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MUJERES CIGARRERAS E IDENTIDAD PIEDECUESTANA

Historia económica y social del tabaco, los cigarros y las cigarreras como Patrimonio
Cultural Inmaterial del Municipio de Piedecuesta, Santander, Colombia

Por: Luís Rubén Pérez Pinzón

Municipio de Piedecuesta, Alcaldía de Piedecuesta


Secretaría de Desarrollo Social, Dirección de Cultura
Julio de 2011
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

“…Trabajar uno en tabaco no es ningún delito. Que le digan a uno:


“chicotera”, ¡De malas!. Sí, porque uno lo que trabaja es para uno,
no le van a dar a uno nada, ni uno les va a dar nada. Entonces por
qué a uno le va a dar pena trabajar en el oficio que a uno le gusta.
A mí me gustaba mucho el oficio de los tabacos…”.
(Nelly Carrillo Delgado. Cigarrera del barrio San Antonio, retirada en 1991)

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CONTENIDO

Página

INTRODUCCIÓN 6

Los Parroquianos 8

Los Indígenas 16

Los Factores 20

Los Tabacaleros 33
Descripciones sobre la elaboración de los cigarros 41
Orígenes de la ética empresarial de las cigarreras 48

Los Industriales 55
Representaciones literarias 71

Las Cigarreras 80
Identidad profesional 82
Identidad patronal 88
Identidad productiva 91
Identidad prospectiva 99

HISTORIAS DE VIDA de las mujeres cigarreras declarables Patrimonio


Cultural Inmaterial del Municipio de Piedecuesta. 119
Justa Gualdrón 119
Mercedes Urrea 121
Nelly Carrillo 123
Margot Martínez 125
Amanda Vargas Viuda de Carrillo 127
Rocío Caballero 130
Martha Santos 131
Gloria Acevedo 132
Martha Reyes 134
Martha Yolanda Niño Carreño 136

FUENTES HISTÓRICAS Citadas 157

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APENDICES

Proceso de elaboración de los cigarros finos hechos a mano en Piedecuesta 46

Tecnolecto de las mujeres cigarreras de Piedecuesta 78

Divulgación de los cigarros premium de Piedecuesta por sus clientes extranjeros.


Caso Cigarros Chicamocha 97

Catación de los cigarros premium de Piedecuesta por sus clientes extranjeros.


Caso Cigarros Chicamocha 100

Mujeres cigarreras que por su fomento a la identidad económica, social y


cultural merecen ser declaradas como Patrimonio Cultural Inmaterial de
Piedecuesta 101

Ubicación espacial de las cigarreras declarables Patrimonio Cultural Inmaterial


de Piedecuesta 118

Glosario del léxico [y tecnolecto] de las mujeres cigarreras de Piedecuesta 147

ANEXO: PIRS DE LAS MUJERES CIGARRERAS DE PIEDECUESTA 139

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“Las mujeres [de Piedecuesta] calzan alpargata o zapato, y visten camisa prensada y adornada con farfalás, amplias enaguas de
zaraza, un pañuelo abierto anudado por las dos puntas a la garganta y el resto flotante sobre la espalda o el lado izquierdo, y el
cabello recogido en trenzas bajo un sombrero de paja cuyas dimensiones y figura varían según la coquetería de la portadora; son,
por lo general, de aspecto gentil y despejado, blancas algunas y la mayor parte mestizas de indio y africano, grandes fumadoras
desde la infancia, en lo que, si es posible, les ganan a los hombres, de genio independiente y alegre, y naturalmente filántropas
como lo requiere el clima”. (Manuel ANCÍZAR, 1851. Peregrinación de Alpha)

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INTRODUCCIÓN

“Mujeres cigarreras e identidad piedecuestana” surgió como una investigación


etnohistórica concebida y promovida por la Secretaría de Desarrollo Social de Piedecuesta
a través de su Dirección de Cultura con el propósito de cumplir una de las metas del Plan de
Desarrollo Municipal “Piedecuesta Incluyente” del alcalde Dr. Jorge Navas Granados
(2008 – 2011) al identificar, comprender y describir cuál ha sido el papel de las mujeres
trabajadoras del tabaco y su caracterización como Patrimonio Cultural Inmaterial del
Municipio de Piedecuesta
Para cumplir con las expectativas de la Administración Municipal se partió de la premisa,
según la cual, las mujeres cigarreras son una de las representaciones intangibles de las
tradiciones culturales, sociales y económicas de Piedecuesta durante los últimos dos siglos
de vida republicana como de liberación comercial y manufacturera del tabaco. Con lo cual,
comprender las características de su oficio y el impacto sociocultural que ha tenido la
tradición productiva de la artesanía denominada “chicote” en la vida del género femenino,
como en las familias de los barrios populares de la ciudad que se articulan a dicha
actividad, se constituye en uno de los alcances y resultados más importantes de este estudio
concebido desde la etnohistoria de las tradiciones y prácticas socioculturales.
Los resultados de la investigación que se presentan en siete partes o capítulos se asocian
directamente vez con metas del sector cultural propuestas para el Municipio durante la
administración del Dr. Jorge Navas como fueron: “Incrementar en un 5% las
investigaciones sobre el patrimonio visual, arquitectónico, memoria escrita, memoria
musical y ecológica”, así como – “declarar el 66% de las expresiones vivas que por su
trascendencia histórica en el municipio requieren ser declaradas como patrimonio vivo”.
Específicamente, “Declarar patrimonio vivo dos expresiones artísticas y/o culturales del
Municipio”: La primera expresión propuesta para ello ha sido -la Semana Santa con sus
procesiones, hermandades y rituales pascuales-, la segunda se demuestra y sugiere con esta
investigación que sean los -cigarros de tabaco y las mujeres cigarreras”-.
Para ello, se desarrolló un estudio etnohistórico acerca de la actividad social, cultural y
productiva de la mujer cigarrera del municipio de Piedecuesta a partir de estudios
históricos, análisis etnográficos y reconocimientos sociales a las trabajadoras del tabaco
más reconocidas o influyentes. Estudio cuyos resultados tangibles son la presentación de un
estudio histórico (capítulos uno a cinco) sobre la incidencia del tabaco en la trayectoria
social, cultural y económica de los piedecuestanos, así como se realizó un trabajo de campo
con el fin de delimitar un inventario cultural de las fábricas y fabriquines, especialmente
de las mujeres cigarreras más representativas del Municipio.
Mujeres cuyos testimonios permitieron componer un estudio etnográfico final (capítulo
seis) mediante el cual se describió la situación del trabajo manual y artesanal de elaboración
de cigarros de tabacos durante los últimos sesenta años, a la par de componerse las
historias de vida (capítulo siete) de las diez mujeres cigarreras sugeridas por las
empresarias y trabajadoras del tabaco como protagonistas de la industria cigarrera,
símbolos emblemáticos del gremio y ciudadanas que por sus valores y virtudes bien
merecen ser identificadas, reconocidas y declaradas como Patrimonio Cultural Inmaterial
de Piedecuesta. Finalmente, expresamos nuestro agradecimiento al Asesor Municipal de
Cultura Henry Obregozo como al maestro Mario Gamboa por el apoyo recibido.

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LOS PARROQUIANOS

La historia de Piedecuesta es la historia del tabaco. Los orígenes de Piedecuesta como sitio
urbanizado por feligreses de Girón (1763) y posteriormente como Viceparroquia (1772)
adjunta a la parroquia de San Juan Bautista de Girón (1773) estuvieron directamente
relacionados con el cultivo, secado, comercialización y manufactura artesanal del tabaco
sembrado en sus vegas y valles como consecuencia de la gradual sustitución durante el
siglo XVIII de la extracción de metales preciosos del río de Oro para dar paso a la crianza
de animales de ceba, el cultivo y transformación de las cañas de azúcar en mieles, dulces
(panela, azúcar) y aguardientes, así como la producción de las plantas que como el tabaco
eran comercializadas monopólicamente por el Estado virreinal español a través de sus
factorías reales.
La necesidad de contar con un templo católico y un sacerdote permanente que garantizase
la salud espiritual de los gironeses residenciados en Los Santos, el Pie de la Cuesta, el Hato
– Limonal, Ruitoque y Palogordo al serles imposible llegar hasta la iglesia de Girón los
días de fiesta y guarda en los que las quebradas y ríos crecían súbitamente, impedían el
paso y arrastraban con las vidas de quienes se atrevían a cruzarlos, motivaron a las mujeres
cabeza de familia y a los patriarcas de las familias residenciados en esos sitios a solicitar a
su cura párroco, y consigo a las autoridades del cabildo municipal como al gobernador de
Girón a autorizar la gestión y erección de una parroquia con su respectiva cabecera urbana,
previa autorización del Arzobispado de Santafé, la Real Audiencia y el Virrey de la Nueva
Granada como vicepatrono de la iglesia católica y el estado español.
Culminado el proceso de fundación de la parroquia al ser constituida, reconocida y
financiada por el virrey don Manuel Guirior por decreto real del 17 de Octubre de 1774,
durante los siguientes días, meses y años los feligreses se enfrentaron entre sí sobre quién
debía ser su primer párroco. Siendo dispuesto finalmente por el Estado virreinal el nombre
y autoridad del presbítero Dr. Dn. Joseph Ignacio Zabala, nombrado para tal fin desde el 31
de octubre de 1774, quien solo llegó al sitio de fundación de la parroquia en donde se había
empezado a levantar el poblado trazado alrededor del templo parroquial, la plaza y la cárcel
municipal a finales de diciembre de 1775 con el fin de iniciar sus labores pastorales desde
enero de 1776.
Siendo la causa pretérita de división y disputas entre los feligreses, la presencia del cura
párroco Zabala acrecentó las divisiones entre los parroquianos durante los siguientes años.
Considerando problemas asociados con la falta de agua potable, el creciente número de
hormigueros y el reparto desigual de los solares para la construcción de la casas de las
familias principales en el marco de la plaza, el bando zabalista decidió trasladar y
reconstruir la parroquia cuatro cuadras al norte del lugar donde se había enterrado la cruz
original, así como se comprometieron por medio del acta de constitución parroquial del 26
de julio de 1776 a sostener la congrua del párroco, establecer cofradías parroquiales,
reconocer un síndico mayordomo de los bienes parroquiales y pagar por los servicios
rituales que les fuesen prestados.
Los opositores a ese bando, en su mayoría patriarcas octogenarios de la familia Mantilla,
contrarios a la decisión de sus hijos y sobrinos continuaron edificando el templo parroquial
y sus viviendas en el trazado original. Esa división social entre los dos bandos de feligreses,

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y consigo, entre las dos parroquias fue dirimida finalmente al llegar hasta el Pie de la
Cuesta el visitador y fiscal de la Real Audiencia Francisco Antonio Moreno y Escandón
quien dispuso entre el 8 y el 11 julio de 1778 que se debía abandonar la nueva parroquia
erigida, se debían congregar los feligreses en el trazado original, se advirtió con enviar a la
cárcel a quienes se resistieran u opusieran, así como se amonestó al cura párroco a cumplir
sus deberes en pro de la armonía y paz parroquial sin alentar la división entre los feligreses
bajo su cuidado espiritual. Siendo aprobadas y reafirmadas esas disposiciones por el virrey
Dn. Manuel Flórez
La mayor preocupación del Fiscal como del Virrey era que por causa de esas disputas
parroquiales se había descuidado la fuente de rentas más valiosa para el Gobierno
provincial y virreinal como era el cultivo del afamado tabaco piedecuestano y su
comercialización en la factoría real establecida en la ciudad de Girón a la par del proceso de
fundación de la parroquia de San Francisco Javier desde 1772. Si los feligreses de
Piedecuesta y Los Santos no vivían en armonía parroquial y policía municipal era
imposible que cumplieran con las metas de cultivo y cosecha a la que se habían
comprometido con el Factor provincial, las demás municipalidades pedirían la concesión de
siembra y cosecha que se había otorgado única y monopólicamente a los tabacaleros de
Girón y Zapatoca, o en el peor de los casos, se estimularían los cultivos clandestinos y el
contrabando desde otras provincias que se había pretendido acabar. Así mismo el efecto en
cadena por el desabastecimiento podía generar una crisis económica al no cumplirse con las
metas comerciales y fiscales del Estado a través de la factoría, el trabajo de los arrieros y
comerciantes del tabaco se paralizaría, así como se causaría el desabastecimiento de los
estanquillos y tiendas de las provincias que dependían del aprovisionamiento gironés.
De allí que al pedir el Fiscal Moreno al Virrey Manuel Flórez (11 de julio de 1778) un
escarmiento ejemplar para el cura párroco y sus partidarios manifestase puntualmente:

En vista de la veleidad e inconstancia de los vecinos, y de que teniendo influjo el


Cura, sería aparente cualquier reconciliación; y que tal vez me vería en la sensible
necesidad de escarmentar cualquiera contravención a la providencia que yo
tomare: Tuve por acuerdo más prudente omitirla y reservarla a Vuestra
Excelencia, dándole; cuenta de todo, como lo ejecuto en el Expediente Original por
ser materia que pide pronta resolución, en que se versa la quietud, e interés
público y el adelantamiento de una población que por todas circunstancias merece
comentarse, pues se compone de bastantes vecinos, y muchos de éstos distinguidos,
que pierden en inútiles disputas el tiempo y caudal, que convendrá con suma en
el cultivo de sus posesiones y siembra de tabaco, y que con el rigor de la pena se
reduzca a concordia1.

Si bien en las conciliaciones municipales, las elecciones vecinales de párroco, las


constituciones parroquiales y en los procesos judiciales (1774 a 1775) figuran los nombres
de los vecinos principales, en su mayoría cultivadores o comerciantes de tabaco que
estaban en disputa, es importante resaltar que tanto en el proceso de solicitud, erección
como edificación de la parroquia (1772 a 1774) también fueron importantes las mujeres
piedecuestanas que desde sus haciendas o casas urbanas estaban dedicadas al cultivo,
cosecha o aliñado del tabaco. De allí que en los padrones de población sean reconocidos y

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señalados los nombres de viudas, solteras y madresolteras. Entre las ciento cincuenta y
ocho familias registradas en los padrones de vecinos de Girón residentes en esa sitio y
viceparroquia durante 1773 se encontraban las familias representadas por nombres de
mujeres como fueron:

a) Vecindario de blancos [del Valle de Piedecuesta y Río Frío del Oro]:

6. Doña Juana Teresa Mantilla y García, viuda, ocho hijos y seis esclavos;
19. Doña Rosa Becerra, viuda, cinco hijos, nueve esclavos y tres sobrinos;
22. Doña Margarita [Gutiérrez] Calderón, viuda, seis hijos y diecisiete esclavos;
29. Doña María Mantilla, viuda, dos hijos y cuatro esclavos;
32. Doña María Rey, viuda, cinco hijos, dos esclavos y un sirviente;
39. Doña Margarita Arenas y una hija

b) Vecindario de la quebrada de Los Santos: [Ninguna]

c) Vecindario [blanco] de Palogordo:

47. Doña Petronila Forero, viuda, doce hijos y tres esclavos;


53. Doña Eusebia Francisca Macías, su hija y dos esclavos

d) Vecindario mestizo y pardo [de los tres sitios]:

77. - María Llanos, tres hijos, suegra y tres hermanos;


84. - María Arguello con una hija;
98. - María Arias y una hija;
101. - María Peñuela y su hijo;
129. - Salvación Gómez, su suegra y dos hijas;
131.- Rosa Ramírez y tres hijos;
132. - Manuela Hernández;
144. - Juana Acacio, su madre y cinco hermanos;
148. - Mariana Mantilla, viuda, con cuatro hijos;
151. - Juana Díaz con tres hijos

La factoría de Girón era resultado del modelo fiscal de regulación y monopolio de la


compra – venta de bienes de interés estatal ideado desde 1674 para Francia por el ministro
Borbón Juan Bautista Colbert, al servicio de Luis XIV. Las factorías de tabaco del
virreinato de la Nueva Granada fueron creadas un siglo de la innovación francesa al
finalizar el gobierno virreinal de Pedro Messía de la Zerda (1760 – 1772), en cumplimiento
de las disposiciones ministeriales peninsulares y con el fin de constituirse en el medio a
través del cual el Estado borbón español podía monopolizar y garantizar de forma
permanente una nueva renta fiscal a partir del control en el cultivo, cosecha, comercio y
consumo del tabaco de cualquier calidad. Inicialmente fueron establecidas en Honda,
Antioquia, Santa Marta, Cartagena y Panamá. Para el abastecimiento de las provincias de
Santanfé y Tunja se dispuso una administración virreinal especial abastecida con los

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tabacos y polvos provenientes de la gobernación virreinal de San Juan de Girón, como de


aquellos cosechados en la parroquia de Zapatoca, e incluso los oriundos de Vélez, a través
de un experimento de tres años consistente en el arrendamiento de su administración a
comerciantes privados.
Los resultados de esa experiencia iniciada en 1771 permitieron comprobar que el
monopolio y estanco de los tabacos de superior calidad, conocida excelencia y mejor precio
eran altamente rentables para las arcas del Estado Borbón, razón por la cual la Real Orden
expedida en el Pardo, a 23 de marzo de 1774, dispuso cesar el arriendo de la factoría a los
particulares, dándose “principio a administrar dicha renta por cuenta de la Real Hacienda,
bajo la reglas que se prescribieron, con el objeto de dar fomento a las siembras de tabaco
auxiliando a los cosecheros que se ocupan en su cultivo, pagándoselo a dinero efectivo y
reduciéndolo a una clase, con que se evitasen las altercaciones que ocasionaba la variedad
en calidad y precios, de modo que reportasen utilidad de su trabajo”.
Los reportes y efectos de esa crear esa institución fiscal fueron además la gradual
independencia de las rentas reales por concepto de quinto y acuñado de los metales
preciosos al lograrse la recaudación anual de más de cien mil pesos, con la posibilidad de
continuar su incremento en los siguientes años al establecerse otras factorías, se reconocía
“casi ninguno el perjuicio que se ocasiona y que sólo sufren los revendedores, reportando
muchas ventajas los cosecheros dedicados a su cultivo, que aseguran su expendio a precios
fijos y dinero efectivo”, aunque desde un primer momento se advertía que parte de las
rentas obtenidas se consumían en pagar los guardas y administradores de esos resguardos.
La concentración de los tabacos en estancos oficiales contribuía además a planificar las
siembras y los volúmenes de bultos seleccionados para la exportación, se reprimía con la
destrucción los sembrados no permitidos, e impedían que los extranjeros que compraban el
tabaco en hoja sin aliño alguno lo revendieran en los puertos neogranadinos al doble del
costo original al someterlo a los procesos de maduración y “curado” que no realizaban los
neogranadinos al comercializarlo en rama. De allí que las factorías cumpliesen a su vez la
condición de autoridades aduaneras, inspectores de caminos reales, justicias en contra de
toda forma de contrabando o fraude, resguardos militares de la renta y administración de
aguardientes y centros de acopio de las materias primas o los frutos nativos que fueron
gradualmente estancados por el Estado virreinal como fueron la quina, tintes, sales, naipes,
mieles fermentadas e incluso el rapé derivado del tabaco en descomposición.
Las expectativas fisiocráticas proyectadas para la expansión del tabaco neogranadino
estancado eran de tales proporciones que el Doctor Don Francisco Antonio Moreno y
Escandón, en su condición de Fiscal de la Real Audiencia de la Nueva Granada, Juez
Protector de Indios y “conservador de reales rentas”, había propuesto en su relación sobre
el “Estado del Virreinato de Santafé…” la posibilidad de exportar el tabaco para el
consumo directo o en cigarros manufacturados a través de las reales fábricas de España.
Explícitamente planteaba en 1772 sobre la renta de tabaco:

Y aunque con su abundancia pudiera temerse que se cogiese en mucha mayor


cantidad de la que se consume, ocasionándose fraudes a la renta, no obstante para
reparar este inconveniente me ha ocurrido algunas veces el pensamiento de que
podrán comprarse por cuenta del Rey todos los tabacos que se labran, y después de
proveídas suficientemente las administraciones, remitirse los sobrantes a España

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donde producirán conocida utilidad a S. M. porque según tengo entendido, los


tabacos de la Isla de Cuba no son suficientes para el abasto de aquellos reinos,
para el cual se ocurre a comprarlos a los extranjeros a quienes se privaría en todo,
o en parte, de este ingreso, mayormente habiendo facilidad de conducir a poco
costo los tabacos desde Girón a Mompós y de allí a Cartagena; lo que igualmente
sucede para los sobrantes de lo que se cultiva en Ambalema, Chaguaní y orillas del
Río de la Magdalena, de donde se provee la villa de Honda, y lugares
comprendidos en el arriendo de esta Renta; pues aunque pudiera objetarse que con
estos mismos tabacos deberían antes abastecerse las administraciones de
Cartagena y Panamá; pero hallándose sus habitadores acostumbrados al uso del
tabaco de Cuba, no es fácil, sin un conocido riesgo, variar aquel sistema, no
obstante a que se ha estimado conveniente inducirlos al consumo del de este Reyno
y aun para el efecto se ha concedido a D. Josef Visbal, que en algunos sitios de
aquellas inmediaciones pueda indistintamente vender de uno y de otro; y que según
los efectos de estas providencias podrá con acierto resolverse, si será útil la remesa
de sobrantes a España, con que si no en dinero efectivo, a lo menos en efectivo
tribute este virreynato algunas utilidades a beneficio de aquellos Reynos2.

Si bien la renta y estanco de tabacos fueron gradualmente aceptados como una necesidad
fiscal para pagar los gastos de funcionamiento gubernamental y otorgar auxilios
provinciales para obras públicas por parte de los cultivadores y comerciantes condicionados
a la misma, así mismo debió contenerse judicial, militar y pastoralmente a los comuneros
insurrectos que una década después de establecidos pedían la derogación de los impuestos y
las rentas estancadas asociadas con el tabaco (1781).
De igual manera, los virreyes comprendieron y advirtieron a sus sucesores sobre las
resistencias culturales de los provincianos a sólo consumir las variedades de tabacos
tradicionalmente acostumbrados negándose a comprar y usar los tabacos provenientes de
otras provincias. En el caso de los provincias y puertos caribes (Riohacha, Santa Marta,
Cartagena y Panamá) la tradición siguió siendo consumir exclusivamente los tabacos y
cigarros provenientes de Cuba, en las zonas mineras de Antioquia, Chocó y el Cauca los
tabacos provenientes del valle del Cauca, en el valle interandino del Magdalena los tabacos
oriundos de la provincia de Mariquita, así como las provincias de la cordillera andina
habían sido tradicionalmente abastecidas con los tabacos provenientes de las cuencas de los
ríos Lebrija y Sogamoso, específicamente las provincias de Girón y Socorro.
Sin embargo, derivados manufacturados del cultivo y comercio estatal de tabacos en hoja
como eran los cigarros, acordes con los tamaños y características de los fabricados en
España y Cuba, se constituyeron en una alternativa recurrente para la penetración de los
tabacos de la provincia de Girón en los mercados de otras provincias neogranadinas, como
en los demás reinos (peninsulares y de ultramar) del imperio español. Un ejemplo de ello es
narrado por José Joaquín García en sus “Crónicas de Bucaramanga” quien al describir las
costumbres y ocupaciones de los pobladores de la provincia entre 1751 y 1775 expresó:

Al fin del capítulo segundo citamos el nombre de don Manuel García Gómez, y
ahora queremos consignar aquí un incidente curioso relativo a él.
Este señor, que era natural de España, conservaba buenas relaciones con algunos

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personajes de alta posición en la Península, y una vez recibió carta de alguno de


ellos, en la que le suplicaba encarecidamente que le solicitara mil cigarros de
Girón, de la mejor calidad que pudieran hallarse, y le hacía mucho hincapié para
que no se fijara en la cuantía del precio, pues que, como sabía, él era persona de
gusto y hombre que tenía, de sobra, cómo satisfacer sus caprichos.
Los puros de Girón gozaban de gran fama en el extranjero, y nada fue más fácil
para el señor García que conseguir lo que su amigo le encargaba, con todas las
condiciones exigidas. Empacó, pues, los cigarros convenientemente, y apenas hubo
posibilidad, los dirigió a España, anunciando que su valor, a todo costo, ascendía a
cien duros.
Pasado algún tiempo, don Manuel hubo de recibir, con sorpresa, la misma
encomienda, que le era devuelta, y con ella otra carta en que su amigo le decía,
poco más o menos lo siguiente:

"Te dije repetidas veces que deseaba fumar el mejor tabaco que pudiera
cosecharse en Girón, y lo mejor beneficiado que fuera dable, por subido que
se juzgara su precio. Cigarros que se compran a cien duros el mil tienen que
ser cosa despreciable. No has llenado bien tu comisión, y por eso te
devuelvo la encomienda sin abrirla. Si quieres desempeñar con fidelidad mi
encargo, te quedaré agradecido y te cubriré puntualmente los gastos".

Apercibido don Manuel de lo que había en el caso, tomó los mismos cigarros
devueltos, les dio nuevo empaque, y en la primera oportunidad volvieron a España,
con nueva cuenta por valor de mil duros.
El ricachón español le contestó agradecido, y sin demora cubrió la cantidad,
haciendo mil elogios de los sabrosos gironés que habían ido a aromatizar la
sobremesa en las escogidas reuniones madrileñas.
Por su parte, don Manuel se pagó de lo invertido y destinó el remanente para
algunas obras de piedad3.

A pesar de ser el tabaco la promesa económica que guiaba el desarrollo económico de la


provincia de Girón desde 1774, Fray Mateo de Valencia, quien actuaba como cura párroco
encargado de la Parroquia de Pie de Cuesta, expresaba en 1802 a la autoridades virreinales
a través del Gobernador de Girón su posición sobre las reformas borbónicas en pro de una
instrucción ilustrada y la reconcentración de las provincias en corregimientos,
especialmente la reducción de la provincia de Girón al corregimiento de Pamplona.
Sin dar importancia al tabaco que se cultivaba, cosechaba, curaba y comerciaba
privilegiadamente en su parroquia por algunas familias y comerciantes contratadas por la
Factoría Real, prefería centrar su noción de “progreso” en ilustrar a las gentes criollas y
mestizas en artes útiles asociados con los algodones y cacaos producidos por la mayoría de
la población, la superación de los vicios o adicciones heredados de los indígenas sin
obligar a las familias a reducirse y congregarse en los poblados de las parroquias, así como
en la civilización de los niños criollos por medio de escuelas de primeras letras para formar
un “buen labrador”. El fraile capuchino explícitamente expresaba:

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Para hacerse felices a los pueblos necesitan de comercio, la situación actual lo


impide, lo impracticable de los caminos, la falta de víveres, frutos y manufacturas.
Para que una provincia sea rica necesita que se extraigan los frutos del propio
país. Aquí no hay más frutos que extraer que son algodones y cacaos. El labrador
los vende a ínfimo precio, porque recibe un año antes el precio de ellos, y si no
cogió algodón o cacao al tiempo del pago son los afanes, y en lugar de hacerlos
felices, a muchos los hace pobres y miserables.
La gentes de estos países se hallan imposibilitados de vivir en los lugares por tener
su comer en las casas de campo, en ellas tienen sus labores y ganados que es de lo
que se mantienen. Si estas gentes se vienen a los lugares ¿con qué subsisten, qué
comen, que visten?. En estos lugares parroquias no hay fábricas en que se empleen
todas estas gentes, si viven en lugar, ¿en qué?. En embriagarse como lo hacen
muchos de la ínfima plebe cuando vienen a cumplir con el precepto de la misa…
No hay instrucción sin escuelas ni colegios… El cura los instruye el día de fiesta
con su plática, y éste es un medio muy superficial para la instrucción, y muchos de
ellos ni aun se pueden servir de este medio, por serles imposible asistir, pues hay
muchos de ellos que viven [a] un día de camino, y para venir han de gastar tres
días; el que vienen, el que se están, y el que se vuelven. Muchos no pueden venir
por ser el tiempo de la siembra, por cuidar sus ganados no se entren en sus
labranzas, por sus enfermedades, por no tener bestias en que venir, o no tener con
qué mantenerse en el lugar.
Para instruir a estas gentes se había de poner una escuela en cada lugar… Todo
parecer fácil, pero se presentan un tropel de dificultades que so imposibles de
vencer, con la pluma sobre el papel todo se vence, pero los que lo palpamos en la
práctica vemos que no es tan fácil, y la mayor imposibilidad es la falta de
patriotismo de estas gentes4.

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LOS INDÍGENAS

Cultivar, cosechar, comerciar y manufacturar las hojas de tabaco había sido una práctica
sociocultural propia de las comunidades nativas precolombinas desde antes de la llegada de
los europeos al “Nuevo Mundo”. Sin embargo, al incrementarse el consumo adictivo de las
hojas por los europeos, mestizos y esclavos, especialmente en los territorios malsanos para
alejar los insectos, aliviar las heridas y aminorar las cargas y malestares del trabajo, entre
otros usos, las autoridades españolas durante la transición del régimen austro-hasburgo al
borbonico optaron por monopolizar desde inicios del siglo XVIII como rentas exclusivas
del Estado el cultivo, comercio, traslado y consumo del tabaco en rama, hoja y en forma de
cigarros que circulara en las provincias productoras del mismo como parte de las reformas
borbonicas para el incremento de los ingresos del estado español y la exportación
interprovincial e internacional de las materias primas que caracterizaban a cada jurisdicción
municipal ante las demandas de esos bienes por parte de otras naciones e imperios
europeos.
De las sesenta y cuatro especies de tabaco reconocidas mundialmente, cincuenta y una son
americanas (80%) (14 del norte-centro y 37 del centro - sur), siendo las más destacadas y
mezcladas por los horticultores prehistóricos los grupos Nicotiana rustica (angosta, amarga
y con alta nicotina), Nicotiana tabacum (ancha, suave y baja de nicotina, dividida en las
variedades havanesis, brasilensis, virgínica y purpúrea,), Nicotiana petunoides y Nicotiana
Polidiclia por su alto rendimiento floral y su fácil diseminación como solanáceas al:

…crecer espontáneamente en terrenos perturbados - es decir en los bordes de


senderos, huellas y caminos, en campos y especialmente en la tierra revuelta y
enriquecida de los lugares de enterramiento. Dada esta última característica, es
probable que el tabaco fuera relacionado con los antepasados, de quienes se
sostiene en muchos pueblos en América del Sur y del Norte que son los causantes de
que crezcan sobre sus tumbas como un regalo especial del mundo espiritual para
sus descendientes. De esta manera, también el tabaco llegó a ser una planta
sagrada, aunque la principal causa de la fenomenal difusión del tabaco a través de
toda la América indígena fue seguramente su utilidad como medio para el éxtasis y
los estados alterados de conciencia en los que esos especialistas que lo usaban se
comunicaban con los ancestros y con el mundo de los espíritus en general5.

Al ser la planta sagrada que crecía en terrenos sagrados y se constituía en el medio de


purificación y relación de los rituales sagrados, fue usual para los europeos encontrar desde
finales del siglo XV comunidades enteras dedicadas a cultivar y mezclar esas plantas en sus
asentamientos religiosos y urbanos, así como fumar se constituía en el vínculo de amistad
que estrechaba las relaciones entre los extranjeros y los nativos. Sin embargo, la ingestión
del tabaco variaba a lo largo de las costas e islas americanas.
La intoxicación con tabaco en Norteamérica se realizaba con la inhalación nasal del humo
por medio de tubos (pipas), al soplar de forma ritual el humo sobre los asistentes a los
rituales por medio de cañas alargadas ó como enemas rectales con ayuda de cañas (jeringas)
en Centroamérica, como se puede constatar en petroglifos mayas y aztecas, así como desde

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las Antillas hasta el Brasil se acostumbraba la elaboración de cigarros para fumar con el fin
de “aplacar el hambre y la sed y para las deliberaciones en concejos”, e incluso, era bebido
el zumo fermentado o el cocimiento del tabaco entre las tribus del Amazonas y las
Guayanas. En las costas del Caribe como el resto de Sudamérica también los
conquistadores y misioneros identificaron el uso del soplado ritual, así como el lamer una
jalea con sales hecha del tabaco (ambil o chimó), la inhalación de rapé de hojas
pulverizadas y la masticación de las hojas del tabaco, al igual que las prácticas indígenas
preservadas aún al mascar coca con cal obtenida de las conchas marinas pulverizadas. De
igual manera, el tabaco era empleado como sustancia tópica y terapéutica para curar los
dolores musculares y las enfermedades de la piel al soplar o escupir jugo de tabaco sobre
las heridas, untar saliva mezclada con nicotina sobre las extremidades, restregar tabaco en
polvo, hacer masajes con saliva mezclada con tabaco masticada, a través de abluciones con
jugo, rapé o envoltorios de hojas, así como por medio de compresas.
De todas esas prácticas, la que permitía una mayor autorregulación del consumo de tabaco
y del grado de intoxicación al que se quería llegar eran los cigarros para masticar o fumar, a
lo cual se sumaban otras prácticas complementarias como inhalar o mascar con el tabaco
otras sustancias como la coca y el betel, consumir hongos alucinógenos, así como bebidas
rituales como la chicha o el yagé. Con cigarros pequeños y en pocas cantidades el tabaco
cumplía los efectos estimulantes, la inhibición del hambre y la sed, así como el uso
analgésico para el cual lo consumían los indígenas. En dosis mayores, con cigarros hasta de
un metro, alteraba el estado de conciencia y permitía a los caciques, shamanes y guerreros
realizar los rituales sagrados mediante los cuales obtenían las visiones, hacían consultas a
los espíritus, entraban en trance con los dioses o permitía la psicoterapia individual o
colectiva al ser consumido en rituales y festines de purificación o celebración.
Si bien el fumar cigarros o cigarrillos requería secar previamente las hojas de tabaco al sol
o al viento para luego ser molido y finalmente enrollado por medio de envoltorios hechos
en su mayoría con las hojas más bajas, gruesas, largas y resistentes de la planta, muchas
comunidades indígenas sudamericanas ampliaron los efectos narcóticos de la picadura
interna con yerbas y resinas como de la capa externa al elaborar manualmente sus cigarros
con envueltos de hojas de palma, banano y maíz, e incluso, cortezas de árboles aromáticos.
Así mismo ampliaron el efecto narcótico al comprobar las propiedades y usos de las hojas
superiores como poseedoras de la mayor cantidad de nicotina.
Las características de la inhalación como de los cigarros empleados han sido descritas de la
siguiente manera:

Los indígenas de América del Sur usualmente fuman con inhalaciones profundas o
hiperventilación, pero raramente reteniendo una bocanada de humo en la boca
antes de expelerla o inhalarla. La inhalación es descrita como absorbiendo el humo
del cigarro hasta los pulmones con "profundas aspiraciones", "usando los
pulmones como fuelles" Cigarros gigantes que miden casi un metro de largo y dos
centímetros de ancho son fumados con hiperventilación por los Warao en el
Orinoco y por varias otras sociedades tribales, tales como los indígenas del
Vaupés. Este último cigarro, de acuerdo al naturalista A. R. Wallace, "tiene ocho o
diez pulgadas de largo y una pulgada de diámetro, está hecho de tabaco molido y
secado, y encerrado en un cilindro hecho de una hoja grande torcida como una

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espiral. Se coloca en un gran soporte bifurcado de dos pies de largo. Tiene un


extremo inferior aguzado, de modo que cuando no está en uso puede ser clavado en
el suelo6.

Considerando las tradiciones tabacaleras del período colonial español y republicano se ha


considerado que los indígenas guane y chitareros que habitaron el actual territorio de
Piedecuesta fueron los primeros cultivadores y comerciantes del tabaco en rama, y por ende
de la elaboración y consumo de cigarros envueltos y rellenos de tabaco. Sin embargo, el
tabaco, al igual que la coca, era una planta cultivada, intercambiada y consumida por la
mayoría de los indoamericanos para el consumo personal de carácter narcótico y
estimulante durante sus trabajos como agricultores, cazadores, pescadores [cuyo producto
dicen los guane-descendientes: “lo salamos y colgamos como las hojas del tabaco”],
alfareros o tejedores como para el intercambio en pequeñas cantidades con fines rituales
por los caciques, shamanes y jeques. Reafirmándose así la especialización productiva de
textiles y objetos de uso cotidiano con algodón, fique y arcillas elaboradas.
Los etnohistoriadores de los guane al indagar entre los cronistas de indias como entre los
archivos sobre encomiendas de la provincia de Guane no reconocen el cultivo ni la
tributación con volúmenes significativos de tabacos entre los pueblos de indios y
resguardos de cada repartimiento a la llegada ni durante el primer siglo de dominio español.
Primando así la extracción y pago de tributos con oro, maíz, algodón y mantas7. Sin
embargo, en las crónicas y relaciones geográficas del siglo XVI se reconoce en los
mercados (o días de feria interétnica), especialmente en el de Sorocotá [Puente Real –
Moniquirá], los indios guane intercambiaban sus cargas de algodón, telas y tabacos con los
muiscas a cambio de panes de sal y bultos de coca provenientes de Nemocón y Zipaquirá.
Cuyos excedentes eran a su vez intercambiados con los yariguíes y chitareros en lugares
fronterizos, equidistantes y de tránsito interétnico como era el valle del río de Oro.
Sin embargo, la representación sobre los guane tabacaleros sigue siendo una constante en
las provincias de Santander. Apelando al anacronismo simbólico, etnohistoriadores como
Luis Duque Gómez expresan que los Guane “se vieron obligados a mercar el producto de
esta provincia; tabaco, que se daba de muy buena calidad; aún hoy es en la región de
Santander donde se encuentran las mejores tierras tabacaleras de Colombia, lo mismo que
los cultivos más extendidos, que suministran la materia prima para los populares
tabaquines [sic: “fabriquines”] de la zona del Socorro, al tiempo que abastecen las fábricas
modernas de cigarrillos”8
A lo cual se agrega la sobrevaloración etnocéntrica, caracterizada por ejemplos como el de
los empresarios y cultivadores guanentinos que establecieron en Bucaramanga la empresa
de cigarros “El Guane de Oro Ltda.”, bajo la convicción que “fueron los indígenas Guanes
quienes encontraron en el tabaco propiedades medicinales y espirituales desde épocas
aborígenes donde eran los únicos dueños y señores de la tierra. El cigarro se elaboraba
como actualmente y era privilegio de caciques y guías espirituales de su tribu. Con la
llegada de los españoles fue llevada a Europa como regalo y símbolo de cortesía a los
reyes”.

