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La Psicopatologia en el arte.
La Simulación en la lucha por la vida. (9." edición.}
La Simulación de la locura. (7.* edición.)
Estudiosclínicos sobre la histeria y la sugestión. (^.*edíci(ííí.>
P^iogía del lenguaje musical.
Al Margen de la Ciencia, (é^ edición.)
Sociol(^ Argentina. (2}' edición.)
Principios de Psicología.
El Hombre Mediocre. (Vigésimo millar.)
Baí PREPARACIÓN:
CRIMINOLOGÍA
POR
JOSÉ INGENIEROS
Profesor en la Universidad de Buenos Aires.
Co>
MADRID
DANIEL JOKRO, EDITOR
CALLE DE LA PAZ, 23
1913
ES PROPIEDAD
pág».
PREFACIO . 9
Pigs.
Vinación nos permite alinear sus torvas siluetas sobre un. le-
jano horizonte donde la lobreguez crepuscular vuelca sus tonos
violentos de oro y de púrpura, de incendio y de hemorragia:
desfile de macabra legión que marcha atropelladamente hacia
la ignominia.
\ Un estigma irrevocable impídeles conformar sus senti-
mientos á los criterios morales de su sociedad. En algunos es
producto del temperamento nativo; son los delincuentes na-
tos ó locos morales, incapaces de organizarse una personali-
dad mediocre y mantenerse honestos ; retozan en las cárceles
y/viven como enemigos dentro de la sociedad que los hospeda.
En muchos la degeneración moral es adquirida, fruto de la
educación; en ciertos casos deriva de la lucha por la vida en
jnn medio social desfavorable & su esfuerzo; son mediocres
desorganizados, caídos en la ciénaga por obra del azar, capa-
ces de comprender su desventura y avergonzarse de ella, como
la fiera que ha errado el salto. En otros hay una inversión de
los valores éticos, una perturbación del juicio que impide me-
dir el bien y el mal con el cartabón aceptado por la sociedad;
son invertidos morales, inaptos para justipreciar la honesti-
dad y el vicio. Instables hay, por fin, cuyo cardcter traduce
la ausencia de sólidos cimientos que los aseguren contra el
oscilante vaivdn de los apremios materiales y la alternariva
inquietante de las tentaciones deshonestas. Esos inválidos no
sienten la coerción social ; su moralidad inferior chapalea en
el vicio hasta el momento de rodar al delito.
Algunos son extrasociales, como el vagabundo ó el demen-
te. Otros son antisociales, como el delincuente y el sectario.
Los primeros, en su gran mayoría, para nada cuentan con la
historia de la sociedad ; paralíticos de la voluntad ó del carác-
ter, enfermos de la inteligencia ó del sentimiento, son anima-
les descarriados de la grey humana, condenados & vegetar una
semivida cnyos más nobles resortes están enmohecidos. En
muchos de los segundos, en cambio, la incapacidad do adap-
tarse á la mentalidad social se traduce por una conducta de-
lictuosa ; el animal no se limita á aislarse del rebaño, se re-
32 CRIMINOLOGÍA
V.—C0XCLUSI0SE3
VI. CO\-CLrSTOXES
I PROGRAMA DE LA CRIMINOLOGÍA
-sssEstudia los facieres
r ETIOLOGÍA determinantes de los
delitos.
I I I . — - L A S CAUSAS DE LA CRIMINALIDAD
los delincuente».
[IlOLOSÍJl,
EIÜL
^ Sociología criminal-Estudia
las causas propias del anibienle
sociai.
flESOLOGll
CeiilflIiL <
Meteorolog-ta c r i m i n a l -
Estudia las eansas propias del
ambiente fisico.
CAUSAS DB LA CRIMINALIDAD 89
•••
<D«líacuentes natos, eto ) (Delmouentes de ocasión, etc )
(Delincuentes habituales)
Factores físiopaiquicos
Faototes sociales
VI.—CONCLUSIONES
IV.—CONCIJUSIONBS
V.—CONCLUSIONES
mptilsivas,
miCIIIIILillS CDIIIBIIIAIIiS<
AFECTIVO-IMPULSIVAS - Impulsivos pasio-
nales
I AFECTIVO-IMPULSIVO-INTELECTUALES -
\^ Degeneración completa del carácter
-ANOMALÍAS MOEALES 131
|iniuero del art. 81 del Código Penal, y por el contrario, del in-
forme de fs. 7 del incidente sobre insania promovido por la de-
fi'iisa, resulta que X. simuló un ataque de enajenación mental.
