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MATERIAL DE TRABAJO
ENSEÑAR FILOSOFIA
 
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ENSEÑAR FILOSOFIA LA METÁFORA DEL PUENTE
PROF. DR. JORGE EDUARDO NORO norojor@cablenet.com.ar FILOSOFIA : HEIDEGGER EDUCACIÓN : JOAN FERRES ENSEÑANZA DE LA FILOSOFIA
 
“El puente oscila “ligero y fuerte” sobre el río. No
une solamente las orillas ahí existentes. En el tránsito por el puente se destacan las orillas. El puente las deja sobresalir propiamente una frente a otra. El otro lado está separado por éste por medio del puente. Las orillas tampoco trazan, como indiferentes líneas fronterizas, la tierra firme a lo largo del río. El puente, con las orillas trae en cada caso al río, una y otra amplitud de la región de atrás de las orillas.
 
Êl trae río y orillas y país en la vecindad recíproca. El puente
recolecta
 la Tierra como comarca en torno al río. Así la conduce a través de las aguas. Los pilares del
“El educador, para serlo, ha de ser un buen
comunicador, es decir, ha de ser un mediador. La metáfora del puente ejemplifica a la perfección esta exigencia. El puente resulta imprescindible cuando es preciso conectar realidades previamente incomunicadas, inaccesibles la una para la otra, cuando hay que salvar obstáculos aparentemente insalvables para ponerlas en contacto. Para ser un buen educador habría que ser un puente que permitiera que los contenidos circularan (conocimientos, procedimientos, actitudes o valores) de una orilla a la otra.
01.
 La enseñanza de la filosofía puede asociarse metafóricamente a la figura del puente.
02.
 Como en el puente, todos los componentes son necesarios para que el proceso se pueda cumplir de manera adecuada.
03.
 El educador (primer pilar) debe ser alguien sólido en sus conocimientos específicos (filosofía) y en el dominio de las estrategias que desencadenen el proceso de enseñanza y aprendizaje.
 
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puente soportan, reposando en el lecho del río, el alzado de los arcos, que dejan al agua del agua del río su carril. Ya corran las aguas tranquila y alegremente, ya choquen los torrentes del Cielo en el temporal o el deshielo en olas gigantesca, contra los arcos de los pilares, el puente está preparado para los cambios climáticos del Cielo y su ser cambiante. También allí donde el puente cubre al río, tapa él su riar al Cielo, de manera que él lo acoge por un momento en el ojo del arco y lo deja libre nuevamente.
 
El puente deja al río su curso y, al mismo tiempo, guarece para los mortales su camino, por el que andan y viajan de país en país. Puentes conducen de múltiples maneras. El puente de la ciudad lleva del recinto del castillo a la plaza-catedral. El puente de río lleva coches y carros de la capital de provincia a las aldeas aledañas. El insignificante paso de arroyo del viejo puente de piedra da al caballo su camino desde la campiña hacia la aldea, lleva al carro de leña desde el camino vecinal hasta la carretera. El puente de la autopista está entramado en al red de líneas del servicio directo, calculado y, en lo posible, rápido. Siempre y en cada caso, de manera distinta, conducen puentes de acá para allá, los lentos y presurosos caminos de los hombres, llevándolos a la otra orilla y, finalmente, en cuanto mortales, al otro lado.
 
El puente, ya de arcos elevados, ya planos, atraviesa sobre ríos y desfiladeros, de modo que los mortales
 –
 retengan en la atención u olviden el impulso del viaducto del puente -, que están siempre ya en camino hacia el último puente, a base de eso consideren El buen educador, como un buen puente, ha de tener tres componentes:
dos pilares y un arco.
 
