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Música y Libros

UN ENSAYO DE SUSAN SONTAG


Un argumento sobre la belleza

na gran obra de arte puede ser mancillada, pero su En lo relativo al arte, afirmaba que el verdadero contacto con
“U belleza permanece”. Con esta sentencia inicia Susan
Sontag (1933-2004), una de las intelectuales más influyentes
cualquier obra artística debía estar regido por una respuesta
intuitiva, y no provenir del análisis ni de consideraciones
de la segunda mitad del siglo XX en los Estados Unidos, su intelectuales. Aseguraba que las cosas del mundo dignas de
ensayo titulado “Un argumento sobre la belleza”, que por ser admiradas estaban dotadas de cierta transparencia, que
gentileza de Editorial Sudamericana reproducimos para llevaba a que fuera posible "experimentar la luminosidad de
nuestros lectores en las páginas que siguen. las cosas en sí mismas, de las cosas tal como ellas son".
Pero fue incluso capaz de ir más allá, para asegurar ante
Personaje discutido, autora de ficción y ensayista, Sontag fue quien quisiera escucharla: "La interpretación es la venganza
tildada alternativamente de activista de derecha y de izquierda. del intelectual en contra del arte".
Explosiva, original, naif, sofisticada, populista, dogmática,
ambivalente, todas estas condiciones y muchas más le fueron En este mismo orden de ideas, en el ensayo que sigue
asignadas. Fue una gran promotora de autores poco cono- Sontag plantea una dicotomía entre lo verdaderamente bello
cidos para el público norteamericano y escribió numerosos y aquellas otras cosas que ameritan en cambio el uso de ese
estudios sobre la cultura contemporánea, atendiendo en eufemismo tan propio de nuestra época, políticamente correcto,
particular a fenómenos vinculados con el cine, la fotografía y pero en cierto modo vacío: lo interesante. No hay para
el arte en general. En uno de sus más conocidos ensayos, Sontag ninguna correspondencia necesaria entre la belleza
titulado “Ante el dolor de los demás”, Sontag se detuvo en un y lo meramente interesante. Y lo deja claro a través de la
análisis de la estética propia de las fotografías en la guerra. siguiente sentencia: “La capacidad para sentirse abrumado
Allí sostuvo, entre otras cosas, que nuestra cultura, que tiende por la belleza tiene un vigor asombroso, que sobrevive entre
a hacer de cada uno de nosotros un espectador, neutraliza las más rigurosas distracciones.” Es la diferencia que media,
la fuerza moral de las fotos sobre la atrocidad. en definitiva, entre el arte y el entretenimiento. D

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Un argumento sobre la belleza
El siguiente ensayo fue publicado originalmente en el año 2002 en la revista Daedalus.
Aquí se reproduce por gentileza de Editorial Sudamericana, extraído del libro titulado
“Al mismo tiempo - Ensayos y conferencias”, perteneciente a la colección Mondadori.

uando al fin respondió, en abril de 2002, al escándalo Las comunidades dedicadas por sus líderes a contener lo

C creado por la revelación de innumerables encubri-


mientos de sacerdotes depredadores sexuales, el
papa Juan Pablo II comentó a los cardenales estadounidenses
que se percibe como una corriente nociva de opiniones
innovadoras no tienen interés alguno en modificar el baluarte
que ofrece la noción de belleza en cuanto encomio y consuelo
citados en el Vaticano: “Una gran obra de arte puede ser anodinos. No sorprende que Juan Pablo II -y la institución
mancillada, pero su belleza permanece; esta es una verdad de amparo y protección en nombre de la que habla- se sienta
que reconoce todo crítico de inteligencia honrada”. tan cómodo con la belleza como con la idea del bien.