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LOS FACTORES

Desde el arribo de Colón a las costas de las Antillas y Tierra Firme fue constante reconocer
que hombres y mujeres mientras cargaban sus cosechas o trabajaban en sus cultivos
acostumbraban llevar a través de los caminos un tizón en la mano con el fin de encender las
hierbas y hojas aromáticas con las que preparaban los “sahumerios” que acostumbraban a
inhalar a falta de otros estimulantes como la coca continental. Colón describió esas
prácticas al expresar en su “Diario de navegación” (6 de noviembre de 1492) que los
navegantes Rodrigo de Jerez y Luis de Torres al internarse hasta el río Cunao habían
descubierto que: “Iban siempre los hombres con un tizón en las manos [cuaba] y ciertas
hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas [cohiba] metidas en una
cierta hoja seca también a manera de mosquete..., y encendido por una parte del por la
otra chupan o sorben, y reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se
adormecen las carnes y cuasi emborracha, y así dizque no sienten el cansancio. Estos
mosquetes... llaman ellos tabacos”.
Siendo ampliada la descripción sobre las características y usos de los “tabacos” con su
forma semejante a los cuerpos de las cigarras (cigarros) al manifestar Fray Bartolomé de las
Casas en su “Historia de las Indias” que desde tiempos inmemoriales los indios mayas y
antillanos empleaban «ciertas hojas secas envueltas en otras hojas, también secas,
parecidas a los petardos ... Se encienden por un extremo y se chupan por el otro ... para
introducir en los pulmones ese humo con el que adormecen el cuerpo y así se embriagan».
El hábito de fumar aprendido en las antillas por los expedicionarios españoles fue
introducido y promovido en España por Rodrigo de Jerez al retornar con Colón. Por
atreverse a cultivar y emplear entre los cristianos de su natal Ayamonte (Andalucia) ese
hábito pagano y demoniaco asociado con el culto al fuego, la expulsión de humo por la
boca, la inhalación de vapores, la dependencia al vicio de estar borracho, la pérdida de la
cordura al intoxicarse el fumador, etc., fue enjuiciado y encarcelado por la Inquisición.
Sin embargo, los marineros transatlánticos lo continuaron empleando para amenguar sus
dolencias como para alejar a los insectos, así como al interior de España se fomentó su uso
ornamental y botánico al ordenar Felipe II al cronista Hernández de Boncalo y al médico
Francisco Fernández de Toledo traer desde América y sembrar en España semillas secas y
retoñadas de Tabaco (1559), las cuales fueron trasplantadas y cultivadas en la región de
Toledo conocida como los “Cigarrales” como una estrategia para alejar las crecientes
plagas de cigarras que azotaban esa provincia, siendo a su vez consumido por los vecinos
de esos sitios formando los cigarros acostumbrados por los nativos americanos.
No obstante, las comunidades religiosas se constituyeron en las principales mediadoras del
fomento y legitimización del consumo del tabaco al ser cultivado por las monjas y frailes
con fines ornamentales, medicinales y terapéuticos siguiendo las crónicas y descripciones
sobre sus usos y formas de consumo en el Muevo Mundo. Siendo promovido su uso
principalmente entre las gentes pobres enfermas de bubas y demás enfermedades
epidérmicas ocasionadas por los invertebrados propios de los ambientes malsanos al servir
para calmar los dolores y ayudar a secar las heridas.
El uso terapéutico del tabaco, y consigo su popularización en toda Europa como en sus
colonias territoriales, alcanzó su cúspide al ser demandado por los súbditos de Francia e

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Inglaterra al difundirse que el embajador francés en Portugal Jean Nicot había logrado que
la Reina Catalina de Médicis (1560) se recuperara de las fuertes jaquecas que sufría al
hacerle aspirar por la nariz rapé de tabaco preparado para tal fin. Siendo reafirmadas las
propiedades medicinales de la hoja amarga y la publicidad de la corte al nuevo
medicamento botánico al lograr el mismo Nicot que un sirviente de la corte francesa
aliviara sus dolencias ulcerosas. De allí que la proeza terapéutica de Nicot, y consigo la
demanda de un nuevo producto exótico americano entre los mercados mundiales, alentara
al botánico sueco Linneo a bautizar científicamente al tabaco en su obra “Species
Plantorum” como la “Nicotiana”.
De igual manera, la reina Isabel I de Inglaterra aprendió a fumar con pipa, alentó su
consumó entre sus súbditos, promovió su expansión por las colonias asiáticas y fomentó la
comercialización del tabaco siguiendo las costumbres de los nativos de las colonias
norteamericanas, especialmente la bautizada en su honor por Sir Walter Raleigh como
“Virginia” (1619), de la cual procedía la variedad de tabaco más famosa y consumida por
todo su imperio. Con lo cual, la expansión y comercialización de la planta narcótica
americana llegó a ser de tales proporciones que el mismo papa Gregorio XIII (1572 –
1585), aliviado de sus dolencias al usar terapéuticamente el tabaco, se constituyó en uno de
los defensores y promotores del vicio condenado y perseguido un siglo antes por el tribunal
del santo oficio español.
Desde entonces, los europeos mediterráneos adoptaron los hábitos de los nativos
mesoamericanos y antillanos al enrollar y envolver las mejores hojas de tabaco como
cigarros para inhalar o exhalar el humo del tabaco con fines terapéuticos o vicios personales
mientras que los europeos anglosajones lo aprendieron a usar por medio del tabaco picado o
pulverizado acorde con las pipas de los nativos norteamericanos. Las gentes pobres también
consumían tabaco aunque en la mayoría de los casos los elaboraban como cigarros rústicos,
deformados y con materiales en mal estado obtenidos de tabacos de tercera como de los
residuos de los cigarros de las gentes pudientes que eran arrojados al suelo o la basura, los
cuales eran envueltos con cáscaras o cortezas de plantas o con fragmentos de las capas no
consumidas, desusadas o despreciadas (hoy “chicotes”). En el caso de los mendigos de
Sevilla, hacían envueltos con papeles viejos o envejecidos, especialmente de arroz,
formando así rollos rellenos de las tripas y capas de tabaco no consumidas, dándose así
origen al popular cigarrillo que desde 1825 empezó a ser envuelto en España en tiras de
papel blanco.
Ante la demanda de hojas y tripas de primera calidad por las demás naciones europeas, los
gobernantes y súbditos españoles afrontaron la demanda terapéutica del tabaco en polvo
como en hojas y cigarros por sus competidores mercantiles europeos al legitimar y legalizar
el cultivo, cosecha, consumo y comercio del tabaco como producto de interés estatal y
fuente de riqueza general. Para ello se fomentó y protegió su cultivo en las antillas y el
caribe, así como centralizó y controló su cosecha y comercialización a través de las
autoridades provinciales con el fin de ser estancado y exportado bajo custodia militar, al
igual que los metales preciosos enviados a España. Con lo cual, al garantizarse la materia
prima producida y enviada desde las colonias atlánticas por los españoles americanos, los
españoles europeos se concentraron en su procesamiento industrial para abastecer el
creciente mercado europeo. Para ello fueron fundadas las Reales Fábricas de Tabacos en los
puertos de Sevilla (1620) y Cádiz con el fin de producir polvo terapéutico de tabaco (rapé)

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y finalmente cigarros finos acordes a las dimensiones y características demandadas por


cada mercado nacional.
Considerando los costos en materias primas y mano de obra, la calidad de los materiales al
ser trasportados y las pérdidas por concepto de la piratería y los cambios ambientales
oceánicos, la Corona optó por descentralizar la producción de los derivados elaborados con
las hojas del tabaco al fundarse la Real Factoría de La Habana (1717) desde la cual se debía
abastecer el mercado americano y el mercado de ultramar europeo. A la par del incremento
en la demanda europea de variedades cultivadas como de derivados del tabaco, en las
provincias españolas y americanas de igual manera se incrementó el número de
cultivadores del tabaco como de comerciantes, y consigo de consumidores que demandaban
el comercio minorista de la hoja y sus derivados, razón por la cual, en cada Reino y
Virreinato fue necesario establecer y reglamentar el funcionamiento de las reales factorías
de tabacos y productos estancados del estado español.
Factorías provinciales que se dedicaron al control del cultivo, cosecha y comercio del
tabaco en hoja y el polvo ó rapé consecuente con su secado y descomposición natural sin
centrar su interés en la manufactura de cigarros como se llevaba a cabo en España y Cuba a
través de procesos industriales especializados. De allí que hasta mediados del siglo XIX se
preservaron las tradiciones indígenas sobre elaboración rústica o corriente de hacer
cigarros, según las cuales, las mujeres eran las encargadas de enrollar y envolver
artesanalmente los cigarros que deseaban consumir sus esposos, padres o ellas mismas.
Siendo delegada a su vez la tarea ritual de prender los cigarros y darles varias chupadas con
el fin de asegurar la combustión antes de ser entregados a sus consumidores finales, con lo
cual se promovía y heredaba su vez el “vicio” de fumar y mascar tabaco entre las mujeres
de todas las clases y condiciones sociales, aunque las de mayor distinción preferían optar
por la costosa inhalación de rapé aromatizado cuyos precios sólo eran accesibles para los
sectores privilegiados.
En el caso de la Nueva Granada, una de las factorías más protegidas y vigiladas por el
Estado virreinal durante el siglo XVIII y XIX era la establecida en la ciudad capital de la
Provincia y Gobernación de San Juan de Girón al concentrarse allí la variedad de tabacos
andinos provenientes de la vegas de Los Santos, los ríos Chicamocha-Umpalá-Manco,
como de los sitios del Pie de la Cuesta, Palogordo y Chocoa en la cuenca del río Sogamoso.
Siendo el volumen y la calidad de los tabacos producidos por la factoría de Girón tan sólo
superados por la factoría de Ambalema en las fértiles y cálidas tierras interandinas a orillas
del río Magdalena.
De allí que al ser pacificada la parroquia por las autoridades virreinales, unificados los
intereses socioculturales de los cultivadores de tabaco de Piedecuesta desde 1778,
regularizada la producción y comercialización del tabaco estancado en Girón, e incluso,
alterado el orden sociopolítico al ser seducidos los peninsulares por la prestancia, belleza,
linaje y espíritu emprendedor de las piedecuestanas, optando algunos funcionarios
españoles de la Factoría Real de tabacos de Girón por desacatar varias disposiciones
legales, específicamente las que prohibían casarse los europeos con las criollas americanas
o hacer traslado de las instituciones estatales, la producción de tabacos centralizada en
Piedecuesta adoptó un nuevo rumbo.
Ese fue el caso del Factor de Tabacos de Girón quien en 1786 decidió trasladar la factoría y
estanco a la parroquia de Piedecuesta para estar más cerca de su esposa e hijos, sin estar

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fuera de la jurisdicción provincial de Girón ni incumplir con sus funciones legales.


Argumentado la paz que se vivenciaba entre esa comunidad parroquial, el incremento en la
producción y comercialización estancada del tabaco “gironés” a partir de los volúmenes
sembrados y extraídos de Piedecuesta, la concentración de la mayor parte del tabaco
producido en la Provincia en esa parroquia, aunado a las condiciones climáticas, la
centralidad de su ubicación y el paso obligado por ella de los caminos reales a Santafé,
Pamplona y el Magdalena, el factor Dn. José Antonio Portocarrero entre Agosto y
Septiembre de 1786 solicitó e hizo efectivo el traslado de la factoría de la ciudad de Girón a
la parroquia del Pie de la Cuesta, complaciendo y beneficiando así a los linajes
piedecuestanos con los que se hallaba emparentado al casarse con una de sus parroquianas.
La respuesta de los vecinos de Girón como los pamploneses de Bucaramanga no se hizo
esperar ante la deslegitimización y deshonor jurisdiccional que se les hacía, asociado a los
sobrecostos que representaba trasladarse los cosecheros de Bucaramanga hasta el Pie de la
Cuesta en comparación al viaje hasta Girón. Para buscar una solución definitiva a ese abuso
de poder a través de una instancia superior, el 27 de Septiembre de 1786 el procurador
general de Girón Josef Antonio Calderón, en nombre de sí y del público de Girón y
Bucaramanga, dio su poder especial al vecino de Cartagena Dn. Lorenzo Alonso Carrizosa
o a cualquiera de los procuradores allí establecidos, para que ante el Arzobispo - Virrey
Antonio Caballero y Góngora presentase:

... el agravio que se ha hecho a éstos comunes con haberles quitado la factoría de
compras de tabaco en hoja que se erigió en esta ciudad y la han mudado a la
parroquia del Pie de la Cuesta en que experimentan los cosecheros los mayores
perjuicios por la mucha distancia en que hallan sus labores, y el mal despacho
que se les da, entreteniéndolos muchos días para comprarles o pagarles las cargas
que han llevado, pues como en un fuera de su centro cuando llegan a conseguir el
pago ya han gastado en mantenerse allí lo que anhelaban para satisfacer sus
acreencias...9

La mudanza hecha por Portocarrero no fue desautorizada por los virreyes sucesivos,
debiendo conformarse los gironeses con la concentración y comercialización del tabaco y
por consiguiente, de otros ramos estancados, así como los transportes en mula desde
Piedecuesta. Siendo los factores sucesores Orbegozo, Paredes y Berenguer de igual
opinión, intereses y deseo de mantener la factoría allí; incluso, en esa parroquia nacieron
algunos de los descendientes de dichos factores, así como se dio origen a linajes
emblemáticos como los de Don Victoriano Paredes, hijo del factor Pedro Paredes. No
obstante, los gironeses continuaron con su inconformidad hasta la reconquista colonial por
el ejército expedicionario y pacificador de Fernando VII, cuyos generales los beneficiaron
con privilegios otorgados por su lealtad a la regencia, entre los cuales estaba su petición de
retornar la factoría a la ciudad capital provincial en Septiembre 1816. Con el triunfo criollo
en Boyacá, la factoría patriótica de Piedecuesta fue reestablecida por el ejército republicano
y libertador siendo reducida la de Girón a una subfactoría dependiente de la piedecuestana.
La presencia de la casa y plazuela de Factoría (hoy Colegio de la Presentación) en el barrio
donde el bando zabalista había pretendido trasladar la parroquia contribuyó al aumento de
la población fluctuante y residenciada en la parroquia, así como a una mayor concentración

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de oficios y funciones públicas y privadas en torno a ella, ganando por ello el


reconocimiento de las autoridades reales y la gestión empresarial, política, social y
urbanística de los parroquianos ante el gobierno central. Esa condición de prosperidad
socio-económica y agro-productiva que vivían los piedecuestanos se materializó con la
solicitud, compra y expedición del título y ascenso municipal de la parroquia como “Villa
de San Carlos” por el gobierno real y virreinal español (16 agosto de 1810), así como con la
condición de “Villa de Piedecuesta” por las leyes de reordenamiento político –
administrativo del Estado republicano por los Generales – Presidente desde 1821.
Los vecinos de la Parroquia de Pie de Cuesta, en el Corregimiento de Pamplona del Nuevo
Reino de Granada, al solicitar al Rey Fernando Séptimo el 10 de marzo de 1810 su
constitución como “república” con cabildo propio y “con absoluta independencia de la
ciudad de San Juan de Girón a que está sujeta y con el goce de las preeminencias y
privilegios correspondientes con arreglo a las leyes” demostraron ante el Virrey de Santa
Fe con testigos y documentos, acorde con la Real Cédula, que:

…el lugar de Pie de Cuesta tiene más de mil casas y la población pasará de tres mil
vecinos: que la situación es la mejor de aquellos contornos y muy saludable. Que
goza de abundantes y buenas aguas, de un aire puro, de cielo despejado,
abundancia de víveres, de bosques inmediatos de donde se sacan las mejores
maderas para fabricar casas a poco costo y cómodas; que en el distrito se cultivan
con mucha utilidad algodón, cacao, añil, café, trigos, tabacos y quinas de cuyos
ramos hacen el comercio exterior e interior; que su vecindario tiene muchas
familias expresadas en una lista inserta en dichas diligencias, distinguidas por su
nacimiento y conducta, y sujetos que los más son acomodados y algunos de riqueza
considerable atendidas las circunstancias del país estando dedicados unos al
comercio y otros a la agricultura; que hay más de ciento cincuenta vecinos aptos
para desempeñar los empleos los empleos concejiles sin parentesco ni tachas
legales y con las cualidades necesarias de probidad, virtud y demás que se exigen
para tal confianza; …que el terreno donde está situada la factoría de tabacos de la
provincia fue donado por los vecinos de dicho lugar, y que estos han contribuido
con lo necesario para construir una cárcel a fin de custodiar con toda seguridad a
los reos.

El Gobierno republicano presidido por los Generales – Presidente S. Bolívar y F. Santander


dispusieron por la Ley I del 29 de septiembre de 1821 que la renta de tabaco (en hojas,
cigarros, polvos, rapé), las factorías y la exportación de tabaco para el extranjero debían
preservar el estanco al que estaban sometidos por el Gobierno virreinal español, así como
se autorizó la supresión o el establecimiento de otras factorías en los “parajes de donde
puedan trasladarse fácilmente a los puertos de comercio para su extracción al extranjero
en la forma prevenida”.
Ejemplo de ello fue el decreto de 30 de julio de 1822 mediante la cual se estableció la
factoría de tabacos de San Gil para el estanco de los tabacos cultivados y cosechados en
San Gil, Barichara y Zapatoca, dependiente de la Administración principal del Socorro, y
acorde a las prácticas sobre beneficio, recibo, paga y distribución del tabaco usuales en la
factoría pamplonesa de Piedecuesta. Factoría reestablecida en 1847 (Decreto del 24 de

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junio) para administrar las siembras, cosechas y comercio contratado con la sociedad
comercial “Grice y Compañía” (14 de diciembre de 1846), a la par del monopolio
concedido en la factoría de Ambalema a la compañía de “Montoya – Sáenz” un año antes,
bajo la inspección en sus siembras por funcionarios enviados desde la factoría de Girón.
No obstante, derivados procesados del tabaco como el chimó y el mohó (Ley 28 de julio de
1824) empleados en los llanos orientales fueron excluidos de ese monopolio estatal tanto en
su producción como en su comercialización.
Para proteger las rentas nacionales estancadas en esa misma fecha se decretó que los
tabacos importados de otros países debían pagar el 50% su precio de compra por derechos
de importación. Siendo radicalizada tal decisión al decretarse el 7 de julio de 1823 que la
“introducción de toda clase de tabacos extranjeros, ya sea en hoja, cigarros, polvos o rapé
por los puertos de Colombia” (Venezuela, Nueva Granada, Panamá y Ecuador) quedaba
plenamente prohibida.
Siendo la renta o producto del tabaco de consumo interno y exportación una de las rentas
fijas del Estado (Ley 26 septiembre de 1827) para el pago y sustento de los gastos públicos
como para la buena administración interna de las rentas nacionales, requirió a su vez que
los administradores departamentales de rentas, los factores de tabacos, los administradores
de estanquillos y los comandantes de los resguardos militares encargados de proteger las
rentas y factorías (Ley I del 3 de agosto de 1824) aumentaran las cosechas de tabaco y
previnieran el contrabando aumentando el precio de las compras de tabaco por los factores
a los cosecheros hasta en ocho reales (equivalentes a un peso de plata) por arroba en las
provincias productoras. Así mismo, se dispuso disminuir el precio del tabaco vendido en las
factorías de las provincias no productoras, los militares del resguardo de las factorías de
tabaco estaban autorizados a “allanar las casas u hogares de un ciudadano a cualquiera hora
del día, cuando tengan denuncio de que en ellos se ha ocultado algún contrabando de
tabaco” fuese en hoja, cigarros o polvos (Decreto del 1 de mayo de 1826), así como se
eximió a los cosecheros de tabaco matriculados ante las factorías y estancos del Estado del
pago del impuesto colonial español denominado “alcabala” (10% del costo del precio del
bien) al que estaban obligados los demás ciudadanos al realizar la compra-venta de
cualquier bien mueble o inmueble (Circular del 12 de marzo de 1828).
Con la secesión de la República de Colombia y la creación constitucional de la República
de la Nueva Granada, la Convención del Estado neogranadino decretó la “continuación del
estanco del tabaco” en toda la jurisdicción del nuevo Estado, siendo financiadas
temporalmente las compras a los cosecheros con las rentas estatales por diezmos (Decreto
del 31 de marzo de 1832). Dicho decreto fue reafirmado por la Ley del 4 de junio de 1833
mediante la cual el General - Presidente F. Santander y sus ministros promovieron ante el
Congreso la supresión de los administradores y visitadores generales siendo dispuesto un
ordenamiento del estanco estatal por medio de una Dirección General de tabacos, una
Contaduría General de tabacos, Administradores principales (o nacionales), Almacenes de
Deposito, Factorías (provinciales, conformadas por un factor, un interventor, un oficial de
fiel de almacenes, un veedor, un sobrestante y un empacador conservador de cueros),
Comisiones principales de plantaciones encargadas de autorizar y vigilar los volúmenes de
tabaco contratados con los cosecheros registrados ante el Estado, estanqueros proveedores,
estanquillos parroquiales de expendio y los resguardos militares (cabos y guardas (mayores
y menores) de ronda) encargados de la seguridad y vigilancia de los tabacos vendidos en

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almoneda o remate público, así como el dinero almacenado en las cajas de las
administraciones principales y las factorías fruto de las compras y ventas.
Clasificadas las compras y ventas del tabaco en hoja adquirido por las factorías acode con
su primera (hojas de mitad de mata y de color uniforme), segunda (hojas bajeras o
cogoñeras, o las medianeras verdes) o tercera clase (hojas superiores o finales y los
maltratados o descompuestos) debía ser empacado en bultos envueltos en cueros vacunos,
lo cual aseguraba que sus precios oscilaran entre 3 reales por cada libra de primera a 1 peso
por cada arroba de tercera calidad (Ley mayo 23 de 1834). Sin embargo, el tráfico de los
cigarros hechos con las hojas de tabaco por los puentes y puertos nacional resultaban ya
más costosos que el de las hojas y los polvos derivados del mismo, siendo el costo más
elevado pagado por derechos de peaje para los cigarros el que se pagaba en el camino que
iba de norte a sur en el istmo de Panamá al cobrarse 1 peso por cada arroba de cigarros
mientras que sólo se dispuso el cobro de 0,4 pesos por cada arroba de tabaco en hoja para la
exportación. Siendo el valor del pontazgo de los cigarros semejante al que se pagaba por el
opio y el té importados de otros países y continentes.
La Ley II del 9 de junio de 1835 decretó a su vez mayores medidas de control del tabaco en
hoja y en polvo para la exportación al disponerse que en las factorías de las provincias de
Pamplona (Piedecuesta, Girón, Cúcuta, etc.) y Mariquita (Ambalema) debían incrementarse
las visitas a los cultivos para “evitar que se cultive o venda el tabaco de contrabando”
incumpliendo con las áreas y volúmenes contratados con el Estado, se debía contar con un
escribiente exclusivo para llevar el “libro de matriculas y de todo el demás negociado de
siembras y plantaciones” a cargo de la factoría al ser suprimidas las comisiones de
plantaciones (Decreto del 10 de junio de 1835), se dividieron las rondas en montadas y a
pie, la atención de los factores a los cultivadores durante las cosechas debía garantizarse de
6 am. a 2 pm. y de 3 pm. a 5 pm., así como se expresó explícitamente después de un siglo
de ser prácticas de conocimiento público quiénes se consideraban y debían ser perseguidos
como “contrabandistas de tabaco”.
Si bien el Decreto del 19 de marzo de 1834 había descrito las causas y penas para los
funcionarios y cultivadores defraudadores o contrabandistas de la renta de tabacos en hojas
o polvos, sólo en el artículo 17 de la Ley II de 1835 se manifestó de forma explicita el
contrabando a través de los cigarros manufacturados al considerarse como defraudadores a:

1. Los que siembren tabaco sin la matricula que previenen las instrucciones del
ramo;
2. Los que teniendo matricula sembraren mayor cantidad de matas de aquellas por
que se han matriculado;
3. Los que estando matriculados no entreguen todo el producto de la cosecha en la
respectiva factoría;
4. Los que compraren tabaco en otra parte que en los estanquillos del ramo;
5. Los que conduzcan tabaco de una parte a otra sin la correspondiente guía, que
acredite que lo conducen por cuenta de la renta;
6. Los que conduzcan tabaco en cigarros, a menos que prueben que son para su
uso, y que aparezca que los cigarros no pesan más de seis libras10.

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Las penas para los conductores o traficantes de tabaco en cigarros cuyo uso no era el
consumo personal en volúmenes mayores a una cuarta parte de una arroba fue dispuesta en
el artículo 24 al ser “castigados con una multa igual al triple del valor del tabaco; y si este
valor principal, excediere de cincuenta pesos serán condenados a presidio urbano por uno
a doce meses”, siendo graduada la pena “por el mayor valor del género en que se hace el
fraude”, para lo cual se calculaba el valor del tabaco del fraude “por el precio a que el
Gobierno lo vende en la provincia donde se aprehende el contrabando”.
Contrarias a esas disposiciones y restricciones tradicionales, el fomento al tráfico y
comercio de los cigarros de tabaco con otras provincias o para su exportación con otros
países se delimitó por la Ley II del 7 de junio de 1837 mediante la cual se dispuso que:

Artículo 3º. Se permite la exportación de tabaco en cigarros en la cantidad que quiera


hacerse, sujetándose los exportadores a las reglas que al efecto dictara el Poder Ejecutivo,
con el fin de evitar los fraudes que puedan cometerse; en cuyos términos se reforma lo
dispuesto en el número 6º. Del artículo 17 de la ley de 9 de junio de 1835, adicional a la
orgánica de este ramo, y el artículo 24 de la misma, y se deroga el último inciso del
artículo 10 de la ley de 4 de junio de 1833, que prohíbe se permita sacar el tabaco de los
almacene sin hacer constar que se está ya en el caso de conducirlo fuera de la República.
Parágrafo único. El Poder Ejecutivo podrá prorrogar hasta por seis meses los plazos de
que habla el artículo 9º de la ley de 1 de junio de 1836 para el pago del valor del tabaco
que se exporte en cigarros.
Artículo 4º. El tabaco para la exportación podrá entregarse en cualesquiera oficinas de la
renta, quedando vigente en lo demás el artículo 8º de la ley de 4 de junio de 1833.

La presión de los comerciantes y empresarios al pedir la libertad de comercio para el tabaco


manufacturado en cigarros (puros o finos) de exportación se reafirmó por el gobierno del
presidente José Ignacio Márquez al ampliarse las características de esa prerrogativa por el
decreto del 11 de julio de 1837 mediante el cual se dispuso que:

Artículo 3º. Para que pueda hacerse la exportación del tabaco en cigarros se observarán
las formalidades siguientes: luego que el individuo pretenda hacer la exportación haya
rematado el tabaco que deba reducir a cigarros, y prestado la correspondiente fianza,
conforme al artículo 11 de la ley de 4 de junio de 1833, podrá entregársele por el jefe de la
oficina en la que se hubiere convenido a recibirlo, bajo la precisa obligación de presentar
en la misma oficina los cigarros en un peso igual, o menor a lo más en dos libras en cada
arroba, si el tabaco rematado lo fue en andullos o tangos, y en una libra si fuere en hojas
del llamado de rollo o longaniza. Verificada esta operación se expedirá la correspondiente
guía, en que se exprese el peso neto de los cigarros para que pueda verificarse la
exportación, llenándose entonces las demás formalidades prevenidas en el citado artículo
11.
Artículo 4º. Para el pago del tabaco que se exporte en cigarros, disfrutarán los
compradores cuatro meses más sobre cada uno de los plazos que concede el artículo 9º de
la ley de 1 de junio de 1836.

El efecto de la liberalización comercial del tabaco manufacturado en cigarros trajo como


consecuencia adicional la compra del tabaco para la elaboración de los cigarros de
exportación directamente ante las Juntas de Hacienda de la República (Ley I del 19 de abril

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de 1839) con la asistencia del Director General de la renta de hacerse en la capital de la


República o ante el administrador del ramo o de los empleados de hacienda en cada
provincia acorde a los plazos dispuestos para el pago de los remates (almoneda).
Así mismo, el General – Presidente Pedro Alcántara Herrán mejoró el sistema colonial
virreinal de resguardo de las principales factorías de Colombia (Ambalema y Piedecuesta) y
los transportes (o conducciones) de tabaco por los caminos nacionales interprovinciales
(Decreto del 20 de septiembre de 1847) al transformar la función de los cabos y guardas de
ronda por la de un cuerpo formal de policía (Decreto del 25 de febrero de 1845) compuesto
por inspectores (los cabos) y comisarios de 1º, 2º y 3º grado (los guardas montados y a pie)
cuyas principales funciones públicas, sin hacer custodias o protecciones especiales a los
cosecheros y traficantes particulares de tabacos, eran: cumplir las tareas de policía
delegadas por los inspectores; custodiar los intereses y bienes públicos; perseguir y
aprehender en flagrancia a los delincuentes; contrabandistas y defraudadores de las rentas
públicas, incluidos los hijos, esclavos y familiares de los sospechosos o aprehendidos;
decomisar los bienes e instrumentos de fraude; recorrer durante las rondas diurnas y
nocturnas las plazas, calles, salidas públicas, caminos, campos y lugares despoblados de los
poblados en donde se asentaban las factorías estatales.
Así mismo, debían garantizar la seguridad, tranquilidad y policía urbana para los
funcionarios, cosecheros, comerciantes y empresarios cigarreros al cumplir otras funciones
judiciales como eran:

Séptimo. Impedir y perseguir los robos, incendios, asesinatos, riñas y peleas, juegos
prohibidos por las leyes, y no cediendo a las insinuaciones de los delincuentes,
conducirlos ante el inmediato jefe de policía.
Octavo. Circular con rapidez los datos y noticias que a este efecto se les comunique
sobre algún delito que se haya cometido, señales de los delincuentes, de objetos
perdidos, extraídos o robados, para facilitar el conocimiento de los delincuentes, y
su aprehensión y el de sus efectos y recuperación.
Noveno. Dar noticia a las respectivas autoridades de los vagos y ociosos que se
reputen por tales en un distrito; y
Décimo. Prestar mano fuerte a las autoridades, ejecutando y auxiliando la
ejecución de las providencias y órdenes que se dicten en conformidad de las leyes y
en ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de cumplir las órdenes que se les dieren
por los empleados de la renta de tabacos de la factoría…

Los efectos consecuentes a esa mejora en el servicio de seguridad y policía requeridos para
el funcionamiento de las factorías, y consigo el incremento trimestral en el número de
delincuentes e infractores, fue para el caso de la factoría y cantón de Piedecuesta el
establecimiento de un circuito judicial independiente del existente en Girón - Bucaramanga
(Decreto del 4 de junio de 1847) al incrementarse el número de delincuentes e infractores
aprehendidos y encarcelados. A lo cual se aunó la contratación directa de empresarios
extranjeros con el Estado para exportar desde los puertos nacionales los tabacos en hojas o
tripas (hojas despedazadas para rellenar los cigarros) empacados y conducidos directamente
por los guardas o policías de las factorías.
La bonanza tabacalera que se vivía para entonces en el país al incrementarse la demanda

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interna y externa de las hojas secadas y tratadas como de los cigarros manufacturados en las
factorías y los poblados circundantes conllevó incluso a que por primera vez en 1847
(Decreto de 24 de junio) el General – Presidente Tomás Cipriano de Mosquera acordara y
aprobara una reglamentación específica para la producción de tabaco en forma de Cigarros
regulada y controlada por los funcionarios de las factorías dedicadas a la cosecha y
comercio de exportación para impedir fraudes a las rentas nacionales, instituyéndose así la
producción manufacturera en serie de tabacos a través de una infraestructura propia de las
fábricas antillanas y españolas de cigarros por medio de edificios cercanos o circundantes a
las factorías hasta donde debían llegar los funcionarios nacionales a supervisar la
producción de los cigarros acorde con los volúmenes destinados y aprobados para tal fin. A
su vez, los inspectores de las factorías debían ser supervisados mensualmente por los Jefes
Políticos del cantón donde se hallaban establecidas. Específicamente se decretó sobre la
producción de cigarros:
CAPÍTULO II
DEL TABACO QUE SE DESTINE PARA FABRICAR CIGARROS
Artículo 6º. En el caso de que los contratistas quieran destinar tabaco a la fabricación de
cigarros, bien sea en hojas [capas de envoltura], bien despedazado para tripa
[“liga”/fortaleza del cigarro fino ó “picadura” del cigarro corriente], se les entregará el que
declaren que necesitan para este objeto, tomándose nota del que así se les entregue.
Artículo 7º. El tabaco que se entregue a los contratistas con el objeto indicado en el
artículo anterior, sólo podrá elaborarse en cigarros bajo la inspección de la misma
factoría, y a medida que se vaya convirtiendo en cigarros, será pesado por el contador
almacenista, empacado y custodiado en los almacenes [de las factorías] hasta el momento
en que se haya de conducirse para exportarlo. Al pesar los cigarros en la factoría, se
abonará a los contratistas, para computar el peso del que recibieron, un 16 por 100 de
merma, es decir que por cada cien libras de tabaco que recibieron en hojas o tripa, se les
recibirán ochenta y cuatro libras en cigarros.

Los altos costos que causaban la creciente burocracia nacional para la vigilancia de las
siembras, cultivos y cosechas, el funcionamiento de las factorías, la supervisión de las
fábricas productoras de cigarros y la conducción de los tabacos en hojas o manufacturados
por los cuerpos de guardas y policías hasta los puertos nacionales de exportación (Decreto
del 13 de enero de 1848); la presión de los comerciantes y empresarios nacionales y
extranjeros sobre el desestanco y el librecomercio del tabaco centrándose las rentas del
Estado en los impuestos locales, pontazgos e impuestos de exportación para lo cual se
requería una burocracia mínima; la llegada al Congreso de los representantes provinciales
de los comerciantes y empresarios exportadores de tabacos con exigencias de reformas
liberales a la economía nacional de exportación; aunado a la competencia con otras
naciones americanas productoras y exportadoras de tabaco en hoja o cigarros en mayores
volúmenes, con mayor calidad y por ende con menores costos de comercialización para los
consumidores antillanos y europeos, entre otras razones político-económicas, motivaron
finalmente al General – Presidente Tomás Cipriano Mosquera y a su secretario de hacienda
José Eusebio Caro a expedir la Ley del 23 de mayo de 1848 mediante la cual se decretó que
“desde el 1º. de enero de 1850 será libre en toda la República el cultivo y comercio del
tabaco”, reduciéndose la inherencia del Estado en el cultivo, comercio y manufactura del
tabaco sólo al cobro del derecho aduanero de exportación “a razón de cuarenta reales por

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cada quintal de tabaco que se exporte en rama, y de veinte reales por cada quintal de
cigarros” (0,2 reales por libra). Siendo preservada hasta esa fecha los controles estatales a
los sembradíos de cultivo, caneyes de secado, almacenes de empaque, comercio exclusivo
en los edificios de las factorías y elaboración de cigarros en fábricas cercanas a las mismas.
Sin embargo, el General – Presidente José Hilario López considerando las proyecciones
económicas y laborales que podía generar la producción y exportación de tabaco en
cigarros aprobó en compañía de su Secretario [o ministro] de Hacienda (el caudillo liberal
radical Manuel Murillo) y el Secretario de Relaciones Exteriores, el empresario tabacalero
de Piedecuesta Victoriano de D. Paredes, la Ley I del 12 de junio de 1849 mediante la cual
se dispuso y decretó que desde el 1 de septiembre de 1850 “por el tabaco que se exporte en
cigarros no se pagará derecho de exportación”, se dispuso categóricamente que “no
pueden imponerse contribuciones municipales sobre el cultivo del tabaco”, se eliminó el
incremento del 25% para el tabaco de consumo interno (Decreto del 23 de noviembre de
1849), así como se autorizó a los comerciantes y empresarios cigarreros a pujar y repujar en
los remates de tabaco remanente en las factorías provinciales de Piedecuesta y Girón al
cumplirse el plazo para la entrada en vigencia de la ley sobre libertad absoluta en la
siembra, cosecha, comerció y manufacturera cigarrera del tabaco provincial.
El papel del tabacalero y educador piedecuestano Victoriano Paredes en la eliminación del
monopolio neoborbónico y neogranadino del tabaco en rama como en cigarros, resultado de
sus indagaciones e investigaciones sobre la libertad comercial en Estados Unidos y Europa
desde 1844 a 1846, es reiterado en sus “Memorias” de 1885 al expresar:

Poco después de haber llegado á esta capital supe que se me había nombrado para
el Congreso en sustitución del Dr. Soto, y como yo venía entusiasmado con la idea
de trabajar en favor de la libertad de la industria del tabaco, inmediatamente después
de mi llegada escribí algunos artículos conducentes á aquel fin con el objeto de ir
preparando la opinión en pro de él. En los años de 48 y 49, muchos de mis colegas
me constituyeron como una especie de protagonista del desestanco, con lo cual me ví
por demás estimulado á sacar avante aquel pensamiento á través de una
formidable oposición. El General Mosquera que nunca careció de ciertos bellos rasgos
de progreso presto su sanción al proyecto de ley que sobre el particular se le pasó, y el
Dr. Eusebio Caro, Secretario de Hacienda por aquel tiempo, en vez de entregar el
proyecto ya sancionado, al Presidente de la Cámara, me hizo llamar á la galería de
dicha Cámara y me dijo: "El General Mosquera me ha ordenado poner en sus manos
esta ley sobre libertad del tabaco, y sírvale á Ud. de gobierno que ella no lleva mí
voto ni el de los demás Secretarios de Estado". Yo le respondí: pero Sr. Caro, observo en
esto dos irregularidades, la primera que no dándole Ud. su voto venga firmada por Ud.,
y la segunda que Ud. me la entregue á mí en lugar de entregársela al Presidente de
la Cámara. Y entonces él me replicó: "pronto sabrá Ud. la razón de estos
procedimientos". Yo me dirigí con la ley al Presidente de la Cámara, que lo era el
Dr. Ezequiel Rojas, y le referí lo que había pasado. Pocos meses después siendo el
mismo Dr. Rojas Secretario de Hacienda y el Dr. Murillo de Relaciones Exteriores, ya
en tiempo de la administración del General López, me encontraba en la Cámara de
Representantes cuando se presentaron anunciando que el Gobierno se hallaba resuelto
á pedir la derogatoria de la ley y el restablecimiento del estanco en virtud del desfalco
que había en el Tesoro público, y de la exigüidad de las rentas para atender á los gastos
mencionados. Casi fuera de juicio salté de mi asiento á la mitad de la Cámara y en
medio de una breve y vehemente peroración se me zafaron las siguientes frases con que

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ella empezó: "¿Quiénes son los locos que vienen á estas horas á proponer el
restablecimiento del ignominioso monopolio del tabaco! Acaso tuvimos poco que
macanear la ley que lo abolió, ni nos falta poco que hacer para complementar la
absoluta libertad de esa industria?". Este verbo macanear causó mucha hilaridad en
la Cámara y no pocas censuras; censuras entre burlescas y benévolas con que me
persiguen hasta ahora mis amigos, no sin confesar el buen efecto que alcanzó, pues
hallándome en mi casa un poco rabioso ó despechado por lo que acababa de pasar,
recibí una carta del Sr. General López en que me decía que me tranquilizara, que
acababa de dar la orden á los Secretarios para que no volvieran a tocar la cuestión. Al
día siguiente pasaba yo por el atrio de la Catedral cuando el Sr. General López que
se hallaba allí con el Sr. Juan de Francisco Martín y otras varias personas, me llamó
y me dijo: "habrá quedado Ud. muy satisfecho de la orden que he dado á los Secretarios
para que no insistan en contrariar la abolición del monopolio del tabaco, sino antes
bien en hacer algo por complementar la ley, dejando la industria enteramente libre, no
obstante las buenas razones aducidas por Mosquera en uno de sus últimos mensajes
sobre la conveniencia de sostener el estanco; pero estando Ud. designado para ocupar
el puesto de Secretario de Hacienda, es menester que se vaya preparando para allanar
las dificultades en que nos vamos á ver con la supresión de tan importante renta" —
Estimo mucho Sr. General, le contesté, la distinción con que Ud. piensa honrarme;
pero á mí me seria de todo punto imposible corresponder á su benevolencia por muchas
poderosas razones que tengo y que no son del caso exponer aquí. Por tanto debe Ud.
pensar en otra persona para el manejo de la Secretaría de Hacienda y por lo que
respecta al desfalco que Ud. teme por la supresión del estanco, estimo que no debe tener
el menor cuidado, pues, libre aquella industria, y teniendo como tiene, tanta aceptación
nuestro tabaco en los mercados de Europa, bien pronto se exportará en grandes
cantidades cuyos productos acrecerán con su retorno al país los derechos de aduana,
amen de los ingresos que tendrá el Tesoro público con el aumento de riqueza que dicha
industria ha de procurar al país.

Todas esa reformas de directo beneficio para la próspera Piedecuesta se consolidaron con la
división de la Provincia en tres nuevas provincias (Santander, Pamplona y Soto) (Ley del
17 de abril de 1850), de las cuales la Provincia de Soto tendría como “su capital la villa de
Piedecuesta, compuesta por los cantones de Girón, Piedecuesta y Bucaramanga”. Para lo
cual, se consideró necesario alquilar, adecuar y emplear la casaquinta empleada hasta
entonces como factoría de tabacos para que se constituyese en la casa de gobierno
provincial, y posteriormente, en sede provisional del Colegio Provincial de Soto (antiguo
Colegio de Floridablanca).
Entre tanto, en Europa se inmortalizaba el nombre de la cigarrera más famosa de todos los
tiempos: “Carmen”. Cigarrera gitana cuya leyenda popular fue masificada en toda Europa
desde 1845 por Prosper Mérimée al escribir la novela “Carmen” siguiendo los relatos de la
Condesa de Montijo sobre los hechos trágicos acontecidos en 1830 a la cigarrera sevillana
Carmen de Triana. Trabajadora independiente quien siendo la amante y protegida de un
oficial vasco de uno de los Regimientos de Caballería se enamora de un afamado picador,
razón por la cual, el amante deshonrado decide asesinarla al terminar una corrida de toros a
la que asistía la gitana con sus compañeras cigarreras, materializando su acción ante la
Puerta del Príncipe de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
Treinta años después Georges Bizet universalizó dicha leyenda con la ópera “Carmen”.

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LOS TABACALEROS

Las reformas liberales promovidas por los representantes políticos de los gremios
económicos de las provincias, especialmente los comerciantes y empresarios que
reclamaban libertad de comercio con otras naciones y el desestanco de los monocultivos de
mayor exportación, para el caso particular de los tabacos de la provincia de Soto, no sólo
conllevó a que los gobiernos de los Generales – Presidentes Tomás Cipriano de Mosquera y
José Hilario López a través de sus ministros liberales propiciaran la adecuación del país
como una república política, social y económica semejante al modelo paradigmático de los
Estados Unidos de América pues atrajo la concentración de los capitales privados y el
interés de los inmigrantes europeos en el cultivo, cosecha y exportación del tabaco
clasificado de acuerdo a su calidad ó manufacturado como cigarros, rapé, chimó o mohó.
Todo ello demandó a su vez una mayor mano de obra de hombres cosecheros, mujeres
clasificadoras o cigarreras, arrieros y guardas de las cargas hasta los puertos, y
especialmente, crecientes y regulares inversiones en la construcción de caminos
carreteables, puentes sólidos y finalmente, la construcción de vías férreas en la medida que
se incrementaron las demandas exportadoras de tabacos, seguidas por las de sombreros,
quinas y finalmente cafés. Ante la decadencia y crisis de las artesanías hechas en algodón,
especialmente el batán, los lienzos y las ruanas consideradas telas crudas y baratas de la
tierra como consecuencia de la demanda de los textiles importados de Europa al ser más
finos, durables y económicos que los nacionales, la liberación del tabaco del monopolio
centenario en que se había mantenido para asegurar las rentas estatales y provinciales se
constituyó para los políticos liberales en la promesa a través de la cual los campesinos y
artesanos en ruina aumentarían los medios de subsistencia al aumentarse la demanda de
obra en todos los ramos en la medida que se incrementaran las exportaciones a Europa.
Antes de la creación del Estado de Santander (13 de mayo de 1857), los representantes
políticos de las provincias que conformaron esa jurisdicción ya coincidían en la necesidad
de reformas liberales que abolieran con monopolios y prácticas colonialistas, entre las
cuales se encontraba el fin del estanco oficial como del control oficial al consumo interno y
las exportaciones de tabaco. En 1846, los librecambistas del tabaco como el representante
de Vélez Juan N. Azuero incitaban a los gobiernos provinciales y nacionales a abolir ese
monopolio al ser la alternativa más importante para asegurar el progreso de las provincias
cultivadoras, transportadoras o comercializadoras del mismo, siendo sus efectos inmediatos
la desaparición de los vagos, mendigos y los criminales menores al extinguirse toda forma
de desempleo y pobreza general; y consigo, “La expansión espontánea abriría las
fábricas, se emplearían nuevas tierras, se talarían los bosques y se construirían carreteras;
con el fin del monopolio el desarrollo comenzaría en forma automática”.
Sin monopolios ni censuras de ninguna clase y a partir de la riqueza obtenida con el
comercio de tabaco, el partido liberal prometía a las gentes comunes de Santander la
realización de la promesa socialista europea de repartir la riqueza entre pobres y ricos, así
como cumplía la tarea de “sembrar ahora para cosechar más tarde” acorde con los
postulados del caudillo liberal radical Manuel Murillo Toro, primer presidente de
Santander. Con lo cual, antes que la educación para obtener grados y títulos en escuelas,

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colegios, seminarios o universidades debían primar y aprenderse los hábitos propios de los
comerciantes del mundo como eran: “la comunicación entre los hombres, el contacto entre
los pueblos, la industria y los viajes”.
Demostración de esas expectativas fue el traslado de la capital de Santander de la agrícola y
conservadora ciudad de Pamplona a la principal provincia exportadora y tabacalera del
Estado, específicamente a la ciudad capital de Bucaramanga (1857), al tener una ubicación
vial y geoestratégica más equidistante para las demás provincias, por ser uno de los
bastiones político-económicos y socio-culturales de los comerciantes liberales radicales, y
específicamente, porque para entonces era el núcleo de la producción y el comercio de los
tabacos, sombreros, cacaos, cafés y pequeñas artesanías que a través de los puertos sobre el
Magdalena y el Catatumbo eran exportados al Caribe, las Antillas, Estados Unidos y
Europa. Constituyéndose así en capital política y económica del Estado hasta la reubicación
de la capital política en El Socorro (1861 – 1886). Así mismo, al constituirse el tabaco en el
producto nacional de exportación que sustituyó gradualmente las exportaciones
tradicionales del costoso y riesgoso oro, envuelto en una crisis mundial de sobreoferta y
bajos precios, motivó a varios empresarios a redirigir sus capitales acumulados como sus
inversiones tradicionales de la industria del oro metálico a la del oro humeante en su afán
de buscar nuevas posibilidades de crecimiento y rentabilidad económica.
Los empresarios neogranadinos asociados a los europeos, especialmente los tabacaleros de
Soto, confiando en la pericia de empresarios como Geo von Lengerke, a través de sus casas
comerciales en Socorro, Bucaramanga y Cúcuta lograron exportar desde 1872 a 1876 al
mercado tabacalero de Bremen por lo menos la tercera parte de los 18.080.902 kilos de
tabaco en hoja de primera calidad que envueltos en los tradicionales bultos recubiertos en
cueros fueron enviados preferencialmente a esa plaza11. Si bien los cultivadores y
comerciantes de tabaco de Santander conocían las dinámicas del cultivo y el mercado
provincial y nacional no estaban preparados para asumir la economía de exportación al ser
un ámbito que por décadas habían administrado factores españoles y neogranadinos
expertos en las transacciones externas. Así mismo, no contaban con las condiciones
industriales, financieras, técnicas ni tecnológicas para competir y asegurar su dominio en
los mercados internacionales al acrecentarse la demanda europea y por ende la bonanza
neogranadina.
Con la exportación experimental republicana a Inglaterra (1834), la fiebre exportadora de
hojas de primera calidad curadas por las factorías (1840) a Alemania y la liberalización
exportadora del tabaco (1850) se alcanzó la cuadruplicación de la siembra y
comercialización del tabaco colombiano, la riqueza interna permitió a los trabajadores el
consumo de las manufacturas nacionales, se propició el desarrollo y consolidación de los
transportes a vapor por el río Magdalena hasta los puertos marítimos, así como contribuyó
al crecimiento de la producción ganadera de carnes, cueros y bestias de carga para el
empaque y transporte del tabaco hasta los puertos fluviales.
No obstante, la inexperiencia productiva y la improvisación exportadora era tan
preocupantes que el comerciante y diplomático británico Guillermo Wills, citado por David
Church Johnson, consideraba ya en 1831 que los neogranadinos del Socorro y Girón por ser
gente belicosa y afecta a los monopolios estatales no tenían experiencia comercial, eran
ignorantes y pobres, y en el peor de los casos, sus monocultivos y artesanías eran poco
rentables al ser la ganancia esperada previamente consumida en fletes y sobrecostos de

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transportes a falta de caminos fluviales, carreteros o férreos seguros, rápidos y apropiados


para las exportaciones.
A ello se sumaban las conclusiones de Johnson al manifestar que “la expansión del tabaco
fracasó a causa de la baja calidad, de los altos costos del transporte, de la falta de
concentración del capital y, lo que es más importante, de la naturaleza esencialmente
democrática del cultivador santandereano”12. De allí que la decadencia y el abandono de la
producción tabacalera piedecuestana con fines de exportación, como reflejo de la crisis
nacional, fuese explicable por causas como:

1. El cíclico ambiente de preguerra, guerra y posguerra civil bipartidista que se vivía


en las provincias productoras de Tabaco (1858 - 1859, 1861 - 1862, 1867 - 1868, 1876 -
1877, 1885 – 1886, 1899 - 1902), así como los cambios constitucionales y legislativos
impuestos por el bando vencedor, todo lo cual consumía los capitales de financiación de los
cultivos, acababa con la mano de obra al ser reclutada y sacrificada en los campos de
batalla, conllevaba al descuido o los obstáculos para el uso de los caminos y vías de
transporte por cada uno de los bandos, y por consiguiente, generaba la imposibilidad de
cumplir con las demandas y pedidos nacionales e internacionales al paralizarse la cadena de
producción.