»Sin embargo, de los informes expedidos por las autoridades
judiciales de Florencia y Boma resulta que el procesado no es
lili sujeto normal, aunque no se trata de un alienado propiamen-
tii dicto (fs. 133 y siguientes), debiendo considerarse sumamente
itíonuada su responsabilidad criminal, por tratarse de un aluci-
nado, según resulta del informe expedido el 16 de Agosto de
I1IÜ6 por el director del Manicomio de Santa María de la Pie-
cl.id, de Eoma, fs. 149 y 156.
»4.° Que el delito que motiva este proceso es el de homicidio,
|/i-ovisto y penado por el art. 17, inciso 1.°, capítulo I de la ley
'1 189 concurriendo en favor del procesado las atenuantes de los
incisos 1.° y 6.°, art. 83 del Código Penal.
»5.° Que no concurre en contra del procesado ninguna cir-
cunstancia agravante, pues el acusador no ha logrado probar
la de premeditación, aunque intentó hacerlo mediante las deela-
i'aciones de fojas 100 y 101.
»6.° Que dada la naturaleza de los antecedentes que concu-
rren en favor del reo, la pena que se le imputa debe fijarse en
el mínimum legal. Por estos fundamentos y no obstante lo dic-
taminado por el agente fiscal; fallo esta causa imponiendo á X.
la pena de diez años de presidio, tres días de reclusión solitaria
en los aniversarios del delito, cinco años de vigilancia de la au-
toridad y el pago de las costas procesales »
Esta sentencia fué reformada por la Bxcma. Cámara de
Apelaciones, imponiéndole «quince años de presidio», que se
cuentan desde el 25 de Diciembre de 1906.
La anterior exposición de los hechos que motivan su condena
colóoannos frente al suceso que nos interesa estudiar, desde el
punto de vista de la psiquiatría criminal.
La conducta de X., absolutamente inadaptable al medio
carcelario, se complicó de una tentativa de suicidio, real ó
simulada, y de una gran excitación; esto hizo que el director
de la Penitenciaría donde se encontraba en calidad de encau-
sado, solicitara su traslación en observación al Hospicio de las
Mercedes, á disposición del juez T)r. Madero, lo que tuvo lu-
gar el 2 de Marzo de 1906, previo reconocimiento por los médi-
cos de la Penitenciaría.
En el Htospicio ingresó al pabellón llamado de «alienados de-
192 CBIMINOLOGÍA
VII.^CONCLUSIONES
(1) «Un Derecho Penal sin delito _y sin pena». (En Archivos de
Psiquiatría y Criminologia, Buenos Airos, 1911.)
216 CBIMINOLOGÍA
[f-IEllIBlLIOIIDOELDSOEUflCUEflTES
/CrimínaJoides y oeasionales.
r.
ÜCLIllÜUCnlLú I u^[jpj.^gj„^g por cpie.odios psico-
páticos fugaces.
I Impulsivos accldentalfs.
ca á todos los delitos que las leyes p^nan con condenas á plazo fijo,
Boa éste breve ó largo.
Por filiíu-ión cronológica, de espíritu y de propósitos, parece qno
este principio derivara do los sistemas pcilitenci<aioa aplicados por
Maconocliie en x^ustraüa, y por Croíton en Irlanda. No puede haber
duda do que su conocimiento y estudio influyeron en la concepción do
la s-'Titencia indeterminada; pero es justo también reconocer que ella
significa un p'iso tan avanzado en legislación penal, bin miramientos á
tradiciones y prejuicios, que lleva en uí misma las caracton'bticas
generadoras del ímpetu y la originalidad, distintivos del gniio norte-
americano.