¿Es extraño que el Papa compare a la Iglesia católica con Asimismo, parece inevitable que cuando, hace casi un siglo,
una gran -es decir, hermosa- obra de arte? Acaso no, pues las más prestigiosas comunidades artísticas dedicadas a las
esta comparación inane le permite transformar los aberrantes bellas artes se implicaron en proyectos de innovación drás-
delitos en algo así como las raspaduras en la copia de una tica, la belleza estuviera en primera fila entre las nociones
película muda o las grietas en la superficie de una pintura de que era preciso desacreditar. La belleza no podía sino parecer
un gran maestro, imperfecciones que por reflexión eliminamos un criterio conservador a los creadores y proclamadores de
o superamos. Al Papa le gustan las ideas venerables. Y “la lo nuevo: Gertrude Stein sostenía que llamar bella a una
belleza”, en cuanto término que indica (como la salud) exce- obra de arte significa que está muerta. Bello ha llegado a
lencia indiscutible, ha sido un recurso perenne cuando se significar “sólo” bello: no hay elogio más insulso o filisteo.
dictan evaluaciones perentorias.
En otros lugares la belleza todavía reina, incontenible.
La permanencia, sin embargo, no es uno de los atributos más (¿Cómo podría ser de otro modo?) Cuando ese conocido
evidentes de la belleza; y su contemplación, cuando es exper- amante de la belleza, Oscar Wilde, anunció en La decadencia
ta, puede estar envuelta en patetismo, el drama que de la mentira, “Nadie verdaderamente culto [...] habla jamás
Shakespeare desarrolla en muchos sonetos. Las celebracio- en la actualidad de la belleza del crepúsculo: los crepúsculos
nes tradicionales de la belleza en Japón, como el rito anual de son más bien anticuados”, estos se tambalearon con el
contemplación de los cerezos en flor, son profundamente ele- impacto, luego se recuperaron. Les beaux arts, conminadas
gíacas: la belleza más conmovedora es la más evanescente. por una llamada semejante a ponerse al día, no lo hicieron.
Volver imperecedera la belleza en algún sentido precisó de La exclusión de la belleza como criterio del arte no es ni
muchos retoques y transposiciones conceptuales, pero la mucho menos indicio de que la autoridad de la belleza esté
idea era simplemente demasiado seductora, demasiado en decadencia. Más bien testimonia el declive de la creencia
poderosa, para desperdiciarla en el elogio a encarnaciones de que hay algo llamado arte.
superiores. El propósito era multiplicar la noción, permitir
diversos tipos de belleza, belleza con adjetivos, ordenada en ncluso cuando la belleza fue un innegable criterio de valor
una escala ascendente de valor e incorruptibilidad, en la que
los usos metaforizados (“belleza intelectual”, “belleza espiri-
I en las artes, se la definía de manera lateral, evocando
alguna otra cualidad como la pretendida esencia o sine qua non
tual”) tenían prelación sobre lo que el lenguaje ordinario de algo bello. Una definición de lo bello no era más (o menos)
encomia como bello: un goce de los sentidos. que un encomio de lo bello. Cuando Lessing, por ejemplo,
equiparaba la belleza con la armonía, estaba proponiendo
La belleza menos “enaltecedora” del rostro y del cuerpo aún otra idea general de lo excelente o deseable.
es el sitio más comúnmente visitado de lo bello. Pero apenas
cabría esperar que el Papa invocara ese sentido de la belleza A falta de una definición en sentido estricto, se suponía
en particular mientras intenta elaborar un informe exculpatorio que había un órgano o capacidad para registrar la belleza
de varias generaciones de sacerdotales abusos sexuales (es decir, el valor) en las artes, llamado “gusto”, y un canon
infantiles y de protección a los acosadores. Más a propósito de obras discernido por gente con criterio, buscadores de
-su propósito- es la “elevada” belleza del arte. Por más que el gratificaciones más enrarecidas, adeptos entre los entendidos.
arte parezca una cuestión de superficies y de recepción de Pues en las artes -a diferencia de la vida- no se suponía que
los sentidos, se le ha concedido en general ciudadanía hono- la belleza fuera por necesidad visible, evidente, obvia.
raria en el dominio de la belleza “interna” (en oposición a la
“externa”). La belleza, al parecer, es inmutable, al menos El problema con el gusto era que, por más que derivara en
cuando se encarna -se fija- en forma de arte, porque en el periodos de amplio acuerdo en el seno de las comunidades
arte la belleza como idea, una idea eterna, toma cuerpo de los amantes del arte, surgía de respuestas al arte privadas,
mejor. La belleza (si se opta por emplear la palabra de ese inmediatas y revocables. Y el consenso, a pesar de su firmeza,
modo) es profunda, no superficial; oculta, a veces, más que nunca era más que local. Para tratar ese defecto, Kant -un
evidente; consoladora, no perturbadora; indestructible, como consagrado universalizador- propuso una facultad del “juicio”
en el arte, más que efímera, como en la naturaleza. La belleza, distintiva, con principios discernibles de carácter general y
de la clase que se estipula enaltecedora, perdura. perdurable; los gustos legislados por esta facultad del juicio,
si se habían meditado como es debido, deberían ser propiedad
a mejor teoría de la belleza es su historia. Pensar en la de todos. Pero el “juicio” no tuvo el efecto previsto de reforzar
L historia de la belleza significa concentrarse en su uso en
manos de comunidades específicas.
el “gusto” o de volverlo, en algún sentido, más democrático.
Por una parte, el gusto como juicio fundado en principios era
difícil de aplicar, pues su relación con las obras de arte con-