2. Las técnicas obsoletas de cosecha y empaque de las materias primas


comercializadas que al pretender aumentar el peso de las cargas y los ingresos del
cosechero conllevaba a la desconfianza y desprecio en la calidad de las materias primas
provenientes de Santander en Colombia como en el exterior. Al igual que las fibras de
algodón y las cáscaras de quina que socorranos y gironeses empacaban con semillas y
ramitas húmedas para aumentar su peso y volumen, los cultivadores de tabaco “curado”
eran ignorantes en las técnicas básicas de siembra, cosecha y empaque para mercados
externos.
Un ejemplo de ello es el análisis hecho por Johnson a los esfuerzos de Victoriano Paredes,
empresario y político piedecuestano vocero del gremio tabacalero, quien se propuso
mejorar el cultivo de las variedades nativas y foráneas de tabacos empleando sus
experiencias como cultivador parroquial, contador provincial y administrador general de
esa renta. Siguiendo la “Instrucción para el cultivo y beneficio del tabaco semilla de Cuba
y de Ambalema adoptada en cuanto ha sido posible a las prácticas y costumbres de los
cosecheros de Girón, Palmira i Ambalema (Bogotá, octubre 18, 1838), Johnson expresó:

En 1838 Victoriano de Diego Paredes, quien más tarde sería presidente del Estado
de Santander, intentó promover en Girón y Ambalema la experimentación con
esquejes cubanos y el análisis comparativo de las técnicas utilizadas en estas
regiones con el fin de averiguar qué podría ser útil para mejorar la producción. El
gobierno ordenó que se enviaran copias de este panfleto a todas las fábricas del
monopolio; desafortunadamente, los conocimientos de Paredes sobre suelos se
limitaban a la clasificación en húmedos y secos y fértiles o infértiles. Sus
sugerencias para la plantación y recolección solamente confirmaron las prácticas
corrientes y no contribuyeron a mejorar la calidad13.

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Siendo presidente del Estado Soberano de Santander, Paredes hizo nuevos esfuerzos por el
fomento del mejoramiento técnico y tecnológico de la producción de tabacos al entregar a
las gentes pobres tierras baldías para su cultivo, siendo modificada esa política al darse
preferencia a cultivadores expertos en la siembra y cosecha de ese monocultivo. Personas
capaces a quienes se les orientó en las innovaciones agrícolas a seguir para mejorar ese
cultivo por medio de artículos agronómicos en la Gaceta de Santander (1868). Una
estrategia de instrucción popular a través de los medios masivos de comunicación que
desde la perspectiva de Johnson cumplía los siguientes fines:

La publicación de artículos de carácter semi-técnico ayudaría a los agricultores a


evitar los errores en los que se había incurrido recientemente en la industria del
tabaco, cuya decadencia estaba directamente relacionada con la introducción de
una nueva variedad de semillas. Con el propósito de satisfacer a los exportadores,
los cosecheros plantaron semilla Palmira o San José de los Llanos, que producía
una mata grande con muchas hojas que les ayudaba a sacar ganancias con el
método de pago según el volumen; desafortunadamente, a pesar de la lozanía de las
matas, las semillas de Palmira cultivadas en suelo santandereano producían el
"peor tabaco de América". La información y la experimentación científica habrían
evitado este problema que desacreditó el tabaco de Santander en los mercados
europeos. Una reglamentación más estricta parecía ser la respuesta tanto en la
agricultura como en el gobierno. No se podía confiar en que la gente siguiera la
senda más prudente14.

Las consecuencias de las equívocas técnicas productivas para cultivar más cantidades con
menos calidad se evidenciaron al ser sustituida la demanda del tabaco colombiano por el
dominicano después de tener precios superiores al 25% de diferencia. El tabaco de
exportación enviado a Europa perdió los elogios del pasado siendo cuestionado y
despreciado después de la depresión de 1858 al ser evidentes los cambios en las semillas de
las variedades nativas, la falta de preparación y fertilización del suelo, las enfermedades
foliares, la esterilidad de los suelos empleados por los pequeños cosecheros al poseer
laderas arcillosas y no en las vegas fértiles de las haciendas empleadas para sembrar pastos
o cañas, diferentes métodos de secado y curado al seguir cada cosechero sus técnicas
individuales, y consigo, diferentes colores y sabores en los lotes enviados. Todo lo cual
hacía inútil y poco viable el comercio en Europa de los tabacos considerados en Colombia
como de primera a los bajos precios del tabaco ordinario (o de tercera).

3. Los problemas internos de competencia y desorganización entre productores y


comerciantes. A falta de los inspectores oficiales de siembras, cosechas y manufactura del
tabaco que habían garantizado la exportación de tabacos desde 1834 hacia los puertos
anglosajones, acordes con las demandas del mercado europeo, al no existir regulaciones ni
consensos sobre la calidad de las semillas, los procesos de cultivo, el tratamiento de las
cosechas, el uso final del tabaco seleccionado, y especialmente, la calidad de los empaques
para garantizar su transporte hasta los puertos de destino, las características, condiciones y
demanda del afamado tabaco “gironés” fueron decayendo hasta ser finalmente sustituidas
las actividades comerciales de los grandes empresarios tabacaleros por la extracción de

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quinas, la ampliación de los cultivos de cacaos en las cuencas hidrográficas más cálidas
(Sogamoso, Lebrija, Zulia), la incursión en los sembradíos de cañas de azúcar y algodón
para abastecer la demanda interna y externa a partir de la guerra civil estadounidense, y
especialmente la masificación del cultivo del café cuyas exportaciones en la Provincia de
Pamplona (Cúcuta, Pamplona, Bucaramanga) para 1808 eran superiores a las 5000 arrobas.

4. La conformación de monopolios comerciales privados que administraban y


controlaban los precios de la producción de tabacos a través de sus haciendas. Los
terratenientes al acaparar la producción demandada por el mercado arruinaron a los
pequeños cultivadores que tradicionalmente habían contratado y vendido a las factorías sus
cosechas, los condicionó a emigrar a otras provincias o asumir la condición subyugantes
como aparceros o jornaleros, así como condicionaron la actividad de los comerciantes
exportadores al mantener o incrementar constantemente sus precios internos de venta de las
hojas de primera y segunda clase que sacaban al mercado nacional al cumplir con sus
compromisos internacionales mientras en el exterior fluctuaban y decaían los precios de
negociación y compra de los que dependían las ganancias y la recirculación de los capitales
de los intermediarios y exportadores.
Sumándose a esas pérdidas, los altos costos de transporte terrestre desde los lugares de
empaque hasta los puertos de exportación, lo cual generaba sobrecostos para los
comerciantes intermediarios o distribuidores, quienes al agregarlos a los precios finales de
venta hacían inviable y poco rentable la compra y comercialización del tabaco
santandereano.
El gobierno estatal contribuyó a su vez a legitimar esos excesos y abusos al otorgar a los
grandes terratenientes permisos de cultivos excesivos, incluso hasta de millón y medio de
plantas, lo cual les permitía redistribuir a su libre criterio esas cotas de cultivo entre los
pequeños cosecheros particulares asentados en tierras de ladera no aptas para el tabaco o
entre los cosecheros que actuaban como jornaleros o aparceros en sus haciendas. Con lo
cual, los cosecheros estaban condicionados a depender de sus favores, préstamos o tierras, y
consigo, a venderles exclusivamente las cosechas a precios inferiores al mercado, a aceptar
pagar un porcentaje sobre los precios finales de venta ó a retener arrobas específicas de
tabaco por hectárea o porcentajes de la cosecha. La consecuencia de esas formas de
explotación laboral, iguales o peores a las vividas durante el monopolio estatal español y
republicano, se manifestaron en el cultivo de mayores cantidades de hojas por los
cosecheros pobres sin cumplir con las calidades mínimas para ser exportables como eran
ser finas, livianas y uniformes en su proceso de secado y curado.

5. La competencia de los empresarios y exportadores holandeses quienes desde sus


colonias e islas en América y el sudeste de Asia (Java, Sumatra) inundaban el mercado
europeo con hojas de tabacos de mejor calidad, conservación y propiedades fisicoquímicas
a menores precios, aunado a los tabacos exportados por dominicanos y cubanos, así como
la escasez de la tripa brasileña empleada para los puros europeos, que conllevaron a partir
de 1870 a fluctuantes crisis en la bonanza de las exportaciones de las hojas de tabaco
colombianas desde que se había liberado gradualmente el cultivo y comercio de esa renta
fija del Estado colombiano en 1846. La situación de dependencia a la demanda de un solo
mercado internacional desde 1853 era de tales proporciones que al colapsar el mercado

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alemán en 1878: “Bremen recibía el 89% de las exportaciones colombianas de tabaco, pero
únicamente el 13,7% de las importaciones de tabaco en Bremen provenían de Colombia”15.
A ello se sumaban prácticas equívocas de planificación de los cultivos y las épocas de
siembra basadas en la masificación del cultivo por los agricultores al conocerse el
incremento de los precios en Europa como efecto eclipsante de las anheladas “bonanzas”.
Con lo cual, entre el tiempo de la demanda inicial del tabaco que había propiciado los
precios altos de compra y el tiempo de la exportación del tabaco sembrado las bodegas
alemanas habían acumulado tanto tabaco que al empezar a venderlo a los altos precios
iniciales y ser inundado el mercado con el tabaco sembrado sin proyección alguna y a bajos
precios por los comerciantes colombianos al no tener capital suficiente para retenerlo y
acumularlo, era inevitable la quiebra de los comerciantes alemanes y la caída dramática de
los precios de compra de los nuevos lotes cuyos efectos mediatos eran la ruina para los
comerciantes colombianos, y consigo, la pérdida de todo interés en invertir o comprar las
futuras cosechas. Constituyéndose así el tabaco en un producto despreciado y poco rentable
en los años posteriores a las crisis exportadoras de 1857 – 1858 y 1878 – 1879.

6. Los importadores alemanes empleaban el tabaco en hoja que compraban para


elaborar cigarros finos siempre y cuando tuviesen las características físico-químicas
necesarias para su transformación en puros que imitaban las vitolas españolas de Cuba. Al
respecto, Don Ramón Mercado, Cónsul de la República de los Estados Unidos de Colombia
en Bremen, respondió al Secretario [federal] de Hacienda y Fomento (febrero de 1871) a
sus preguntas sobre las “causas principales que, en concepto de las casas consignatarias de
esta ciudad, han influido sobre el precio del tabaco colombiano” al expresar que la calidad
del tabaco colombiano había decaído y era depreciado por el mercado alemán porque se
había agotado la tierra de producción en Colombia al hacerse más de una cosecha anual,
con lo cual, los tabacos carecían de “los jugos necesarios para nutrir esta planta, o bien
porque no se cultiva con todo el cuidado necesario”. Por el contrario, el tabaco de Java
exportado a Alemania se caracterizaba por una “hoja fina, delgada y de buen color,
acanelado como obscuro, y por esto la aplican para capa de una gran parte de los cigarros
finos, porque a más de tener buen sabor y olor, arde bien, produce la ceniza blanca y gusta
a los consumidores, lo cual, unido a que por ser la hoja delgada se producen con una libra
muchos cigarros, son causas que contribuyen a mejorar sus precios”16.
A la calidad de la hoja se sumaba que los tabacultores europeos al hacer sus envíos desde
las colonias y factorías tabacaleras asiáticas se preocupaban por escoger y empacar con
mucha escrupulosidad las cargas, razón por lo cual eran muy confiables para los demás
europeos porque “los compradores les basta ver la primera muestra al abrir un bulto, para
tener seguridad de que todo es casi igual, lo que no sucede, en muchos casos, respecto del
nuestro, el cual les sale muy mezclado”. Siendo agravada la situación de los tabacos
colombianos cada vez que se sobreofertaba el tabaco de primera calidad del Brasil, lo cual
conllevaba a que por sus bajos precios fuese empleado por los cigarreros europeos como
tripa para los cigarros ordinarios, así como presionaban a que los demás tabacos americanos
fuesen condicionados a bajar sus precios o ser vendidos como tripas enrolladas y envueltas
por las afamadas y apetecidas “capas” asiáticas.
En general, los tabacos colombianos después de cuarenta años de exportación
ininterrumpida y en volúmenes quintuplicados no cumplían ya para 1871 con las

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expectativas y necesidades de los cigarreros alemanes porque, en palabras del mismo


Cónsul R. Mercado:

La mayor parte del tabaco colombiano es aplicado por los fabricantes alemanes
para capa de cigarros, por lo cual exigen que su color sea igual acanelado
obscuro, que sea fina y consistente la hoja, que arda bien produciendo buena
ceniza, y que reúna en lo posible las apariencias del habano, porque los cigarros se
venden generalmente como tales, y aún muchos llevan las marcas de las fábricas
principales de Cuba. Puede decirse que a excepción de los cigarros muy finos que
se fabrican con solo tabaco de La Habana, en todos los otros entran diferentes
clases, para producir con esta mezcla el color, el olor y el sabor convenientes, en
relación al precio. / Según la opinión de todos, aquí el tabaco de Ambalema, y en
general el de Colombia, de buena calidad, bien escogido y empacado obtendría, si
no los altos precios que en otras épocas, por lo menos unos que halagarían y
dejarían satisfechos a los productores. Hoy han mejorado ya algo los precios por
ser la calidad en este año mejor que la del anterior; y si las ventas no han sido tan
considerables, depende esto de que la guerra y el invierno han interrumpido las
comunicaciones...
El consumo de tabaco en Alemania, lejos de haber disminuido, aumenta. Las
fábricas de cigarros son numerosas, y la ciudad de Bremen es, en lo general, la
plaza de depósito y expendio de este artículo. Casi sólo el de Java se lleva a
Amsterdam y Rotterdam por ser una colonia holandesa y ofrecer el Gobierno de ese
país una exención de derechos al tabaco que se introduzca en aquellos puertos en
buques nacionales; mas el consumo de este tabaco es muy considerable en
Alemania, y si no se introduce en mayor cantidad, sí en igual que el de
Colombia...17

Si bien el tabaco santandereano se quintuplicó en su producción entre 1857 y 1879, los


precios descendieron en un 30% a medida que decaían las exportaciones generales. Con lo
cual, para producir cinco veces más se requerían cinco veces más trabajadores y capitales,
quienes al ganar cinco veces menos fue incontenible el desinterés de los cosecheros en
continuar cultivando tabaco optando por los cultivos de pancoger, así como la mano de
obra fluctuante migró hacia las provincias prósperas del norte de Santander, incluidos los
estando andinos venezolanos, en donde se vivía la prosperidad material que generaba la
caficultura, la fiebre comercial y el desarrollo ferroviario. La tendencia era tan evidente que
mientras las exportaciones de café pasaron de tener una participación del 9,8% (1.168.828
pesos en 1876) al 11% (1.504.074 pesos) en 1878, el tabaco pasó de tener una participación
del 14,7% (2.129.945 pesos) en 1876 a sólo el 5% (564.074 pesos) en 1878.
El retroceso y desinterés por cultivar los cientos de miles de cargas de tabaco que se había
acostumbrado a producir y exportar los tabacultores de Soto y Guanentá después de la
supresión legal del estanco en 1850 también se veía reflejados una década antes en las
cifras de producción agrícola departamental [provincial] reportadas al Gobierno federal en
1870, las cuales sumaban un total de 472696 cargas, superando la producción de panela
(38,35%), hortalizas (35,04), café (8,59%), trigo (5,79%) y azúcar 3,11%) a la producción
de tabaco (2,72%), la cual superaba de forma incipiente a nacientes renglones productivos

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como el arroz (2,47%) y el algodón (1,49%), o exportaciones tradicionales como la quina


(1,2%), el cacao (1,08) y el añil (0,11%).
En cuanto Respecto a la producción de tabaco, de las 12897 cargas producidas en los ocho
departamentos del Estado de Santander, el 57,37% se habían cosechado en el Departamento
de Guanentá, 38,76% en Soto, 2,45% en Socorro y el 0,96% restante en el Departamento de
Cúcuta. Evidenciándose a su vez la mayor concentración y especialización en la producción
de panela en Guanentá, trigo en Pamplona, azúcar y panela en el Socorro, los tradicionales
café y cacao en Cúcuta, mientras que Soto se orientó prioritariamente a producir hortalizas
(70,32% de la producción estatal) y panela (12,73% de la producción estatal) 18.
De tal modo, el interés por buscar soluciones de fondo para la crisis tabacalera fue mínimo
o nulo por los empresarios exportadores y los gobernantes liberales que representaban esos
gremios pues mientras al norte del Estado se redireccionaban todos los esfuerzos en función
del paradigma cafetero promovido por los comerciantes y caficultores de Pamplona, Cúcuta
y los estados andinos venezolanos, al sur del Estado los empresarios exportadores
orientaron sus esfuerzos en el próspero, rentable y nada costoso negocio de extracción de
cáscaras de los árboles de quina existentes en todos los montes y bosques de Santander al
conocerse que los empresarios alemanes Lengerke y Lorent había confirmado la alta
calidad y los exorbitantes precios pagados por la exótica y muy demandada variedad de
chinchona santandereana (cuerea, lancifolia o punta de lanza) en los mercados europeos
desde 1881. Llegándose incluso a una guerra de guerrillas entre los ejércitos de cada una de
las casas comerciales extranjeras por monopolizar esa extracción en las tierras baldías.
Desde tal perspectiva, al darse todo la importancia a “el tiempo de las quinas” seguida de la
“fiebre del café”, el cultivo y la manufactura del tabaco en hoja santandereano desde 1880,
especialmente los de Girón, Piedecuesta, San Gil y Capitanejo exportados a Europa,
reasumieron la dinámica colonial española de abastecimiento interno en pocos volúmenes
a las provincias nororientales y fronterizas hasta llegar a la capital del país. Los tabacos de
Palmira exportados a Perú y Chile reconcentraron sus abastos al litoral pacífico, los tabacos
de Ambalema enviados a las Antillas, los países caribes y los Estados Unidos
reconcentraron su lugar en abastecer el sur de Colombia, los valles interandinos y los
puertos caribeños, así como el tabaco del Carmen de Bolívar fue distribuido a la mayor
parte del litoral caribe. Aunque el mercado interno fue abastecido especialmente por el
tabaco cosechado en Palmira y Ambalema al no ser demandado ni consumido por el
mercado externo, con lo cual, el mercado del tabaco gironés fue reducida a la demanda
local y provincial tradicional.
Siguiendo la recomendaciones de mejoramiento de la tabacultura de exportación por parte
de líderes liberales como el Dr. Dn. Rafael Núñez, Cónsul General de la República en El
Reino Unido (1872 – 1874), especialmente aquella en la que expresaba la necesidad de
garantizar “4o. La exportación de cigarros, cigarrillos, picadura, etc., tratando de imitar
los artículos, de estos géneros que aquí se consumen"19, y considerando el
reestablecimiento de la calidad entre los cosecheros al no existir la presión de cosechar
grandes cantidades para la exportación, aunado a la concentración de la economía estatal en
la producción exportadora de café al norte de Santander, un sector de los empresarios
tabacaleros, acorde con Mario Galán Gómez “perfeccionó la elaboración de cigarros y dio
principio a la industria de cigarrillos”. Siendo ampliada esa idea por David Johnson al
expresar que ese mismo sector puso “…a salvo parte de su capital con la fabricación de

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cigarrillos y rapé; este viraje no se debió a una intuición de tipo tecnológico o especulativo
sino al hecho de que el suave tabaco santandereano era más apropiado para los
cigarrillos, razón por la cual Santander tenía una participación tan baja en el mercado de
exportación de cigarros”20.
Los nacientes empresarios cigarreros se esforzaron a su vez por incursionar en el mercado
adoptando las vitolas de las industrias españolas de cigarros, incluidas las cubanas, al
incrementarse la demanda de fumadores habidos de las manufacturas de puros y cigarrillos
acordes con las modas y tendencias seguidas en los bares y cafés de Europa y los Estados
Unidos. Para lo cual, debieron reconcentrar la mano de obra de las cigarreras empleadas en
el pasado, los instrumentos artesanales de producción y la tecnificación de las materias
primas a través de edificios acondicionados como fábricas para el almacenamiento de
tabacos refinados y la producción en línea de los cigarros bajo la supervisión de los
administradores y propietarios de las fábricas como de las marcas comerciales que las
identificaban en el mercado local, nacional e internacional.
Para la elaboración de los cigarrillos artesanales se emplearon las máquinas
estadounidenses patentadas desde 1860 mediante las cuales el tabaco rubio debidamente
curado y aliñado se introducía dentro de una tira continua de papel que iba ingresando a un
“tubo conformador” que daba al tabaco la forma de un cilindro regular, el cual era
asegurado al ser engomada la tira de papel. Seguidamente una cuchilla giratoria de acción
intermitente cortaba los cigarrillos, siendo posible producir diariamente de esa manera al
menos cien cigarrillos antes de pasar al proceso manual o automatizado de empaque21.
La fabricación industrial de cigarros acordes con los estándares de calidad internacional
desarrollados por los españoles (europeos y antillanos) a través de sus fábricas reales de
cigarros requirió entrenar a los hombres y mujeres en el proceso de enrollado, torcida,
envoltura y acabado del cigarro, cuya técnica de elaboración a inicios del siglo XXI sigue
siendo la misma que la adoptada a mediados del siglo XIX.

Descripciones sobre la elaboración de los cigarros. Herederos de las tradiciones


mercantiles europeas los empresarios cigarreros contaban con libros donde llevaban el
sistema de cuentas de la producción realizada por los obreros, para lo cual registraban la
vitola realizada, la cantidad de materia prima que se les entregaba y debían emplear para la
elaboración, el número de cigarros producidos con ese material y para esa vitola, y en una
última columna la ganancia pagada al obrero, “cuya ganancia es directamente proporcional
a la tarea diaria”.
Producir un cigarro fino para 1919 requería seguir un proceso industrial uniforme descrito
de la siguiente manera por un “cronista” del naciente periódico regional “Vanguardia
Liberal” al visitar la fábrica “La Hamburguesa” de Pedro Sepúlveda:

Pasamos después al primer claustro del establecimiento donde están los depósitos
de tabaco y las obreras que se ocupan en quitarle la vena [limbo o nervadura
central] a la hoja, que va a transformarse luego en picadura. Allí funcionan dos
magníficas máquinas picadoras marca Miller Dubrull, que desmenuzan cada una
400 libras diarias.
En los claustros del segundo patrio trabajan unas 85 obreras. Hay alegría en los
semblantes y se observa en todo el mejor orden. Las enrolladotas hacen el trabajo

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de pié, cada una frente a su máquina en mesas separadas. Las <<torcedoras>> o


encargadas de poner la última envoltura del cigarro, trabajan sentadas alrededor
de mesas especiales colocadas simétricamente. Otros empleados se encargan de
tiquetear y de clasificar uno a uno los cigarros.
Tiene la fábrica su departamento de carpintería exclusivamente para la fabricación
de cajas para empaque. Todo aquí es absolutamente limpio y confortable22.

Afán por la disciplina y la higiene reafirmado en la recién creada fábrica de cigarros “La
Herradura” de José Antonio Escandón, caracterizada por sólo emplear materias primas y
maquinarias colombianas para “probar que podemos independizarnos en mucho de los
mercados extranjeros”, en donde otro cronista de Vanguardia Liberal observó en 1919 que:
“Al atravesar el zaguán me detengo a leer una inscripción terminante: “Se prohíbe la
entrada con niños”, y encuentro que, realmente, la invitación de Jesús, “Dejad a los niños
que vengan a mí”, en este siglo está por completo reñida con la higiene de las fábricas”23.
Evidenciándose así los relatos de las octogenarias cigarreras piedecuestanas quienes
recordaban que su escuela de formación como torcedoras de tabacos finos, regulares u
ordinarios había sido en las “faldas de sus mamás” o debajo de sus mesones de trabajo
ayudando a espalar o haciendo perillas desde los ocho años. Siendo una constante también
vivida por las actuales dueñas de fábricas y fabriquines como se puede reconocer en el
capítulo final a través de las historias de vida de diez mujeres cigarreras representativas del
patrimonio inmaterial del tabaco, los cigarros y las cigarreras de Piedecuesta.
La importancia de formar desde muy niñas a las futuras rolleras, torcedoras, empacadoras,
administradoras y propietarias de fabriquines o fábricas que engrosaban las siguientes
generaciones de cigarreras fue analizada y explicada en 2009 desde la articulación del
oficio mecánico – manual con la apropiación socio - lingüística de un tecnolecto acorde con
las necesidades locales y gremiales de la producción cigarrera de la siguiente manera:

La población tabacalera de Piedecuesta se desenvuelve profesionalmente en los fabriquines


y en las fábricas cuyo rango de edad oscila entre los 16 y 56 años. Siendo los de menor
rango de edad los auxiliares de cada uno de los sitios de trabajo y los de mayor rango
quienes desempeñan las grandes tareas.
En el tecnolecto del tabaco de la comunidad estudiada, dos hechos marcan su diferencia
dialectal con quienes no se dedican a este oficio: una tradición oral por medio de la cual se
adquiere el tecnolecto en su complejidad, que es transmitido desde una temprana edad en
la que los procesos de internalización de la lengua son críticos (queriendo con esto
afianzar por lo menos la primera parte de ésta, que es la producción oral antes del
conocimiento consciente de la gramática), por lo que no se presentan variaciones
significativas (esto es de alguna manera comparable a la lengua materna) en los recursos
lingüísticos de la comunidad tabacalera; otra, la tradición cultural que configura cada
fabriquín o fábrica y determina la mayoría de relaciones sociales, de convivencia y
pertenencia que en éstas se dan.
Es pertinente ahora mostrar cómo se dan dichas relaciones en la parte interna de la
estructura sociolingüística de cada ámbito estudiado. Por un lado, se da en la comunidad
las relaciones fuertes, como las familiares y de los amigos, por otro lado, se dan las
relaciones de conocidos (personas que llegan por algún contacto al lugar de trabajo). Este
hecho condiciona sistemáticamente los tipos de relaciones que allí se configuran

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diariamente: la cercanía, la confianza, y de alguna forma el conocimiento de y con la otra


persona, determina el trato, el lugar de trabajo y posiblemente la permanencia; se crea un
espacio restringido y restrictivo de estos lugares que habitualmente están conformados por
un núcleo familiar. Estas relaciones son más estrechas en los fabriquines ya que el sitio de
trabajo es su misma casa, allí se encuentran primos, mamá e hijo etc. A este respecto cada
ámbito tiene una organización específica: El fabriquín que está conformado principalmente
por los torcedores que en su mayoría son mujeres y los rolleros comúnmente hombres,
también cuenta con otros trabajadores de menor rango como son los cajeros y los
emperilladores, estos dos oficios sólo se requieren en época de alta productividad por lo
que no es común encontrar estos personajes en todos los fabriquines.
La fábrica que está constituida jerárquicamente por un administrador, que dirige un grupo
de empacadores que se subdividen de la siguiente manera, primero el cajero, luego el
anillador, posteriormente el amarrador, el empacador corriente y finalmente el
englasinador. Generalmente trabajan más hombres que mujeres.
De esta misma forma, la pertenencia a este grupo humano incluye dentro de sus
requerimientos el compartir ciertos conocimientos como el tecnolecto. Es así como los
fabriquines y empacadores se configuran en comunidades lingüísticas, en tanto poseen una
serie de conocimientos de la variedad de la lengua a la que están inscritos y que definen la
comunidad misma y en comunidades de práctica, en tanto los participantes y miembros se
reúnen en torno a un objetivo común.
A medida que los conocimientos de estos oficios se afianzan, los trabajadores son
cambiados de puesto hacia otro que genera mayor responsabilidad, procesos más
cuidadosos, y en algunas ocasiones oficios que requieren de una mayor destreza. Así
mismo, las relaciones inter-grupales se consolidan y la persona ajena a un lazo de
consanguinidad entra a ser parte de la comunidad como si fuera miembro de la familia. En
la fábrica estas relaciones no son tan constantes debido a que el personal varía de acuerdo
a las necesidades de empaque, es decir que si necesita nuevo personal por un periodo corto
se contrata y luego se prescinde de ellos. Lo que se rescata de los dos procesos es que
todos ellos son desarrollados manualmente y sin ellos quizás no existiría la producción del
tabaco en Colombia24.

La experiencia cigarrera de de la segunda mitad del siglo XX, centrada en la producción de


cigarros ordinarios (“chicotes” o de tercera calidad”) y regulares (“corrientes anillados” o
de segunda calidad) de los fabriquines (fábricas domésticas, microfamiliares e
independientes de tabacos) fue descrita entre 1975 y 1995 a través de los siguientes pasos o
etapas para la producción de cigarros:

El proceso de elaboración de los tabacos es el siguiente:


a. Espalar la capa y el capote, es decir, sacarle a cada hoja de tabaco, la vena
más gruesa.
b. Hacer el rollo; en una pequeña máquina manual de metal que lleva un pedazo
de lona.
c. Envolver el rollo en la capa; el terminado consiste en pegar con almidón por
una de sus puntas el último pedazo de capa.
d. A cada uno de los tabacos más finos, se le coloca anillo.
Los tabacos en paquetes de 25, 50 o 100 unidades, sellados con la estampilla
adquirida en la Renta Departamental25.

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Bajo la premisa que la elaboración de cigarros puros y corrientes ha sido en Colombia “una
actividad muy tradicional en las zonas especializadas en la producción primaria de tabaco,
principalmente en el Departamento de Santander en los Municipios de Girón y
Piedecuesta”, los investigadores del Ministerio de Agricultura recrearon en 2005 el proceso
manufacturero de los cigarros de la siguiente manera:

La elaboración de los cigarros en forma manual sigue siendo importante, y en


general, se lleva a cabo como se hacía a mediados del siglo pasado…

La torcida del tabaco es un proceso muy particular, en primer lugar se seleccionan


las hojas por calidad, tipo y tamaño, para preparar la tripa, la capa, y el capote. La
tripa es lo más importante del cigarro, es el núcleo donde diferentes combinaciones
de hojas de tabaco le dan a éste sus características de aroma, de sabor y calidad.
“La capa es la hoja que está en contacto directo con la boca, por lo que su sabor
acompaña toda la fumada” y el capote es la parte del cigarro que sujeta la tripa.
Lo primero que se hace es ligar el tabaco, lo cual consiste en mezclar 2 ó 3 clases
de tabaco, seco y ligero, que componen la tripa del tabaco, se combinan estos tipos
de tabaco de manera que una mezcla de cada marca contenga unas características
especiales y distintivas. La composición de las ligadas es uno de los secretos más
bien guardados de las fábricas. El “torcedor” enrolla los tabacos, distribuyendo
las hojas en las palmas de la mano y retorciéndolas, utilizando para ello,
herramientas como la tabla de rollar (donde se enrolla el cigarro), una cuchilla con
forma de media luna llamada chaveta (para cortar las hojas) y una guillotina (para
cortar el largo del tabaco a la medida).

Una vez se ha torcido la tripa, se recubre con el capote y se introduce en un molde


para que el tabaco vaya adquiriendo forma. Dichos moldes se cierran y se colocan
en una prensa, con el objeto de sujetar las hojas. Enseguida se coloca la capa, esta
se recorta a la medida y por último, se le pone al cigarro una perilla (una
prolongación de la capa que recubre la cabeza del cigarro), la cual se fija con
goma. En Colombia se fabrican cigarros desde el siglo XIX, en la actualidad las
empresas que procesan este producto se caracterizan por ser pequeñas y utilizar
técnicas de producción “rudimentarias”. Su actividad se desarrolla casi en su
totalidad en los departamentos de Santander, y Valle del Cauca. La
comercialización de este producto es regional y localizada, se hace al detal y en el
caso de las exportaciones, éstas son esporádicas e insignificantes

Se calcula que la elaboración de un puro hecho a mano implica un proceso de más


222 etapas desde su siembra hasta el producto terminado antes de ser distribuido,
el cual consume un tiempo no inferior a cuatro años, ya que pasa por procesos de
selección, clasificación, empaque y añejamiento; a diferencia de los “chicotes”
tradicionales, que tienen un proceso de fabricación con una duración de algo más
de quince días. En todo este proceso se requiere de un gran número de mano de
obra no calificada26.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

PROCESO DE ELABORACIÓN DE LOS CIGARROS FINOS


HECHOS A MANO EN PIEDECUESTA

Fotogramas tomados de:


CIGARROS CHICAMOCHA. Producción. [En línea]. Piedecuesta: Cigarros Chicamocha, 2009.

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A partir de su experiencia en la fábrica de cigarros Picasso, así como desde la construcción


propuesta para un tecnolecto del tabaco entre los rolleros, las torcedoras las torcedoras y los
empacadores de cigarros de las fábricas y fabriquines de Piedecuesta, la lingüísta Jesie Ruíz
describió y caracterizó entre 2007 y 2009 el proceso de producción de los cigarros
corrientes piedecuestanos diferenciando el fabriquín de elaboración de cigarros corrientes
de la fábrica de empaque, a pesar de estar directamente corelacionados al trabajar los
fabriquines sólo para las fábricas y al sólo poder las fábricas comercializar las “compras”
hechas a los fabriquines. Desconociendo además los procesos paralelos de producción y
empaque de los cigarros finos, tipo exportación, elaborados desde 1987 en Piedecuesta en
fábricas de Cigarros como “Gamos”, a la cual visitó y fotografió la investigadora. En su
descripción sobre los cigarros corrientes expresaba:

En cuanto a la producción del tabaco en Piedecuesta Santander, hay dos ámbitos


diferenciados en los que se siguen diferentes procedimientos.

El fabriquín
Es un lugar acondicionado para la elaboración artesanal del tabaco en el se
encuentra un grupo de trabajadores llamados los artesanos del tabaco o
fabriquines, nombre que utilizan los administradores de las fábricas para hablar de
ellos, son en la misma ciudad el grupo de cigarrero y familiarmente también se les
puede nombrar como los chicoteros pues ellos se encargan de elaborar el chicote
que para este caso será el tabaco artesanal o corriente. Dentro de este gran grupo
hay personas que son especialistas en un oficio, aunque conocen el procedimiento
de todos son diestros más en uno que en otros. Aquí encontramos los rolleros, las
torcedoras, los cajeros y los emperilladores. El rollero es la persona que hace el
rollo, y para elaborarlo emplea la maquina rollera o mesón, como instrumento de
trabajo y la picadura y capote como materia prima para elaborar el rollo.
La picadura está constituida por los recortes, las venas o palillos y la broza, que
son los sobrantes pues en la producción de tabaco nada se desperdicia. Para
cumplir con la producción masiva del rollo, el rollero se ayuda con el cajero quien
manipula el capote, lo espala con la ayuda de la puntilla y lo corta en el tamaño
indicado para elaborar el rollo. Este rollo necesita para su elaboración un buen
capote que es una hoja seca de baja calidad, una picadura que se elabora con el
recorte de las perillas y la vena que queda de espalar.
La torcedora, es por lo general, una mujer que se encarga de terminar todo el
trabajo artesanal del tabaco y le da al producto la forma y belleza necesaria con
sus valiosas manos, para que esté listo para la venta. Para torcer estas artesanas
necesitan, en primer lugar acondicionar la capa para que pueda ser manipulada sin
dificultad, para ello la humedecen con un rociador y luego de que ella adquiera la
textura deseada, la empalman. Posteriormente la (d)espalan o (d)espalillan con
la puntilla como hacen los rolleros y finalmente emperillan el tabaco, es decir que
le hacen una perilla con los recortes para dejar listo el producto para el consumo.
Por lo tanto, para elaborar este producto se necesitan varios instrumentos, la capa
y el rollo por un lado y por otro lado el cortador o guillotina, la pacora, el aparato

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y la goma dentro de su gomera respectivamente, además del mesón para torcer y la


silla o tabrete para proporcionar comodidad a las chicoteras o cigarreras. Una
torcedora hace todas sus labores, empalma, corta, espala, tuerce, emperilla y
amarra. Los emperilladores, son las auxiliares de las torcedoras y como su nombre
lo indica se encargan de hacer las perillas de los tabacos hay que aclarar que estas
perillas en este campo solo se le hacen al romo o reina.

La fábrica
Es el lugar donde llegan todos los tabacos que hacen los artesanos. Allí continúa el
proceso y pasa al empaque del que se encargan los empacadores.
Los empacadores al igual que los fabriquines desempeñan varias tareas y se
especializan en una de ellas. Dentro de este grupo encontramos primero los cajeros
que se encargan de cajear, aromar y prensar, los anilladores que se encargan de
anillar, los amarradores que se encargan de amarrar y los empacadores de
etiquetar, y envolver con manifol y los englasinadores también empacan pero con
celofán o polipropileno. Los cajeros necesitan el aromar creado especialmente en
la fábrica, necesita un compresor y el aroma, esencia o salsa, las tablas y la
prensa. El cajero de la fabrica es el que hace los oficios varios de un empacador,
aroma, cajea en las tablas, prensa y amarra.
Luego de cumplir estas tareas el cajero le pasa las tablas al anillador. Los
anilladores necesitan los anillos con la marca de la fabrica para anillar y el
almidón de yuca, harina de trigo o bore para pegar, por otro lado, encontramos
los amarradores especializados en amarrar los tabacos corrientes (entre los
cuales se distinguen en primer lugar los chicotes, además los cigarros, los romos,
las reinas, las calillas pequeña y las calillas grandes) en paquetes de cincuenta con
cabuya, papel periódico en el caso de los tabacos de menor calidad y con cinta
para el englasinado de los tabacos de mejor calidad.
Finalmente, el proceso del empaque se divide en dos tipos, un empaque corriente
que los hacen los empacadores con papel manifol y almidón de yuca y, otro que
hacen los englasinadores con papel celofán o papel polipropileno, para terminar
de enchuspar lo pegan con la plancha o con un bombillo terminando todo el
trabajo pegando la etiqueta o tiquete que identifica a cada fábrica y así queda listo
el paquete ya para la venta. Hay que resaltar que estos dos tipos de empaque están
relacionados con la calidad del chicote. El empaque corriente se elabora con los
de menor calidad y el englasinado se hace con aquellos que tienen mayor calidad o
son más “finos”.
El léxico presentado aquí forman parte del tecnolecto del tabaco en el perímetro
urbano de Piedecuesta Santander, los significados de estas palabras los
encontrarán debidamente explicados en el glosario del trabajo27.

Sin embargo, una de las descripciones históricas más autorizadas sobre cómo se elaboran
los cigarros tradicionales de Piedecuesta ha sido realizada por Martha Yolanda Niño
Carreño, honorable concejal municipal, líder y representante del gremio de los cigarreros,
al ser descendiente de una familia de abuelos tabacaleros y padres cigarreros nacida en
1964, así como por ser microempresaria en la producción y comercialización de cigarros

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corrientes. En 2011 resumió sus conocimientos como “torcedora” experimentada al


expresar:

Yo hice tabaco. Al tabaco se corta la capita, se coge el rollo. Bueno primero se


hace un proceso de una picadura que es lo que va por dentro de un cigarrillo, que
es lo que va por dentro del tabaco, con una hojita se pone en una máquina y se le
echa lo que le digo la picadura y se baja la maquina y queda hecho un rollito, como
un rollo de pan digámoslo así. Eso lo hace el rollero, luego la torcedora hace el
proceso de picar la capa, coge el rollito y lo enrolla y lo baja. Luego le hace la
perilla depende del tabaco que haga porque hay perilla, panetela, romo, romo fino
que se hace con hoja al revés, que la hoja es bien lisita sin venas.
Luego ese tabaco pasa a colocársele la marca. La marca se hace a través de un
papelito como un anillito, como la forma de un anillito, así se manda hacer la
papelería con la marca de la empresa y se le coloca el anillito al tabaco. Cuando
el tabaco esté anillado se reparte en cajas por cincuenta que se meten a una prensa.
Se prensa el tabaco y queda marcadito y cuadradito cada tabaco. Después de que
se prensa entonces se coge el paquete de cinco en cinco tabacos y se hacen los
veinticinco. Esos veinticinco con un pedacito de papel periódico se cogen y se
envuelven. Ya después de estar allá, después de envuelto en el papel periódico, ya el
paquete de los veinticinco usted coge un papel celofán, algunas empresas lo hacen
con papel bond, pero la mayoría utilizan el papel celofán blanco, y ese paquete de
veinticinco se pone dentro del papel celofán. Se le coloca un sello más grande que
se hace en papel redondito, triangular o como sea la marca la empresa y envuelve.
Luego se le quita el periódico y se pega con gomita, y ese paquete sale a exportar.
Hay otra clase de producción y exportación de tabaco que es el que hace fábricas
de cigarros como la de doña Justa Gualdrón [Gigarros Gamos dese 1974, produce
la marca “Brevas” desde 1987] que es ya fino, que se empaca en cajas de madera de
cedro o en cajas de cartón tipo exportación. El tabaco fino de Piedecuesta se hace
en varios estilos, hay varias vitolas. La vitola tipo brevas es el fortín de exportación
de doña Justa, así como el fortín de la “Chicamocha” [Cigarros Chicamocha de
Leonidas Castro desde 2001] es el cubano. Aquí cada fábrica tiene su fortín28.

