria inmortal,saludan con voces de broncelas trompas de guerra que tocan lamarcha triunfal.
No obstante, Darío fechó su poema el día siguiente que fue 23. ¿Porque entonces lo hizo opulió o copió? Vaya uno a saber. Lo cierto es que el vate quedó una semana en la isla. Alrevés del Creador, trabajó un solo día y holgó otros seis.Después, el 25, leyó Jaimes Freyre esos versos que cruzan el tiempo y siguen aúnimponiendo su viejo redoble de son militar.
(*) Pseudónimo de Roque Raúl Aragón.(Publicado en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, el 23 de mayo de 1978)
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