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sideradas irrefutablemente grandes o bellas era muy endeble, tabúes relativos a calificar algo, cualquier cosa, de feo.
a diferencia del flexible criterio empírico del gusto. Y el gusto (Para explicarlo: no se vea primero el avance de lo llamado
es en la actualidad una noción mucho más endeble y vul- “políticamente correcto”, sino el desarrollo de la ideología
nerable que a finales del siglo XVIII. ¿El gusto de quién? del consumismo y luego la complicidad de ambos.) El meollo
O, con más insolencia: ¿Quién lo afirma? es encontrar lo bello en lo que hasta entonces no había sido
considerado así (o: la belleza en lo feo).
A medida que la posición relativista en asuntos culturales
ejercía mayor presión en las antiguas valoraciones, las defi- De igual modo, hay cada vez mayor resistencia a la idea de
niciones de belleza -las descripciones de su esencia- se “buen gusto”, es decir, a la dicotomía buen gusto / mal gusto,
vaciaron más. La belleza ya no podía ser algo tan positivo salvo en ocasiones que permiten celebrar la derrota del
como la armonía. Para Valéry, la naturaleza de la belleza es esnobismo y el triunfo de lo que se menospreciaba como
que no puede definirse; la belleza es precisamente “lo inefable”. “mal gusto”. En la actualidad, el buen gusto parece una idea
aun más retrógrada que la de belleza. El arte y la literatura,
El fallo de la idea de belleza refleja el descrédito del presti- difíciles, austeros, de la “modernidad” parecen ya anticuados,
gio del juicio mismo como algo posiblemente imparcial u una conspiración esnob. La innovación es ahora relajación;
objetivo, y no siempre interesado o autorreferencial. el arte facilón actual ha dado luz verde a todo. En el ambien-
También refleja el descrédito de los discursos en las artes. te cultural de años recientes que favorece el arte más fácil
La belleza se define como la antítesis de lo feo. Es eviden- de usar, lo bello parece, si no obvio, pretencioso. La belleza
te que no se puede afirmar que algo es bello si no se está continúa recibiendo una paliza en las denominadas, de
dispuesto a afirmar que algo es feo. Pero cada vez hay más modo absurdo, nuestras batallas culturales.

ue la belleza se aplicara a algunas cosas y no


Q a otras, que fuera un principio de discriminación,
fue antaño su fuerza y su atractivo. La belleza per-
tenecía a la familia de nociones que establecen
rangos y concordaba con un orden social impeni-
tente respecto de la condición, la clase, la jerar-
quía y el derecho a la exclusión.

Lo que había sido una virtud del concepto se con-


virtió en su lastre. La belleza, que antaño había
parecido vulnerable por demasiado general, laxa,
porosa, se reveló -por el contrario- demasiado
excluyente. La discriminación, antaño una facultad
positiva (equivalente a juicio refinado, criterios exi-
gentes, rigor), se volvió negativa: significó prejuicio,
intolerancia, ceguera ante las virtudes de lo que no
era idéntico a sí mismo.

El paso más contundente y exitoso en contra de la


belleza provino de las artes: la belleza -y la preo-
cupación por la belleza-, era restrictiva; como lo
expresa el giro actual, elitista. Nuestras valoraciones,
al parecer, podrían ser mucho más incluyentes si
afirmáramos que algo es “interesante” en lugar de
bello.

Por supuesto, cuando la gente afirmaba que una


obra de arte era interesante, no indicaba con ello
que forzosamente le gustara; y mucho menos que
la considerara bella. Por lo general, sólo indicaba
que creía que debía gustarle. O que le gustaba, de
algún modo, aunque no fuera bella.