Orígenes de la ética empresarial de las cigarreras. Un factor a favor de los empresarios


cigarreros era la libertad, responsabilidad y autonomía laboral que caracterizaba a las
mujeres santandereanas, especialmente las piedecuestanas, al incursionar desde décadas
previas en actividades artesanales que fomentaban su emprendimiento productivo y su
independencia de género como mujeres solteras, madres-solteras o madres cabeza de
familia como eran la elaboración de artesanías hechas de hilos de algodón, especialmente
los lienzos de batán y mantas de vestir, la elaboración y comercialización local de
artesanías hechas de paja como los sombreros de “jipijapa”, y finalmente, las artesanías
hechas con las hojas de tabaco como eran los cigarros para el consumo nacional o la
exportación, que al igual que los hilos y las pajas también se diferenciaban en cuanto a su
calidad en primera, segunda y tercera clase.
La disciplina y responsabilidad de las artesanas de los sombreros de la provincia de Soto
(Bucaramanga, Girón y Piedecuesta) que eran demandados para las plantaciones esclavistas

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algodoneras del sur de los Estados Unidos, las plantaciones azucareras antillanas y los
tabacultores neogranadinos fue descrita por el corógrafo Manuel Ancízar (1851) al hacer la
siguiente descripción sobre la actividad propia de las manufacturas hechas por esas
mujeres:

La tejedora permanece toda la semana en su casa, ora sentada en la sala barrida y


pulcra, sobre una esterilla momposina, sobre la cual está una taza de agua para
remojar la paja mientras confecciona la copa del futuro sombrero, ora invisible
terminándolo a puerta cerrada, pero anunciando su afán y su esperanza con
alegres cantares interrumpidos y variados cada rato, como quien tiene la atención
puesta en otra cosa.
Llega el sábado: el sombrero se ha terminado en mitad de la noche anterior a la luz
de un candil; la joven tejedora peina desde temprano su cabellera de ébano,
dividiéndola en dos trenzas magníficas que deja caer a la espalda; ciñese a la breve
cintura las enaguas profusas de muselina o zaraza fina, no tan largas que al andar
no descubran el arqueado piececito metido al descuido en una alpargata blanca y
diminuta; cúbrele el firme busto una camisa de tela blanca, entre opaca y
transparente, ribeteada con flores y calados, obra de sus incansables dedos, y
puesto al desgaire un pañolón bien matizado, sale despejada y risueña, ladeando en
la cabeza el sombrero que para sí ha tejido poco a poco los domingos con todo el
primor de su arte, teniendo escogida de antemano la brillante cinta que lo adorna,
y se encamina para la plaza en busca de los compradores de sombreros, quienes la
esperan sentados con aparente indiferencia en la esquina de la tienda, y junto al
taburete la rolliza mochila de reales, elocuente aunque mudo reclamo.
El sábado es día de pocas ventas porque las tejedoras van, más bien que a
negociar, a explorar el campo del mercado calcular la extensión de la demanda y
contraminar la confabulación de los mercaderes para no pasar de cierto precio
mínimo. La tejedora no se deja engañar por la indiferencia postiza de sus
contrarios: sabe que ellos deben completar con urgencia las partidas de sombreros
exigidas por los comerciantes de Cúcuta y opone los incalculables ardides
mujeriles al cómico estoicismo de los mochileros. Estos, que de cierta hora en
adelante comienzan a sobresaltarse, llaman, se sonríen, dicen cariños, y cuando
llega el domingo acaban por sucumbir, olvidando sus pactos de oferta y tomando
cuantos sombreros alcanzan, antes que sus rivales se los lleven.
Triunfantes las hijas de Eva, como lo usan y acostumbran en materias que les
interesan, vuelven a sus casas con los manojos de nacuma para la tarea siguiente,
arman sus corrillos alegres, pasean un poco y al empezar la noche empiezan
también el sombrero de la otra semana, sin perjuicio de... pero respetemos los
asuntos de aquellos ingenuos corazones. Sin el amor, sin el aura divina de los
íntimos afectos, ¿qué sería la vida?29.

Las tejedoras piedecuestanas de sombreros elaboraban cuatro variedades o calidades para la


exportación y el consumo nacional como eran los de: jipijapa, caña, ramo y cuba. Lo cual
les permitía asegurarse para sí mismas condiciones dignas e independientes de bienestar
como solteras al llegar a obtener algunas de esas mujeres una renta anual de 200 pesos,

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“suficientes para cubrir los gastos de existencia, y algunos de placer y regalo, en un país en
que la manutención abundante no cuesta más de 92 pesos al año”. Materializándose la
prosperidad obtenida por las sombrereras, como por las tejedoras de alpargatas, mantas,
lienzos y ruanas de algodón, en “el esmero en el vestir de telas finas, y cierta dignidad en el
porte y modales, sugerida por el sentimiento de la independencia y el laudable orgullo del
propio mérito, modesto, inofensivo y callado, no ese orgullo petulante de las
mediocridades vanidosas que se agitan, y se pregonan, y oprimen a los demás con su
enfadoso individualismo”30.
Siendo reafirmado ese espíritu de emprendimiento y prosperidad de las mujeres de
mediados del siglo XIX a través de las recreaciones hechas por Eugenio Díaz Castro (1804
– 1865) sobre las aliñadoras de tabaco en Ambalema durante 1856. A través de la novela
“Manuela”, el publicista liberal concibe la vida de “María Manuela Valdivia”, una
campesina trapichera de la parroquia cundinamarquesa de La Mesa quien al negarse a
seguir los caprichos de los hacendados y gamonales que tradicionalmente habían tenido el
poder de “decidir de los precios de las cosechas, de la suerte y del honor de las estancieras
y de las sentencias de los jueces”31, había decidido huir a la villa tabacalera de Ambalema.
Al llegar a las orillas del río Magdalena se encontró que las mujeres solteras residentes allí
vestían “enaguas de crespón blanco con fondo del mismo color, camisa bordada de seda
negra, y un pañuelo de punto sobre los hombros. Sus dedos, garganta y orejas brillaban
con los adornos de oro lino, y aun su cabeza, porque las peinetas estaban chapeadas del
mismo metal. Tenía zapatos enchancletados, pero no tenía medias, y en la mano cargaba
un rico pañuelo de batista”. Y a pesar de ser sólo peonas o trabajadoras tabacaleras
“algunas se cruzaban fumando tabaco y caminando con cierto aire de liviandad y descoco,
únicamente tolerable en los puertos y en los lugares demasiado calientes, pero que en otras
partes no tiene disculpa” al ser un privilegio andino sólo de las mujeres privilegiadas.
A pesar del clima calido y la amenaza de sufrir enfermedades mortales, la mayoría de esas
mujeres, como era el caso de Matea manifestaban estar “muy amañada, porque gano todos
los días mi peso en el trabajo de los aliños del tabaco, como a mi gusto, me baño dos veces
al día, a las nueve y a la oración; bailo todos los domingos y una que otra vez en medio de
la semana. No dependo de nadie, porque para eso tengo plata; conmigo no se mete la
justicia, y teniendo gratos a los empleados de la casa, no hay quien oprima mi voluntad ni
quién me haga sufrir”. Con lo cual se libraban del hambre, la pobreza y los maltratos que
en las haciendas andinas tenían que padecer ante “la zurriaga de los amos, y de los
capitanes, y de los mayordomos, y ganando un triste real”.
Al igual que las sombrereras, las tabacaleras compraban legal o ilegalmente el tabaco a los
cosecheros evadiendo los controles de los guardas y las romanas de treinta libras. Al ser
llevada Manuela por Matea al caney de la Compañía de aliños, pudo comprobar además
que:
…en donde alisaban tabaco en un corredor solado con neme ciento cincuenta
mujeres; pesaban y enmanojaban ciento veinticinco, apartaban clases enlistonaban
y levantaban prensas más de doscientos hombres. Manuela se quedó asombrada de
la actividad de la gente, en especial de las mujeres, que movían las manos con la
ligereza con que las tominejas mueven las alas, y que dejaban el puesto con
repugnancia cuando era la hora, por tal de ganar seis u ocho pesos en la semana,
sin que las arredrase ni el hambre ni la sed, ni el calor, ni la fatiga. ¡Honor al

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fundador de la primera casa de aliños (don Francisco Montoya), quien con sus
cálculos comerciales, sus recompensas al trabajo y su espíritu de orden mantuvo en
el interior de la república un plantel de especulaciones para los ricos y los
pobres...!”. [Siendo complementado ese lugar por el edificio de la factoría española
que servía de oficina de aliño; aunque desde el corredor se percibía] “…el olor
pestilente de las garras podridas de los cueros y del neme con que se zuaquean las
petacas de cuero. En todas partes orden y actividad, y peones esforzados y diestros
en sus maniobras”32.

El tabaco se constituía en el producto que liberaba laboral y socialmente a las mujeres del
yugo patriarcal, así como era el símbolo de las conductas liberales y emancipatorias de
muchas de ellas al comprar, fumar o mascar tabaco al igual que los hombres, después de
haber sido en su infancia quienes enrollaban y preparaban sobre sus rodillas los cigarros
para sus padres o en sus adultez y viudez quienes torcían y daban combustión a los cigarros
que preparaban para sus maridos, acorde con las costumbres heredadas de indios y
mestizos. Con lo cual, las provincias reconocidas como las mayores productoras de tabaco
de exportación eran a su vez donde se consumían los mayores volúmenes de cigarros
manufacturados por parte de las mujeres. Evidencias de ello son las descripciones de
Ancízar (1851) sobre las mujeres de Piedecuesta, tanto las comunes como las principales,
de quienes expresaba a su paso por la capital de Soto:

Las mujeres calzan alpargata o zapato, y visten camisa prensada y adornada con
farfalás, amplias enaguas de zaraza, un pañuelo abierto anudado por las dos
puntas a la garganta y el resto flotante sobre la espalda o el lado izquierdo, y el
cabello recogido en trenzas bajo un sombrero de paja cuyas dimensiones y figura
varían según la coquetería de la portadora; son, por lo general, de aspecto gentil y
despejado, blancas algunas y la mayor parte mestizas de indio y africano, grandes
fumadoras desde la infancia, en lo que, si es posible, les ganan a los hombres, de
genio independiente y alegre, y naturalmente filántropas como lo requiere el clima.
Los domingos, día de mercado, sacan a lucir lo mejor parado de sus galas,
anunciando su marcha desde lejos con el crujir del alzuidón que suelen prodigar en
las ropas; venden el sombrero de nacuma o palma, tejido despaciosamente en la
semana, y con el producto de esta industria, que en el cantón alcanza nada menos
que a 13.000 pesos anuales, hacen sus compras, y después de haberse mostrado en
público entablan, al caer de la tarde, franca tertulia sentadas junto a la puerta y del
lado de la calle.
… ¡Notables contrastes! El pueblo llano de Piedecuesta es músico y poeta; y el
pueblo encumbrado, antiguamente llamado clase alta, no es poeta ni músico; entre
el pueblo llano hay tertulias y serenatas; entre las familias de rumbo, que por
fortuna son pocas, faltan lo uno y lo otro con tal exceso, que viven aisladas,
reducidas a fumar solas sus tabacos y entregadas a tristes rivalidades que les
imposibilitan cualquier diversión, pues al punto que alguna se proyecta, comienzan
a averiguar si se han convidado señoras de primera o de segunda, clasificándose
así ellas mismas, como si fueran andullos de tabaco, y resultando a la postre que no
pueden reunirse, o apenas se juntan por rareza en número suficiente para formar

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un baile vacío y glacial. ¡Miserias humanas, en que la vanidad se hace pagar con
usura en aburrimiento y horas desabridas los mentidos triunfos que aconseja!
Multitud de jóvenes amables y agraciadas que animarían un sarao, pasan los ratos
de solaz guardadas en sus casas, o si salen van sin acompañantes cual si formaran
una tribu enemiga de la tribu de varones33.

El tradicional consumo de grandes cigarros por parte de las mujeres neogranadinas


siguiendo las modas europeas y estadounidenses, fue cuestionado y rechazado un cuarto de
siglo después por los pedagogos liberales, moralistas, progresistas e instruccionistas en su
afán por cambiar y civilizar las costumbres de las santandereanas y los santandereanos. En
el periódico científico oficial de la Sociedad Didáctica de Santander, pedagogos y
normalistas guiados por el alemán Alberto Blume expresaron a los demás maestros del
Estado las acciones que se deben seguir para cambiar las costumbres indecentes por parte
de las mujeres, entre las cuales se encontraba el consumo femenino de tabaco en lugares
públicos. De forma anónima, ESV manifestó en el número 16 (enero 05 de 1876) de “El
Pestalozziano” su rechazo a la existencia de las mujeres fumadoras a través del siguiente
artículo:
EL TABACO

He aquí un elemento presentado por la moda a la colectividad humana como


indispensable a la existencia social.
Pero esto no es extraño: todas las sociedades tienen sus extravagancias (y esto no
es de ahora), que más o menos estrambóticas, santificadas por la ley de las
costumbres, han barahustado las reglas más triviales e indispensables a la
conservación del organismo.
El pueblo inglés es uno de los más raros en sus extravagancias que, hijas del spleen
o del té, han hecho raya en los anales de su vida propia, como en tiempos
abolengos lo fueron las vivezas de tío conejo con tío tigre.
Pero como no es mi ánimo viajar a Inglaterra en estos momentos, ni mucho menos
llevar de compañero al lector en ese dilatado viaje, atendido a que tendría que
andar un año a caza del fletamento de una mula, quedémonos en Colombia y
hablemos de el tabaco.
Para el agricultor es un ramo de industria, que aunque merece un esmero
particular en su cultivo, porque ya la pinta, la miel, el gusano y el modo de ponerlo
en pila forman mil contrariedades que tienen en continua preocupación los cálculos
del propietario, si la primer cogida es buena y la soca da dos cosechas regulares,
queda alguna utilidad después de tanto quebradero de cabeza.
Para el comerciante es un ramo de especulación, porque calculando que en Bremen
se cotiza a 36 grots, por ejemplo, y que hay muy pocos zurrones en existencia, con
la romana de pita atrás y raya ancha, le paga a $ 12 quintal y he ahí una utilidad
tan precisa como lo es verídico el axioma de Newton de que a+b=a-b.
Para los tintoreros es también un ramo de negocio: compran el de tercera, el
piulado y el veranero a precios infinitamente bajos para dar tinte a sus telas,
engañando al más o menos vivo que penetra en lo firme de la pinta que colora.

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Para el hombre es un elemento de distracción, porque muy bien lo ha dicho un


coplero :

El tabaco es un consuelo
Para el que triste suspira,
Porque como el humo al Cielo
Volar los suspiros mira.

Pero lo que es de propiedad del hombre no debe en modo alguno abrogárselo la


mujer, y sobre todo si no ha llegado a la maternidad, ni ha salvado las barreras de
la juventud.
Causa lástima en nuestro país ver algunas de nuestras señoritas concurrir a visita
con su enorme cigarro, que casi parece estar en lucha abierta con la mandíbula
inferior; y sobre todo causa mayor lástima ver la ostentación con que hacen alarde
nuestras smicking young ladies de aquel hábito en mala hora contraído.
La mujer, por la delicadeza de su organización y lo fino de sus sentimientos, debe
pagar tributo a distracciones más honorables. La música, el canto, la pintura, el
baile, el baño, el recreo &, serian acaso agentes más convenientes a distraerlas del
trabajo cotidiano o de los pesares (más o menos supuestos, más o menos reales)
que combatieran su alma de paloma.
A las mujeres no les gusta que los hombres tomemos brandy, ni que para
neutralizar nuestras penas escogitemos placeres que rayen en vulgares, y en esto no
les falta razón.
Si, pues, ellas quieren la perfección del hombre, porque ya como padre, hermano,
amante, esposo o amigo tienen un punto de afinidad y de intereses mutuos en la
elaboración de nuestra dicha, que la mujer calcule lo agradable que es para el
hombre sentir de cerca el aliento de una boca saturada por los miasmas de ese
ámbar y de la nicotina y caerá en cuenta de que no son exageradas y sí
filantrópicas estas cortas y respetuosísimas memorias.
Socorro, noviembre 14 de 1875. E. S. V.

Prácticas femeninas reafirmadas por García (1895) al rememorar como parte de las
costumbres que caracterizaron la provincia entre 1840 y 1850 el consumo de cigarros de
tabaco como parte de los hábitos domésticos y los rituales sociales al expresar que para
entonces “por la noche solían hacerse visitas de confianza, siendo en ellas indispensable el
tabaco rodillero, destinado a aromatizar la animada conversación, hasta que sonaba el
toque de queda, hora en la cual todos se retiraban a sus casas”. Siendo institucionalizadas
esas reuniones sociales mediadas por el consumo de los cigarros elaborados con las hojas
de mejor calidad aportadas por las familias cosecheras y los comerciantes exportadores con
la creación de clubes sociales en Bucaramanga, centro agroexportador y capital financiera
de los tabacos de la provincia de Soto, como fueron el establecimiento “El Tívoli”
adecuado y abierto al público masculino en la calle del comercio por el exportador alemán
de tabacos y sombreros Geo von Lengerke en donde los asistentes, además de fumar los
cigarros hechos con los tabacos curados por el empresario y beber los tragos importados
exclusivamente por el mismo, podían divertirse en el salón público con “dos juegos de

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bolo, sala de billar, cantina, jardines y un patio con dos trapecios”.


A ello se sumaron otros centros de reunión para la selecta, distinguida y discriminante clase
social conformada por los comerciantes y empresarios quienes se reunían a fumar y
“estrechar las relaciones sociales y ventilar los intereses comerciales y literarios del
Departamento”, además de contar con mesas de juego para loterías y billares. El primero de
esos centros fue el Liceo de Soto (1872), sustituido por el Club de Soto (1873) y
reorganizado después de la guerra civil como el Club del Comercio (1877). Los
campesinos, artesanos y comerciantes de poco prestigio o fama se congregaron en el “Liceo
de Artesanos” creado por el Doctor Agustín Linares (1874 – 1876), a la par de darse origen
a sociedades de artesanos como la beligerante y proteccionista “culebra pico de oro”,
mientras que los alemanes optaron por congregarse y reunirse con sus socios
santandereanos de forma libre y segura en el Consulado Alemán que solicitaron abrir y
sostener a partir de 1872, siendo finalmente atacados y picados por los miembros de la
peligrosa “culebra” entre el 7 y 9 de septiembre de 1879.

EXPOSICIÓN INDUSTRIAL 1918

EXPOSICIÓN INDUSTRIAL 2008

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LOS INDUSTRIALES

Las crisis exportadoras de mediados del siglo XIX, especialmente la de 1857 – 1858,
aunado a la creciente demanda de tabaco en rama por todos los sectores sociales, hicieron
del tabaco procesado y manufacturado como cigarros una alternativa económica tan
importante para los tabacaleros y comerciantes de tabaco de Soto como lo era para los
Mariquita en el Estado del Tolima, que su nombre y fortaleza como gremio fue inscrito
como parte de las placas de agradecimiento que se pegaron a las paredes de los templos
parroquiales dando gracias a los santos patronos locales como a los curas párrocos que
habían promovido su actividad productiva y el progreso de cada ciudad.
En el caso de Bucaramanga, en una piedra tallada García había leído al pie del altar mayor:
“Los cigarreros en obsequio al doctor F. Romero. 1871”, como parte de los homenajes
hechos por la ciudad al cura emprendedor que había promovido la construcción de un
nuevo templo parroquial contando para ello con los aportes económicos y los auxilios en
materiales de construcción de los tabacaleros, específicamente del enladrillado del templo
donado por los “señores Francisco Ordóñez Rodríguez y Geo von Lengerke, y en parte a
una suscripción levantada y recogida por los mismos”. Sin embargo, la elaboración de
cigarros era una actividad productiva y económica de poco reconocimiento social,
educativo y comercial por lo cual permaneció oculta a los ojos de las demás personas.
Siendo la capital del Estado de Santander de 1857 a 1861, del Departamento (provincial) de
Soto y del Departamento de Santander a partir de 1886, y a pesar de haberse establecido en
ella las principales fábricas de cigarros, el nombre y la actividad comercial de las mismas
eran invisibles para la mayoría de los vecinos de Bucaramanga. Siendo reafirmada esa
condición en los censos de población que desde 1870 registraban no sólo la edad y estado
civil de los habitantes pues también se informaba sobre la ocupación y procedencia de los
habitantes del Estado como de la República.
El censo de 1870 reconocía como estado social de los santandereanos a los: infantes sin
oficio, empleados, militares, ministros del culto, religiosos, institutores, propietarios,
capitalistas, agricultores, ganaderos, mineros, pescadores, comerciantes, marineros,
arrieros, artistas, administradores domésticos, legistas, médicos, ingenieros, literatos,
estudiantes, sirvientes, vagos, reos rematados, ancianos sin oficio, fabricantes y artesanos,
entre los cuales se infiere que estarían agregados los cigarreros y cigarreras, en el caso
particular de Piedecuesta entre sus 223 artesanos y las 316 artesanas. Siendo reafirmada y
usada esa misma clasificación en los censos de 1896 (1754 artesanos y 182 artesanas
piedecuestas), 1912, 1918 (644 artesanos y 294 artesanas piedecuestas), y 1938. Incluso en
las crónicas históricas sobre los oficios y profesiones más importantes de la capital de
Santander durante los siglos XIX y XX de historistas como Roberto Harker sólo se
reconoce la importancia social y la incidencia económica de los alcaldes, literatos,
religiosos, médicos y farmacéuticos, peluqueros, sastres, cocineros y meseros, carpinteros,
mecánicos, ganaderos, militares, choferes, educadores, abogados y personajes típicos34.
De igual modo, la formación de artesanos trabajadores en la elaboración técnica y con fines
de exportación de los cigarros de tabaco no era considerada de relevancia social ni
económica para las autoridades educativas pues al establecerse en 1888 la Escuela de Artes
y Oficios se consideró imperativa la formación artesanal de “ciudadanos modestos y

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laboriosos” con una formación teórico – mecánica en herrería, carpintería, talabartería,


zapatería, tipografía y sastrería además del plan de estudios básico (lectura, escritura,
aritmética, gramática, religión, dibujo, geografía, física, ortografía, gimnasia y geometría),
desconociéndose o minimizándose así la importancia de educar y tecnificar a los hijos de
los cigarreros y cigarreras que deseaban continuar y ser titulados como “Maestros” en el
oficio artesanal de sus padres así fuese menospreciado, maloliente, mezquino y malpagado
al no ser considerada una actividad industrial o productiva por los demás sectores sociales.
J. García reconocía que: “la industria de sus habitantes produce sombreros, jabón velas,
alpargatas, chocolate, cerveza, panela, lazos, cuerdas de acero, ladrillo, teja, cigarros,
cigarrillos y una multitud de riquísimos dulces. / El comercio, las artes y la agricultura
constituyen las principales ocupaciones de los moradores, y los que no se hallan
entregados a uno de esos ramos, desempeñan, por lo general, algún cargo público”35.
Sin embargo, al enumerar el número de fábricas de cigarros, a partir de los avisos públicos
y comerciales visibles en la calles de la ciudad como de los registros oficiales con los que
contaban funcionarios municipales, la cantidad de cigarrerías y cigarros era nula o
desconocida. García señalaba al respecto que: “se encuentran en la localidad ciento dos
talleres de artes distintas, a saber: veintidós carpinterías, ocho herrerías, cuatro
hojalaterías, trece zapaterías, doce guarnicionerías, veintidós sastrerías, cuatro platerías,
dos oficinas de dibujo, una fotografías, ocho peluquerías, cuatro imprentas y dos
sombrererías de diferentes clases…, y diez y seis fábricas de otros artículos”. A lo cual se
sumaban 291 tiendas (53 de mercancías, 188 de licores y granos, y el resto locales
desocupados), 33 almacenes, 9 boticas [farmacias o droguerías] y dos librerías.
Los primeros artesanos de Soto dedicados a la herrería, hojalatería, zapateros, músicos,
sastres, carpinteros, e incluso sangradores, provenían de Venezuela o habían sido formados
en la fronteriza San José de Cúcuta con los emigrantes europeos y norteamericanos que se
habían residenciado en ella. De igual manera, a fines de 1869 llegaron a la capital
departamental los franceses José Delfino y José Lambolé, el primero fundó una fabrica de
cerveza artesanal con su propia tienda de expendio, la cual fue continuada por su familia
dos décadas más, y el segundo hizo lo mismo al producir confites aprovechando la
abundancia provincia de mieles y azucares después de la guerra civil norteamericana.
La lucha gubernamental contra la producción y expendio artesanal de chicha y guarapo,
contribuyó a que el negocio de las cervezas fuese ampliado a través de la cervecería de
Jonesa y Jeremías Otalora (1878) en Bucaramanga, así como la cervecería “La Violeta” de
Juan José Valderrama en Málaga (1895), continuada por sus hijas (1935) y conservada por
otros empresarios (1975, 1986) hasta el siglo XXI, constituyéndose en la última y más
antigua cervecería artesanal colombiana.
La transformación de la cerveza de un producto artesanal a un producto industrial se inició
al establecerse en 1882 la Compañía cervecera de los experimentados cerveceros Restrepo
& Villa, oriundos de Antioquia, primero en Floridablanca y luego en Bucaramanga
(Cervecería Santander). A esos esfuerzos de industrialización de un producto artesanal
contribuyeron finalmente los hermanos alemanes Leo y Emile Kopp, siendo el segundo el
fundador de la “cervecería alemana Kopp y cía.” en El Socorro (1890), la cual continuó a
cargo de la “Cervecería La Fenicia” así como su maestro cervecero, el alemán Rudolf
Kohn, funda en Bogotá la “Cervecería Germania” (1903) para competir con la creciente y
monopólica “Cervecería Bavaria” (Bavaria Kopp´s Deutsche Brauerei) (1889) establecida

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por Leo Kopp en Bogotá (1991).


Sin embargo, se considera que fue el inmigrante danés Christian Peter Clausen con la
creación (1887) y puesta en funcionamiento (1889) de la “Cervecería La Esperanza” en
Floridablanca quien introdujo y dio inicio a la industria cervecera colombiana fabricando
con estrictos procesos industriales y de calidad las marcas “Sol y Clausen Pilsen”. La
producción fue trasladada medio siglo después a Bucaramanga, la empresa abastecedora
cambió su razón social a “Cervecería Clausen Ltda.”, así como la Cervecería Bavaria
pretendió apropiarse del mercado cervecero bumangués al construir su propia
infraestructura de producción y embase entre 1940 y 1948. Además de los Clausen en
Santander, empresarios bumangueses como David y Ernesto Puyana a la cabeza de un
grupo de inversionistas incursionaron en el mercado cervecero nacional desde Bogotá al
fundar la Cervecería Andina (25 de septiembre de 1945), consolidándose en el mercado
cundiboyacense y constituyéndose en la segunda fábrica más grande del país. Finalmente,
Bavaria se apropió en 1958 de la fábrica, marca y mercado cervecero que poseía Clausen en
Santander, cerró la cervecería (1964) y continuó produciendo sus marcas a través de la
Cervecería de Bucaramanga. Así mismo, en 1975 Bavaria se apropió de la parte de la
cervecería Andina que correspondía a David Puyana después de apropiarse gradualmente
de las acciones de los demás socios, especialmente las de Ernesto Puyana, aprovechando
las disputas internas entres los empresarios santanderanos.
Una dinámica semejante se vivió entre los productores de cigarros de tabaco de la provincia
de Soto al competir desde finales del siglo XIX los productores tradicionales con sus
rústicos procesos artesanales contra los empresarios que incursionaron en el negocio
inyectando más capitales para traer materias primas de mejor calidad oriundas de otras
regiones y países fronterizos, así como condicionaron a sus trabajadores a adquirir y poner
en práctica las técnicas y tecnologías para la manufactura, curado y empaque de los tabacos
acorde con los estándares internacionales para la exportación de cigarros con la calidad de
los españoles y antillanos, especialmente los cubanos.
Así, mientras los cigarreros tradicionales continuaron produciendo artesanalmente cigarros
“criollos” para el consumo local, provincial o interprovincial con hojas de segunda y tercera
calidad rellenas de picaduras fabricadas con los rezagos de los tabacos no consumidos por
el mercado industrial, los cigarreros de las grandes fábricas y capitales centraron su interés
en la producción de cigarrillos acorde con los estándares internacionales, así como en la
exportación de cigarros finos con hojas de tabacos curadas, vitolas muy elaboradas,
empaques de gran estética y fortalezas compuestas por tripas de los mejores tabacos
regionales, nacionales e internacionales. Siendo aquellos que trabajaron como
administradores o cigarreras para esas grandes fábricas quienes se encargarían de propiciar
el renacimiento de los cigarros extrafinos en el último cuarto del siglo XX después de la
decadencia y cierre sufrido por la mayoría de esas fábricas a mediados del siglo XX con la
expansión de la industria cigarrera liderada por la Compañía Nacional de Tabacos, las
limitaciones en competitividad y tributación para poder competir con las exportaciones
cigarreras antillanas en los mercados internacionales, así como la ampliación de las
políticas de seguridad social y laboral para los trabajadores.
El caso más representativo de esa dinámica fue la incursión en el mercado cigarrero
provincial de los hermanos David y Gabriel Puyana entre 1910 y 1915 con la fabricación de
puros, tipo habano, cuya marca “Puyana” fue reconocida nacional e internacionalmente

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constituyéndose en insignia de la producción de cigarros y puros de Santander,


especialmente desde 1988 al obtener el “Trofeo Iberoamericano a la mejor imagen de
marca” en España. Al ser liquidados los negocios asociados con el nombre comercial de
David Puyana, la fábrica de cigarros Puyana fue adquirida en 1978 por el cigarrero
propietario de la fábrica Noel de Piedecuesta, Don José del Carmen Correa Garza, quien
trasladó la ubicación de la fábrica de Bucaramanga, continuó la producción de la marca
Puyana en sus fábricas de Piedecuesta y Girón, siendo sus sucesores continuadores de esa
tradición productiva tanto de los cigarros corrientes para consumo nacional como de los
puros extrafinos con calidad, diseño y empaque de exportación a partir de 1995. Los puros
continuaron siendo producido con los mismos cuidados y técnicas adoptados por los
creadores de la marca como eran emplear capas suaves debidamente aliñadas y curadas
provenientes del mercado regional, nacional o internacional, los cigarros terminados eran
madurados durante tres años en una habitación con control de temperatura y humedad, así
como para conservar sus propiedades eran empacados en cajas de maderas resistentes y
aromáticas como el cedro antes de ser exportados.
Otro ejemplo de esas dinámicas empresariales fue el establecimiento y consolidación de la
fábrica de cigarros “Villamizar Hermanos”, creada en 1902 y considerada la más
importante de Santander durante el primer cuarto del siglo XX, cuyo prestigio y producción
fue de tan grandes volúmenes que llegó a contar con 700 obreros, siendo finalmente
liquidada y vendida tanto su vitola original como su afamada marca “Montecristo” en 1930
a la sociedad cubana “Menéndez, García y Cía.”, propietarios de la prestigiosa marca “H.
Upmann“, quienes iniciaron la producción de esa vitola y marca como el cigarro más
popular y barato de Cuba a partir de 1935.
Hasta 1927, Villamizar hermanos producían anualmente 1,653.000 cigarros “extrafinos”
(Premium o de primera) de los 2034 producidos en Santander (81,3%), 21,884.000 cigarros
“finos” de los 69,563.000 producidos en Santander (31.4%) y 65,699.000 cigarrillos de los
97,940.000 cigarrillos producidos en Santander (67%). De los cigarros extrafinos más
comercializados se encontraban los “High life” (18 pesos la gruesa) y los “Monte Christo”
(9 pesos la gruesa), a los cuales seguían cigarros finos como los “presidenciales” (80 pesos
el millar), “0091” (60 pesos el millar), “flor” (19 pesos el millar) y “Reinos finos” (19
pesos el millar), así como los cigarrillos “Poker” (6,50 pesos el millar). De tal manera,
Villamizar hermanos dejaba a las 57 fábricas restantes de Santander, cada una no menor a
50 obreros, la producción del 18,7% de los cigarros extrafinos y el 68,6% de los cigarros
finos, mientras que esas mismas fábricas competían entre sí por elaborar los 107,312.000 de
cigarros regulares (o de segunda), así como compraban o competían con las fábricas
menores, con no menos de 10 obreros, por la producción de los 48,004.000 cigarros
ordinarios (o de tercera) comercializados36.
Para abastecer de materias primas a esa naciente industria, a la par del desarrollo de la
industria cafetera, los inmigrantes extranjeros desarrollaron una idea de negocios viable y
rentable en la importación y comercialización de hojas, tripas, papel, prensas y demás
insumos requeridos por la industria cigarrera regional. Ese fue el caso del inmigrante
italiano Leonardo Fossi quien en 1904 publicó en el periódico “La Defensa” el siguiente
aviso al público bumangués a nombre de su casa comercial:

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SILVA Y FOSSI. Venden la casa del altillo situada en la plazuela de Belén [hoy
Parque Santander]. Una descerezadora D’Costa Gómez en perfecto buen estado.
Manteca americana fresca en latas de a 10 libras. Papel blanco para hacer
cigarrillos, clase superior. Picadura de hebra preparada para fumar en pipas y
para hacer cigarros finos. Tiquetes para cigarros grandes, medios cosecheros y
recortados. Cigarrillos “Legitimidad” y los acreditados “18” de la [fábrica]
Zuliana. Molduras para darle forma perfecta y elegante a las tripas para cigarros
finos. Dos máquinas picadoras de hebra para cigarros caporales y una máquina
picadora para cigarros corrientes. Compra permanentemente café y moneda
0,83537.

El desarrollo y consolidación de esos establecimientos industriales y comerciales, así como


la expansión e importancia de la industria manufacturera de tabacos ante el resto de las
fuentes de riqueza y desarrollo económico del país, fue resultado de las políticas nacionales
y regionales de fomento fiscal de la producción de cigarros. Especialmente por los efectos
de la Ley VIII de 1909, expedida durante el gobierno del General-Presidente santandereano
Ramón González Valencia, mediante la cual los gravámenes del tabaco pasaron del
productor al consumidor del mismo, la renta del tabaco se cedió a los Departamentos (Ley
X de 1909) y se exigió a las autoridades fiscales no gravar de forma alguna al cultivo ni
“estorbar en forma alguna el desarrollo de la industria”.
No obstante, bajo la dirección de Mario Galán Gómez y la asesoría de Juan de Dios Arias,
los empresarios e intelectuales liberales más importantes del Departamento a través del
tomo (VIII) de la Geografía Económica de Colombia dedicada a “Santander” expresaron en
1947 que si bien la economía generada por los cigarros era muy importante para las rentas
departamentales no había tenido la importancia y dedicación suficiente a lo largo del siglo
XX. Explícitamente M. Galán manifestaba en 1947 que Santander:

…con el Tolima creó la industria de cigarros que ha perfeccionado incesantemente


hasta lograr productos de reconocida fama. Aquí se inició la industria nacional de
cigarrillos y si no fuera por la calidad de la hoja santandereana tampoco habría
alcanzado esta industria el desarrollo que tiene y la significación económica que
hoy alega con orgullo. Infortunadamente, por la evolución de la industria y la torpe
política fiscal que pesa sobre ella, nuevos problemas se han creado, que amenazan
de muerte su desarrollo y determinan una situación de ruina para cultivadores y
fabricantes en pequeño. Santander ha dado ya el grito de alerta sobre las
consecuencias que aquella política fiscal pueda traer para la economía tabacalera;
ha llevado el problema varias veces al congreso, pero siempre se ha tropezado con
la incomprensión, y sólo el día en que la competencia extranjera, favorecida por
un tratado de comercio inconsulto, desaloje de los mercados los productos de la
industria nacional, se convencerán los departamentos de lo equivocada de su
política impositiva y verán entonces también la ruina de la renta38.

La variedad de tabaco santandereano conocida como “García”, después de ser mezclada


con el apoyo de la Compañía Colombina de Tabaco en la “Granja Tabacalera de
Piedecuesta” con variedades de países competidores como eran las de Sumatra para hacerla

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más fina y suave o las de Cuba para obtener mayor número y tamaño de hojas, se había
constituido en la fuente del 60% del tabaco cosechado en el país. Renovándose ese proceso
de mejora a inicios del siglo XXI al importarse técnicos y tecnologías cubanas para mejorar
la variedad provincial agotada, improductiva y alterada genéticamente por las malas
prácticas agronómicas de los cosecheros.
De dicho tabaco se abastecía la mediana (cigarros) y gran (cigarrillos) industria del tabaco
manufacturado y transformado que se distribuía al mercado nacional e internacional,
especialmente las hojas, broza y tripas cosechadas en la Provincia de Soto. Sin embargo,
cultivar el tabaco continuaba siendo una actividad económica ruinosa e improductiva para
el pequeño cosechero o el gran aparcero al depender de los préstamos de las compañías
comerciales como del arriendo de la tierra de los terratenientes, con lo cual, la continuidad
de la tabacultura sólo se explicaba “porque el vicio de sembrar tabaco es tan persistente
como el de fumarlo”39.
A lo anterior se aunaba una contradicción productiva consecuente con la inexistencia de
planes de siembra, regulaciones comerciales y tarifas mínimas de compra-ventas entre los
miembros del gremio al sembrar y cosechar el 70% de los tabacultores provinciales las
variedades de tabaco –rubio de las clases “Virginia y Burley”- demandadas por la industria
de cigarrillos, aunque sólo existía mercado para el 30% del mismo. Lo cual representaba
que los precios de compra de tabaco para cigarrillos siempre estuviese a la baja por causa
de la sobreoferta, la forma de pago era condicionada e impuesta por el comprador a su libre
arbitrio, se alteraban las pesas y romanas, e incluso, se jugaba con la confianza productiva
del cosechero al elevar de forma exorbitante los precios de compra en la carga de tabaco
para cigarrillos en las semanas previas a la siembra de tabaco, propiciando al llegar el
tiempo de cosecha una caída dramática en los precios al inundarse el mercado con las
cargas retenidas o las transportadas por los cosecheros.
El tabaco –negro de las clases “García” y “Estufado”- para cigarros regulares y ordinarios
(corrientes o criollos), por el contrario, al ser más escaso siempre tendía a la escasez, a la
especulación en los precios y al pago directo en dinero exigido a contraentrega por los
cosecheros o los intermediarios vendedores40. Ello se podía comprobar al analizarse las
cifras aportadas por la publicación de la Contraloría mediante las cuales se informaba que
de los 2,308.444 kilos de tabaco cosechados en Santander, 35% se había empleado para
producir cigarros, el 9% para cigarrillos y el 56% restante era tabaco en rama salido de
Santander para la industria cigarrera y de cigarrillos de otros departamentos. Tabaco que
debía competir con los bajos precios de los producidos en Valle, Tolima y Bolívar (tabaco
negro de la clase “Cubita”), así como la penetración de tabacos importados por los
cigarreros de las Antillas y los Estados Unidos.
A esa desvalorización y poco uso del tabaco en rama producido en Santander como materia
prima fundamental para la producción de cigarros y cigarrillos se agregó durante la segunda
mitad del siglo XX el hecho que los insumos y las materias primas complementarias de la
producción (papel, pegantes, aromatizantes, saborizantes, filtros, cintillas, empaques,
iluminación, etc.) eran más costosas en la elaboración de un cigarro que el tabaco mismo.
En 1938, de los 4,805.040 kilos comercializados, 31,5% había sido empleado para elaborar
cigarros, el 8% para cigarrillos y el 60% porcentaje restante al no ser comprado ni
consumido en Santander debió ser exportado a otras regiones. Finalmente, en 1945 de los
6,614.039 kilos cosechados, el 31,6% se empleó para hacer cigarros, 7,6% para cigarros, y

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el 61% fue desechado para ser consumido artesanal o industrialmente en el mismo


Departamento. Demostrándose además, que mientras la producción de cigarros se había
triplicado (2.6 veces) entre 1930 y 1945, y la de cigarrillos sólo se había duplicado (2.4
veces), la de tabaco en rama no consumido ni procesado en el Departamento se había
triplicado (3.1 veces), siendo acorde con la triplicación en la producción de tabaco. Al
compararse la producción de cigarros y cigarrillos elaborados, exportados y consumidos
para los demás mercados del país las cifras oficiales estimaban que la elaboración de
cigarrillos se había triplicado al pasar de 607035 kilos procesados en 1930 a 1,874.758
kilos en 1945, mientras que la producción de cigarrillos sólo se había duplicado.
Tales cifras demostraban además un constante crecimiento en el número de personas,
fabriquines y fábricas dedicados a la producción de cigarros. Acorde con el Censo
Industrial y las indagaciones del equipo de campo contratado por Galán Gómez, en
Santander existían hasta 1945 un total de 3 fábricas de cigarrillos y 133 “establecimientos
productores de cigarros” a través de procesos manuales y artesanales. Las fábricas de
cigarrillos y picadura para pipa producían solo 716.701 pesos de los 4,341.141 pesos que
reportó en 1945 la industria del tabaco de Santander, con lo cual, los cigarros aportaba el
83,5% de los ingresos industriales de ese ramo. Los mayores ingresos los obtenía la
industria de los combustibles (petróleo) con 11,171.144 pesos, seguida por la de los
alimentos con 7,338.235 pesos41.
Entre la gran industria de cigarrillos y la mediana industria de cigarros se contaban en total
110 empleados y 3075 obreros, ocupando los empleados el tercer lugar entre la población
laboral departamental con esas características (9,6%), después de los empleados de las
industrias de combustibles (47,5%) y artes gráficas (17,2%); así como los obreros y obreras
cigarreras eran la primera población con esas características en el departamento (34,8),
seguidos por los obreros de la industria de los alimentos (15,4%). Así mismo, se
contabilizaron por lo menos 1500 personas dedicadas a elaborar cigarros de tercera clase
(“chicotes) en El Socorro, Zapatoca, Piedecuesta, Málaga y Bucaramanga, quienes no se
podían considerar empleados ni obreros al no tener una relación contractual legal y regular
con sus patronos.
Dichas personas estaban adscritas laboralmente a los 483 fabriquines que producían el
100% de cigarros corrientes, los cuales eran comercializados tradicionalmente para el
consumo local, departamental o regional entre las gentes comunes aunque algunos de esos
fabriquines elaboraban vitolas de segunda clase, quedando a las grandes y renombradas
fábricas de cigarros la elaboración de la totalidad de los cigarros de primera (puros finos y
extrafinos) y la mayoría de los de segunda (anillados). Sin embargo, con las políticas
fiscales diferenciales para el tabaco en rama o en cigarros para cada Departamento la
cosecha y manufactura de la hoja “parda y aromática tan valiosa como su tamaño” que
había liderado Santander perdió su creciente desarrollo y estímulo financiero viéndose ello
reflejado en la reducción de los fabriquines hasta en una cuarta parte hacia 1931, siendo tan
alarmante la situación que ante la Asamblea Departamental el Gobernador de turno expuso
que “el hambre acosa a gentes que saben trabajar y que antes veíamos producir con afán
de colmena el grueso de la exportación de cigarros”.
Valga señalar que el desempleó y la pobreza que vivían los cigarreros santandereanos si
bien no los llevaba a tener que comerse su producción a falta de ingresos demostraba que su
situación era menos trágica que la de los trabajadores y propietarios al sur de los Estados

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Unidos, quienes durante los años de entreguerras encontraron en el campo la única fuente
palitatia del hambre al comer literalmente el tabaco que podían comprar enlatado. Erskine
Caldwell en su novela “El camino del tabaco” de 1932 denunciaba:

[El capitán John] dijo que no valía la pena de seguir arando y por eso ya no
tenemos más tabaco ni comida. Ada dice que tiene que tener un poco de tabaco de
vez en cuando porque le parece que le aplaca el hambre, y así es. Cada vez que
vendo una carga de leña me compro una docena de tarros de tabaco aunque no me
quede dinero para comprar harina y carne, porque el tabaco es algo que todo
hombre debe tener. Cuando siento un dolor fuerte de vientre, puedo tomar un poco
de tabaco y ya no siento más hambre en todo el día. El tabaco es una gran cosa
para poder vivir42.