La primera voz que se insinúa el miovo principio, es en el Congreso
Ci^lebrado en Cincinnati, el año 1870, bajo la presidencia del entonces
gobernador do Ohío, Ifr. líutherford Ti. Hayos, dospuós presidente de
los Kstndos Unidos. Correspondió ¡a iniciativa á Wr. Enocli G. Wines,
noble filántropo, qvii -n redactó la «Declaración do Principios» sancio-
nada por aqu d Congreso.
Los principios y tendencias de orden ponológioo y penitenciario,
comprendidos en esa famosa declaración, constituyen una verdadera
revolución respecto do las bases y conceptos, tenidos como fundamen-
tales, en osa época; su transocndcntia ha repercutido hasta en pa'ses
lejanos, provocando las reformas sucesivas que en este sentido se han
realizado, y aun las que hoy so ensacan y discuten ; y estimiduido una
propaganda activa y amplia, abri ron nuevos horizontes en la doctrina
del D rocho Penal, y en bus np'icacioncs pr/ietieas, hasta Ucgir á la
triunfal consagración de iu'-pirar los Códigos modernos.
Aquel Congreso votó su iiovi'na conclusión en los siguientes térmi-
nos : «Las sentencias perentoiia^, deberían ser r e m p l a z a d a s por las
de duración indeterminada ; las sentencias limitadas por la prueba de
'una verdadera corr^coión, podrían sor substituidas á las de tiempo fijo.
La exactitud toó-ica de esto principio es evidente; la dificultad con-
sisto en su aplicación práctica. Pero esta dificultad desapar 'corá cuando
la administración do nuestras prisiones sea estable y se confíe á fun-
cionarios competentes. Cr emos que con hombres hábiles, experimen-
tados y contiouí'iidos, al frente de nuestras prisiones penitencial ias, no
será más difícil juzgar do la curación moral do un delincuente, que de
la curación mental de un alienado».
Esto voto tenía ya un antecedente autorizado. Sobre la baso d^ un
memorial redactado en 1808, por Lrockway, la legi->l,itura do Slichi-
gan había sancionado en 1869 la ley llamada «de los tres años»—fhree
years laiv—por la cual se aplicaba este principio \ la prostitución, li-
mitando la corto su aplicación á sólo el condado de Wayne.
Poco después el Estado de New York fundaba el célebre Reformatorio
do Elmira, y hacía de la sentencia indeterminada la piedra angular de
la nueva y prestigiosa institución. El edificio y la ley se levantaron
á un tiempo, armonizando en los altos ideales que debían servir, é inau-
gurando una nueva era en la historia de las prisiones de aqu d país.
Gradualmente, este principio, cada voz mejor apoyado por los re-
ArLICACIONES DEL POSITIVISMO 233
V.—CONCLUSIONES
V-PñOFILfflíBEPBESiOEUOELMEm
Leg'islación social.
Profilaxia de la inmigración.
<
Educación social de la infancia.
Corrección prevcniiva de la malvívcncia.
Dclinciicnics ocasionales
(Tcmibilidad mínima),
I •
Delincmenles reformables.
PENITENCIARÍAS (Tcmibilidad mediana).
BclincuenU's iiTcformablcs.
(Tcmibilidad máxima)
Asilos de contraventores.
rT~i Asilos de menores
I
ESÍABLEGIIENÍOS Prisiones de procesaíSos.
ESPECIALES Manicomios eriminalcfe.
l^ Cárceles de mujeres.
Palr<>naÍ08 de excarcelados.
V —ESTABLECIMIENTOS ESPECilALES
VII.—CONCLUSIONES
Sin embargo, ocho días después del crimen celebró una con-''
ferenc.a con el abogado deíensor nombrado por su familia; al
día siguiente es sometido á nuevo interrogatorio y aeolara no
recordar muchos de los detalles referidos anteriornaente; el juez,
creyendo se tratase de olvidos accidentales y fugaces, suspen-
dió el interrogatorio para el día siguiente.
Sucedió, empero, que el número de cosas no recordadas fué
mayor. Una nueva postergación se tradujo por olvidos aún más
graves; las sesiones siguientes demostraron el olvido de cuanto
al delito se refería y, por fin, de la consumación del delito
mismo.