O podía calificar algo de interesante para evitar la


banalidad de llamarlo bello. La fotografía fue el arte
en el que “lo interesante” triunfó primero, y desde el
principio: el nuevo modo de ver fotográfico propuso
que todo fuera un tema potencial para la cámara.
Lo bello no habría podido aportar esa variedad de
asuntos; y pronto llegó a parecer conservador
desecharlo como juicio. De la fotografía de un cre-
púsculo, un crepúsculo bello, cualquiera con un
mínimo nivel de refinamiento verbal bien habría
preferido decir: “Sí, la fotografía es interesante”.

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¿Q ué es interesante? Sobre todo lo que antes no se ha
considerado bello (o bueno). Los enfermos son inte- L a belleza puede ilustrar un ideal, una perfección. O
puede provocar, por su identificación con las mujeres (o
resantes, como señala Nietzsche. Los perversos también. más precisamente, con la Mujer), la ambivalencia consabida
Calificar algo de interesante implica desafiar las antiguas que proviene de la añeja denigración de lo femenino. Mucho
categorías del elogio; semejantes juicios pretenden que se descrédito de la belleza necesita ser entendido como resul-
les tenga por insolentes o al menos ingeniosos. Los enten- tado de la inflexión del género. La misoginia, asimismo,
didos en “lo interesante” -cuyo antónimo es “lo aburrido”- puede subyacer al impulso de metaforizar la belleza, promo-
valoran el conflicto, no la armonía. El liberalismo es aburrido, viéndola así fuera del ámbito “meramente” femenino, de lo
declaró Carl Schmitt en El concepto de lo político, escrito en poco serio, de lo especioso. Pues si las mujeres son vene-
1932. (Al año siguiente se unió al partido nazi.) Una política radas por ser bellas, se las menosprecia porque se preocu-
guiada por principios liberales carece de drama, sal, conflicto, pan de estar o mantenerse bellas. La belleza es teatral, está
en tanto que las políticas vigorosas y autocráticas -y la guerra- para ser contemplada y admirada; y la palabra puede aludir
son interesantes. tanto a la industria (revistas de belleza, salones de belleza,
productos de belleza) -el teatro de la frivolidad femenina-,
El uso prolongado de “lo interesante” en cuanto criterio de como a las bellezas del arte y la naturaleza. ¿Cómo explicar
valor ha debilitado, de modo inevitable, su mordacidad de otro modo la asociación de la belleza -es decir, las mujeres-
transgresora. Lo que queda de la insolencia de antaño radica con la tontería? Estar preocupado por la belleza propia es
sobre todo en su desdén hacia las consecuencias de las exponerse a la acusación de narcisismo y frivolidad.
acciones y de los juicios. En cuanto a la verdad de la atribu- Considérense todos los sinónimos de bello, comenzando
ción: eso ni siquiera se tiene en cuenta. Algo se califica de por lo “precioso” y lo meramente “bonito”, que piden a gritos
interesante precisamente para no tener que comprometer una transposición viril.
un juicio sobre la belleza (o la bondad). Lo interesante es
sobre todo en la actualidad un concepto consumista, pro- Aunque “magnífico” se aplica tanto como “bello” al aspecto,
penso a ampliar su dominio: cuantas más cosas se vuelven parece -libre de asociaciones con lo femenino- un modo de
interesantes, más crece el mercado. Lo aburrido -entendido elogiar más sobrio y menos efusivo. La belleza no se asocia
como una ausencia, un vacío- implica su antídoto: las afir- por lo general con la gravedad. Así, se prefiere calificar un
maciones promiscuas y vacías de lo interesante. Su peculiar vehículo de imágenes punzantes de la guerra y la atrocidad
modo no concluyente de vivir la realidad. de “libro magnífico”, como hice en el prólogo a una compila-
ción de fotografías de Don McCullin, por si calificarlo de
A fin de enriquecer esta deficitaria perspectiva de nuestras “libro bello” (que lo era) pudiera parecer una afrenta a su
vivencias, se debería aceptar una noción plena de aburri- tema pavoroso.
miento: la depresión, la ira (desesperación reprimida).
Entonces se podría comenzar a trabajar en pro de una or lo general, se supone que la belleza es, casi de modo
noción plena de lo interesante. Pero a esa calidad de vivencia
-de sentimiento- es probable que no se quiera ya denomi-
P tautológico, una categoría “estética”, lo que la enfrenta,
para muchos, directamente con la ética. Pero la belleza, aun
narla interesante. la belleza en su modo amoral, nunca está desnuda. Y la atri-