La crisis de los cigarreros santandereanos también afectó a las grandes empresas


productoras de cigarros al debilitar su incursión en otros mercados y por ende reducir su
fortaleza financiera, lo cual fue aprovechado por las grandes industrias de cigarrillos,
picaduras de pipas y cigarros Premium de exportación para apropiarse de las
infraestructuras, maquinarias y mano de obra. El caso más sonado que desencadenó un
efecto de crisis y desarticulación de la industria cigarrera santandereana fue la compra con
fines monopólicos y oligopólicos de la Compañía “Villamizar Hermanos” por los
industriales antioqueños de la “Compañía Colombiana de Tabacos” quienes habían
incursionado como cigarreros en el mercado bumangués desde antes de 1929, razón por la
cual conocían las fortalezas y oportunidades de negocio regional y nacional de los cigarros
bumangueses. A ello se sumó la venta de su marca insignia a los industriales cigarreros
cubanos, con lo cual, la compañía fue desvertebrada en sus componentes estructurales
después de tres décadas.
El dominio, posicionamiento y expansión de la industria cigarrera antioqueña un lustro
después demostraba a los santandereanos más regionalistas y proteccionistas “la lucha
inclemente y despiadada entre la pequeña y la grande industria”, cuyos efectos eran la
desaparición de la mediana industria de cigarros finos y el crecimiento de los fabriquines [o
pequeñas industrias: mayores o iguales a cinco personas] de tabacos corrientes, de baja
calidad y costos que empezaron a competir con la creciente y expansiva industria de
cigarrillos entre las gentes y mercados populares provinciales. Un fenómeno de poco
interés para los analistas económicos y los funcionarios públicos caracterizado porque: “el
poder exclusivista y absorbente de la compañía, poder fatalmente inherente a toda
organización capitalista, ha traído como funesta consecuencia la paralización y hasta la
quiebra de muchas fábricas de cigarros y cigarrillos que hoy no pueden competir”43.
Entre las grandes empresas cigarreras de tabacos finos, tipo habanos, se exaltaban hasta
mediados del siglo XX, para el caso de Bucaramanga, las cigarrerías de David Puyana
Hermanos (Marca “Puyana”), Villamizar Hermanos (“Montecristo”), Valenzuela & Cía.,
etc. A las cuales se sumaban los apellidos de familias prestantes (García Cadena, Serrano,
Gavassa, Uscátegui,) o cigarreros reconocidos como Francisco García, José Antonio
Escandón (“La Herradura”), Ramón Vergel, Sinforoso Cardoso, Pedro Sepúlveda (“La
Hamburguesa”), Víctor Martínez Villalba y [Luis] Emilio Garnica (Cigarros “Buen
Tono”). Éste último se inmortalizó así mismo como empresario cigarrero al mandar que su

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tumba en el cementerio universal (o laico) fuese un monumento a la vitola de cigarro fino


que había estado asociado a su nombre y actividad comercial.
Así mismo, algunos cigarreros lograron controlar toda la cadena de producción que
requerían al ser cultivadores, cosecheros, cigarreros y comercializadores de los tabacos
como fue el caso de los Alarcón con sus sembrados en “El Diamante”, los Villamizar
Hermanos en las “vegas del Río de Oro” y los Puyana en la hacienda “Cañaverales.
También fueron creadas fábricas de cigarros por los inmigrantes como “La Vienesa” del
descendiente alemán Alfonso Schneider, la “fàbrica de cigarros y cigarrillos Foch” del
libanés Pablo Chalela Saab y “La Violeta” de los hermanos Gregorio y Benjamín Johnston.
A las cuales se sumaban en el Directorio Comercial de Bucaramanga las fábricas de otros
inmigrantes como Vicente Hasbon, Alfredo Canawati y Chalela hermanos.
Para el caso de Piedecuesta las fábricas más importantes y reconocidas como industrias
cigarreras hasta mediados del siglo XX eran:

- “Las Fábricas Unidas”, establecida por Esteban González R, Agustín Ríos, Tomás
Serrano y Alcibíades Barajas desde 1880. Ocupaban un promedio de 150 obreros
encargados de elaborar un millón de cigarros mensuales, y como lo indica su
nombre hacía parte de un cartel de fábricas cigarreras de Piedecuesta y
Bucaramanga conformado por las fábricas creadas por cada uno de sus socios;
- “La Imperial”, creada por Isaías y Felipe Barco en 1902. Se caracterizó por
importar picaduras de La Habana y elaborar vitolas cubanas, siendo premiada con la
“Medalla de Oro y Diploma de Honor” en la Exposición Industrial de Santander en
1907.
- “La Antioqueña”, establecida por Humberto Gómez Arenas y José Miranda en la
década de 1930 a 1940. Ocupaban a 200 trabajadores y producían cien mil cigarros
diarios. Con la liquidación de la fábrica de Villamizar Hermanos se constituyó en la
fábrica cigarrera más importante y reconocida de Santander;
- “La Cucuteña”, fundada después de la Guerra de los Mil Días por Agustín Ríos
como símbolo de la separación de Santander en dos departamentos (1910), siendo
traspasado a su vez a Urbano Rey Arenas44. Acorde con las construcciones
monumentales en las que acostumbraba vivir su propietario y a diferencia de las
demás fábricas adecuadas en las casonas coloniales y republicanas, fue la primera
fábrica para la cual se diseñó y construyó un edificio con características y
dimensiones industriales, la cual fue empleada posteriormente como fábrica
industrial de Plásticos (Rambal), Supermercado (FONCEP) y recientemente una
iglesia adventista. El monumental edificio aún se conserva ubicado en la calle 6 con
carrera 6 esquina.
- “La Marina“, creada por el comerciante de tabaco en rama Marcos Carreño quien
empezó a fabricar cigarrillos con una máquina manual y posteriormente incursionó
en la producción de cigarros con el apoyo administrativo de Agustín Carreño, su
hermano. Fue la última de las grandes fábricas de cigarros finos y regulares que
existió en Piedecuesta como parte de la edad dorada en la producción de cigarros
que caracterizó la primera mitad del siglo XX. Fue liquidada y desapareció con la
muerte de su último propietario, don Antonio Plata, siendo trasladada a Girón.

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De forma regular la producción de cigarros finos o puros de primera y segunda calidad en


Piedecuesta estuvo reducida a un poco número de fábricas con un número menor a
doscientos empleados y obreros cada una mientras que el número de tabacos de tercera
calidad se caracterizó por un creciente número de fabriquines que se constituyeron en la
principal alternativa laboral para la población nativa como para los desplazados por el
conflicto bipartidista de los municipios y provincias cercanos para obtener su sustento.
En 1933, por ejemplo, la población rural piedecuestana concentraba sus esfuerzos en la
extracción de leche en las altiplanicies y la fabricación de panela en los abundantes valles
por medio de “cincuenta trapiches movidos por la fuerza hidráulica y ocho por fuerza
animal, con una producción semanal de cien cargas los primeros y cuarenta en los
últimos”, a lo cual se sumaba en Guatiguará “un ingenio para la fabricación de azúcar”,
razón por la cual se le adjudicaron durante las fiestas y ferias provinciales títulos como
“capital lechera y panelera” de Soto. La mayor parte de la población urbana por su parte
centraba su actividad económica en función de los cigarros a través de las “cinco grandes
fábricas y más de ciento cincuenta fabriquines o pequeñas fábricas” en las cuales se
producían “por término medio mensual 46.000 cigarros de primera clase, 978.000 de
segunda, y de tercera 3.700.000 con un peso de 21.000 kilos”45.
La importancia laboral y económica que tenía para entonces la producción de tabaco en
cigarros, sin tenerse en cuenta la del tabaco en ramo no reportado por los historistas, era de
tales proporciones que si se considera que cada fábrica de “puros” daba trabajo por lo
menos a cincuenta familias de cinco miembros en promedio y que cada fabriquín de
“chicotes” empleaba por lo menos a cinco familias, de forma moderada se podría calcular
que esas mil familias (5000 hab.) representaban el 30% de toda la población del Municipio
conformada por 17600 hab., y por lo menos el 70% de la población urbana municipal
compuesto por el 40% de toda la población municipal. De igual manera se pueden
corroborar las tendencias productivas inversamente proporcionales que han caracterizado la
producción cigarrera al ser tradicionalmente menor la cantidad de tabacos de primera y
segunda calidad mientras es mayor la cantidad de tabacos de tercera y menor calidad, que
para el caso de 1933 se identificaba por una proporción de 80 tabacos de tercera por cada
tabaco de primera y 4 tabacos de tercera por cada tabaco de segunda.
De igual manera era visible la diferenciación geográfico – económica de la producción en
los diferentes barrios de la cabecera municipal, al oriente las casaquintas de las familias
principales y los barrios obreros de sus jornaleros; al norte las familias tejedoras de fique
por medio de fábricas de costales y lazos como la prestación de servicios alrededor del
hospital, monasterio y colegios; al occidente las gentes comunes dedicadas al comercio de
abastos alrededor de la casa de mercado y al comercio de ganados, el sacrificio de reses, el
procesamiento de vísceras y el secado de cueros alrededor del matadero; y al sur, las
dedicadas al comercio de panelas y tabacos como a la elaboración de cigarros.
Con la decadencia y desuso industrial del fique, los barrios tejedores del norte se
constituyeron durante el último cuarto del siglo XX en los centros manufactureros de
tabacos, tanto puros en hoyo chiquito como chicotes en San Rafael y Villanueva, siendo esa
tendencia revalidada en la distribución espacial de las mujeres cigarreras seleccionadas para
la composición de los siguientes capítulos. Una copla de mediados del siglo XX resumía
esa diferenciación, reconocida un siglo antes por el corógrafo M. Ancízar, al expresar:

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

En hoyo grande el tabaco,


en hoyo chiquito el fique,
y como son vecinos,
mejor que tengan tabiques46.

A pesar de las crecientes cifras de expansión y desarrollo de las manufacturas tabacaleras


hasta 1939, especialmente con la constitución de nuevas fábricas o la inyección de capitales
por empresarios y financistas externos al ramo o de otra regiones y países, la producción de
cigarros finos estaba condenada a decaer al ser improductivos e irrecuperables a corto plazo
los capitales invertidos mientras que la de la de los cigarros corrientes o de tercera clase
continuó impidiendo el mejoramiento de las condiciones materiales de vida de los
cigarreros al no ser posible obtener riquezas ni acumular capitales a través de su producción
barata, sin valor agregado ni expansión de mercados.
Los industriales productores de cigarros finos debían enfrentarse a políticas fiscales
contrarias a todo estímulo empresarial como eran la reducción en 50% a la tarifa aduanera
que debían pagar los cigarros extranjeros, especialmente los estadounidenses elaborados
con las materias primas cosechadas y subsidiadas por los gobiernos (estatales y federal)
estadounidenses, al pasar de 10 pesos el kilo empacado o maquilado a sólo 5%, a lo cual se
sumó la prohibición de gravarse con impuestos de consumo al interior del país mientras que
las autoridades fiscales territoriales imponían gravámenes a productores y consumidores
nacionales que empezaron en 0,20 pesos el kilo hasta sobrepasar los pesos completos
seguir aumentando esos tributos, y los agregados a los mismos.
Así, el mercado nacional fue de forma creciente saturado de puros importados de mayor
tamaño, calidad en los materiales y estética en la presentación y empaque a precios
semejantes o menores a los nacionales. A los cigarreros piedecuestanos no quedó otra
opción que expandirse a mercados internacionales cercanos promoviendo el contrabando y
la evasión de impuestos aduaneros, compitiendo en el mercado local y nacional con
cigarros de precios más bajos y por ende de menor peso, curado y calidad a la ofrecida
tradicionalmente por cada fábrica cigarrera a través de sus afamadas marcas, sin importar la
quiebra y el desprestigio de todo el sector, y finalmente, reorientaron su producción y
comercio industrial hacia los cigarros corrientes haciendo “compras” a las mujeres y
fabriquines que los hacían fuera de las fábricas, alcanzando así su punto de equilibrio.
La inconformidad social de los cigarreros y el desencanto de los dueños de las fábricas de
tabacos se materializó en Bucaramanga con una populosa manifestación del gremio
tabacalero en contra de las políticas fiscales del Gobierno central. El movimiento social
antitributario del 7 de mayo de 1939, si bien se llevó a cabo en varias ciudades de
Santander, tuvo su mayor concentración en Bucaramanga en donde se llegó a “reunir
50.000 personas en el Parque Centenario y oradores de talla nacional se hicieron presente
para llevar la palabra en defensa del gremio, entre ellos, dos piedecuestanos, Arturo
Regueros Peralta y Carlos Vicente Rey, el político, que con elocuentes palabras
entusiasmaron ardorosamente a la multitud desde los balcones del antiguo colegio El
Pilar, aportando sus ideas en ayuda de los productores del tabaco”47. Una manifestación
de iguales proporciones fue realizada los líderes y empresarios cigarreros piedecuestanos el
14 de febrero de 1996 al manifestarse por las calles de Piedecuesta, declararse en paro

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

general, y finalmente, al concentrarse en la tarima principal protestando contra el impuesto


al consumo de cigarros manufacturados al ser considerados un producto industrial
semejante a los cigarrillos.
La necesidad de competir las fábricas nacionales de puros por el dominio y apropiación de
los mercados departamentales con variedad de vitolas, el control en la calidad de las
materias primas usadas en cada cigarro fino, la competencia desleal en las condiciones de
venta y precios ofrecidas a los compradores mayoristas, e incluso, el prestigio y
desprestigio promovido entre marcas y fábrica, si bien fueron el resultado de las alzas y las
variaciones tributarias desde 1909 hasta 1945, aún hoy, en pleno 2011, siguen siendo
estrategias comerciales reconocidas y empleadas entre la decena de empresas productoras
de cigarros puros o extrafinos de Piedecuesta que compiten por preservar o dominar los
mercados regionales mientras que siguen siendo constreñidos por los altos gravámenes
fiscales territoriales o aduaneros y las políticas sanitarias en contra del consumo de toda
forma de tabaco al ser causante directo de cáncer entre sus consumidores activos y pasivos.
Las dinámicas de expansión y dominios de mercados departamentales e internacionales por
los fabricantes de puros ya había sido descritas y proyectadas extensamente por M. Galán
Gómez en 1948 al expresar en su geografía económica sobre Santander:

La industria de cigarros también ha sido fuertemente acosada por la política


impositiva de los departamentos.
Como bien es sabido, el fabricante en la elaboración de sus productos debe atender
a los tipos preferidos por el consumidor. En materia de cigarros tales tipos son las
vitolas, de formas distintas y precios diferentes, según las costumbres y usos de
cada región. Estos últimos dan lugar a una gran variedad de vitolas en el mercado
nacional. De modo que el fabricante de cigarros debe tener en cuenta esta
diversidad de formas que limita extraordinariamente los consumos de cada una, ya
que la vitola solicitada en ciertas regiones carece de mercado en otras y lo precario
de su conservación hace imposible la búsqueda de nuevos mercados, en caso de
superproducción. Como dato ilustrativo baste recordar que, por lo que hace a los
cigarros de centavo, existen más de diez vitolas o formas distintas.
Pues bien: sobre estos tipos o vitolas se hace en cada Departamento la respectiva
imposición, tomando como base, en varios casos, el kilo de producto dado al
consumo y en otros la unidad. El fabricante debe, pues, tener en cuenta, el impuesto
que soporta cada clase en el Departamento de consumo, para acondicionar a aquél
el peso de la unidad, a fin de que pueda resistir -mejor el gravamen respectivo. Este
problema de acondicionar el peso de la clase a las distintas tarifas impositivas es
extraordinariamente embarazoso para el fabricante, por la diversidad de
gravámenes en cada clase, en los distintos departamentos. Así, por ejemplo, la
tercera clase soporta tarifas departamentales que van desde treinta centavos el kilo
hasta tres pesos; y por lo que hace a la segunda clase de cigarros, las tarifas
presentan también la misma diversidad.
El sólo hecho de esta diversidad de tarifas, aún en el caso de que fueran estables, es
ya un serio problema para el fabricante por la razón de que tiene que acondicionar
el peso de la unidad a esa diversidad de imposiciones. ¿Qué trastornos no le traerá,
pues, el cambio frecuente de tales tarifas y el alza inmotivada de las mismas?

66
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Veamos algunas de las repercusiones que acarrea para el fabricante el alza


constante del impuesto.
Es claro que todo aumento de éste obliga al expendedor a subir el precio del
artículo con la consiguiente disminución en el consumo y, por lo tanto, en las
ventas del fabricante. Y como es natural que el expendedor no se resigne a vender
menos, apela a los artículos sucedáneos y solicita del fabricante una vitola similar,
de menos peso y costo que le permita sostener los precios anteriores en el mercado
al detal. En este caso, si el fabricante no quiere perder el mercado de la región
afectada por el impuesto, tiene que idear una nueva forma, de peso más reducido
que responda a las exigencias de un menor costo. Cuando conserva existencias de
la vieja vitola desalojada por el impuesto, en la mayoría de los casos las pierde y el
tipo nuevo que se ve obligado a producir para conservar el mercado, le acarrea,
desde luego, los gastos de adquisición de moldes y el entrenamiento de personal.
De modo que la frecuente y caprichosa alza del impuesto ocasiona al fabricante la
pérdida de existencias, con pesos y formas acondicionados a las antiguas tarifas y
lo obliga a idear nuevos tipos y calidades—siempre reduciendo el peso del ar-
tículo—que estén en armonía con las situaciones creadas por el cambio en el
impuesto, todo ello con recargo de gastos, tanto de elaboración como de
propaganda.
En otros casos, el excesivo aumento del gravamen imposibilita esta defensa y
entonces, el consumo de la vitola afectada se pierde muchas veces, viéndose el
expendedor obligado a suprimir los pedidos de esa forma, con la consiguiente
pérdida del mercado para el fabricante.
Esta continua zozobra de pérdida de mercados y de existencias ya elaboradas, de
cambios constantes en los tipos o formas, de inseguridad en la demanda de los
mismos, de recargo en los gastos por los factores enunciados, son las
consecuencias principales que sufre el fabricante por el alza constante e
inmoderada de los gravámenes. Consecuencias desastrosas para el desarrollo de la
industria cigarrera, que lleva al desmejoramiento de las calidades más económicas
para el consumidor e impide la standarización de la industria48.

Así, los diversos y crecientes gravámenes fiscales nacionales y departamentales a los


cigarros de cualquier calidad, los cambios en las características de las vitolas acorde con la
demanda departamental o nacional, la competencia desleal en calidad, pesos y precios de
los cigarros, entre otros factores, conllevaron a la decadencia y desinterés de los grandes
fabricantes de puros y cigarros de segunda. Siendo asestados los golpes definitivos para la
quiebra y desaparición de los grandes cigarreros, acorde con las cigarreras que trabajaron
para esas fábricas, por causa de dos factores específicos: la violencia bipartidista que se
desencadenó a partir de 1948 propiciando la persecución, desplazamiento o intolerancia
entre patronos y obreros cigarreros de diferentes bandos, y especialmente, por la puesta en
ejecución e imposición del régimen de seguridad social (salud, pensión, accidentes de
trabajo) a partir de lo dispuesto en la Ley 90 de 1946, siendo obligados todos los patronos a
asegurar a sus empleados y obreros haciendo los pagos y contribuciones respectivas, con lo
cual, la mayoría de las fábricas cigarreras fueron liquidadas al no ser rentable para los
propietarios trabajar a riesgo, perdida y deuda con el fin de garantizar los puestos laborales

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

de sus trabajadores.
Aquellas que no cerraron después de 1948, a pesar de resistir los embates fiscales y legales,
finalmente no cedieron a las pretensiones colectivistas de los trabajadores que organizados
en sindicatos pretendían en la década de los años setenta mayores reivindicaciones
laborales y la participación directa en la toma de las decisiones de esas empresas privadas
incitados por los “exitosos” modelos comunistas de producción. Valga destacar que para
1945 varias fábricas de Piedecuesta contaban y tenían reconocidos sus sindicatos obreros
industriales ante la “Inspección Seccional de Trabajo”.
La industria “pequeña”, artesanal o “casera” de cigarros corrientes si bien no aventuraba
grandes capitales para obtener ganancias mínimas de subsistencia, se caracterizaba ya en
1947 por la dependencia económica a los grandes comerciantes y fabricantes dueños de las
materias primas, las adversas condiciones ambientales para el trabajo y la inexistencia de
políticas de seguridad social o laboral para cigarreros y cigarreras al actuar como -
jornaleros urbanos- sin relaciones contractuales con los propietarios de las fábricas. Un
panorama de trabajo informal y subcontratado que en 2011 sigue siendo identificable entre
los fabriquines de los barrios más populares de Piedecuesta.
Las continuidades y resistencias al cambio entre los fabriquines de mediados del siglo XX y
los del siglo XXI ya eran descritas escuetamente por M. Galán Gómez en 1948 al expresar:

Trabajan en condiciones económicas muy limitadas; venden el artículo


principalmente a las fábricas, y a intermediarios o exportadores; el standard de
vida es muy estrecho y casi siempre de miseria. Algunos transforman unas cuantas
cargas de tabaco en rama, en la semana; otros una porción menor y muchos no
pasan de una o dos arrobas semanales. En ocasiones la materia prima la
suministran las fábricas o los exportadores y en muy contados casos las obreras
compran por su cuenta la materia prima que van a elaborar. Las condiciones
higiénicas del fabriquín son muy malas y deplorables: piezas estrechas y mal
ventiladas, corredores destartalados o el simple tugurio sirven de campo para
instalar el fabriquín del cigarrero en pequeño. En muchos casos, como se ha
expresado anteriormente, predomina el trabajo a domicilio, en otros, el de tarea o
destajo y en muy pocos el dueño del fabriquín tiene a su cargo trabajadores a
jornal. Cuando esto sucede el jornal se paga por millar de unidades elaboradas
según la clase, alcanzando la "rollera" a ganar hasta $ 0.60 y la "retorcedora"
hasta $ 1.70, la misma cantidad.
La producción anual de estos pequeños fabriquines se puede calcular en 230
millones de unidades entre cigarros de tercera y segunda clase. Es decir, que la
industria casera de cigarros produce un 47% de los cigarros que se elaboran en el
Departamento.
Antiguamente este tipo de empresa era muy numeroso en Santander, pero a medida
que la política impositiva de los departamentos ha ido gravando los consumos en
forma desorbitada, la pequeña industria casera ha sufrido el impacto de dicha
política fiscal que tiende cada día a hacer desaparecer este tipo de industria49.

Sumados los cigarros corrientes de la tercera clase o calidad (“chicotes”) con sus pesos,
materiales, empaques y vitolas, la población de Piedecuesta compuesta por 20000

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

habitantes producía anualmente un total de 80 millones de unidades aproximadamente


(1945). No obstante, esa riqueza no beneficiaba a toda la población pues los menos
favorecidos resultaban ser las espaladoras, rolleras, torcedoras y empacadoras que
elaboraban los cigarros de forma domiciliaria, oculta e incluso clandestina. Siendo
reafirmada esa contradicción en otro informe de la Contraloría de 1944 en el cual se
describía la plena carencia de seguridad laboral para las trabajadoras independientes del
cigarro corriente al expresar que existía en Bucaramanga como en Piedecuesta:

… un crecido aunque desconocido número de pequeños talleres que por la irrisión


de sus salarios, la pobreza extrema y abandono de sus dotaciones y hasta por la
oculta ubicación de sus domicilios… se catalogan, no sin razón, como industrias
clandestinas, la grande industria clandestina del tabaco. El empresario de este
género específico de trabajo a domicilio, del cual derivan la subsistencia diaria
centenares de familias pobres… paga jornales hasta de $0,18 y obliga a sus
operarios al servicio continuo, sin discriminación de horario ni estipulación de
bonificaciones por servicios complementarios.
Rolleras y tocerdoras perciben menos de un 2% de utilidad por elaborar un
artículo cuyo valor comercial satisface las exigencias de una gigantesca cadena de
intermediarios y traficantes locales, hasta llegar a las grandes empresas quienes
finalmente venden el artículo a los consumidores50.

En 1993, tres años antes de la crisis laboral municipal propiciada por el cierre simbólico de
las fábricas y fabriquines en protesta contra por el impuesto al tabaco aprobado por el
Gobierno Nacional, la situación económica y de bienestar social del gremio cigarrero
continuaba siendo muy semejante a la descrita medio siglo antes. Los artesanos de cigarros
ordinarios o corrientes expresaban puntualmente su situación a través de los siguientes
datos:

Existen aproximadamente 400 fábricas, las cuales producen anualmente 20,000.000


de tabacos. Esta industria da empleo a unas tres mil personas aproximadamente.
El precio promedio de los materiales utilizados en la elaboración de tabaco es:
Arroba de capa $16.000 [pesos], arroba de capote $9.000, arroba de picadura
$3000. El precio de los tabacos elaborados depende de la clase y en promedio es:
panetela, el millar $4.000; romo, el millar $5000.
Los impuestos cada vez en aumento perjudican notoriamente al pequeño fabriquín y
por lo tanto desestimulan esta industria.
Los obreros desempeñan su oficio según la especialidad y el salario está de
acuerdo con la habilidad personal para desempeñarse, ya que el porcentaje se tiene
en cuenta.
El problema que tienen las personas que se dedican a esta actividad es la falta de
instalaciones higiénicas, trayendo como consecuencias enfermedades relacionadas
con el aparato respiratorio.
… Los obreros ganan porcentaje generalmente así: Rollero $400 [pesos] el millar,
Espalador $300 la arroba, Torcedora $1000 el millar51.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

La permanente queja de los fabricantes de cigarros finos (puros) como de los dueños de los
fabriquines de cigarros corrientes (chicotes) por el creciente número y monto de los
impuestos al ser considerado un cigarrillo industrial y no una artesanía hecha manualmente
con hojas de tabaco, especialmente porque del 100% de un cigarro el 37% correspondía a
impuestos y otro 17% el margen de ganancia para el distribuidor o comercializador, aunado
a las crecientes restricciones y prohibiciones sanitarias a su consumo y comercio público,
fue explicado en 2005 por los investigadores del Banco de la República de la siguiente
manera:

La cadena de tabaco representa una importante fuente generadora de rentas, tanto


para la Nación, como para los departamentos, a través de una serie de impuestos
que gravan la producción y el consumo.
De acuerdo con lo anterior, la serie comienza con el 1.5% de retención en la fuente,
sobre el tabaco en rama que vende el agricultor, 2% pagado por los agricultores
del valor del tabaco en rama vendido, como cuota parafiscal; 55% de impuesto al
consumo de cigarrillos del precio de venta en puerta de fábrica al detallista; 10%
de impuesto sobre los cigarrillos para apoyo del deporte en los departamentos;
16% de IVA con destino al fisco nacional; 20% de arancel para los productos
importados con destino al fisco nacional, sobre el precio CIF para los cigarros y
cigarrillos, 15%, para el tabaco en rama desvenado y 10%, para el tabaco sin
desvenar.
… Si bien el tabaco es fuente de empleo e ingresos para un buen sector de la
población, no se puede desconocer que el problema social que deriva su consumo,
es de graves consecuencias, debido a que el producto es altamente perjudicial para
la salud, por los problemas pulmonares y cardiovasculares, dos de las patologías
más importantes que provoca la adicción al tabaco. Entre los efectos más nocivos
que el tabaco produce en la salud de los fumadores se encuentra el enfisema o
tumefacción pulmonar que se gesta a largo plazo en los fumadores habituales y que
es considerado como el responsable del 80 por ciento de las muertes por cáncer de
pulmón52.

La relación entre capitales locales acumulados de bonanzas pretéritas, exportación de


cigarros finos, selección de las mejores mujeres cigarreras, compra y clasificación de los
tabacos santandereanos para elaborar los cigarros piedecuestanos de exportación y
“persecución” fiscal como sanitaria por parte de las instituciones estatales, entre otros
factores que caracterizaban la pequeña industria cigarrera de Piedecuesta fueron resumidos
por el periodista y literato piedecuestano Vicente Arenas Mantilla al retratar en 1960, con
sus recuerdos de 1915, la vida y obra del empresario cigarrero Agustín Ríos, propietario de
la fábrica “La Cucuteña” y copropietario de las “Fábricas Unidas” al expresar:

Fabricando el mismo los primeros cigarros que bajo su afamada marca viajaron
hacia los más apartados rincones colombianos, dando fama y adquiriendo prestigio
día a día, fue adelantando lentamente en conocimientos de elaboración, lo que le
facilitó en breve dar a su industria una amplia organización, que poco a poco le

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

franqueó las puertas del más completo éxito, rodeándolo por consiguiente de un
ventajoso y envidiable bienestar económico.
Inquieto y madrugador, le miramos muchas veces ir y venir en torno de aquel enjambre
de atractivas y diligentes obreras que él formó a su antojo, con perseverancia y labor,
remunerando ampliamente la tarea, que era abundante y prodigiosa, por la muy simple
razón de que el tabaco que Agustín empleaba para la elaboración de sus diferentes
clases de cigarros, provenía de los mejores cultivos santandereanos, y era seleccionado
cuidadosamente por verdaderos expertos en el arte, como lo fueron los Peñuela, los
Zafra y los Calderón.
Fue la buena calidad de los .tabacos de "La Cucuteña", los que despachados en
enormes pedidos por todo el occidente colombiano, conquistaron esa enorme fama de
que hoy disfruta la industria tabacalera, tan perseguida por todos los gobiernos, con
todo y ser, si no la única, una de las más poderosas riquezas de estos encantados
valles53.

Representaciones literarias, imaginarios colectivos y experiencias vitales. A la par de


las luchas de los políticos, los fabricantes de las cigarreras y los trabajadores cigarreros en
contra de los impuestos, aranceles y restricciones fiscales contra los cigarros y cigarrillos
artesanales de Santander, el papel productivo de las mujeres cigarreras en la economía
regional, aunado a la redefinición del simbolismo ideológico y cultural de su vida
productiva como artesanas, obreras y “proletarias” por parte de los movimientos políticos
de tendencia socialista u obrera fue recreado a mediados del siglo XX por los principales
literatos de Santander.
En plena crisis cigarrera y tabacalera, el afamado poeta bumangués Aurelio Martínez Mutis
(1884 – 1954) dedicó en 1991 una de sus obras a recrear el folclore y las costumbres de los
santandereanos al titularla “Romancero del Tabaco”, reafirmando así el esfuerzo de
literatos como Enrique Otero D’Costa o Juan de Dios Arias por reafirmar la identidad
santandereana desde la exaltación de las costumbres, trabajos y hábitos productivos.
Martínez Mutis exaltño en su obra las diferentes etapas de siembra, cultivo, cosecha, secado
producción de picaduras y manufactura del tabaco, dedicando a ésta última versos
justificantes del nombre del objeto artesanal más preciado al manifestar:

Cigarra, es canto litúrgico


que empieza con el morado
día de Carnestolendas.
Memento, homo. Cigarro
es también una canción
que no sé cómo ni cuándo
nace, brilla y desparece
en el límite lejano54.

Preocupación por explicar los orígenes americanos del cultivo y la inhalación del humo de
las hojas secas de tabaco enrolladas con formas de cigarras al expresar:

Sonríe, en su austera tribuna,

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

el consistorio singular.
Pronto va a darse la sentencia.
Pero alguien falta por hablar.
El ancho estadio se oscurece.
Hay cantos, olor de mujer
y olor de montaña. Parece
que está empezando a atardecer.
Y entre anillos de humo, teñido-
de achiote, brea y bermellón,
un indio joven, parecido
al gran cacique de Chanchón,
con su haz de flechas de macana
y otro haz de plumas de paujil
en la cimera soberana,
dice su arenga varonil:
Soy el Tabaco. Fui en la Antilla
pequeña, símbolo maduro
que anunciaba la maravilla
de la América del futuro.
Para mis hojas no hubo valla;
y hoy de la esfera alrededor
como el de una inmensa batalla
está el humo fascinador.
Sé toda lengua y toda lira;
música fácil e inspirada,
suspiro con el que suspira
y bailo con la carcajada.
Visité las chozas sombrías,
las mediaguas del arrabal;
me vio Conde en las Tullerías,
Velásquez en el Escorial.
Mi planta es indiana princesa,
pero sugiere a quien la ve
una pagoda japonesa
verde y vibrante como el té.
Héroes, artistas, inventores
han menester para triunfar
mis impulsos animadores.
Soy numen y amigo sin par;
y con sus hojas de campanas
enfiladas bajo el azul,
mis lindas plantas son hermanas
de San Vicente de Paúl.

El cigarro es el diamantino

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

símil del hombre y su destino:


se enciende en la llama bermeja,
arde, da el humo que semeja
el sueño que no se realiza;
se consume enseguida, y deja
su vestidura de ceniza.
Se miran entonces los sabios
en actitud de complacencia;
y, luminosa, de sus labios
brota la unánime sentencia.
al que es del Trópico fecundo
riqueza, ornato y esplendor
y con su ser abarca el mundo
porque es el gran consolador,
le dan la cúspide suprema
en la república floral,
y le ciñen, con la diadema,
la roja clámide imperial55.

Siendo reafirmada la importancia del tabaco para la cultura hispanoamericana al recrear las
reuniones de fumadores entre Simón Bolívar con sus contertulios de Bucaramanga durante
su estadía en la villa republicana por un período de setenta días en 1828. Al rememorar las
prácticas decimonónicas de enrollado y torcido de los cigarros en las piernas de los
fumadores a la par de discutirse los asuntos de Estado, el poeta afirmaba:

Pasó el mazo de tabaco


de Girón, de silla en silla,
para torcer en la pierna
cada quién, a su medida...
Y la china mandadera
les fue pasando en seguida
el braserillo de plata
con brasas de la cocina.
—Ah! qué bien huele el tabaco!
—Y qué fragancia exquisita
la de las hojas maduras
con alta sabiduría.

No fuma el Libertador,
mas las azules espiras
se asemejan a sus sueños
de geométricas teorías,
y le recuerdan la carga
de Boyacá, en cuya lidia
surgió la Nueva Granada,

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

que con su tierra nativa


restaurada en Carabobo,
oy como el humo declina
y se va desvaneciendo
en fúnebres agonías.
—Qué nuevas trae el correo?
—La Convención anarquiza
las conciencias, y la patria
va paso a paso a la ruina56.

Finalmente, el autor centra su atención en el papel de las cigarreras del siglo XX al recrear
con el poema “Seguidillas del humo” la atracción romántica que generaban esas mujeres
liberadas e independientes, así como sus mágicos secretos y talentos para hacer los cigarros
finos y extrafinos más importantes del país. Preocupado por enaltecer la figura de la mujer
cigarrera en nombre del amor Aurelio Martínez Mutis resaltaba:

Tres docenas de amores tuvo Consuelo.


Juan se casa con ella rendido y ciego:
declara el novio que es justamente
el cabo lo más sabroso.

El "prestar la candela" no es buena lógica;


quienes la necesiten váyanse a Europa:
por toneladas allá sin dar fiadores
se la regalan...

Que no vuelve a casarse dice Rosario,


porque ella es ya tan solo "papel quemado";
¡vayan ustedes a fiarse de las viudas y sus papeles!

Un dolor, cigarrera, me está matando:


que el cigarro que fumo se está acabando.
Para otro día te invito a que fumemos en compañía.

No permitas colillas y menos colas


cuando salgan los puros de las vitolas;
pues se irá el charro y a tí te queda el fuego
y a él el cigarro...

Frágil copo el cigarro pronto se vuelve


porque la vida es humo que se disuelve.
Todo va al viento, todo... menos tus gracias
y mi tormento.

En corridas de toros como en las fábricas

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

hay capas y capotes y hay hembras majas.


Pero se advierte que allá sacan las tripas
y aquí las meten57.

El poeta, cronista y periodista piedecuestano Vicente Arenas Mantilla amplió esas


descripciones sobre el ser y el hacer de las mujeres cigarreras, especialmente su espíritu
franco, independiente y sociable, al publicar en 1960 el “Romance de las Cigarreras” en el
cual exalta a la última generación de mujeres especialistas residentes en el barrio obrero de
la Cabecera del Llano (hoy San Rafael, Hoyo Chiquito, Villanueva) quienes desde niñas y
hasta su muerte por enfermedades respiratorias o nutricionales enrollaban, torcían y
empacaban cigarros finos en las últimas fábricas de cigarros de Piedecuesta en San Antonio
y Hoyo Grande, previo reconocimiento y diferenciación con las “chicoteras” en la crónica
de igual nombre, una vez más cuestiona las presiones y persecuciones estatales contra los
cigarreros, así como revelaba detalles de las variedades de vitolas que para entonces se
producían. Sobre esas “abejas” de la pequeña industria cigarrera piedecuestana,
especialmente las obreras de “La Antioqueña”, expresaba el poeta en su romance:

ROMANCE DE LAS CIGARRERAS

Es lunes por la mañana;


a paso largo y seguido,
con garbosos movimientos
cuatro pies a un mismo ritmo
de marcha, van adelante
por otros cuatro seguidos,
calzando blanca alpargata
atada con galón fino.

Son preciosas cigarreras


de mi Piedecuesta antiguo
que van de "La Sucursal"
todos los días con cariño,
hacia la fábrica grande
armadas de su cuchillo,
su cajita de almidón
y de la mano su niño.

La una es Julia la pecosa,


la otra es Fabiola Patino,
la de verde es Rosa Vargas,
Zoila Ruiz, la de amarillo;
y las cuatro de adelante,
de andar tan airoso y fino,
son Luz y Amparo Monsalve,
y Beatriz y Leonor Pinto.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Cuando pasan por la plaza,


el viento alegre y ladino
que en torbellinos avanza,
azota su cuerpo tímido,
y hace tremolar los pliegues
de encaje de su corpiño.
Su falda de oían brillante
ellas oprimen con tino,
pues temen que las levante
el viento en su torbellino.

—Adiós lindas, grita un chato.


—Me llevan? . . . dice Gabino.
—Claro que sí. . ., pero luego,
responde la de amarillo:
porque si nos demoramos,
el patrón que es condenillo,
nos espunta en la tarea
y adiós el pan del domingo.

Las Vargas hacían pepitos,


elegantes, las Urquijo,
regalías hacían las Torres,
y viuditas las Murillo.
Amarraban las Mendoza,
y empacaban los Chorizos,
los más viejos cigarreros
de mi Piedecuesta antiguo.

Un tal Luis, las vigilaba,


y era rollera la Suca;
picaba Juan el tabaco
y recogía la basura;
y charlaba como un loro
la tal Candelaria Cuca.

Enjambre de obreras lánguidas,


de la industria de mi tierra;
abejas que en su labor salud y
hermosura entierran,
clavadas sobre el mesón
donde la muerte les llega,
cuando les falla el pulmón
o la anemia las entrega.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Cigarreras laboriosas,
cuan grandiosa es la obra vuestra,
en pro de una rica industria
que no escucha vuestras quejas;
que sabe de tus angustias
pero que no las remedia,
porque hay corazones duros
y almas que son como piedras.

Obreritas de mi villa,
unas blancas y otras negras;
casadas, solteras, viudas,
espigadas y pequeñas,
parlanchínas, cantadoras,
ojiazules y hasta tuertas...

Yo ví un día rodar tu llanto,


tu llanto amargo y sincero;
y supe de tu quebranto,
cuando entre flores y cantos,
llevaste hasta el camposanto
a Margarita Forero58.

A fin con la reivindicación folclórica y las crónicas simbólicas sobre Piedecuesta por parte
de Vicente Arenas Mantilla, en la segunda mitad del siglo XX el reconocimiento de las
cigarreras como artesanas y trabajadoras populares fue exaltado por el poeta, novelista e
historista Germán Valenzuela, conocido al igual que su periódico como “Picapica”, al
rememorar el devenir de su barrio natal La Feria (o “La Pesa”) con los siguientes versos:

Era el barrio un paisaje macondiano,


donde el “diestro” se hacía en las calles,

El oficio aristocrático de las mujeres:


combar tabacos,
los hombres ser rolleros y los chicos
descalzos y en el suelo despallibar la hoja.
¡Qué vida! ¡Qué destino! los envolvía la congoja59.

El simbolismo social, cultural y económico que representaba la manufactura de cigarros


llegó a ser de tales proporciones que las familias de las cigarreras más devotas aseguraban
haber sido testigos de la revelación de la virgen Maria en hojas de tabaco, transformando
las casas de sus humildes fabriquines en lugares de peregrinación y culto colectivo de los
creyentes y feligreses católicos de los barrios más populares. En el caso de Piedecuesta, al
decaído culto de la virgen de Monguí se sumó durante la segunda mitad del siglo XX la

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

divulgación de varias de esas revelaciones. Siendo una de las más divulgadas la aparición y
culto a la Virgen de "Las Angustias" en el barrio Hoyo Grande.
De acuerdo a la crónica relatada por Luis Enrique Figueroa, “Juan de la Fuente” divulgó en
su obra sobre el folclor santandereano esa naciente advocación de Santa María virgen
como patrona de los cigarreros piedecuestanos en la década de los años sesenta de la
siguiente manera:

… la Virgen de "Las Angustias", que dizque se "reveló" en una tabla de esas en que
hacen los tabacos las cigarreras y la cual es objeto do veneración en una casita
que existe en la loma de "Alto Viento", sector de "Hoyo Grande" (naturalmente en
ese sector que es el de los fabriquines de tabaco), de propiedad del nonagenario
don Lorenzo Gutiérrez, quien me refirió que cuando su esposa María de la Cruz
Cancino había muerto, la imagen de esa Virgencita ya se había "revelado", de ello
hace ya quince años. La verdad es que se trata de un óleo antiguo realizado sobre
una tabla. Y bueno. Allí van las gentes piadosas a venerar y a rezarle a la imagen
que es patrono de las cigarreras, quienes la visitan invariablemente los lunes y
martes de coda semana60.