El juez sospechó fuera simulada esta repentina pérdida de
memoria. En efecto, el sujeto jamás habla revelado trastornos
psíquicos de esa ni de otra índole; no existía otra causa justifi-
cativa del hecho; era sorprendente la rapidez con que había evo-
lucionado la amnesia, sin ser acompañada por ningún otro sín-
toma psicopático. Por todo oso la sospecha de simulación arrai-
góse en el espíritu del jue?;.
Un escrito del abogado defensor vino é comprobar esa sos-
pec]<a; pretendía que esa amnesia parcial era una manifestación
de epilepsia psíquica, corroborada por los antecedentes neuropá-
ticos de la familia, y por el carácter habitual del procesado.
Consideraba esos motivos suficientes para declararle irresponsa-
ble del crimen cometido y pedía el sobreseimiento del sumario.
Herido el juez por lo burdo de la comedia y 'apurado por
los reclamos de pronta justicia, resolvió proceder personalmente
á la solución del enigma, sin retardar el asunto con peritajes in-
necesarios.
Hizo llamar de improviso al acusado y le comiunicó que en
vista de haber olvidado todo' lo ocurrido, se le daría lectura de
sus primeras declaraciones relativas al delito, para darle conoci-
miento de lo actuado, pudiendo agregar ó enmendar cuanto
quisiera antes de cerrarse el sumario. Diósele en el acto lectura
de sus declaraciones, invirtiendo en sentido desfavorable al acu-
sado ciertas circunstancias sobre las cuales había insistido mu-
cho al prestar declaración, por serle sobremanera favorables.
Inmediatamente de oir los pasajes cambiados, y sin esperar la
terminación de la lectura, interi'umpió muy irritado al lector,
afirmando que esa circunstancia había ocurrido al revés de como
se afirmaba, habiéndose falseado su declaración. El juez lo hizo
entrar en la discusión detallada del punto en discrepancia y ter-
minó ha^'iéndole observar que el recuerdo preciso de todos esos
H F C H O S CLÍNICOS 2P5
19
298 CBIMINOIiOGÍA
tíastó que saliera á vagar por la vía pública para que sus ac
tos 5 sus palabras fueran reconocidos como de un loco y ia po-
licía interviniera, enviándolo como alienado á la sala de obser-
vación. Nadie supondrá que una megalomanía ya demencial, coa
signos físicos y mentales graves y complejos, pudo estallar y
evolucionar en las horas que empleó J. para ir de la Penitenciaría
hasta la Boca del Eiachuelo.
Como conclusión del caso de error judicial expuesto, podemos
decir que se habría evitado si no se olvidara que detrás del de-
lito y del sumario hay un delincuente de carne y hueso, de cuya
personalidad física y mental no se puede prescindir si se quiere
hacer justicia de verdad.
Estado presente:
Actitud: instable, excitada.
Conducta: inadaptada al medio.
Ideas delirantes: ideas de grandeza poco definidas y ínuy iri-
•ooordinadas. Se cree dueño de mucho dinero y revestido de au-
toridad política (en su escrito anexo alude á su misión de pagar
los sueldos á todos ios vigilantes de la Plata); no tiene ideas de-
lirantes del persecución, pues sus tentativas para explicar las
causas de su prisión son incoherentes y absurdas, pero no tie-
nen carácter persecutorio ni delirante
Alucinaciones: no tiene visuales, auditivas, olfativas, gustati-
vas ni cenestésicas.
Ilusiones: pocas, débiles.
Obsesiones y fobias: no se comprueban.
Impulsos: no tiene contra las personas ó las cosas.
Percepción: relativamente conservada.
Memoria: amnesias parciales y paramnesias múltiples.
Voluntad: relativamente conservada.
Afectividad: decadencia de los sentimientos sociales, ligera
exageración de los sentimientos egoístas y euforia.
Diagnóstico: Parálisis general progresiva. -'
Eesolución: Pase al Hospicio de las Mercedes para su reeiu-
ción y asistencia.
Ingresó en el Hospicio el 26 de Agosto de 1908