Imagine la afirmación:
“Este crepúsculo es interesante”

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(Viene de pág. 14)
bución de belleza siempre está mezclada con valores morales. Lejos de ser - František Benda: Sinfonía en Si bemol Mayor.
polos opuestos lo estético y lo ético, como insistieron Kierkegaard y Tolstoi, Musica Bohemica Prague / Jaroslav Krcek.
(06’06”)
lo estético mismo es un proyecto casi moral. Los argumentos sobre la - Gabriel Fauré: Pavana. Orq. National
belleza desde Platón están llenos de preguntas acerca de la correcta rela- Philharmonic / Charles Gerhardt. (05’41”)
ción con lo bello (lo irresistible, apasionantemente bello), que se cree fluye - Georges Bizet: Cuatro preludios. Franz Setrak
de la naturaleza misma de la belleza. (piano). (03’38”)
- Thomas Armstrong: Sinfonietta, para pequeña
orquesta. Orq. Fil. de Londres / Paul Daniel.
La perenne tendencia a hacer de la belleza un concepto binario, a dividir- (06’50”)
lo en belleza “interna” y “externa, “elevada” e “inferior”, es el modo habi- - Bedrich Smetana: Danza de los comediantes,
de la ópera La novia vendida. Academia St. Martin-
tual en que los juicios morales colonizan los juicios de lo bello. Desde un in-the-Fields / Neville Marriner. (05’25”)
punto de vista nietzscheano (o wildeano), esto podrá ser erróneo, pero a
mí me parece inevitable. Y la sabiduría alcanzada gracias a un profundo 20:00 Ludwig van Beethoven: Sonata para violín
compromiso de por vida con lo estético no puede ser, me aventuro a afirmar, y piano Nº 5 en Fa Mayor Op. 24 “La Primavera”.
Yehudi Menuhin (violín), Hephzibah Menuhin
duplicada por ningún otro género de seriedad. En efecto, las diversas (piano). (24’25”)
definiciones de belleza se aproximan a una verosímil caracterización de
la virtud, y de una humanidad más plena, al menos tanto como los intentos 20:30 Un programa de concierto:
de definir la bondad misma. Opus 1 de Locatelli.
- Pietro Locatelli: Concerto grosso Op. 1 Nº 2
en do menor. I Solisti di Zagreb. (10’55”)
- Pietro Locatelli: Sonata Nº 4 Op. 8 en Do
La belleza es parte de la historia de la idealización, que a su vez es parte Mayor. Pablo Valetti (violín), The Rare Fruits
Council. (16’50”)
de la historia de la consolación. Pero la belleza acaso no siempre consuele.

Noviembre
La belleza del rostro y el cuerpo atormenta, subyuga; esa belleza es impe- 21:00 Jean Sibelius: Sinfonía Nº 2 en Re Mayor.
riosa. Tanto la belleza humana y la belleza creada (el arte) suscitan la fan- Orq. Fil. de Berlín / Okko Kamu. (47’20”)
tasía de la posesión. Nuestro modelo de lo desinteresado proviene de la - Jean Sibelius: Finlandia, Op. 26/7 (arr. de Jean
Sibelius). Risto Lauriala (piano). (07’57”)
belleza de la naturaleza; una naturaleza distante, descomunal, imposeíble.
22:00 Claroscuros.
De una carta escrita por un soldado alemán que montaba guardia en el - Modest Mussorgsky: Una noche en el monte
invierno ruso a finales de diciembre de 1942: calvo. Orq. Sinf. de Montreal / Charles Dutoit.
(11’00”)
- Modest Mussorgsky: Hopak (transc. Sergei
La Navidad más bella que había visto nunca, compuesta íntegra- Rachmaninov). Vladimir Ashkenazy (piano). (01’36”)
mente de emociones desinteresadas y desprovista de todo ribete - Modest Mussorgsky: Salambó: Coro de las
sacerdotisas (orq. Rimsky-Korsakov). Coro y Orq.
de oropel. Yo estaba solo bajo un enorme cielo estrellado, y
Sinf. de Londres / Claudio Abbado. (05’54”)
recuerdo que una lágrima rodaba por mi mejilla helada, no era una - Claude Debussy: Nocturno. Jean-Yves
lágrima de dolor ni de alegría, sino de la emoción creada por una Thibaudet (piano). (06’50”)
vivencia intensa... (*) - Claude Debussy: Nocturnos. Coro femenino y
Orq. de Cleveland / Vladimir Ashkenazy. (23’40”)
- Maurice Ravel: Les ceuilleuses de lentisques.