TECNOLECTO DE LAS MUJERES CIGARRERAS DE PIEDECUESTA

Tomado de: RUÍZ BERNAL, Jesie Lorena. Estudio del campo léxico del tabaco en Piedecuesta
(Santander). Trabajo de Grado, Lingüista. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2009. P. 43.
Disponible en: http://www.humanas.unal.edu.co/linguistica/index.php/download_file/view/133/120/.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Organización laboral de las cigarreras en las grandes fábricas de cigarros durante la primera mitad del siglo XX. Imagen del “Buen Tono”

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

LAS CIGARRERAS1

A las limitaciones fiscales, comerciales y laborales para la producción de cigarros de


primera calidad en Piedecuesta se aunó desde mediados del siglo XX el desestímulo al
consumo interno propiciado por los altos precios de venta a cambio de baja calidad en los
materiales y pocas dimensiones en su longitud, volumen y peso. Con lo cual, resultaba más
rentable para los sectores populares el consumo de cigarrillos comunes o de los abundantes
y comunes tabacos hechos con materiales y técnicas de manufactura de tercera calidad
(“chicotes”) a través de vitolas conocidas popularmente como romo (más largo,
voluminosos y pesado), reina (romos cortos), panetela (cigarro intermedio entre el romo y
la calilla), calillón (calilla largo y gruesa) y calilla (cigarro de tabaco con la longitud,
volumen y peso de un cigarrillo).
Desde entonces, la demanda y consumo de cigarros de primera calidad (puros tipo
“Premium” de alta calidad) producidos en Colombia fue mínima o nula al dominar ese
costoso y exclusivo mercado las cigarrerías de Cuba, Centroamérica y algunos países de
África y Asia. Con lo cual, la participación de las cigarrerías tradicionales santandereanas
más afamadas debieron reducir su producción al segundo segmento de calidad de los puros
denominada “Mass Market” con marcas tradicionales que a bajos precios imitan en
materiales, empaques y vitolas los habanos. Siendo sus principales consumidores las altas
clases sociales de las regiones industriales fronterizas, y en el caso de Colombia, la región
cafetera del viejo Caldas.
Las demás fábricas cigarreras que incursionaron en el mercado de puros, especialmente
aquellos administradores y cigarreras que habían trabajado para las grandes fábricas de la
primera mitad del siglo XX, se centraron en la producción del tercer segmento de los puros
denominados “Little Cigars” o puros pequeños, que hasta la fecha son producidos para el
consumo local, como regalos y “souvenirs” llevados desde Piedecuesta a los fumadores y
coleccionistas de otras regiones del país, o como producto artesanal comprado por
nacionales y extranjeros al valorar la estética de los empaques, la refinación de las capas y
el curado aromatizado de las picaduras.
Mientras que las fábricas cigarreras de “chicotes” pasaron de medio centenar a un millar de
“fabriquines”, muchas de ellas con sus propias marcas para el comercio de sus tabacos

1
Para corroborar las continuidades, rupturas y fluctuaciones de la producción de cigarros en Piedecuesta
hasta mediados del siglo XX, así como las condiciones de vida de las mujeres cigarreras y la identidad
socioeconómica y político-cultural que tienen esas trabajadoras para con el Municipio fueron visitadas y
entrevistadas en profundidad las diez cigarreras más destacadas y representativas del gremio cigarrero a partir
de las recomendaciones de los empresarios y empresarias más importantes del sector tabacalero. Para ello se
consideraron además factores explícitos de identidad y reconocimiento colectivo como fueron: la procedencia
familiar o social como cigarreras, los años de dedicación al oficio artesanal, el emprendimiento laboral o
empresarial alcanzado, los reconocimientos públicos por su labor, y el liderazgo en campañas de defensa,
bienestar o mejoramiento de las condiciones de vida de las cigarreras piedecuestanas.
Las características de esas mujeres como muestra representativa y simbólica del Patrimonio Cultural
Intangible de la producción artesanal de tabacos en la municipalidad son resumidas en el siguiente capítulo
por medio de las Historias de Vida narradas desde su perspectiva como cigarreras y empresarias de los
cigarros (corrientes y puros) elaborados en Piedecuesta.

80
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

tradicionales y rústicos en los mercados provinciales y departamentales más cercanos, las


fábricas tradicionales de “puros” conservaron sus procesos técnicos de maduración y
producción de los tabacos no menores a tres años, expandieron sus mercados a los centros
urbanos más grandes del país, así como a los países andinos fronterizos.
Siendo reconocidas por el Ministerio de Agricultura hasta 2005 como las empresas y
marcas más tradicionales de cigarros finos y corrientes de Santander a: Cigarros Puyana
(Bucaramanga y Piedecuesta), Cigarros Duque E.U (Bucaramanga), Compañía Cigarrera
Monseñor Ltda. (San Gil), Cigarros Santa Lucía (Piedecuesta) Fábrica de Cigarros La
Universal (Piedecuesta), Cigarros Gamos (Piedecuesta), Cigarros Comandantes
(Piedecuesta) y Cigarros Centauro (Piedecuesta). Con lo cual, las fábricas de Tabaco más
importantes de puros no sólo estaban en Piedecuesta pues el 68% de la producción de todo
los cigarros de Santander se concentraban allí mismo, seguida por Bucaramanga (20%) y
Girón (10%). Dejándose así Piedecuesta de ser la capital de la panela y la leche para
constituirse plenamente en el principal centro manufacturero de cigarros de todo el
nororiente colombiano. A los nombres de las fabricas y marcas cigarreras expuestas se
suman otros como Cigarros Roa, Cigarros la Península, Cigarros el Vigilante, Cigarros
Miranda, Cigarros La Vallenata, Cigarros Legítimos, Cigarros 3 Coronas” (1956-1980),
Cigarros Humo Seda, Cigarros Picasso y Cigarros Gamos.
Si bien durante la década de los noventa el contrabando, el incremento de los aranceles para
la importación de tabacos para cigarros finos hasta en 15%, la reevaluación del peso y la
pretensión del Gobierno nacional en imponer nuevos gravámenes tributarios al tabaco
(1996, 2000), etc., influyeron negativamente en la recesión y la falta de inversión en el
sector cigarrero, en Piedecuesta, por el contrario se redinamizó la producción de puros
piedecuestanos con la creación de nuevas empresas cigarreras lideradas por los dueños de
fabriquines de cigarros corrientes (“chicotes”) acorde con su interés de mejorar la
producción y calidad de los productos tabacaleros para expandirse a mercados más
rentables. Ejemplo de esos procesos de emprendimiento el establecimiento y consolidación
de nuevas fabricas de puros reconocidas comercialmente e impulsadas territorialmente
como microempresas por entidades como la Cámara de Comercio de Bucaramanga a través
de proyectos como el denominado "Desarrollo de una estrategia de comercialización para
las microempresas productoras de puros del Área Metropolitana de Bucaramanga" (2008).
Las fábricas beneficiadas por esos procesos de mejoramiento y competitividad exportadora
fueron marcas tradicionales y reconocidas como Cigarros Santa Lucía, Cigarros Roa y
Cigarros Puyana, así como marcas y fábricas emergentes como Cigarros Corona Real,
Cigarros Guane de Oro, Cigarros Chicamocha y Cigarros Caney. Si bien la pionera y
reconocida fábrica Cigarros Gamos se mantuvo al margen de ese proceso al ser explícitos
los intereses particulares de cada uno de los participantes, los propietarios, representantes,
empleados y operarios que participaron del proceso además de aprender a producir,
contratar y negociar en el mercado internacional también recibieron capacitación para su
desarrollo en competencias gerenciales, productivas, de asistencia técnica, logística y
capacitación a los miembros de sus organizaciones empresariales.
Incluso esas siete fábricas se agremiaron como productores de cigarros finos y extrafinos a
través de la sociedad de acciones simplificadas denominada “Casatabaco Grupo
empresarial Tabacalero S.A.S”, representada por Gabriel Pico Gutiérrez, ubicada en la
fábrica de cigarros Chicamocha de Leonidas Castro en Piedecuesta (Cra. 7 5-49), registrada

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

ante la Cámara de Comercio de Bucaramanga el 16 de febrero de 2010, y cuyo fin es la


producción de productos derivados del tabaco, especialmente puros con fines de
exportación a Estados Unidos y Europa.
Desde el año 2000, los empresarios y trabajadores de los fabriquines de cigarros corrientes,
conocidos tradicional y despectivamente como “chicoteros”, se habían organizado,
asociado y gestionado ante las autoridades municipales procesos de capacitación como
torcedores y empresarios de cigarros puros apelando a sus conocimientos y habilidades en
la elaboración de los cigarros corrientes (“chicotes”). Para ello contaron con instructores
del SENA escogidos entre los cigarreros retirados de las empresas tradicionales más
afamadas, especialmente de cigarros Puyana y cigarros Gamos, como fue el caso de Luis
Aurelio Vega, aunado a las capacitaciones realizadas por expertos traídos directamente
desde Cuba y República Dominicana como fue el caso de Arsenio Ramos.
Ese proceso fue a su vez materializado y simbolizado con la creación y establecimiento del
“Centro de Capacitación y Desarrollo Empresarial Tabacalero”, a cargo de la Asociación de
trabajadores artesanales de cigarros de Piedecuesta (Asotracig), para lo cual fue construido
y entregado en comodato un espacioso edificio de grandes salones sobre las ruinas del
antiguo coliseo de ferias y matadero municipal en el Barrio La Feria (o la “Pesa”). Así
mismo se procuró el mejoramiento en la calidad de la materias primas empleadas para la
producción de cigarros al llevarse a cabo programas de capacitación y proyectos de
innovación agroindustrial como fue el caso del proyecto “Desarrollo tecnológico de la
Cadena Productiva del Tabaco para la fabricación de puros”, promovido por Corpoica, la
Cámara de Comercio de Bucaramanga, Fedetabaco, la Corporación Colombia
Internacional, el Sena, COLCIENCIAS y los industriales piedecuestanos al fomentarse la
tecnología productiva cubana denominada “tapado”, consistente en cultivar el tabaco
“premium” a la sombra, con la ayuda de sombríos hechos con tela de poliéster y con el fin
de alcanzar un desarrollo foliar mayor.
Las vivencias y el protagonismo de las mujeres cigarreras durante ese medio siglo de
cambios e innovaciones permiten reconocer las dinámicas y los aportes de muchas de ellas
a la construcción de la y a la reafirmación de la piedecuestaneidad.

Identidad profesional. Las cigarreras de Piedecuesta con mayor número de años y


experticia han optado por dejar de trabajar aunque la mayoría no cuentan con una renta ni
reconocimiento pensionario, otras se han constituido en empresarias con sus propios
fabriquines o fabricas de tabacos, y muy pocas han asumido el rol de maestras artesanas al
interior de la decena de fábricas cigarreras preservadas o establecidas en Piedecuesta hasta
mediados del 2011 con fines de exportación. Sin embargo, la mayoría de ellas reconocen
que su escuela de formación fueron las fábricas cigarreras más importantes de mediados del
siglo XX como eran la Cucuteña, la Antioqueña y las Fábricas Unidas. Así mismo
coinciden en que las últimas grandes fábricas y escuelas para el aprendizaje y el trabajo
industrial de los tradicionales cigarros finos que caracterizaron a Piedecuesta fueron las
creadas y preservadas por Antonio Leal y Marcos Carreño (La Marina).
Una de esas mujeres anónimas para la mayoría de piedecuestanos pero reconocida a nivel
nacional al ser divulgada una crónica periodística sobre su vida en el diario capitalino “El
Espectador” (Octubre 5 de 2008), tanto en sus soportes en papel como digital, es Nelly
Carrillo Delgado. Siendo presentada como una experta y dedicada cigarrera residente en el

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barrio San Antonio, para lo cual fue sugerido su nombre y persona por parte de Antonio
Delgado Gómez, su sobrino y copropietario de la fábrica de cigarros “Comandante”, los
medios de comunicación nacionales realzaron su condición como mujer representativa de
las cigarreras piedecuestanas quienes después de 75 años de vida podían continuar
realizando con destreza y abundancia la labor aprendida desde niñas.
Al relatar su proceso de formación y dedicación como cigarrera resumió la vida típica de
las cigarreras piedecuestanas de mediados del siglo XX quienes como jóvenes, mujeres,
esposas, madres y ancianas no dejaron un solo día de sus vidas laborales en desempeñarse
en el oficio aprendido y ejercido por décadas. A través de su relato se rememora el proceso
de aprendizaje, contratación, independencia y retiro de cada una de las cigarreras de las
fábricas de tabacos finos (primera clase) que al aumentar sus años y disminuir sus
capacidades optaban por trabajar para las fábricas de tabacos regulares (segunda), y
finalmente, se independizaban al crear sus propios fabriquines para la elaboración de
tabacos ordinarios o corrientes (tercera). Desde la comodidad de su hogar recordaba:

Yo aprendí el oficio de los tabacos en la Cucuteña. En ese entonces era por la sexta
acá al frente [de la casa de menores] eso ya acabaron y lo volvieron fue local. Yo
empecé de cajera, a espalar capote, a alargar rollos. Yo aprendí a hacer rollos…
Yo aprendí a torcer ahí en la Cucuteña. Ahí duré siempre tiempito trabajando,
torciendo tabaco. Yo hacía hasta mil.
Después me retiré, ya no me acuerdo por qué fue. La cosa fue que de ahí salí a la
fábrica Noel que era de don José Correa a torcer calilla, pero ya entonces exigían
tarea. Tenía que hacer 1400 diarios, pero eran los 1400, y yo pues solo alcance a
hacer diarios 1300 un día, otro 1400, y eso… aunque ese trabajo le rinde a uno,
pero no sé, no fui capaz, no tuve sino un mes.
Después trabajé donde José Rey, allá pues también duré, después me vine pa’
donde don Marcos Carreño. Ahí no exigían tarea a día sino la que uno hiciera. Ahí
ya trabajé y me casé con mi esposo.
Yo de ahí salí, yo trabajaba en la casa hasta inclusive trabajé y tuve obreras. Pero
resulta que las personas piensan que porque uno ha trabajado ya y porque uno los
busca pa’ que trabajen, entonces se la quieren velar a uno porque uno ha sido
obrera, porque uno exige que el trabajo quede bien entonces o porque no les gusta
así. Entonces ese es el problema de la gente, y dicen, esa vieja no fue chicotera.
Pues sí: uno fue chicotera también y uno elaboraba pero a uno le exigían la
elaboración del tabaco que quedara bien hecho, que no quedara con rotos, que no
quedara volando, que bueno, eso siempre tiene su exigencia.
Y pues, desde entonces yo dije: ¡no yo no tengo porque que la gente me la velen a
mí, porque yo les decía que no los quería que les quedaran volados, que no
quedaran rotos!. Resulta entonces que quede yo sola, trabajé unos días sola, pero
entonces yo sola tampoco hacía nada. Entonces yo acabé todo y vendí la máquina
de hacer rollos.
Acabé con todo y me puse a torcer por fuera pero tampoco me amañé mucho por
que daban las libras de capa bien pesadas. Llevaba libra y media para torcer un
mil de tabacos que era grueso y por más que yo picaba finito y por más que yo

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después lo escogiera, y todo, yo dije: ¡no, no hago sino chinos!. Me cansé entonces
y no volví a trabajar [desde 1991]61.

El relato de Nelly Carrillo permite reconocer a su vez dos conductas laborales que aún
persisten en la elaboración de cigarros en Piedecuesta: la disciplina de las fábricas de
cigarros finos o regulares con fines industriales y las relaciones sociales de confianza y
amistad al interior de los fabriquines de cigarros ordinarios o corrientes. Respecto a la
disciplina de las grandes y afamadas fábricas, Nelly Carrillo rememoraba a su vez cómo
eran las condiciones laborales de una de las últimas fábricas de cigarros de tabaco fino de
Piedecuesta, heredera de las tradiciones de la edad de oro de los cigarros santandereanos de
la primera mitad del siglo XX al expresar:

Cuando trabajé en la Cucuteña allá había mucha disciplina. Uno tenía que sentarse
bien, don Agustín [Ríos] era un señor muy fregado, tenía uno que sentarse así bien
sentado, bien acomodado, no podía sentarse uno de medio lado, era bien sentado,
que la capa estuviese bien arreglada, que aquí los rollos, que el cortador, que cada
uno limpie, no botar recorte al suelo, y si lo botaba cuando me paraba recogerlo y
echarlo al cajón. Entonces todas esas cositas así eran muy exigentes. Pero habían
obreras que no cogían nada reparaban encima y con el mismo recorte limpiaban:
muy desordenadas, y por una pagábamos todas. Nos llamaba la atención a todas,
no decía fulana, no, era para todas. Entonces yo siempre me acostumbré al trabajo
legal, cumplí con el oficio, aseada, no hacía el reguero, limpiaba el mesón que los
tabacos no fueran con picaduras, ponerlos en el aparato de una vez para
amarrarlos, porque se amarraban de a 50. Entonces yo ponía el aparato ahí, y
limpiaba, a lo que amarraba limpiaba, y limpiaba pa’ cuando llegará el patrón a
revisar que estuviera el puesto limpio. Usted sabe que pasa como en la cocina: está
uno limpie y limpie y no se ve. No bregaba por desordenada, eso si yo era ordenada
pa’ mi trabajo, me preocupaba mucho por ser ordenada y por hacerlo bien.
El patrón a veces llegaba y se sentaba y le decía a uno coja la capa así, y le decía
esto se quita así y con cuidado le quitaba la vena, le quitaba la capa, cogía un rollo
lo torcía mire así es que se hace… nos enseñaba, era una persona fregada pero él
nos enseñaba a la gente a que fuera ordenada y a que el oficio quedara bien hecho.
…En ese entonces se hacía tabaco fino y siempre buscaban las personas que lo
hicieran más bonito, no había mucha gente porque exigían que el tabaco fuera bien
hechicito62.

Justa Gualdrón de Carreño, cofundadora y propietaria de la fábrica de cigarros “Gamos”


hizo su escuela de formación como cigarrera en otra de las grandes fábricas de cigarros
finos que se establecieron en la primera mitad del siglo XX en Piedecuesta, particularmente
en la Fábrica “La Antioqueña”, ubicada en la esquina suroccidental del parque principal,
continuando su labor en las “Fábricas Unidas” que si bien habían nacido en Piedecuesta
fueron trasladadas a Bucaramanga a mediados de siglo como consecuencia de la violencia
bipartidista. Entre sus recuerdos sobre los primeros años de aprendizaje al lado de su madre
(Rosalbina Pimiento Sánchez) y su hermana en la Antioqueña y luego como obrera experta

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de las Fábricas Unidas también al lado de su hermana y de su madre, Justa Gualdrón


rememoraba que:

Una hermana mía hacia un tabaco que se llamaba “Bucarica” con capa cubana de
excelente calidad. Solo cuatro de las cien operarias que tenia esa empresa lo
elaboraban cuando había el pedido. Una de esas cuatro era una hermana mía:
¡imagínese!. Yo contaba con ocho años, me iba y le decía que me dejara la tercera
ronda: hacerle la perillita. Yo soñaba, a mí me gustaba, yo jugaba en la casa de
niña con hoja de higuerilla a hacer cigarros. Las soasaba y me ponía hacer
paqueticos no por lo que uno ve sino porque me gustaba. A mí me gustaba eso y
jugaba con todo esas cosas del tabaco.
… Del año 48 para acá, tenía que hacer uno una escuela: espalar una hoja y
ordenarla bien desde los ocho años. Eran empresas grandes las que había en
Piedecuesta, yo creo unas treinta. Había que hacer la escuela: aprender a espalar,
había que ayudar a una señora que se llamaba doña Rubiela que tenía un grupo de
cuatro operarias. Ella tenía que hacerles rollos para que ellas los elaboraran, pero
había que prensarlos y cajearlos. Eso era lleve cajas, recoja cajas para que cada
torcedora prense. Uno de niño tenía que ayudar pues mi mamá era cabeza de
familia, entonces teníamos que ayudarle a trabajar y ya con eso pues tenía para
ayudarnos a la escuela, nos compraba los libros y todas esas cosas.
Hacia los 11 años seguía uno mirando como hacían los cigarros y entonces ya uno
salía a torcedora. Ya sabía lo que hacía la torcedora, uno se animaba y aprendía a
elaborar un trabajo corriente, sabía cómo se mojaba una hoja de tabaco, qué era
picadura, qué era capote, cuáles eran las calidades, los colores y todo lo demás
…A la edad de nueve años me fui para Bucaramanga porque se fue mi mamá… y a
la edad de 19-20 años volví a Piedecuesta [1959]. Entonces ya había otro cambio:
habían más fabriquines. Las fabricas que uno conoció que eran fabriquines ahora
eran tres o cuatro empresas que le daban a usted tabacos para hacer en la casa. La
única empresa grande que figuraba era la de Marcos Carreño. Él tenía y mantenía
unas cincuenta sesenta operarias para hacer un tabaco corriente, tipo romo y tipo
panetela, tenía empaque y tenía mucha gente trabajando. Desde entonces se fue
transformando todo en fabriquines y fabriquines. Quien sería mi esposo era el
administrador de esa fábrica de Marcos Carreño, se llamaba La Marina, y ahí nos
conocimos con él.
… Cuando yo empecé a trabajar en fábricas en Bucaramanga, en las Unidas que se
la habían llevado para Bucaramanga, yo llegué como ayudante de mi mamá. Ahí ya
me decía el dueño: ¡venga, venga que usted ya sabe!. Eso parecía una escuela [de
niños aprendices] esa fábrica porque entonces no había manera de estudiar y los
papás no se afanaban como ahora. Antes era “trabajar, trabajar y trabajar”63.

Al igual que el régimen laboral aprendido por Nelly Carrillo en La Cucuteña al adoptarlo a
su fabriquín de cigarros corrientes, la disciplina aprendida por Justa Gualdrón en las
fábricas de cigarros de mediados del siglo XX se ha constituido en el modelo de conducta a
seguir en su propia fábrica hasta inicios del siglo XXI. Prácticas de orden, respeto,
pulcritud y responsabilidad productiva caracterizadas por:

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Yo empecé de niña, con una primaria escasa y hacía tabaquitos. Yo empecé en


fábricas con orden, con horario, había disciplina. Inclusive no dejaban entran
menores de edad, no los dejaban entrar, pero yo me volaba. Entraba con ese deseo
de ayudarle a mi mamá y como los directores me veían que era juiciosita, ahí
empecé, y desde entonces fue para adelante, a trabajar.
Hoy aquí en fábricas “Gamos” la disciplina es más o menos que las operarias
hagan su tarea. Que no fumen. También nos tocó limitarles los celulares porque
hablaban mucho. La disciplina es porque tenemos gente correcta. Inclusive ha
venido gente de Bucaramanga a trabajar acá. Es un corre - corre pero se amañan y
trabajamos. Los hombres son correctos en el empaque porque trabajan a tarea, y el
que trabaja a tarea sabe que tiene que rendir. Yo estoy contenta con el aseo, que
tengamos esto limpio. Tantas cosas que quisiera que la empresa tuviera demás…
Doy muchas gracias a Dios.
…Por las capas tan costosas, en Cuba, por ejemplo, una obrera no puede llevar
anillos, perfumes, porque cada hoja se le dan contada y allá tienen que pagarlas…
Eso es disciplina. Aquí no, se perdió y tal….
Por la disciplina, no soy tan bien vista porque dicen que ¡si molesta!. …Yo siento
que he querido enseñar a muchas mujeres. Por ejemplo, cómo se hace un tabaco,
cómo se hace una perilla, empezando cómo se moja la hoja, cómo se debe sentar,
cómo deben manejarse. Todas esas cositas. Y recuerdo que todos los fines de año,
cuando salen a sus vacaciones, se hace una fiesta grande... Y a todas las quiero64.

Nelly Carrillo con su fabriquín de “chicotes” en San Antonio y Justa Gualdrón con su
fábrica de “puros” en hoyo chiquito coinciden a su vez con Mercedes Urrea, propietaria de
la fábrica Noel y productora de la afamada marca “Puyana” en “Hoyo Grande”, en la
necesidad de asegurar el éxito de la producción por medio de una cigarrera experta en la
elaboración de cigarros y experimentada en la administración de personal y el
entrenamiento de los operarios acorde con las prácticas que acostumbraban las fábricas de
la primera mitad del siglo XX. De allí que las tres insistan en que sólo a través de la
disciplina impartida en cada una de sus empresas fue como lograron capacitar y asegurar el
reconocimiento y la demanda comercial de sus productos y marcas.
Mercedes Urrea, es una piedecuestana quien conoció en El Socorro al empresario
zapatoca Don José del Carmen Correa Garza, quien ya trabajaba en la producción y
comercialización de cigarros. Fruto de esa relación laboral se constituyó una familia de
hecho de la cual nacieron doce hijos, José Correa se separó de su primera familia y sentó
sus raíces en Piedecuesta desde 1952 al establecer e iniciar la producción de cigarros finos
y corrientes con la fábrica Noel. El éxito comercial y la expansión regional de su negocio,
al punto de comprar la legendaria fábrica de cigarros “Puyana”, se basó en la división de
roles al dedicarse José Correa a la comercialización directa de los cigarros en otros
departamentos y países mientras Mercedes Urrea se encargaba de la compra de materias
primas, la supervisión en la elaboración de los cigarros, el control de calidad de las vitolas y
empaques, así como el embalaje y los envío contra reloj que debía hacer a su esposo, en la
medida que hacía las solicitudes de producto a través del teléfono o vía telegrama.

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Con la muerte de José Correa en 1995, esa división de roles y funciones productivas fue
continuada en la fábrica de Piedecuesta por su hijo Elías Correa al encargarse de la
distribución y comercialización mientras Mercedes Urrea aún continúa de forma
incansable, cada día laboral, supervisando y orientando cada etapa de la producción al
interior de la fábrica, así como evaluando los cigarros traídos desde diferentes fabriquines
del área metropolitana al considerarlo una terapia ocupacional necesaria para sentirse útil
para garantizar la continuidad de la empresa y el nombre de marca que ayudó a posicionar.
Esa incansable experiencia como cigarrera que se ha constituido en maestra artesana y
supervisora productiva de una de las fábricas y marcas más emblemáticas de Piedecuesta es
rememorada de la siguiente manera:

Él salía a viajar. Eso si duraba quince días viajando, y allá me ponía telegramas,
porque cuando eso eran telegramas. “Alísteme tantas cajas pa’ fulano y mándelos
pa’ tal parte”. Y corra y empaque, corra pa’ allá y corra pa’ acá y, supervise la
elaboración. A quien se veía desocupado le decía “vaya haga tal cosa”. Así ha sido
mi meta desde que yo empecé el trabajo y dio rendimiento, rendíamos mucho.
Cuando compramos la fábrica a los Puyana, José se fue para allá [Bucaramanga]
y yo me quede acá [Piedecuesta]. No descuidábamos el trabajo, supervisando que
esté bien tal cosa, que este bien tal otra, que estén bien los tabacos, que no vayan a
tener rotos el tabaco, que no vaya estar mal… y de todas maneras ese es el control
que yo tengo.
A mí me dio muy duro la muerte de él porque salía a vender. Yo después de que él
murió no trabajé. Digamos que yo despaché tres meses y eso me tomaban el pelo
pa’ mandarme la plata, entonces eso ya no funcionaba así, sobre todo se necesitaba
salir a viajar, a visitar los clientes. Preguntarles: “¿usted que necesita?. Yo podía
hacerlo pero entonces ¿quién me atendía la fábrica?. Yo seguí atendiendo la
fábrica en la carrera 6 entre octava y novena [actual centro comercial La Molienda
– Coomultrasan], ahí se nos quemó todo pero volvimos y nos levantamos aquí en la
carrera sexta entre doce y trece.
Como yo era la que atendía la fábrica entonces autorizaba a que a las señoras de
los fabriquines que hacían nuestras vitolas se les diera fiados los materiales y los
pagaran cuando traían los tabacos. Entonces figúrese usted, yo tenía 40 fabriquines
en ese momento. A mí me tocaba “compras”, llegaba una señora con un cajón y
tenía que vigilar que no me lo fuera a poner allá al pie de los otros que habían
sobrado de la semana anterior, y todo ese control. Mire, yo era pilas, porque me la
hicieron una vez me acomodaron un cajón y lo apegaron a la tarea que iban a
entregar como cajones de ellas.
Al recibir los tabacos yo estoy mirando eso de quién es, quién está echando, porque
cada una tiene que tener su nombre en el paquete que manda.
Además de que estén bien hechos, también les reviso que las tres partes del tabaco
ardan bien, porque son tres: la picadura, el capote y la capa. También la
supervisión del tabaco necesita que esté al tanto de los obreros porque hay unos
que trabajan y hay otros que no.

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Para que los tabacos queden bien hechos las señoras que lo desean deben venir y
aprender acá en la fábrica. Las que dicen que ya saben hacer finos y pide que le
hagamos “compras”
viene a la fábrica y yo la pongo a torcer. Le digo: “hágame una muestrica aquí,
hágame un cincuenta, ¿cómo los hace?”. Y si veo que no sabe, le digo para evitar
enemigos: “No pues por lo pronto yo la llamo”, porque este oficio necesita
experiencia. Si uno no tiene experiencia está perdido, porque decirles: “esto no me
sirve, esto está tan malo, esto no se qué”, nunca se les va a decir. Prefiero decirles:
“yo la llamo, deme su teléfono”65.

Identidad patronal. En los relatos obtenidos de las cigarreras del pasado como en las
observaciones y entrevistas realizadas a las cigarreras propietarias, expertas u obreras de las
principales fábricas y fabriquines de Piedecuesta también ha sido posible reconocer
estrechos vínculos de relaciones entre los patronos y administradores con sus trabajadores.
En el caso de las fábricas de cigarros finos, recuerda Nelly Carrillo que sus mejores años
como cigarrera los pasó en la fábrica “La Marina“ de Marcos Carreño, administrada por su
hermano Agustín Carreño. Allí conoció a su esposo, hicieron compadrazgo con los
patronos, e incluso, estuvieron atentos al devenir de la fábrica al cambiar de propietario. En
su relato Nelly Carrillo expresaba:

Mi marido trabajaba en esa empresa, el hermano de él [Agustín Carreño] era don


Marcos Carreño que era el dueño de la fábrica… Yo llegué a trabajar ahí, nos
conocimos y ahí fue cuando nos casamos. Ellos fueron a la media fiesta que
hicimos, ahí que era a la vuelta por la once, y luego tuvimos los chinos y todo eso y
no sé nos dio por buscarlo a él de padrino y pues él no dijo que no.
A mi esposo lo querían tanto porque él era el que colaboraba con ellos, era la mano
derecha del patrón. Donde fuera el patrón lo llevaba a él porque sabían que él lo
cuidaba, que él lo llevaba, que él lo traía mejor dicho todo. Entonces no había
ningún problema de las cosas porque ellos le tenían mucha confianza a él. Y pues el
compadre a mí también me tenía confianza porque en ese entonces yo como
trabajaba ahí en la fábrica, y él era una buena persona.
Ahora es que está enfermito. No sé que sería para él ponerse así malo porque uno
no piensa que una persona buena trabajadora como ellos irse a poner así tan
enfermo, que él no sabe nada, no más ver y que le larguen su comidita. Menos mal
que la mujer se le metió por el medio, lo atendió esa es la solución del compadre,
que tal que él hubiera conseguido otra mujer, que mejor dicho. Lo hubiera dejado
por ahí a mitad del camino66.

A la par de la enfermedad y muerte de los patronos de las fábricas de cigarros de


Piedecuesta también se vivió la decadencia de la producción de tabacos de primera y
segunda calidad porque, acorde con Nelly Carrillo “… decían que los tabacos tenían que
acabarse porque los tabacos no se qué, porque aquí en Piedecuesta era una cosa o la otra,
que un fabriquín, que las fábricas las acabaron por el problema que el tabaco tenía que
acabarse porque era malo para la salud, porque el tabaco no se qué…”.

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Sin embargo, los trabajadores y cigarreras de antaño seguían trabajando fielmente para sus
patronos hasta que, acorde con Nelly Carrillo “…poco a poco fueron acabando [las
fábricas] hasta que la última fábrica que quedó fue la de don Marcos Carreño. Después de
él morirse le quedó a don Antonio Plata, y después, como don Antonio Plata se puso mal al
final se desapareció y no se supo del patrón. Cuando mi esposo supo del patrón era que ya
lo tenían en Bucaramanga en la clínica estaba enfermo y ya ellos se habían ido para
Girón. Y en Girón eso quedó paralizado porque las compras se acabaron, mejor dicho eso
quedo en nada”.
Esa nostalgia por los patronos de antaño, por la Piedecuesta en la que las gentes pobres y
comunes podían obtener siempre trabajo como “chicoteros”, por las cigarreras que eran
obreras solteras e independientes que con sus salarios ayudaban de forma suficiente a sus
familias, así como el anhelo por ese espíritu de ganancias compartidas tanto para los
propietarios, quienes invertían sus capitales, esfuerzos y tiempo para obtener rentas que
hiciesen viables sus empresas de cigarros, como para los trabajadores al ganar de acuerdo a
la calidad y cantidad diaria de tabacos producía, son rememorados por Nelly Carrillo al
comparar las condiciones de vida de las cigarreras de su generación con la actual situación
del gremio cigarrero al manifestar:

Hoy en día es muy rara la persona que diga: ¡Yo voy a poner un fabriquín para
darle trabajo a fulano! porque el material hoy en día es muy caro: las capas a cien,
los capotes a sesenta mil o picaduras a sesenta o setenta, ¡hoy en día si pa’ que den
trabajo, poco!. La que tiene su trabajo trabaja porque está acostumbrada a tener su
trabajito, a tener su centavo, poco o mucho tiene pa’ coger sus centavos el día
sábado. Pero pa’ que hoy en día una persona busque gente pa’ trabajar: ¡no!,
porque dicen que el material mucho caro y que no les queda mucho. Aunque los que
tiene muchachas en fabriquín les pagan más o menos.
…A una señora amiga mía que trabajó toda la vida, que trabajó conmigo en la
fábrica, le dije:
“- ¿Usted trabaja?
- ¡Si, yo trabajo!
- ¿En compras suyas?
- ¡No yo ahorita no tengo “compras”2 estoy trabajando por fuera!
- ¿Y qué hace?
-¡Calilla!
- ¿Y a cómo la pagan?
- ¡A diez mil pesos!
-¡Ah, entonces está bien pago, porque calilla a diez mil es bien pago, porque en ese
entonces era a quinientos pesos!”.

2
Por “compras” se entiende la adquisición de tabacos de segunda o tercera calidad de las torcedoras o de los
fabriquines independientes por las grandes fábricas empacadoras como maquilas para sus marcas previo
cumplimiento de requisitos acordados en cuanto a calidad, materiales, forma y acabados de los cigarros a
comprar. Hasta hace dos décadas la mayoría de los dueños de las fábricas entregaban a las cigarreras o a las
dueñas de los fabriquines los materiales para elaborar sus cigarros, siendo descontados los costos de los
mismos al ser entregadas las tareas compradas. En la actualidad, los materiales se entregan previa compra o
dejando fianza del pago (al fiado), por lo general, por un contrato verbal de mutua confianza.

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Yo me acuerdo que me tocaba ganar cuarenta pa’ poder pagar arriendo, pa’ mi
mamá, pa’ hacer mercado y bueno a uno le alcanzaba la plata porque todo era
barato. Hoy en día uno coge cien mil y no le alcanza antes le hace falta. Tiene que
michicatear pa’ todo, pa’ poder tener los tres golpes del día, así sea aguapanela y
pan, porque no alcanza67.

Acorde con esas preocupaciones de Nelly Carrillo en cuanto a la necesidad de preservar las
técnicas y tradiciones cigarreras que se habían desarrollado en Piedecuesta sin sacrificar la
calidad de los tabacos y las vitolas piedecuestanas, y consigo, garantizando más y mejores
fuentes de trabajo para los artesanos especializados en cigarros, la experimentada cigarrera
Justa Gualdrón con su esposo Agustín Carreño, el reconocido administrador de la fábrica de
cigarros de Marcos Carreño, decidieron en 1973 crear la fábrica de cigarros finos y
extrafinos “Gamos”, con la cual se rescató a su vez el espíritu de los afamados cigarros de
las fábricas La Antioqueña, Fábricas Unidas y la Cucuteña que habían dado lustre y fama a
los cigarros piedecuestanos. Cinco años después el empresario cigarrero de Piedecuesta
José Correa incursionó en el mismo mercado al comprar los derechos comerciales, tanto en
marcas como en vitolas, de los afamados cigarros “Puyana” de Bucaramanga.
El origen de los cigarros “Gamos” como la primera y más antigua de las fábricas de puros
finos y extrafinos existente actualmente en Piedecuesta al incursionar en ese mercado desde
1987 con sus “Brevas” es rememorado por Justa Gualdrón de la siguiente manera:

Yo le decía a mi esposo: ¡Ola, hagamos un tabaco que nosotros sepamos hacer!.


Empezamos con el tabaco que dice “brevas extras”, un tabaco muy bien elaborado,
lleva mucho pero no se gana tanto. Es como una pasión, como querer uno su
trabajo. Muchos han intentado acá hacerlo pero pues vuelven al corriente porque
les toca que gastar y eso es un reto. Es una satisfacción hacer puros y que le digan
a uno: ¡están muy buenos, están excelentes!. Nos llegan correos electrónicos
gratificantes. Por ejemplo un tipo que se fue para Francia contaba que con
“brevas” había organizado un grupo musical fumándose unas “brevas”. Todas
esas cositas son muy agradables. De aquí llevan regalos, les llevan a los ministros.
En Piedecuesta, modestia aparte, nosotros somos los primeros en elaborar puros. Y
ello se debe a la experiencia en La Antioqueña.
La idea de hacer los puros surge porque venía un compadre que iba a Venezuela y
le decía a mi esposo: ¡Venga compa’, allá en Venezuela hacen un tabaco bueno,
inclusive hay gente que se fue de Piedecuesta a las grandes fábricas de allá a hacer
tabaco, incluso algunas marcas que él las trajo. Nosotros no teníamos moldes y él
traía moldes, o sea las cajas donde se ponen los rollos a eso se le dice moldes, en
Cuba le dicen Mazos, pero aquí no tenían las medidas adecuadas. Entonces,
Agustín [Carreño], mi esposo, como era tan curioso, pues él las sacaba y las pulía.
Empezamos con cinco moldecitos de “Brevas extras” y ahí empezamos. Con los
puros ya llevamos más de quince años, inclusive están hechos con capas
ecuatorianas importadas en dólares porque ya en Colombia, en Santander no hay
ese proceso de curado para que dé el olor, para que de la finura. Solo hay tabaco
para todo el cigarro corriente68.

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Identidad Productiva. La elaboración de cigarros de tabaco en cualquiera de sus tres


calidades se ha constituido desde finales del siglo XIX en la alternativa laboral de la
mayoría de la población, a inicios del siglo XX de por lo menos el 90% de la población
urbana y a inicios del siglo XXI por lo menos del 30% de la población de los barrios más
populares y céntricos de la ciudad, cuyo número aproximado de beneficiados directos del
comercio, procesamiento y exportación de los cigarros es de 30.000 hab.
Los cigarros han permitido subsistir a las familias más humildes e incluso transformar las
expectativas productivas y laborales de sus hijos, quienes después de cursar carreras o
estudios en educación superior, optan por continuar con el pleno desempeño de sus
profesiones, o en el mejor de los casos, se hacen cargo de las empresas de sus padres,
incorporando a las mismas sus conocimientos y habilidades con el propósito de asegurar su
continuidad como de ampliar los mercados y volúmenes productivos. Siendo los casos más
representativos de esa dinámica de continuidad generacional entre los miembros de las
familias propietarias el nombre fábricas de cigarros finos como Puyana (familia Correa),
Gamos (familia Carreño) y Picasso (familia Roa).
La elaboración de cigarros finos en empresas familiares propias se ha constituido a su vez
en el paso obligado para las nuevas generaciones de empresarios al ser herederos de una
generación de cultivadores de tabaco (los bisabuelos), de pequeños productores de tabacos
corrientes (abuelos) como de trabajadores de las grandes fábricas (padres y tíos). Uno de
esos casos es el Yesid Vega quien al postularse en 2007 a la cuarta convocatoria de
estímulos del Fondo Emprender con el plan de negocios para el proyecto empresarial
“Cigarros Vegas” hizo el siguiente recuento sobre la tradición heredada y el deseo familiar
por dar continuidad a la producción de cigarros de su familia en Piedecuesta:

Mi nombre es Yesid Eduardo Vega, en la actualidad tengo 30 años, y trabajo con el


tabaco desde los 10 años. Desde que tengo uso de razón toda la actividad familiar
ha girado en torno al tabaco. Mi bisabuelo fue cultivador de tabaco, al igual mi
abuelo Luís Felipe Vega, quien en el año de 1956 creó la empresa “Cigarros 3
Coronas” que se liquido en el año de 1980 a raíz de la crisis del sector. Mi padre y
mis tíos han trabajado toda la vida en el sector fabricando cigarros y puros. Mi
padre (padrastro) Leonardo Camacho, trabaja como independiente maquilando
puros (2400 unidades mensuales) las cuales vende a un valor de $3.000 unidad. Mi
tío Luís Aurelio Vega lleva 14 años elaborando puros en la empresa “Cigarros
Gamo” y es reconocido como uno de los mejores artesanos de la región en la
fabricación de puros, la empresa “Cigarros Gamo” vende aproximadamente
10.000 cigarros puros mensuales a un valor promedio de $8.000 unidad, también se
venden aproximadamente 400.000 cigarros mensuales entre fino y corrientes, aun
valor promedio de $200. Mi tía Marina Sánchez y mi tío Jesús Vega trabajan en la
empresa “Cigarros Picasso” como administradora y artesano respectivamente, la
empresa en la actualidad vende en promedio 1.600.000 unidades de cigarros
mensuales a un valor promedio de $8069.

A pesar de esos ejemplos de superación personal a partir de un trabajo menospreciado por


siglos, la mayoría de los jóvenes y adultos jóvenes de Piedecuesta a inicios del siglo XXI
no conciben su futuro como continuadores de las tradiciones empresariales de sus abuelos y

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padres ni tampoco como obreros asalariados o trabajadores contratados por “tareas” en


ninguno de los oficios asociados al cultivo (cosechero, comerciante), manufactura
(desvenador, rollero, torcedor), empaque (cajero, anillador, envolvedor, glacinador) o
comercialización (secretario, administrador, gerente, agente viajero) del tabaco.
Mujeres cigarreras octogenarias como Nelly Carrillo conciben que el futuro de la
producción artesanal de cigarros estará caracterizada por una mano de obra escasa,
desvalorada y sin autoestima cultural de continuarse las prácticas de desprestigio,
vergüenza y ocultamiento social de los hombres y mujeres que desde su infancia crecen con
la convicción que el trabajo de las cigarreras como el de los rolleros y empacadores es la
peor y más vil de las ocupaciones productivas de los piedecuestanos al ser una opción
laboral asociada sólo con las gentes más comunes, pobres, sucias y analfabetas de los
barrios populares. La experiencia de más de medio siglo de trabajo en cigarros, el
desencanto con las cigarreras que enseñó y contrató para elaborar “tabacos” en su fabriquín,
aunado a sus propias vivencias con hijas y nietas que se han negado a trabajar en el oficio
que realizaba con su esposo, le dan la autoridad suficiente para enjuiciar a la actual
generación de adolescentes piedecuestanos al expresar:

La juventud de hoy en día no le gusta eso, no le gusta el tabaco porque dice que eso
pa’ qué, que eso huele a feo, que eso les emborracha. Yo no sé, yo trabajé en
tabacos y yo nunca me emborraché con el tabaco ni nada, yo no, y aquí tuvimos el
trabajo y yo nunca me puse mala por el olor del tabaco que porque era fuerte, yo
no, pero hay gente que sí. La juventud de hoy en día dice: ¡Ay no, eso untarme de
chicote no!. Prefieren otras cosas. Como digo yo: eso trabajar uno en tabaco no es
ningún delito, que le digan a uno chicotera: ¡de malas!; si, porque uno lo que
trabaja es para uno, no le van a dar a uno nada, ni uno les va a dar nada. Entonces
por qué uno le va a dar pena trabajar en el oficio que a uno le guste. A mí me
gustaba mucho el oficio de los tabacos, estaba en la casa no tenía [que irme] así
tuviera como estuviera.
…Este oficio de las cigarreras yo sí que lo veo cada vez más difícil. Por lo menos
aquí mis hijas, esta china que estaba ahí ahorita, ella nunca aprendió a hacer
tabacos porque la otra hija tampoco. La única que aprendió es la otra la que tiene
la papelería. Tengo una nieta tampoco, hizo un curso de enfermería y trabaja por
allá de enfermera. Cada uno coge pa’ su lado entonces hay que respetarles lo que
escojan70.