(1)
 
Uno de los pilares ha de estar fuertemente ancorado en una orilla, en la orilla de los contenidos que se pretenden transmitir. Si no se posee el suficiente dominio de los contenidos conceptuales, procedimentales o actitudinales, y si no está suficientemente apasionado por ello, es imposible que se puedan transmitir de manera eficaz.
Sólo puede despertarse la pasión cuando se vive algo apasionadamente.
(2)
 
El otro pilar ha de estar fuertemente ancorado en la otra orilla, en los receptores, en las personas a las que han de transmitirse los contenidos. Es el pilar de la sintonía. Sin un profundo conocimiento de estas personas, de sus capacidades y limitaciones, de su nivel de desarrollo mental, de su sensibilidad, de sus preocupaciones, intereses y deseos, no se pondrá conectar con ellas. Sin la capacidad de establecer una relación empática con ellas, el puente no podrá cumplir su función.
(3)
 
El tercer componente del puente es el arco, que ha de unir de manera flexible los dos pilares. Siguiendo con la aplicación de la analogía, el arco del puente equivale a la capacidad de comunicar adecuadamente los conocimientos o procedimientos, de transmitir eficazmente las actitudes y valores, de hacerlos llegar de manera fluida, comprensiva y suficientemente estimulante a los contenidos. Es el componente de la
04.
 Los alumnos (el otro pilar) deben mostrar su fortaleza sobre todo en lo actitudinal: el interés y la preocupación operan como puertas abiertas para el incorporación o la construcción de los conocimientos y los procedimientos.
05.
 Sin esos pilares, que es lo que primero que se construye y se mantiene, no puede ni armarse, ni sostenerse el puente de la enseñanza y del aprendizaje.
06.
 El arco es el proceso de transmisión de los conocimientos y de los contenidos, la capacidad de construir un proceso de enseñanzas que deje señas, que deje marcas en el otro, que despierte, que movilice, que permita circular en ambas direcciones para alcanzar progresivamente la verdad. Se trata de inquietar, de poner en movimiento, de facilitar el descubrimiento de nuevos horizontes (ideas, autores, obras, pensamientos) y de desencadenar procesos de pensamiento.
 
07.
 El puente es puente si construye el arco con los pilares que tiene y si
 –
 al mismo tiempo
 –
 contribuye a fortalecerlos. Trabaja con lo que tiene y construye lo que debería o querría tener. Generalmente, él éxito de la enseñanza de la filosofía no es un punto de partida, sino de llegada. 08. Hay puentes de todos los gustos y medidas: sólidos e indestructibles, frágiles, recién
 
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sobrepasar lo habitual y desgraciado de ellos, para traerse ante la gracia de lo divino.(...) El puente recolecta junto a su modo, Tierra y Cielo, los Divinos y
los Mortales.” (HEIDEGGER Martín,
Construir, habitar y pensar
. 167-169) comunicación, de la pedagogía, de la capacidad didáctica. El educador
 –
 como comunicador
 –
 sólo es eficaz si se sustenta en los dos pilares y si son capaces de unirlos, de conectarlos. Sin pilares no hay puente, pero tampoco los dos pilares son suficientes para facilitar el trasvase, la
comunicación.” FERRES JOAN, (2000)
Educar en la cultura del espectáculo. 1
51-2) inaugurados, centenarios, construcciones perfectas, en permanente reparación, de
piedra, de hierro, de cemento… pero lo que los
une a todos (el común denominador) es que son puentes, que intercomunican las orillas.
08.
 Pero el puente
 –
 en la enseñanza de la filosofía
 –
 es sólo
un lugar
 que comunica dos territorios: el vasto territorio de la filosofía... con la generosa geografía de la propia vida y de
la existencia personal. Las “dos orillas” de
ben dejarse ver desde el puente: hay mucha más filosofía que la que traemos a la clase... y hay mucha más vida que la mezquina presencia en una clase o encuentros semanales. Ambos pilares deben comprobarlo, comprenderlo y recordarlo... La clase, la lección, la escuela son un pretexto (puente) para que ambos territorios se intercomuniquen.
 
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