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Una rosada mano sostena con delicadeza un fino pincel.

Las pocas cerdas de ste estaban impregnadas con un pigmento rojizo. El color se iba extendiendo de manera grcil por el objeto. La mano llev el pincel hacia un frasco; lo sumergi en el agua, donde surgi una nebulosa escarlata; y lo sec con suavidad, procurando no perder ninguna de las cerdas artistas. Cual cocinero condimentando, verti un poco de cielo y lo mezcl con blanco. La otra mano ajust el foco y la lupa sobre la figura a fin de aumentar las diminutas pupilas que iban a cobrar vida.

Muchas felicidades, mam.

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