Para Justa Gualdrón, copropietaria de Fábrica “Gamos”, el devenir de las cigarreras de


Piedecuesta estará condicionado por factores como son la independencia, la experticia y la
identidad de las trabajadoras con su oficio como una labor profesional antes que para la
supervivencia económica semanal porque:

El trabajo del tabaco es muy bonito porque hay mucha libertad. Si por ejemplo
alguien quiere trabajar, por ejemplo en la empresa -por decir- “Gamos”, viene una
señora y se le dá su trabajo. Elaboró sus diez o veinte mil, los que ella esté
capacitada, se le pagó, se amañó, y si no: se puede ir a trabaja a otra fábrica. Y
como esa señora no va hacer los veinte o treinta mil que se compromete, ella ocupa

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a otras señoras que los pueden hacer en raticos en la casa. Ella se encarga de los
veinte y treinta mil, se encarga del fabriquín grande y representa a la fábrica que la
contrata. En la fabrica “Gamos” tenemos de planta diez operarias, quienes están
contratadas con toda la ley social, primas y vacaciones.
…No es fácil la mano de obra. Las que hacen puros son contadas, las que hacen un
tabaco corriente en un mes aprende. Para un tabaco de estos extrafinos de la
fábrica tiene que hacerse una escuela que se gasta dos o tres años en calidad. Por
cantidad una obrera de corriente hace mil quinientos al día mientras de los puros
sólo se hace un cien de tabacos.
… Yo creo que, sin equivocarme, la vocación de las cigarreras depende hoy del
costo de vida y pues como esto es un oficio para ayudar a la casa sirve para la
supervivencia. Es de supervivencia y que logremos todavía a estas alturas
vincularlas es un logro. Pero ya la identidad de la obrera de sobresalir desaparece
y los hijos de esas señoras no quieren que los hijos continúen… No hay identidad,
falta ese sentido de pertenencia. Por ejemplo, yo les hice ver eso a mis hijos, a tener
ese sentido por que eso vale, esas son sus raíces y uno no puede quitárselo71.

Visión de transformación del oficio a partir del mejoramiento y la cualificación profesional


de la mujer cigarrera que bien se puede ejemplificar en la experiencia vital de la Honorable
Concejal de Piedecuesta Martha Yolanda Niño quien siendo cigarrera por tradición
familiar y elección laboral logró llegar a ser una microempresaria cigarrera, así como
alcanzar por elección popular un cargo de representación y dignidad municipal. Su
permanente cualificación y mejoramiento ha sido narrado de la siguiente manera:

Mi relación con los cigarreros nace porque en mi casa se tenían grandes fábricas
de tabaco, exportaban tabaco. Mi madre y mi abuela vendían y le compraba a la
gente del campo el tabaco en hoja. Las hojitas se amarraban en bultos y esos bultos
se iban a vender a una bodega: La bodega tabacalera. Cuando yo era una bebé la
bodega existía dentro de la plaza de mercado de Piedecuesta [hoy pabellón de
pescados], luego ya al pasar el tiempo tuvieron que sacarla de ahí y la mandaron
para Girón pero el gremio empezó a pedir que aquí debía tenerse la propia bodega
tabacalera. Por eso es que hoy existe la bodega tabacalera en la plaza de mercado
campesina, donde los jueves, los sábados y los domingos la gente del campo llega
con sus maticas y las vende. Se las venden a un grupo de amigos, esos amigos se las
venden a los pequeños y a los grandes comerciantes de tabaco. Ese es uno de los
procesos, el sembrado se hace prácticamente aquí en la Mesa de los Santos.
La verdad yo aprendí a hacer el fino fue desde niña porque allá le enseñaban a uno
y uno aprendía y así estudiaba y trabajaba y salí adelante gloria a Dios siempre
amando a mi rey a mi señor. Desde muy niña, y luego con el tiempo cuando me
casé, también me casé con un tabacalero. Él se hacía sesenta mil rollos semanales
entonces madrugábamos desde las dos de la mañana. Yo tenía que salir a la
Alcaldía de Bucaramanga a trabajar pero me levantaba a las dos a ayudarle a mi
esposo a hacer los rollos, a dejar hechos los alimentos y a irme a trabajar. Tuvimos
obreras también, más de treinta obreras, y empezamos a hacer tabaco en cantidad.
Luego ya con el tiempo pues fueron pasando, fuimos estudiando, preparándonos, y

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poco a poco uno fue aislándose un poquito pero no de corazón porque uno no se
debe avergonzar de su trabajo y además ese era el trabajo tradicional del
municipio de Piedecuesta. Hoy hay un porcentaje del 25% al 30% de la población
de Piedecuesta que trabaja haciendo tabaco dentro de sus casas, por ser un trabajo
casero, porque permite que las mujeres trabajen en su casa, cuiden de sus hijos y
no dejen de cocinarles. Viven de eso.
Pero si se compara las condiciones de vida de las obreras de las fábricas con las
que trabajan en sus casas la diferencia es muchísima. La que va la fábrica tiene un
mejor salario porque se especializó en hacer un mejor tabaco y no es por la
cantidad sino por la calidad. A ellas ya les pagan por calidad así no hagan un
montón diario, mientras en el fabriquín casero, haciendo tabaco corriente, todo
depende de la cantidad de tabaco que se haga semanalmente. Hay diferencia en el
salario, hay diferencia en que si preparan mejor las cigarreras como las torcedoras
para hacer tabaco fino, tipo exportación, mejoraría económicamente la situación
de ellas, lo que pasa es que a veces la cultura de nuestras mujeres y de nuestro
pueblo hace que aún se siga conservando ese tabaco ordinario tradicional72.

Así, una de las contrariedades más vivenciadas y expresadas por las mujeres cigarreras
indagadas, como por las hijas de las mismas que estudian y realizan actividades diferentes a
trabajar con tabacos, tiene que ver con su pérdida de independencia y autonomía al
transformarse en las obreras de las fábricas o en las empleadas de cualquier otra empresa u
oficio al deber usar uniformes, cumplir horarios, aceptar el descuento de las horas no
laboradas y tener que cumplir reglamentos o aceptar sanciones por su vocabulario o
conducta. Cosa que no sucede al interior de la mayoría de los fabriquines en donde las
cigarreras se visten con ropa casera, por lo general deportiva y cómoda, inician y terminan
a las horas que desean, saben que su paga es proporcional al número de cigarros que
elabore y no a las horas o tareas cumplidas, así como al interior del fabriquín pueden
emplear el lenguaje popular y relacionarse con los demás acordes con las prácticas de
insultos, maltratos y ofensas acostumbradas al no existir un administrador encargado de
regular y disciplinar las relaciones sociales y los hábitos higiénicos entre los trabajadores.
La defensa de esa autonomía productiva es reconocida por líderes de las cigarreras y los
cigarreros como Martha Cecilia Santos quien decidió ser cigarrera por iniciativa propia y
posteriormente al casarse a los 17 años se constituyó en copropietaria de un fabriquín
obtenido con la ayuda de su suegro Eduardo Gamboa, propietario de la fábrica de cigarros
Gamboa. Al comparar la vida laboral de las cigarreras de las fábricas con las de los
fabriquines ha expresado:

…Antiguamente a uno nunca le decían: ¡mija, mire estudie, mire prepárese, vaya
haga cursos, interésese en otras cosas!. No, a uno lo primero que los papas le
infundían era aprenda espalar mijita, aprenda emperillar y mire a ver que hace
con eso y para que aprenda y con eso se levante. Pero uno mismo hoy día se
encarga de que los hijos no se metan en eso, es que inclusive en la mayoría de
fábricas antiguamente todos los hijos desde el más pequeño hasta el último todos se
untaban en el tabaco. El papá se moría, la mamá o cualquiera faltaba y ellos

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seguían en la cuestión porque sabían el trabajo, sabían todo. Hoy en día los papás
los mandan a prepararse a la universidad y ya el olor del tabaco les fastidia.
…Antiguamente a las cigarreras nos daba pena decir: yo hago, yo vendo tabacos.
Pero nosotros cambiamos toda esa mentalidad con la Asociación porque nosotros
les decíamos: ¡qué cosa más hermosa que usted está trabajando en su casa, que
está cuidando a sus hijos, que está cuidando su hogar, entonces usted no tiene por
qué avergonzarse de eso, ni porque nos vean la manita así manchada porque ya eso
es un deshonor!. Para mí no. Nosotros tenemos un frabriquincito todavía y es una
fuente de vida porque nosotros de ahí dependemos, pagamos arriendo y de ahí
vivimos. Entonces por qué nos vamos a menospreciar. Yo noté eso inclusive cuando
llegaban a veces a entrevistar a las muchachas, a las obreras. Yo les decía: ¿por
qué les da pena?. ¡Que las vean trabajando porque es un arte muy hermoso, esto es
un oficio que no lo sabe cualquiera. Es una manualidad que usted en su casa se
defiende!. ¡Qué cosa más linda!.
Inclusive mi hija, ella misma dice: ¿yo no sé por qué no quise aprender?. Porque
ella no quiso aprender, porque yo la obligaba que aprendiera pero no, ella no.
Ahorita ella misma dice: ¡si yo hubiera aprendido estaría yo trabajando en eso
poco o mucho me defendería, estaría trabajando tranquila, a la sombra y sin tanto
problema!. En cambio ahorita tiene que depender de un jefe, tienen que depender
del tiempo, tiene que depender de todo…llueva ó truene... lo que sea tienen que
depender de alguien. No quiso aprender y entonces ahorita ella ya envidia el
trabajo de uno porque esta uno en la casa, está pendiente del hogar y está
pendiente de todo y no deja de obtener las cositas que necesita73.

Sin embargo, el mejor ejemplo sobre el uso independiente del tiempo por parte de las
cigarreras hasta nuestros días es la distribución de la jornada laboral durante la semana. La
compra de los materiales para trabajar se hace los días jueves, domingo ó lunes en la
bodega de Piedecuesta dependiendo de la calidad y cantidad que traen hasta allí los
cosecheros o los comerciantes intermediarios de materiales, ó en el mejor de los casos
viajan los miércoles hasta Girón para aprovisionarse de las capas y capotes que se cosechan
en sus afamadas vegas, la entrega de cigarros torcidos se hace el día sábado con lo cual sólo
se trabaja hasta el mediodía, se cumple con los días de pleno descanso los días domingos y
fiestas de guardar, algunas se toman el día lunes para realizar actividades personales o
familiares, o en su defecto el martes cuando el lunes es festivo, así como cada una empieza
a trabajar o dejar de hacerlo en cualquier momento de los siguientes días en jornadas que
van tradicionalmente de las siete de la mañana hasta el mediodía y de la una de la tarde
hasta las siete de la noche. Con lo cual estando la cigarrera en su casa tiene: “la ventaja de
trabajar en la casa y si necesita salir hoy en la tarde entonces decide que más bien
madruga. Entonces si vengo temprano me empeño. Esa es la ventaja de uno estar en la
casa que uno puede madrugar o también trabajar hasta tarde, aunque muchas viejitas no
se cuidan la vista y trabajan a veces hasta las ocho o nueve de la noche. Yo si me cuido
mucho y más de la vista es una cosa muy sagrada”74.
Desde la perspectiva de Mercedes Urrea, en su fábrica se les enseña a todas las mujeres que
quieren aprender a hacer cigarros finos. Sin embargo, a diferencia de otras fábricas de
Piedecuesta hay un gran número de mujeres menores de edad escogidas o recomendadas

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entre las familias que han trabajado con la fábrica y que son de la confianza de la
octogenaria administradora. Jovencitas que se consideran aptas para colaborar a la fábrica
cuando hay gran demanda y pedidos, para lo cual: “toca capacitarlas, enseñarles, porque
hay mucha muchacha que no está interesada, están a la deriva porque no tienen nada que
hacer”.
Sin embargo, esa dinámica de futuras cigarreras expertas en su oficio, contratables con
todas las condiciones de ley en fábricas de puros como la de Justa Gualdrón (Gamos),
Edmundo Acevedo (Humos seda) o Leonidas Castro Sánchez (Chicamocha), con la
creciente presión sanitaria y el incremento de los impuestos a la industria del tabaco limita
la posibilidad de continuar con el número de empleados de planta existentes, así como dar
la oportunidad laboral a las nuevas generaciones de espaladoras, rolleras, torcedoras y
empacadoras que desean ingresar al gremio cigarrero desde muy tierna edad, al igual que la
experiencia de vida de las cigarreras más exitosas y reconocidas de Piedecuesta.
En palabras de Mercedes Urrea, los principales problemas que requieren atención por los
Gobiernos municipal, departamental y nacional deben ser:

Aumentar mercados internacionales para los cigarros finos con tratados


comerciales que eliminen impuestos y aranceles para las artesanías hechas de
tabaco:

“Eso si debe ponerle cuidado el gobierno, que hablara el gobierno para que
haya mercados: para el Canadá hay mercados, pero entonces no da, no es
muy rentable hacer todo ese esfuerzo. Hace cuatro meses fue mi hijo a
buscar a un cliente a Lima pero el impuesto vale casi igual al tabaco que
llevaba. En Guayaquil también estuvo mirando a ver cómo nosotros abrimos
ese mercado. Desde 1955 nosotros ya mandábamos, pero entonces el
impuesto lo iban poniendo, lo iban incrementado, hasta que sólo se pudo
mandar como contrabando”75.

Redimensionar los cigarros de tabaco como artesanías extrafinas de


exportación que no son perjudiciales para la salud:

“A pesar de que los alcaldes y gobernadores promovieron detener el cobro


de impuestos para los tabacos, en este momento la situación vuelve a ser la
misma, nos siguen considerando productores industriales.
Dicen que es nocivo para la salud pero el tabaco no es cigarrillo: Mi mamá
lo mascaba, mi tío lo mascaba, una señora que lo mascaba y duró cien años
y nunca tuvo cáncer, nunca, y mi tío tampoco.
Por eso es que yo solamente digo que los Gobiernos se pongan de acuerdo a
no cobrarnos tanto impuesto porque los cigarreros exportadores no resisten
más. Si no nos cobran se van abrir más mercados porque va haber más
producción, uno puede ocupar más gente, podríamos ayudar a más gente, a
sostenerla al menos, convirtiéndose el trabajo en tabacos finos en una
alternativa de vida”76.

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DIVULGACIÓN DE LOS CIGARROS PREMIUM DE PIEDECUESTA POR SUS


CLIENTES EXTRANJEROS. CASO CIGARROS CHICAMOCHA

Fotogramas tomados de: FOROSPUROS.COM. Acabo de recibir los Chicamocha. [foro]. 2011. Disponible
en: http://www.foropuros.com/Tema-Acabo-de-recibir-los-Chicamocha

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Manifestando igual rechazo por los impuestos, Gloria Acevedo en nombre de los
cigarreros y los dueños de los fabriquines de tabacos corrientes, expresaba su oposición a
los tributos fiscales de la Nación contra la industria tabacalera y sus nefastas consecuencias
socioeconómicas para los piedecuestanos al manifestar:

Haciendo tabacos corrientes hay muchísima gente de por medio que con lo que se
ganan ahora no les alcanza para comer, pagar arriendo, vestir a sus hijos y darles
educación. Hay mucha gente que no puede pagar su salud porque no le alcanza a
quedar los sesenta y nueve mil que vale la mensualidad de una EPS. Y también a
nosotros los que les damos trabajo con los fabriquines también nos afecta
totalmente ese IVA [Impuesto de valor agregado a los bienes de consumo masivo],
ese impuesto que dijo el Presidente [Juan Manuel Santos] que iban a ponerle
nuevamente a los tabacos. Ese IVA afecta a todas las personas que trabajamos con
tabacos porque, supongamos que usted es el dueño de fabriquín, usted tiene plata y
una posición pero si el negocio ya no es rentable entonces decide que no quiere
trabajar más y no trabaja. Eso no lo pueden hacer los rolleros y las torcedoras que
viven de este oficio.
Lo único que yo digo es que se debe quitar el impuesto al tabaco para que pueda
trabajar toda la gente que dependemos de hacer tabacos, porque en el tabaco
trabajamos y hemos trabajado desde niños, las personas que les gusta y su familia
completa. Esos impuestos, toda esa cosa que pone el gobierno, a nosotros nos
afecta. Qué vamos a hacer los que no sabemos hacer nada más que tabacos. Esto es
un trabajo artesanal, todo se hace a mano desde los rollos. Nosotros necesitamos
patrones que puedan salir adelante y nos ayuden a sacarnos más adelante porque
sólo ellos nos pueden dar y asegurar el trabajo a nosotros. Como yo hago: le vendo
a varios señores el tabaco que hacemos, pero si ellos no pueden trabajar, ni nada,
así nos quieran ayudar ya no pueden con todos esos impuestos persiguiéndolos a
ellos, y sin ellos ¿quién nos ayuda a nosotros?77.

Afín con la causa de capacitar a las cigarreras para hacerlas más productivas a la par de
gestionar mejoras tributarias para los cigarreros, la honorable concejal Martha Yolanda
Niño expresaba:

Las mujeres cigarreras que no están dispuestas a aprender y trabajar en otros artes
y oficios a pesar de la crisis tabacalera con los cambios en las relaciones
económicas impuestas con Venezuela por Hugo Chávez, después de que la mayoría
del tabaco y los cigarros se mandaban para Venezuela, lo primero que tendrían que
hacer es capacitarse con el SENA. Tendría que el Municipio como hace diez años
entrar a pedir la capacitación, enviarnos los docentes. Que ellas se capaciten y a
través de las grandes fábricas de Piedecuesta que ellas realicen la práctica.
Es así como yo pienso que se puede llegar a que esas mujeres que realizan un
trabajo en tabaco, que yo llamo mediocre, a formarse como buenas empleadas de
grandes fábricas de tabaco. Pero las grandes fábricas también hay que motivarlas
a través de la Nación, a través del Departamento, porque es que los impuestos
absorben demasiado. Entonces toca mirar cómo llevarles un proyecto, una ley a los

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

congresistas para que ellos a su vez disminuyan en parte esos impuestos. No solo
Piedecuesta hace tabaco fino, Socorro, San Gil también Girón, Florida,
Bucaramanga.
Se buscaría que ellas a través del SENA hicieran la práctica en fábricas pudientes,
que las miraran y empezaran a darles cabida. Por ejemplo, Cigarros Chicamocha,
es una de las fábricas de las últimamente creadas en Piedecuesta y donde el dueño
[Leonidas Castro] realmente empezó de abajo, fue surgiendo y surgiendo, y hoy por
hoy es una de las grandes marcas ya también en el sector colombiano. A través de
la Cámara de Comercio se han dictado capacitaciones. A través de la Cámara de
Comercio se ha buscado orientación para que los tabacaleros y la gentes del campo
empiecen a sembrar de otra manera, como con cultivos hidropónico, para que el
tabaco se cuide y salgan buenas ramas que ardan, porque lo que buscan los
fumadores de tabacos finos es que la hoja prenda, arda y de una buena ceniza78.

Identidad Prospectiva. El reto de reposicionar a Piedecuesta como una de las mayores


plazas nacionales e internacionales en la producción de puros finos y extrafinos alcanzada
hasta mediados del siglo XX ha implicado la renovación técnica, tecnológica e ideológica
de los empresarios y las familias que durante más de medio siglo se habían dedicado a
elaborar por cantidades y sin pretensiones de calidad millones de “chicotes” para el
mercado de cigarros ordinarios.
Y si bien, cigarreras expertas como Justa Gualdrón o Mercedes Urrea han logrado con la
ayuda de sus hijos y trabajadores de confianza establecer sus fábricas de cigarros extrafinos
y posicionar sus marcas en el mercado nacional e internacional, han sido realmente algunos
adultos jóvenes quien han hecho visible la posibilidad de pasar los piedecuestanos de ser
productores de hojas comunes de tabacos y cigarros baratos a empresarios de tabacos
curados técnicamente tratados, así como artesanos manufactureros con productos y
empaques de altísima calidad.
Ese deseo por constituirse en empresarios cigarreros con marcas y productos innovadores
ha tenido su mejor ejemplo en la fábrica de cigarros “Chicamocha”, creada en 2001 por
Leonidas Castro Sánchez, siendo respaldado después de diez años de gestiones,
capacitaciones y penetraciones graduales en los mercados sudamericanos por un crecido
número de mujeres jóvenes que han aprendido sus conocimientos en elaboración de puros,
siendo supervisadas a su vez por su joven esposa y cuya meta inmediata es obtener la
Certificación de Calidad ISO 9001 que respalde la producción del cigarro con estándares
internacionales aunado a una mejor prestación del servicio a los clientes nacionales e
internacionales. Siendo los mismos clientes los principales difusores y promotores del
producto, la presentación y las especificaciones técnicas de los cigarros Premium.
De allí que al presentarse la empresa, las vitolas y la calidad de la producción al mundo a
través de su página web en internet no sea modesto el expresar el reconocimiento
internacional de sus esfuerzos al expresar que: “Los productos de Cigarros Chicamocha se
destacan, sobre todo, por su elegancia y su arte de manufactura, resultado directo del
estilo de su creador, Leonidas Castro, un fabricante especialista e investigador en
genética del tabaco que además de una exitosa empresa de elaboración crea su propio
cultivo de tabaco en las profundas y fértiles vegas del Cañón del Chicamocha donde
encuentra inmejorables condiciones”79.

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CATACIÓN DE LOS CIGARROS PREMIUM DE PIEDECUESTA POR SUS


CLIENTES EXTRANJEROS. CASO CIGARROS CHICAMOCHA

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Y aunque existen fábricas y empresarios cigarreros con una mayor tradición y volumen de
producción, la visión productiva y el pleno control de la cadena de producción y
comercialización por parte “Cigarros Chicamocha” les ha permitido alcanzar metas y
presentarse públicamente como: “el mayor exportador colombiano de tabaco Premium
hechos a mano, es reconocido a nivel nacional e internacional, además de sus productos
de excelente calidad por la especial atención que presta a las normas técnicas y
fitosanitarias exigidas por el mercado excediendo para sus clientes las expectativas de los
mismos”80.
Incluso, Leonidas Castro se ha constituido en uno de los representantes más reconocidos y
visibles del grupo empresarial de fabricantes de cigarros finos denominado “Casatabaco
Grupo empresarial Tabacalero S.A.S”, como parte de los proyectos de capacitación
productiva y gerencial impulsados por la Cámara de Comercio de Bucaramanga, con el
apoyo del Sena, Proexport, Fedetabaco, Colciencias y la Gobernación de Santander.
Las metas de ese grupo empresarial cigarrero son incursionar en el mercado estadounidense
(0,80 -1,20 dólares) y europeo (0,80-2,50 euros) con alta calidad y bajos precios por cada
cigarro Premium considerando la calidad de los materiales, la combinación de ligas (tripas
o fortaleza) con hojas nativas e importadas, y especialmente, la superioridad en la
confección o hechura de las vitolas más finas y demandadas en el mercado internacional.
Con lo cual el trabajo de las cigarreras piedecuestanas ha permitido expresar a “los
entendidos y respetando la tradición tabacalera de los centroamericanos, [que la
confección] está por encima de la de ellos. Es decir, son de mejor hechura”. Con lo cual,
Leonidas Castro auguraba en octubre de 2010 que: “Estamos a muy poco de ser los
mejores"81.
La creación de Cigarros Chicamocha en 2001 fue a su vez reflejo de la coyuntura de
transición y cambio productivo asumido por los cigarreros y las cigarreras de Piedecuesta
que se abrieron paso al siglo XXI ante los retos asumidos con el paro de todo el gremio en
1996 al rechazar la imposición de más impuestos y regulaciones al tabaco. Los fabricantes
de puros optaron por viajar a Cuba y otros países de Centroamérica con el fin de
perfeccionar las técnicas de producción de las materias primas, así como la elaboración y
comercialización de los cigarros, así como los dueños de los fabriquines, animados por el
espíritu de la internacionalización de la producción de los cigarros plantearon la necesidad
de ser capacitados en la producción de puros para obtener las ganancias y el reconocimiento
social que durante más de medio siglo no habían podido obtener con sus “chicotes” como
cigarros ordinarios, criollos o corrientes.
Una década antes de la agremiación de los fabricantes de puros en “Casatabaco”, los
empresarios y trabajadores de los fabriquines concibieron la necesidad de crear la
Asociación de Trabajadores del Cigarro (Asotracig) cuya misión, en palabras de su actual
representante Henry Lozano Barajas, ha sido: 1. “El mejoramiento en la calidad del tabaco
que redunde en el mejoramiento de la calidad de vida de las torcedoras y la gente base,
que hagamos un comercio, -estilo paisa-, sin envidias ni egoísmo pero mejoramiento en la
calidad” y 2. “Conquistar el mercado internacional”82.
La calidad de vida de las torcedoras tradicionales de los fabriquines de Piedecuesta ha
estado asociada desde la segunda mitad del siglo XX en hacer grandes volúmenes de
cigarros ordinarios para ganar unos montos mínimos de dinero, sin tener derecho a la
seguridad social. Cosa contraria a las cigarreras expertas de las fábricas de puros que

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haciendo una tarea mínima de puros diarios tienen un sueldo mínimo, bonificaciones por
producir más de la tarea acordada o por trabajar horas extras, así como todos los
reconocimientos de ley en cuanto a salud, pensión, riesgos profesionales, primas,
prestaciones, etc. De allí que con la creación de Asotracig se pretenda mejorar la condición
de vida de las “chicoteras” de los fabriquines partiendo de análisis diagnósticos como el
realizado por el presidente de esa Asociación al manifestar:

Si yo califico el tabaco de uno a diez: ¡póngale un siete!. No es tan lucrativo pero


tampoco tan degenerativo. Si de pronto hay que mejorar la mano de obra de la
mujer, pagarle mejor que vamos apuntándole a eso. Que una mujer gane 600.000
pesos al mes o 500.000, estando en su casa, viendo a sus niños, esa es la ventaja
del tabaco a comparación de otro arte. La señora puede estar en su casa y cocina y
hace tabaquitos, que si hay que pagar un poco y más apuntar de pronto a ganar
más o que ahí le gane más. Yo creo que el tabaco nos da la pauta para mejorar, si
no le apuntamos a eso…, por eso queremos jugar la calidad. Quedías el alcalde me
ayudó a vender una caja de nuestros cigarros finos. Una señora que me haga 100
de estos se gana 40 mil pesos diarios, en cambio, para el otro tabaco toca hacer
mil. No se diferencia en cuanto al movimiento a la rapidez, este requiere más de
calidad que de cantidad ese es el mejoramiento que queremos darle el impacto.
¿Pero ustedes se demoraron mucho? no es que demore mucho es que esto es un
proceso y las cosas hay que hacerlas bien hechas para llega… pero ya tenemos la
autoridad moral para decirle ya tenemos el tabaco a donde vamos a exportarlo83.

De tal manera, el mejoramiento económico está condicionado a la capacitación técnica y al


mejoramiento de las competencias de las cigarreras acostumbradas a elaborar cigarros
corrientes al tener que empezar a producir en adelante cigarros finos. Así mismo, ha sido
necesario que los cultivadores del tabaco mejoren las variedades producidas, así como cada
fabriquín o fábrica que pretende producir puros debe mejorar la calidad de las picaduras, y
especialmente, el proceso de elaboración de los cigarros empleando rolleras y torcedoras
capacitadas, con salarios fijos y preocupadas en la calidad de la producción diaria más no
en la cantidad acostumbrada para ganar el sustento personal.
Procesos de cultivo y producción autonómica que se reafirmaron con la liquidación de la
Cooperativa Agroindustrial Tabacalera de Santander (Cooptabalera) con sede en
Piedecuesta cuyas actividades financieras cesaron ante la Supersolidaria el 1 de octubre de
2000, siendo reportada en 2003 con capital superior a los doce millones, excedentes
negativos superiores a los treinta millones de pesos, cero en activos y pasivos, y únicamente
10 socios. Dicha cooperativa había sido creada en los años sesenta para suplir el vacío
dejado por la Cooperativa Tabacalera de Santander que había servido a los cigarreros desde
su fundación en 1943 por 53 socios cigarreros de Bucaramanga con un capital de 120.000
pesos.
La liquidación de la cooperativa en 2000 ha sido explicada por Martha Santos como
expresidenta de la Asociación de Trabajadores Cigarreros (Asotracig) de la siguiente
manera:

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Esa cooperativa se liquidó porque llegaron muchos vividores a administrarla….


Esa cooperativa cuando yo tenía como unos 15 añitos ya existía. En ese tiempo, no
me acuerdo bien quienes eran los directivos… ellos no se metieron en la Asociación
de nosotros porque la visión de ellos era alta. Ellos comercializaban con la
Colombiana, con Coltabaco, con Cotracolta, algo así no me acuerdo bien, bueno y
comercializaban con parte de gente de Cali, de muchas partes. Ya ellos sabían a
cómo era la producción por allá y ya podían ellos pedir en cantidad, traían cartón,
traían papel, mejor dicho todo lo que necesitaba una fabrica o un fabriquín ellos
todo lo tenían ahí para vender: goma, almidón, molían. También ahí mismo
producían picadura para venderle a todos los cigarreros de Piedecuesta que
compraran porque cuando eso casi nadie tenia máquinas. Entonces ellos eran los
únicos que la tenían y la hacían y la vendían. En ese tiempo ellos empezaron a ver
que tenían conexiones que no era más sino llamar a tal empresa y ellos le traían
todo el recorte, toda la vena o traían cantidades de hoja. Y entonces ellos ya
arreglaban esto para la empresa y otro poco para las fábricas de ellos, para las
casas de ellos. Y empezó a salir así. Y entonces empezó fue a pasarle la cuestión a
ellos ya los otros se si se dieron cuenta de cómo era la cuestión y eso más o menos
yo creo que más o menos unos seis, siete años se acabo totalmente84.

Desde la experiencia y perspectiva de otra cigarrera como es Gloria Acevedo, socia que fue
de esa cooperativa, las razones de su liquidación estaban relacionadas con:

Yo era socia en esa cooperativa pero nunca iba a la cooperativa, y la gente que
elegían para administrarla no la manejaba bien. Para mi tengo que las gentes que
no manejan bien las cosas hacen una mala administración. Esther Tarazona trató
de sacar un poco la cooperativa adelante, otros dicen que es cierto otros que no. Yo
no sé mucho de eso pero mientras ella estuvo se vio que logró sacarla adelante. Lo
que pasó es que la misma gente que éramos socios en vez de ayudar a sacar la
cooperativa teníamos deudas allá, y lo otro es que no ayudábamos a la cooperativa
a comprar la materia prima que ella misma vendía sino que la compraríamos a
quienes la compraban al por mayor porque eran más grandes para poder comprar
o se iban a comprarla a otros lados. Las deudas que no se pagaban y la compra de
materiales en otros lugares dejaron caer la cooperativa hasta que la cerraron y
liquidaron. La señora Esther fue la última gerente de la cooperativa85.

Para emprender las mejoras anheladas y acordadas por los asociados a Asotracig se
requería además posicionar y generar la demanda de los puros piedecuestanos en el
mercado internacional, razón por la cual uno de los productos y resultados materiales de la
Asociación fue la creación de su propia marca de cigarros finos (“Puro Santandereano”).
Los fabriquines de Piedecuesta tradicionalmente habían producido y comercializado las
vitolas criollas denominadas romo, reina, panetela y calilla pero al contar con la formación
especializada del SENA durante cinco años de estudio, orientados por cigarreros formados
y experimentados en las principales fábricas de cigarros extrafinos de Piedecuesta (Gamos)
y Bucaramanga (Puyana), se hizo necesario, en palabras de Henry Lozano, adoptar una
marca propia de puros “para vender más que marca vender región porque queremos

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vender la región. Podemos llegar al exterior al estilo de café de Colombia. Desde entonces
tenemos diversos moldes o lo que se llama vitolas”86.
La marca “Puros Santandereanos” producida por los miembros de Asotracig demostraba a
su vez que después de cinco años de capacitación y de prácticas era necesario empezar a
elaborar y comercializar los tipos de puros que se habían aprendido a torcer y empacar, a la
par de realizar proyectos paralelos de divulgación cultural y formación social como el
establecer un punto de información y comercialización en el Parque Nacional Chicamocha
(Panachi), así como la adecuación en el centro ce capacitación cigarrera de un museo
regional etnográfico del tabaco, los cigarros y las cigarreras desde el período prehispánico
hasta el presente. Siendo los resultados de esas experiencias empresariales lo que
justificaría continuar las capacitaciones en el centro de los artesanos del tabaco en el
antiguo matadero del barrio La Feria (La Pesa).
Los orígenes, actividades y expectativas del proceso de formación de los cigarreros de
tabacos corrientes (populares, criollos u ordinarios) como cigarreros capaces de elaborar
puros han sido descritos por Martha Santos como primera presidenta de Asotracig al
expresar:

La idea de hacer puros empezó con don Luis Aurelio Vega Cristancho. Él estuvo
capacitándose y trabajó en muchas fabricas donde se hacia el tabaco puro y todo
eso. Entonces ahí empezó la amistad con nosotros entonces. Él nos dijo que sabía
todo eso, nosotros formamos un proyecto y lo pasamos al SENA. Pero como el
SENA no sabía nada de eso, nosotros le montamos el instructor para que no les
quedara tan caro, por ejemplo al traerlo de otros países. Y como alguien del pueblo
ya estaba y sabía hacer las cosas, lo montamos. Entonces ahí fue donde metimos a
Aurelio como parte del proyecto ante el SENA y el SENA no lo dio como profesor.
Desde ahí salió la cuestión, él sabía mucho, él trabajo como quince años en
Cigarros Gamos, inclusive él fue uno de los que también nos dijo de que miramos
para eso lados, que empezaramos a hacer puros.
…El proyecto de capacitación en cigarros puros que hicimos en la Asociación tuvo
el apoyo del ICP - Ecopetrol y otras empresas que nos estuvieron ayudando. Pero
entonces en la Junta había mucha desorganización, ya empezaba a verse “cositas”,
ya había quien empezaba a fastidiar…
…La gestión de un profesor directamente de acá de Piedecuesta se hizo durante
tres años. En el último año cuando la capacitación se le entregó SENA, la
condición fue que teníamos que dejar formada una microempresa para poder tener
un profesor. Ellos nos dijeron que papeles debíamos hacer, todo, inclusive los
papeles de cómo tenía que quedar constituida, todo muy bien organizado. Duramos
dos años con el instructor del SENA.
Muchos dueños de fabriquines se beneficiaron con esas capacitaciones. Por
ejemplo está Gabriel Pico, estaba el mismo profesor Aurelio y creo que hay como
dos señoras más. Ah así, estaba Mercedes, personas de la fábrica de cigarros Noel
que hacían los Puyanas, otro señor de la carrera trece. Los Ordúz debido a la
capacitación que nosotros hicimos, fueron recogiendo y contratando a todos los
cigarreros que nosotros capacitamos, los tienen trabajando y ellos le están
produciendo, y le están trabajando.

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Si usted va donde Gabriel Pico puede ver que también está trabajando y haciendo
puros, el trabajó como uno de nuestros profesores piedecuestanos con el SENA al
lograr meterse allá. Él fue el primero de los profesores cigarreros de Piedecuesta
que nosotros metimos al SENA, ya el segundo fue Aurelio quien siguió trabajando
como capacitador para otros lados y descubriendo mercados por otros lados.
También nos colaboró Heliodoro. Aurelio fue profesor de nosotros en esos dos o
tres años que lo tuvimos, pero entonces, ahí empieza la cosa, porque él trajo a su
familia y ellos si sabían por donde iba la cuestión. Y esa era la idea de que alguien
surja y salga de esto, no solo nosotros, no podíamos estar toda la vida estancados.
Hacer puros también fue una idea promovida por Nelson Chaparro, el propietario
de la Fabrica “El Centauro” de San Rafael, miembro de una familia de cigarreros
con sus propias fábricas y marcas registradas. Él viajaba para todas partes, fue con
los cigarreros de puros a Cuba, todo eso lo conoció, y fue quien que empezó con la
idea de pasar de los chicotes a los puros piedecuestanos para mejorar la calidad
del tabaco y las condiciones de los trabajadores del tabaco.
Después de las capacitaciones del SENA empezamos a trabajar con puros pero yo
les decía a los socios de Asotracig: “tenemos que pegarnos a alguien que venda y
alguien que nos permita aprender y hacer”. Por eso hice el curso de Churchill, del
Cubano, hice como tres cursos más. Los aproveché todos al máximo porque desde
la Alcaldía nos lo traían. Inclusive uno de esos cursos lo hicieron en la fábrica de
Nelson Chaparro y doña Amanda Vargas. Yo estuve allá haciendo esas
capacitaciones, aprendí debido a eso, y pensé que lo podíamos seguir haciendo y
fuimos montando nosotros mismos la empresa, una microempresa que teníamos
pensada nosotros ya armar, que es la que hoy elabora los “puros santandereanos”
a nombre de Asotracig.
Hacer tabaco especial le permite ganar a uno más y no se friega tanto. Pero no es
tan fácil. Por ejemplo, no hay en Piedecuesta material abundante y de buena
calidad. Por eso empezamos fue por el campo, tocaba empezar por la raíz, ya el
cuidado, ya el tabaco lo tenían que forrar, los caneyes los tenían que forrar para el
control de la humedad, todo eso se hizo. Inclusive Nelson, como él tenía fincas lo
hizo, inclusive saco también cosecha. Él sembró dominicano, sacó varias
variedades de tabaco. Lo que pasó fue que en la parte donde él tenía la finca la
tierra no era muy apta, y lo otro, fue que también donde medio se pudo dar no lo
cuidaron como tenía que hacerse. Eso fue87.

Los efectos y alcances de las capacitaciones de los cigarreros en puros gestionadas e


impartidas por Nelson Carrillo en el año 2000 y por Asotracig en 2010 han sido
reconocidas incluso por las maestras artesanas de fábricas expertas en cigarros finos como
es el caso de “Gamos” de Justa Gualdrón de Carreño. Con la dedicación de Luis Aurelio
Vega como capacitador en cigarros finos del SENA desde el año 2001, y posteriormente al
entrar al mercado con su propia fábrica, fue necesario para la familia Carreño Gualdrón
incorporar a la producción de sus cigarros finos y extrafinos a una persona experimentada,
siendo elegida para ello Margot Martínez de Fuentes. Cigarrera quien a los catorce años
había hecho escuela en un fabriquín del barrio Campo Hermoso de Bucaramanga
seleccionando capas y haciendo “tabaco basto”, para luego aprender y dedicarse desde los

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diez ocho años a la elaboración de puros en las principales fabricas de Bucaramanga como
las “Unidas” y posteriormente “Puyana” hasta su liquidación y adquisición por la “Noel” de
José Correa.
Después de cuarenta años de trabajar en el mismo oficio es la única de tres hermanas que
sigue “enamorada del arte” de los puros, y a pesar de estar pensionada encuentra en el
trabajo como cigarrera una terapia física y ocupacional que le permite mantenerse enérgica,
distraerse y obtener un dinero extra al seguir siendo la más capacitada y diestra para hacer
de forma manual los doscientos rollos diarios que tuerce como cigarros extrafinos. Valga
resaltar que la producción media de los artesanos cigarreros cubanos y dominicanos es de
120 cigarros diarios. Sin embargo, con sus años de experiencia y los conocimientos
adquiridos en las principales fábricas cigarreras de la región no le impiden reconocer que
gracias a la gestión de los cigarreros de Piedecuesta pudo incorporar innovaciones técnicas
y tecnológicas de origen cubano a su actividad laboral al manifestar:

Nosotras tuvimos [en 2008 y 2010] una capacitación con el SENA en Asotracig
para la elaboración del tabaco puro fino y nos ha servido mucho porque yo no
trabajaba con estos implementos3. Parecía que como que era imposible que yo
pudiera trabajar con esto entonces allí nos enseñaron a manejar la tijera, trabajar
con el vidrio. Aunque en lo que más nos insistieron es que todo el proceso depende
del material. Claro, si una persona trabaja con material bueno da rendimiento, da
buena producción a la empresa88.

El papel protagónico y el liderazgo de Nelson Chaparro en la formación de cigarreros


capaces de producir mejores tabacos curados y cigarros finos con vitolas cubanas, tipo
exportación, es reafirmado por Amanda Vargas, su esposa, al rememorar que:

Mi esposo estuvo muy preocupado por sacar adelante el gremio. Hizo muchos
viajes a Cuba, hizo viajes a Centroamérica donde se elabora el cigarro tipo
habano. Él quería, él tenía en mente el proyecto de fundar empresas que mejoraran
la calidad de vida primero de la gente y también la calidad del producto que
nosotros elaboramos acá en Piedecuesta. Pero realmente eso se ha quedado ahí
estancado. Él hizo un esfuerzo por traer a Piedecuesta asesores extranjeros quienes
estuvieron dictando cursos, inclusive aquí en la Fábrica se dictó un curso con un
dominicano que vino e hizo una capacitación de tabaco fino. Varias personas
realmente aprendieron, inclusive yo estuve en el curso y aprendí. Pero resulta que a
eso nunca se le dio importancia, mi esposo se cansó de luchar por eso, inclusive
puso su propia fábrica de tabacos finos.
Él no quería un tabaco fino, él quería sacar un tabaco tipo exportación, un tabaco
que no fuese igual al de Cuba porque si acá se produce tabaco, ¿por qué no sacar
un tabaco que se pueda vender en dólares?. Eso para él era una maravilla para el

3
Entre esos instrumentos se encuentran: tabla de rolar que antes era de madera y ahora es en fibra de vidrio,
una cuchilla llamada chaveta que antes era una media luna y ahora es una rueda cortante, una guillotina (para
cortar el largo del cigarro a medida), un pote de goma vegetal con la que se pega la perilla acorde con cada
vitola), una prensa y los moldes para prensar los rollos de los puros.

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bienestar del gremio. Con esos tabacos y cigarros piedecuestanos se levantaría la


industria totalmente y seria reconocida a nivel mundial. Pero nunca se logró
porque la gente de Piedecuesta, como él decía, está acostumbrada a lo mismo, no
se dejan enseñar porque ya llevan muchos años haciendo “chicotes”. Se cansó de
luchar y dijo: ¡No, yo ya realmente no le veo solución!. Inclusive, él les trajo
cultivadores de tabaco de Cuba, estuvo cultivando, sacó un proyecto donde sacó
tabaco, trajo semillas cubanas, sembró con todas las especificaciones, trajo al
técnico cubano Arsenio Ramos quien ahora es uno de los mejores técnicos que tiene
Nicaragua y asesor de los tabacaleros de Estados Unidos y Europa.
Mi esposo fue un líder bastante reconocido y bastante querido por el gremio,
muchísimo. Inclusive tenemos que decir que ahora no nos cobran el impuesto al
tabaco, que es un impuesto altísimo, por la lucha que ellos llevaron en una ocasión
y no dejaron imponer el impuesto de tabaco acá en Piedecuesta [Decreto 650 de
1996]. Ellos lucharon y lograron muchísimo, incluida una ley que la tengo yo aquí
guardada todavía, en la que se dice que los chicotes están exentos de pagar
impuesto porque es un oficio artesanal [Ley 488 de 1998]. Eso se logró con esa
resistencia que ellos hicieron en esa ocasión, fue dura pero lo lograron. Y de ahí
para acá sinceramente no recuerdo que haya habido realmente una acción popular
para luchar por sus derechos como trabajadores cigarreros. Siempre estuvieron ahí
al lado de la gente convocando y apoyando y siempre como buscando el beneficio,
el bienestar del gremio, hasta que después de eso no ha habido algo así, claro está
que yo tengo que reconocerlo tampoco lo hice, se dispersó todo, cada cual trabaja
por su lado, cada cual se sostiene como mejor puede cada uno y ya pare de contar.
No ha sido posible que el gremio tenga un liderazgo desde que estuvo al frente mi
esposo89.