Jueves 8
A diferencia de la belleza, a menudo frágil y efímera, la capacidad para Judith Mok (soprano), Fernando Pérez (piano).
sentirse abrumado por la belleza tiene un vigor asombroso y sobrevive (03’16”)
entre las más rigurosas distracciones. Incluso la guerra, aun la perspectiva
23:00 Conexiones: Medallas.
de una muerte segura, no pueden suprimirla. - Daniel-François-Esprit Auber: Obertura de
Le cheval de bronze. Orq. Sinf. de la Radio Eslava
La belleza del arte es mejor, “más elevada” -según Hegel- que la belleza de Bratislava / Richard Hayman. (07’54”)
de la naturaleza, pues la crean seres humanos y es obra del espíritu. Pero - Franz Lehár: Oro y plata, vals Op. 79. Orq. Sinf.
de la Radio Eslava de Bratislava / Ondrej Lenard.
el discernimiento de lo bello en la naturaleza es asimismo el resultado de (08’36”)
las tradiciones de la conciencia y de la cultura; en el lenguaje de Hegel: - Camille Saint-Saëns: Suite para violoncello y
del espíritu. orquesta Op. 16. Christine Walevska (violoncello);
Orq. Nacional de la Opera de Montecarlo / Eliahu
Inbal. (17’46”)
Las respuestas a la belleza en el arte y a la belleza en la naturaleza - Isaac Albéniz: Navarra. Alicia de Larrocha
dependen entre sí. Como señaló Wilde, el arte hace mucho más que (piano). (05’53)
instruirnos en cómo y qué hemos de apreciar en la naturaleza. (Él pensaba - Giuseppe Verdi: “Fuoco di gioia”, de la ópera
Ottello. Coro y Orq. del Teatro de la Scala de Milán
en la poesía y en la pintura. En la actualidad los criterios de belleza en la / Claudio Abbado. (02’38”)
naturaleza están fijados sobre todo por la fotografía.) Lo bello nos recuerda - Richard Wagner: “Einsam in truben Tagen” (Sola
a la propia naturaleza -lo que está más allá de lo humano y lo creado-, y por en tristes días), de la ópera Lohengrin. Victoria de
ende estimula y profundiza nuestro sentido- de la mera extensión y plenitud los Angeles (soprano); Orq. Philharmonia / Anatol
Fistoulari. (04’56”)
de la realidad, tanto la palpitante como la inanimada, que nos rodea a todos.
00:00 Un paseo nocturno.
Una feliz consecuencia de esta comprensión, si de comprensión se trata:
la belleza recobra su solidez, su naturaleza inevitable, como juicio nece- JUEVES 8
sario para dar sentido a gran parte de las energías, afinidades y admira-
ciones propias; y las nociones usurpadoras parecen ridículas. 06:00 Los Preludios.
- Franz von Suppé: Obertura de “Flotte Bursche”.
Orq. Sinf. de Florencia / Bruno Ettore. (06’06”)
Imagínese la afirmación: “Este crepúsculo es interesante”. D - Wiliam Lawes: Suite a cinco partes en Sol, para
violas antiguas. Ensamble Fantasma. (07’42”)
- Charles Avison: Concerto Nº 1 en sol menor.
* Citado en Frontsoldaten: The German Soldier in World War II, de Stephen G. Fritz Ensamble Avison / Pavlo Beznosiuk. (07’18”)
(University Press of Kentucky, Lexington, 1995), p. 130. - Enrique Granados: Allegro appassionato, de las
Escenas románticas. Douglas Riva (piano). (06’55”)

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