De tal modo, con la capacitación del gremio y la transferencia técnica y tecnológica de las
grandes y tradicionales fábricas de cigarros finos, así mismo se promovió el
redimensionamiento del papel del cigarrero en la economía y la sociedad piedecuestana
para lo cual se organizó el día del tabacalero como fiesta popular que engalanaba cada
conmemoración de la fundación de Piedecuesta, siendo la abanderada de esas celebraciones
la empresaria cigarrera y concejal municipal Martha Yolanda Niño. Siendo exaltadas las
capacidades laborales de los cigarreros al realizarse competencias para proclamar y premiar
a quién más rápido tuerce, al quién le rinde más haciendo cigarros, al rollero más rápido, el
tabaco más fino, el espalador más capaz y todo aquellas actividades de destreza asociadas
con la producción de cigarros populares. Sin embargo, su gestión como Concejal en
función del mejoramiento de las condiciones de vida de las cigarreras y demás miembros
del gremio tabacalero de Piedecuesta iban mucho más allá al considerarse una de las
gestoras de la capacitación de los cigarreros tradicionales en la producción de cigarros
finos, así como al propiciar programas de bienestar para las mujeres trabajadoras del
Municipio. Al respecto expresaba:

En la época del alcalde Raúl Cardozo (2004 – 2007) presenté un Proyecto de


Acuerdo con el cual quise motivar al cigarrero a tratar de llegar a vender un
tabaco especial, a que no solo se haga un tabaco ordinario. Aquí hay fábricas

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

donde sus obreras van con su bolso y bien elegantes como cualquier funcionaria a
trabajar, igual que una funcionaria de la Alcaldía. Así quisiéramos ver a todas
aquellas obreras que de pronto están con sus pantuflas y su pantaloneta en su casa
torciendo tabacos corrientes. Esa es la visión a donde queremos llegar y por ello
apoyamos la Asociación de cigarreros que queda en el barrio la Feria [Asotracig],
que se reúne, que administra un restaurante escolar tabacalero. A esa gente se le
preparó con el SENA, nosotros capacitamos a los docentes y ellos les expusieron
cómo era la forma para que a través del SENA se empezaran a dar certificados a
muchos cigarreros y cigarreras de nuestro municipio como personas capacitadas
en hacer puros finos y de exportación. Fue un proceso que se hizo en la anterior
administración y la verdad en este periodo si ha estado un poco quieto, nos faltó
de pronto más motivación a favor de un trabajo familiar donde los niños son los
que espalen el capote, donde los niños son los que ayudan a poner el capote al
rollero, donde el papá hace los rollos, donde la mamá es la que tuerce el tabaco y
es en el núcleo familiar donde se forma ese pequeño fabriquín, ese pequeño
trabajador.
…De igual forma, a través de la oficina de Desarrollo Social en el anterior
cuatrienio se trabajó con psicólogas, con personal profesional para que a las
cigarreras se les diera implementos de trabajo. E empezando por enseñarles que
debían tener uniforme, un delantal y una careta para cuidarse su salud. En los
municipios los recursos presupuestales son escasos, a veces se nos cierran las
puertas a nosotros como lideres cuando uno tiene proyectos muy buenos para las
comunidades. De pronto en ese rubro no hay plata y no hay plata y yo no tengo
lapicero para mandar. Durante esta administración [Jorge Navas, 2008 – 2011]
tengo conocimiento que se dictaron unas charlas para el personal tabacalero, para
las cigarreras, eso es lo único que en esta administración se ha venido haciendo.
…Hace días que tengo ahí el proyecto para ver si hacemos la motivación del “día
del tabacalero” el mismo día de cumpleaños de Piedecuesta pero lamentablemente
es el 26 de julio y ese día ya estamos en ley de garantías. No podremos hacerlo,
pero lo voy a dejar para el día 14 o 15 de noviembre. Entonces en esa fecha de
noviembre vamos a trabajar para presentarle a muchos habitantes foráneos que se
han venido a vivir en nuestra tierra que nosotros los acogemos como
piedecuestanos, y especialmente para que conozcan a través de los cigarreros las
cigarreras una de las labores piedecuestanas que mueven una parte de la economía
de nuestro municipio90.

Así, a la par del mejoramiento de las condiciones laborales y de sustento de las cigarreras
paralelamente las líderes sociales, políticas y empresariales de ese gremio han buscado
mejorar las condiciones de vida física del gremio al solicitar un espacio de reunión y
encuentro de los artesanos tabacaleros. Para ello contaron específicamente con la entrega en
comodato del lote donde había funcionado el matadero municipal durante la administración
municipal de Fernando Moreno, siendo iniciado el diseño y construcción de un edificio con
las características propias de un “Centro de Capacitación y Desarrollo Empresarial
Tabacalero” desde el año 2000. Centro que fue concluido e inaugurado durante la

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administración municipal de Raúl Cardozo y la administración departamental de Hugo


Eliodoro Aguilar Naranjo el 8 de junio de 2007.
La presidenta de esa Asociación y representante del Centro de Capacitación para entonces
era Martha Cecilia Santos Cote, quien recuerda cómo se organizaron los cigarreros y la
nombraron como la primera representante de todos los cigarreros de Piedecuesta sin
importar su condición de mujer. Al respecto expresaba:

El centro de capacitación en el antiguo matadero se empezó adecuar cuando


Fernando Moreno era alcalde pues nosotros era mucho molestar allá, cansones. Ya
teníamos la asociación, inclusive nosotros la montamos con quienes dieron la idea
y todo eso como eran Nelson Chaparro, Juan de Jesús Bueno Chucho Cartagena,
entre otros. Habían varios representantes buenos en ese tiempo, quienes tenían más
o menos poder pero a mí me fue quien nombraron Presidenta de los tabacaleros en
una reunión queque hicieron en un Colegio. Se invitaron a todos los tabacaleros, yo
fui esa tarde de lunes. Ahí fue donde se formó la asociación, y todo eso, pero ya
ellos la traían constituida también, todo arreglado, todo mejor dicho. Ahí fue
cuando empezamos a empaparnos, a mí me gustaba mucho todo lo de tabaco y yo
estaba metida en todo esas cosas y conocía a mucha gente pues, imagínese desde
los 17 años yo había tenido fabriquín, así como lo veían a uno ya en la bodega, ya
en el consejo, ya en Girón trayendo material y pues todo el mundo lo conocía a
uno. Debido a eso ellos prefirieron que ojalá fuera una mujer, que entrara y que
hablara, y que bueno que la conocieran y la llamaran cuando venían proyectos o
cualquier cosa para los tabacaleros.
Sin embargo, había mucho apoyo para los empresarios y poco para los fabriquines.
Nosotros le pedimos a la Cámara de Comercio colaborarnos también e hicimos
cursos de formación en cuestiones de microempresa y capacitaciones para los
empresarios. Entonces ellos nos avisaban, nosotros mandábamos a avisar a todos
los de la fábrica, ellos se reunían bueno, y todo eso. Ellos también se capacitaron
mucho e hicieron muchas cosas. Inclusive de ahí fue donde nació la fábrica de
cigarros Chicamocha. Ahí fue cuando empezamos con Fernando Moreno a pedirle
un espacio y nos dio el terreno que era para un parque, e incluso, nos ayudó a
crear y dar inicio al Restaurante Escolar para todos los niños de los barrios
cercanos con el apoyo del ICBF y Comfenalco91.

Si bien los principales lideres y gestores cigarreros han promovido el cambio técnico y
tecnológico hacia la producción de cigarros finos como la opción inmediata, viable y más
segura para garantizar el mejoramiento socioeconómico de las mujeres cigarreras durante el
siglo XXI, los representantes de las fábricas más prestantes y tradicionales en la fabricación
de cigarros corrientes (criollos u ordinarios) consideran que en ese camino no están dadas
todas las condiciones ni será rentable para todos al no crecer la demanda, el mercado ni la
producción de materias primas de calidad superior y suficiente calidad. Es el caso de María
Rocío Caballero Calderón, copropietaria de la fábrica de tabacos “Cigarros Comandantes
Puro”, quien con su esposo, madre y siete hermanas comparten la responsabilidad de dar
continuidad a la fábrica creada y posicionada por su padre cuarenta y ocho años antes
después de morir en 2004. En lo concerniente a los procesos de capacitación y la

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transferencia de conocimientos, técnicas y tecnologías de los cigarreros cubanos traídos a


Piedecuesta ha manifestado:

Desde la edad de los diez años he estado elaborando tabacos. Empezamos haciendo
primero el empaque porque mi papá manejaba el empaque. De ahí empezamos con
la obra de mano, con la elaboración de los tabacos. La única recompensa que
recibíamos por nuestro trabajo era la alimentación, y eso como ayuda, razón por la
cual no trabajé en ninguna otra fábrica, solamente aquí en la fábrica de la familia.
Ahora que soy la administradora de la fábrica nuestra preocupación es el
mejoramiento, cada día mejorar más en la calidad de los romos corrientes que
compramos y procesamos para la comercialización.
Para mejorar la calidad de ese romo con el que se identifica el nombre de la
fábrica y la marca fuimos a capacitarnos con el SENA, con los cubanos, y hemos
estado en varias partes practicando. O sea, hemos ido a diferentes partes a mirar
cómo es la elaboración, cómo puede uno mejorar en el trabajo de uno. Y la verdad
es que me parece que es igual elaborar tanto el fino como el corriente. Hace un año
recibimos la última capacitación con el propósito de mejorar la calidad en la
elaboración de los cigarros como en su empaque y presentación. Esas
capacitaciones nos sirven entonces para adquirir más experiencia y conocimiento
para la fábrica, y claro, para nosotros mismos sacar adelante la fábrica. Sin
embargo, ser una mujer empresaria me parece difícil porque hay cosas que uno no
tiene capacidades para desenvolverse. Sobre todo porque toda la vida con mis
hermanas, toda la familia se dedicó a trabajar en la fabrica en lo concerniente al
empaque y no manejabamos otros asuntos como los materiales o la calidad de los
rollos y las vitolas torcidas.
Nosotros queremos que la fábrica nos siga asegurando el bienestar que tenemos,
que podamos salir más adelante. Pero eso no se logra sino mejoramos la calidad
de los cigarros corrientes que sabemos hacer para poder mantenernos en el
mercado y no dejarnos sacar por la competencia. Por eso pienso que no hay mucha
diferencia entre las fábricas y los fabriquines, aunque si se nota que varias fábricas
que hacen “compras” a los fabriquienes no pagan lo que debe ganar cada
torcedora, no les pagan lo que es, no se le reconoce el precio que le han de pagar a
la persona.
Por eso es que quienes trabajamos con tabacos corrientes pensamos que se necesita
más apoyo para las empresas que hemos hecho y seguiremos haciendo tabacos
corrientes, nosotras también necesitamos ser capacitadas en lo que hacemos. Acá
en Piedecuesta en los últimos diez años sólo se hacen capacitaciones para que
hagamos o se mejore el tabaco fino pero acá no todos lo elaboran porque el tabaco
fino poco tiene salida acá.
En Piedecuesta todo más lo que se da es el corriente, por eso se necesita capacitar
a los rolleros y torcedoras que toda la vida han hecho el mismo tabaco a mejorar lo
que hacen y no a cambiarles las hojas, los tabacos y perillas imitando las grandes
fábricas. Quienes hacemos el tabaco corriente también necesitamos capacitaciones
para que las empresas mejoren su calidad, para enseñar a la gente a hacer un buen
tabaco corriente con el que la gente gane más y tenga un buen precio la obra de

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

mano. Sólo así, con más y mejores fabriquines que necesiten poca inversión y
mucho trabajo también se le da oportunidad a otras gentes para que salgan
adelante y puedan montar su propia empresa, cosa que no va a pasar si solo
algunos saben y pueden hacer los tabacos finos92.

Ser un empresario cigarrero exitoso y reconocido resulta ser una tarea muy difícil que
requiere grandes aventuras financieras, iniciativas en el mejoramiento de las materias
primas como en los productos elaborados buscando mercados internacionales, y
especialmente, motivación a los demás empresarios, cigarreros y trabajadores del tabaco
para buscar alternativas que contribuyan a mejorar los productos elaborados, y consigo, los
ingresos y las condiciones de vida de todos. Ese fue el caso del legendario Nelson “El loco”
Chaparro quien con su liderazgo entre el gremio propició el cambio en la imagen que los
cigarreros tenían de sí mismos (de trabajadores parias a artesanos industriales) como en sus
capacidades para producir mejores productos (de “chicotes” o tabacos corrientes y
ordinarios a “puros” finos, tipo habanos) y fuentes de ingreso. Su viuda, Amanda Vargas
Herrera rememoraba la memoria de ese líder de las causas e innovaciones para los
cigarreros piedecuestanos, después de diez años de muerto, al expresar:

Cuando mi esposo fundó la fábrica implicaba mucha sagacidad en el negocio. Hay


gente acá en Piedecuesta que lleva toda la vida haciendo rollos y se quedan
haciendo rollos. Bueno por muchos motivos pienso yo: lo uno porque como que
las personas no tienen esa aspiración de ser, si como la conformidad, nosotros
hacemos rollos y seguimos haciendo rollos toda la vida. El papá de mi marido tenía
fábrica de tabacos, entonces él aprendió ese oficio por el negocio del papá. Cuando
eso el negocio del tabaco daba rentabilidad. Él empezó comprando materiales,
comprando todo lo que se utiliza acá para el trabajo del tabaco como el
polipropileno, los pegantes, y un poco de cosas más. Entonces él se fue más allá,
inclusive él empezó a comprar y vender materiales y todo lo que se utiliza para la
industria. Pero realmente, él en un momento determinado se dio cuenta que era
rentable montar una fábrica y empezamos así.
Nosotros empezamos comprando material en un lado y en otro, haciendo lo que son
las picaduras para venderle a la gente. Él tuvo la visión de que poca gente tenía
acá máquina para hacer picadura, entonces hizo el esfuerzo de comprar las
máquinas y montar todo lo que es la maquinaria para elaborar la picadura y
venderle a las personas que hacen tabacos. Nos enrolamos en ese trabajo,
continuamos con eso, y llegó el momento en que dijo: ¡Quiero sacar al mercado
una marca para vender tabacos!. Fue entonces que montó “El Centauro”, la
primera marca que sacó. Luego compró otra marca aquí a otro comerciante de
tabaco. Y hasta ahora ha mantenido la fábrica con muchos tropiezos y muchísimas
dificultades.
Hubo un momento donde una subida en la producción y tuvimos hasta unos 35 o 40
fabriquines de tabacos, aquí los llamamos “compras”, a los cuales uno les entrega
los materiales y ellos van, elaboran sus cigarros y vuelven a traer los cigarros, yo
les descuento lo que le entregamos de material, picadura y ellos se llevan lo de su
trabajo, su pago, más una pequeña utilidad que a veces les queda por el manejo de

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eso. Pero ahora si ya definitivamente estamos cada día con más dificultades. Lo
primero porque cuando mi esposo saco la marca y montamos la fábrica eran pocas
las fábricas en Piedecuesta, ahora hay mucha gente, inclusive de la que nos
trabajaba en “compras” que “abrieron los ojos” y dijeron: “Nosotros vamos a
sacar una marquita para también llevarla y venderlas a otros lados pues si yo la
elaboró y empaco como ponerle mi marca voy, la vendo y hago más”. Ahora la
competencia es muchísima y yo creo que aquí en Piedecuesta están empacando por
ahí unas doscientas a trescientas marcas no registradas.
Nosotros tenemos que inscribirnos en la Superintendencia de Industria y Comercio,
en la Cámara de Comercio, en Fedetabaco, una serie de entidades que hay que
manejan este acá del gremio del tabaco, y nos ha tocado inclusive pagar industria y
comercio a nivel municipal, pagamos Sayco y Acinpro… un pocotón de cosas, que
el derecho de no sé que… Bueno eso son una cantidad de impuestos que nos toca
pagar a nosotros por tener la marca registrada, además de responderle a los
empleados con los salarios y la seguridad social cumpliendo con todas las normas
legales que hay para poder funcionar. Mientras tanto, las personas independientes
que están sacando sus marquitas y haciendo su esfuerzo con sus fabriquines están
haciendo todo lo contrario. Al producir con precios más baratos, sin pagar
impuestos ni salarios de ley, sus cargas ya no nos permiten competir en el mercado
de Barranquilla o Montería porque ellos si pueden vender el tabaco muchísimo más
económico. A raíz de eso quienes tenemos empresa hace muchos años, legalmente
constituidas, estamos ya en vía de decadencia. Por ejemplo de cuarenta compras
que teníamos hoy no tengo sino unas quince o doce tal vez. Son poquitas y la
producción es exactamente igual. Si una vez hicimos seiscientos mil tabacos
semanales ahora estamos haciendo ciento cincuenta mil tabacos semanales. Es por
ellos, que mientras la producción a nivel del gremio de cigarros corrientes no ha
bajado, por el contrario sigo subiendo, para los empresarios formales y legales
cada vez baja más93.

Entre los dueños de fabriquines que decidieron reafirmar su independencia, libertad y


autonomía de las grandes fábricas de cigarros al crear su propia marca y ofrecer su
producto en el mercado local como nacional uno de los ejemplos más dicientes es el caso
de Gloria Acevedo, popularmente conocida como “Gloria Macabaeo”, quien es reconocida
como una propietaria de fabriquín de cigarros corrientes del barrio Villanueva que desde
los diecisiete años ha trabajado y se ha hecho a un nombre entre el gremio de los cigarreros
al defender posturas como las siguientes:

Con Doña Genoveva Serrano a mi me gustó el oficio y aprendí en tres días. Uno
miraba como lo hacía el otro, todo depende del interés que tenga uno, si uno quiere
salir adelante se pone la meta: ¡Si, voy a hacer esto y se hace!. Mi hermana fue la
que empezó primero a hacer tabacos porque el resto de la familia trabajaba con un
telar de fique. Tejían sacos e hilaban bien su telar, pero yo nunca aprendí eso
porque a mí no me fascinaba, a mí me gustaban mucho los tabacos y me gustó
haber aprendido, haber luchado por ese oficio.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Trabajé una semana con doña Justa Gualdrón y luego varios años con Rodrigo
Rosas, quien ya murió. Hace como cuatro años saqué mi propia marca y a uno le
va mejor, porque ya uno sin patrón gana más sin tener que llevarlos como
“compras” a las fábricas. Yo hago tabacos acá y los vendo acá, no mando tabacos
para ninguna parte, empaco poquito y vendo por cincuenta la “panetela”. Yo hago
y vendo poquito tabaco. Si lo vende uno mismo pues gana más. Sin embargo,
cuando uno trabaja con un patrón no tiene tantos problemas porque uno hace la
tarea, entrega a la tabacalera y le pagan por lo que hizo.
Con una marca propia uno espera que si ya en el mañana pega igual a las de otras
personas o fábricas que van en lo alto, pues una puede llegar a ser igual, a ganar lo
mismo, así no se compare. Toda la materia prima anterior era mucho mejor, se
vendía mejor, no había tanta competencia como ahora que cualquiera hace, va y
vende así no tenga marca. Va y vende como quiere y le hace mala competencia al
que si paga todos los impuestos, le hace un daño sin querer.
Otra diferencia son las capacidades de las torcedoras que trabajan en fábrica y las
de fabriquín. La obrera de fabriquín no es igual a ser una obrera de una empresa,
quien todos sus vínculos de base, les pagan liquidación, cesantías, salud,
incapacidades, y todos los reglamentos de ley. Pero eso no es en todas las
empresas. La obrera de fabriquín sólo gana por cada mil que hace los dieciocho
mil o veinte mil pesos con lo que asegura el bienestar diario o semanal para su
familia pero sin derecho a pensión, salud, ni a nada. Sin embargo, las empresa no
les da trabajo como lo hace uno que llegan, piden el trabajo, si yo puedo les
enseño a trabajar, y si ya saben les doy trabajo y me dan la dirección de su casa y
yo les mando el trabajo. A diferencia de las fábricas que en todo llevan las cuentas,
yo les tengo una confianza absoluta, porque uno aquí se les da el material y si
quieren volver traen el material ya torcido. Se pierde o se gana pero toca ser así.
Ahora, muchos fabriquines y torcedoras de corriente han decidido hacer tabaco
fino, pues bueno, eso lo hace el que quiere para salir más adelante, para surgir
más con otras capacidades y ventas. Pero yo no creo que todo el mundo haga fino,
no creo que todos hagan acá en Piedecuesta, porque todos no lo hacen, no lo
hacemos. Yo soy una que no hago fino, yo hago es corriente de pronto porque se
cuál es la capacidad de cada cual.
Trabajar con tabaco corriente es rentable. Uno tiene ganancias y tiene perdidas,
toca es saberlo llevar. Si uno no sabe, le va bien. Yo por ejemplo no sé hacer nada
más que trabajar en tabacos. Yo sé que no voy a entrar en una empresa porque no
soy estudiada entonces no aspiro a eso porque yo no tengo estudios, él que tiene
estudios si puede aspirar a eso.
A pesar que hay gente que le gusta desvalorizar el trabajo de los tabacos, se
olvidan que el gremio del tabaco corriente mueve mucho la economía de
Piedecuesta. Los negocios se mueven por el tabaco, sino hubieran tabacaleras no
habrían tiendas por qué quién iría a consumir. Acá la mayoría es gente de estratos
bajos y todos de alguna manera se benefician del gremio del tabaco. Incluso
muchos políticos dicen en campaña ser cigarreros pero muchos no saben cómo se
tuerce un tabaco. Aquí en Piedecuesta el gremio del tabaco es muchísimo, todo el
mundo trabaja en eso. Usted puede bajar a cualquier barrio y no hay barrio donde

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

no hagan tabaco, puede ser que no tenga su propio de fabriquín pero si le trabajan
a un fabriquín. Digamos que trabajan acá en Villanueva pero llevan para la
Cantera porque viven allá, otros para Hoyo Grande, otros a Miradores de la
Cantera. Hay mucha gente independiente que incluso en sus apartamentos hace
tabacos con toda la comodidad aunque los sacan demasiado envueltos para evitar
“el qué dirán” de las otras personas que viven ahí.

En pleno 2011, el gremio cigarrero de Piedecuesta está afrontado gradualmente una nueva
crisis cigarrera como la acontecida después de 1939 al ser cerradas y liquidadas las fábricas
de cigarros formales que existían al ser inviables para sus propietarios al ser mayores los
cobros tributarios y el pago de la seguridad social para los trabajadores que las ganancias
obtenidas mientras que los empresarios independientes, capacitados en la producción de
cigarros de diferentes calidades, inundan los mercados con sus cigarros baratos, burdos,
evasores y de baja calidad apelando a una competencia desleal rechazada por los
fabricantes industriales y justificada por los dueños de los fabriquines artesanales como
alternativa para asegurar su bienestar físico semanal y poder mejorar económica, social y
culturalmente los miembros de sus familias.
La situación vivida por las grandes fábricas que dan trabajo y hacen las “compras” de los
“chicotes” (tabacos bastos, corrientes, criollos o populares) que elaboran los fabriquines y
las mujeres independientes que saben hacer cigarros bien puede ser resumida por Martha
Reyes Quijano, popularmente conocida como “Martha Caritas”, una de las cigarreras más
reconocidas y populares de Piedecuesta. Una líder natural que ha encabezado las
principales huelgas del gremio tabacalero en defensa del cigarro torcido como una artesanía
que no requiere IVA (1996, 1998), así como por el mejoramiento y control de las tarifas a
los servicios públicos.
Después de cuarenta y dos años de estar dedicada a empacar y luego a elaborar en fábricas
y fabriquines el popular “chicote”, o cigarro corriente de los piedecuestanos, Martha Reyes
es una mujer reconocida que en el 2011 intenta por segunda vez llegar al Concejo
Municipal como una digna y fiel representante del gremio cigarrero y tabacalero. Cargo de
elección popular para el cual cuenta con una visión amplía e integral de la producción
cigarrera y la crisis por la que pasan empresarios y cigarreros en el último año al expresar:

Desafortunadamente aquí la clase tabacalera es la más pobre, siempre nos han


llevado por debajeados. Si usted en un día no trabaja y dejarse de ganarse 18 mil
pesitos por cada mil de corriente que haga entonces causa una calamidad
doméstica porque no pudo trabajar y pues no ganó. Entonces no tiene usted de
dónde prenderse, llueva o truene le toca a usted sentarse a torcer para ganar. Por
eso en que hoy en Piedecuesta cada cual trabaja independiente. Somos póngale un
promedio de 7500 fabriquines.
Las ganancias del tabaco se quedan prácticamente es con el mayorista. Nosotros
los minoristas ganamos poco, pero tampoco hay que hablar mal del trabajo en
tabaco porque de todas maneras yo he criado a mis hijas a tranca y a mochas, mal
comidas, pero he pagado el arriendito. Pongámosle además una mudita de ropa pa’
los diciembres que es lo tradicional de nosotras: para las tabacaleras la navidad es
para poder comprar la ropa del resto del año. Para las tabacaleras, y para todo el

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mundo, la navidad es comercio y no deja uno de estrenar su ropita, pero que yo al


final del año tenga que una casa o un carro no, para nada, nosotros los minoristas
apuradito tenemos una “zorra” para cargar y empujar los chicotes.
En estos momentos, ahoritica, estamos los tabacaleros en la situación más crítica
que he visto en mis 49 años. Este año estamos llevando del bulto los tabacaleros,
bueno desde el año pasado, pero este año especialmente por la invernada que hubo
se nos vino todo encima porque llegamos a tener que gastar los ahorritos en capas
de hasta 270 [mil pesos] la arroba, con capotes de 100, 160 y 170 y nos pagaban el
millar a 90. Y nosotros tenemos que sacar de ahí lo de la materia prima y la mano
de obra de las obreras: ¡nos colgamos!. Yo creo que todos los tabacaleros, hablo
por todos, porque todos son mi gente, estuvimos colgados porque ya bajaron los
materiales. Ahora ya hay capas, pero sólo capas de 80, 100, y 120 [mil pesos],
capotes de 60, 70 y 80, y lo peor, entonces los tabacos de 90 se bajaron a 50 y 60
los están pagando los mayoristas: ¡seguimos en las mismas!.
Ahoritica uno trabaja ya es por mera necesidad. En el caso mío yo no puedo llegar
y decirle a mis hijas: ¡voy a parar! porque ahí sí que aguanto hambre y aguantan
hambre mis viejitas. Tampoco puedo decirles: ¡esperen porque esto se acabó!. Uno
no es bolita de billar que cada vez que “está bueno” los patronos abren “compras”
y cada vez que se “pone malo” “cerramos”. No, no se puede que lo cojan a uno
como bolita de billar.
La situación está tan critica que don Edmundo Acevedo Rueda, el dueño de
cigarros Humo Seda, un señor muy conocido aquí en Piedecuesta por su bondad,
por su manera de tratar la gente, porque para él los cigarreros somos como sus
hijos, a quien considero como mi papá, cuando él por equis motivo le toca parar las
“compras” a los fabriquines entonces yo tengo que comprar por aparte picadurita,
fiar el material y hacer por aparte los tabaquitos, él después pasa preguntando si
tengo tabaquito y aunque yo veo que estoy perdiendo a veces al vendérselo a sus
precios de compra, le toca darlo a uno así por necesidad, para el arriendo, para
los servicios, le toca a uno soltarlo a 70 [mil pesos] el millar. Esa situación estamos
viviendo en esos momentos. Si don Edmundo le toca parar por equis motivo, porque
él nunca para, entonces todos los fabriquines de él quedamos a la deriva. Lo mismo
está pasando con las demás grandes fábricas de corriente. Entonces ya no paga el
mil igual, pongamos que la capa esta a 80 y se necesitan 2 libras y pesa de capa, se
invierte 4 libras de capote, 8 kilos de picadura, la torcida a 18000 ó 18500 y los
rollos a 8000, sume usted vendiendo los tabacos a 60 ¿qué le puede quedar?
En el gremio tabacalero de minoristas, estoy hablando de los minoristas de la vida
cotidiana, lo única riqueza son chinos y perros94.

Una de las propuestas de campaña de Martha Reyes, reafirmada por cigarreras


experimentadas como Margot Martínez, ha estado centrada en el mejoramiento de las
condiciones de vida material de las cigarreras después de una década de capacitaciones y
proyectos empresariales para mejorar sus técnicas de trabajo. Al preocuparse
específicamente de la vivienda ha planteado a los demás miembros del gremio:

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Entre las siete mil o siete mil quinientas tabacaleras de Piedecuesta, cada una con
cinco o seis hijos y familiares por responder, es muy raro la que tiene casa propia.
No se nos ha dado esa oportunidad de un proyecto que nos permita construir en un
lote unas 60 casas para el gremio tabacalero. Que nos las den con una cuota
inicial o sino pongamos con un arriendo fijo o cuota fija de 400 o 500 [mil pesos]
al mes. Han salido planes de casas baratas y de interés social pero de dónde vamos
a sacar las tabacaleras para pagar la cuota inicial, y luego quedar pagando tanto,
y mientras no las entregan pague que pague arriendo. Eso no se puede. Además de
eso ninguna tenemos seguro de salud, pensión ni riesgos, todo toca es con el sisben.
Mi primera expectativa si llego al concejo es tramitar todo un plan de vivienda
donde no se nos pida cuota inicial: Un proyecto de acuerdo en plan de vivienda
sólo para los tabacaleros y las tabacaleras siempre y cuando se compruebe que son
trabajadores minoristas, no para que se beneficien lo mayoristas. Necesitamos
tenemos un buen vivir como mujer cigarrera, que nos valoricen95.

Mural de la Administración Municipal de Piedecuesta sobre la Autopista a Bucaramanga

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MUJERES CIGARRERAS QUE POR SU FOMENTO A LA IDENTIDAD


ECONÓMICA, SOCIAL Y CULTURAL MERECEN SER
DECLARADAS COMO

PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE PIEDECUESTA

1. JUSTA GUALDRÓN
Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros finos “Gamos”, Barrio Hoyo Chiquito

2. MERCEDES URREA
Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros finos “Noel”, Barrio Hoyo Grande

3. NELLY CARRILLO
Cigarrera trabajadora de fábrica y fabriquín retirada, Barrio San Antonio

4. MARGOT MARTÍNEZ DE FUENTES


Cigarrera trabajadora de la fábrica “Gamos”, Barrio Hoyo Chiquito

5. AMANDA VARGAS HERRERA VIUDA DE CARRILLO


Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros corrientes “Centauro”, Barrio San Rafael

6. MARÍA ROCÍO CABALLERO GUALDRÓN


Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros corrientes “Comandantes”, Barrio El Centro

7. MARTHA CECILIA SANTOS COTE


Cigarrera propietaria de fabriquín, Expresidenta de Asotracig, Barrio Hoyo Chiquito

8. GLORIA ACEVEDO
Cigarrera propietaria de fabriquín, Barrio Villanueva

9. MARTHA REYES QUIJANO


Cigarrera propietaria de fabriquín, Barrio La Cantera

10. MARTHA YOLANDA NIÑO CARREÑO


Honorable Concejal de Piedecuesta, Ex cigarrera - propietaria de fabriquín

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UBICACIÓN ESPACIAL DE LAS CIGARRERAS DECLARABLES


PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE
PIEDECUESTA

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HISTORIAS DE VIDA DE LAS MUJERES CIGARRERAS DECLARABLES


PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DEL MUNICIPIO DE
PIEDECUESTA.4

1. JUSTA GUALDRÓN DE CARREÑO

Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros finos “Gamos”


Barrio Hoyo Chiquito

Mi aprendizaje con el tabaco empezó en el año de 1948. Tenía que hacer uno una escuela
en las empresas grandes que había en Piedecuesta, creo que como unas treinta. Había que
hacer la escuela en donde se aprendía a espalar, había que ayudar a una señora que tenía un
grupo de cuatro operarias. Ella tenía que hacerles rollos para que ellas los elaboraran pero
había que prensarlos y cajearlos. Uno empezaba llevando cajas para que cada torcedora
prensará. Desde niña tuve que ayudar a mi mamá quien era cabeza de familia. Teníamos
que ayudarle a trabajar y esa ayuda era para comprar los libros de la escuela.
Esa primera etapa de mi vida como cajera uno la hacía por ahí hasta los 11 años. Uno
miraba desde niña cómo se hacían los cigarros y después ya uno salía a torcedora. Así uno
se animaba y salía a elaborar un tabaco corriente, tenía que saber uno cómo se mojaba una
hoja de tabaco, qué era la picadura, qué era el capote, saber las calidades y los colores.
Antes del año 48 en Piedecuesta se vivía de la producción tabacalera, panelera y lechera.
Entonces vino la ley que había que apoyar las empresas y se empezó a exigir que cada
trabajadora tuviera lo mínimo como eran sus prestaciones. Se empezaron a formar muchas
personas líderes, porque era un tiempo en el que estaba la efervescencia por la muere de
Jorge Eliecer Gaitán. Como Piedecuesta era liberal, por la presión del pueblo entonces se
cerraron las empresas, los dueños se fueron y decayó la cuestión tabacalera.
Fue así como a la edad de nueve años me fui para Bucaramanga con mi mamá y regresé a
Piedecuesta cuando ya tenía 20 años. Entonces ya había otro cambio, ya habían mas
fabriquines. Las fábricas que uno conoció que eran fabriquines eran ahora tres o cuatro
empresas que le daban a usted trabajo para la casa. La única empresa grande que figuraba
era la de Marcos Carreño, en donde tenían unas cincuenta a sesenta operarias para hacer un
tabaco corriente, tipo romo, tipo anetela y así se fueron transformando los fabriquines. En
esa época mi esposo era el administrador de esa fábrica llamada “La Marina” y ahí fue
donde nos conocimos.
Para ese entonces existían las empresas Noel, la Campana, la Siberia la Antioqueña que
eran las más famosas. Donde trabaja mi mamá era la Cucuteña y las Unidas. Cuando
empecé a trabajar fue en las Fábricas Unidas en Bucaramanga, llegué como ayudante de mi
mamá. Eso parecía una escuela porque entonces no había manera de estudiar y fue allí
donde iniciamos. Luego, poco a poco, me fui preparando en el SENA, hice cursos para
manejar una microempresa que en 1974 creamos con mi esposo.

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Los textos de este capítulo fueron realizados con la colaboración de la Historiadora UIS Sandra Rodríguez a
partir de las entrevistas realizadas a cada una de las mujeres cigarreras elegidas como ejemplos
representativos del Patrimonio vivo Inmaterial de Piedecuesta.

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Ese cambio de pasar de trabajar un tabaco corriente al fino, tipo exportación, surgió en
1987 cuando empezamos con un tabaco extra, las brevas extras. Un tabaco muy bien
elaborado, con el que no se ganaba pero que lo hacíamos porque era una pasión, querer uno
su trabajo. Muchos han intentado hacerlo pero pues vuelven al corriente porque les toca que
gastar. Por eso hacer puros es más que todo un reto y a la vez una satisfacción.
La idea de iniciar a trabajar con tabaco tipo exportación, dejando las formas tradiciones de
comercializar el tabaco, surgió por el conocimiento que teníamos y por el reto que se tenía
porque no es fácil. La mano de obra que hace puros es contada. Las que hacen tabaco
corriente aprenden en un mes mientras un tabaco fino la fábrica tiene que hacerle a la
trabajadora la “escuela” y uno se gasta entre dos y tres años en enseñarlas. Mientras por
cantidad una obrera hace mil quinientos al día de cigarros ordinario, por calidad sólo se
hace un cien de tabacos fino. Aquí en la empresa “Gamos” cuando hablamos de variedades
se habla de vitolas y no de “tabacos”. Los “Gamitos” son por ejemplo las calillitas, los
“Gamos” son un tabaco romo corriente que va anilladito, también se puede hacer sin anillo.
También tenemos la línea de brevas que es un tabaco fino y moldeado que se ve muy
bonito cuando ya se guarda en las cajas de cedro.
Para hacer un puro tipo exportación se necesita mucha mano de obra pero hoy en día hay
poca vocación e interés por el trabajo por parte de las jóvenes. Son muy pocas las mujeres
que se quieren dedicar a este oficio por la situación gremio, por el costo de vida y porque
este es un “oficio para ayudar para la casa”, de supervivencia. Por eso el que logremos
todavía a estas alturas vincularlas como empleadas es difícil porque desde la misma
identidad de la obrera ya los hijos de esas señoras no quieren que ellas continúen con este
oficio. Lastimosamente se está perdiendo la identidad, falta ese sentido de pertenencia.
Con el oficio de hacer cigarros se pasa por muchas situaciones en este momento, cada año.
La subida del tabaco es muy costosa, demasiado costosa. Nosotros por ejemplo, para
vender a Medellín tenemos que pagar IVA y hay que pagar el impuesto al consumo donde
vendemos. Eso encarece el producto además que es un reto porque estamos compitiendo
con colegas para quienes hacer puros es muy fácil porque se volvieron comerciantes, ellos
mismos van y distribuyen por cantidades.
Con la ayuda del SENA se han hecho grandes cosas. Hace tres años dieron unos cursos
para lo de la elaboración de puros y han tratado de organizar el gremio pero no sé qué es lo
que ha hecho falta, que se tomen buenas medidas sobre el gremio no sé, pero si se han
hecho muchas capacitaciones. Recuerdo que en el año 2000 vinieron inclusive agrónomos
e hicimos los cursos con unos cubanos y ellos hicieron muchos ensayos en San Gil y en
todas estas tierras acá de Guane pero cuando ya era el proceso de arreglarlo el tabaco se
dañaba, se mohoseaba como la humedad. Es que no tenemos, como si lo hay en Cuba, un
buen clima, por eso no puede uno avanzar en este puro por la cuestión de las capas porque
todo lo de adentro, todo lo que lleva un puro se espera que sea tabaco santandereano
aunque también lleva tabaco un poquito de Bolívar. Nos falta la finura de la capa.
El trabajo con el tabaco sobre todo del cigarro fino es y ha sido una lucha sobre todo un
reto basado en una disciplina, por eso es que nos caracterizamos aquí en cigarros Gamos.
De alguna u otra manera yo siento que he querido enseñar a muchas mujeres el oficio de
cómo se hace un tabaco, cómo se hace una perilla, cómo se moja la hoja, cómo se debe
sentar, cómo se manejan todas esas cositas. Esa ha sido mi lucha, día a día.

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2. MERCEDES URREA

Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros finos “Noel”


Barrio Hoyo Grande

Yo creo que soy la de más tradición dentro del gremio del tabaco aquí en
Piedecuesta. Empecé a trabajar el tabaco en 1952 con José Correa Garza quien tenía
fábrica en el Socorro. Nos conocimos y me fui a trabajar con él, a aprender del
negocio. Ibamos a Girón, a Bucaramanga, a traer el tabaco. Él salía a viajar y
duraba quince días viajando. Desde allá me ponía telegramas diciendo: “alísteme
tantas cajas para fulano y mándelos para tal parte”, y yo corra, empaque y supervise
la elaboración. Ninguno de mis familiares se dedicó al trabajo de tabaco.
Cuando nosotros iniciamos en el mercado prácticamente estábamos solos. No había
otras fábricas. Como a los cinco años compramos la fábrica a los Puyana. Fue
entonces cuando José se fue para allá y yo me quedé acá porque él no descuidaba el
trabajo, supervisando que estuviera bien tal cosa, que estuviera bien tal otra, que
estuvieran bien los tabacos, que no fuera a tener rotos el tabaco, que no fuera a estar
mal y de todas maneras ese es el control que yo he seguido teniendo hoy en día aquí
en la fábrica de cigarros.
Después de que él murió no trabajé. Duré trabajando durante tres meses pero me
tomaban el pelo para mandarme la plata, entonces eso así ya no funcionaba. Sin
embargo, sólo habían pasado ocho y yo ya estaba atendiendo la fábrica que teníamos
en la carrera 6. Se nos quemó pero volvimos y nos levantamos.
Aquí en la fábrica siempre nos hemos caracterizado por la disciplina. De alguna u
otra manera eso es lo que hace que la marca y el nombre de los “Puyana” o
cualquiera otra de nuestras marcas sean reconocidas porque siempre hemos estado
supervisando la elaboración del cigarro, las características de la picadura y el tabaco,
que arda bien la picadura, el capote como la capa. Se necesita la supervisión del
tabaco porque hay unos que trabajan y hay otros que no, aunque esa forma de
trabajar ha ido cambiado. Por decir, si comparamos la situación de la mujer cigarrera
tradicional con las de hoy en día hemos visto a lo largo de los años que aquí y fuera
de la fábrica ha ido cambiado mucho. Por ejemplo don Edmundo Acevedo puso
fábrica y les mejoró las condiciones salariales y laborales a las empleadas.
Las cigarreras son mujeres que le pueden colaborar mejor a las fábricas solamente
hay que capacitarlas en la producción del cigarro. Nosotros siempre hemos estamos
dispuestos a que la que quiera venir aprender venga y aprenda a hacer corrientes o
finos. La idea de vender tabaco fino tipo exportación nació porque con el tabaco
criollo hay que pasar muchos tabacos para poder ganar más. En cambio con los
puros como son capas importadas, por ejemplo República Dominicana y de Cuba,
así como de Cuba también vino una torcedora a enseñarnos, su exportación los hace
más rentables porque no se exige cantidad sino calidad.

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Elaborar cigarros finos hoy día se ha convertido en una alternativa económica para
muchos cigarreros de Piedecuesta, sobretodo porque existe un mercado aún por
trabajar. Por ejemplo con Lima. Sin embargo el gobierno nacional debe tener más
cuidado con los impuestos porque así como hay mercados como el Canadá y para
otros lugares para los cigarreros no es muy rentable exportar, hacer todo ese
esfuerzo, si no se logran bajar los impuestos. En Lima, el impuesto vale casi igual al
tabaco que se llevaba. Nosotros hace mucho tiempo abrimos el mercado de
Guayaquil, entre 1955 y en 1960 mandábamos ya nuestros productos pero los
impuestos aduaneros fueron subiendo cada vez más y más con lo cual la
comercialización se ha hecho algo difícil.
Entre el año 2000 y 2002 hubo todo un movimiento, toda una organización de los
cigarreros para pedirle al gobierno nacional que no se considerara el cigarro torcido
como un cigarrillo sino como una artesanía: eso es así. En este momento la
situación vuelve a ser la misma nos siguen considerando productores industriales y
nos dicen que el tabaco también es nocivo para la salud pero el tabaco no es un
cigarrillo.
Yo solamente digo que los Gobiernos de Colombia y los de otros países deben
ponerse de acuerdo y aprobar no cobrarnos tantos impuestos porque no resiste. Todo
lo que cobran allá puede servir para abrir más mercados, aumentar la producción, y
así puede uno ocupar más gente, puede ayudar a más gente a ganar su sustento
porque trabajar con el tabaco es una alternativa de vida.

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3. NELLY CARRILLO

Cigarrera trabajadora de fábrica y fabriquín retirada


Barrio San Antonio

Van a ser ya veinte años que yo no he vuelto a hacer tabacos, ahora sólo me dedico
al hogar porque uno se cansa de trabajar.
Yo aprendí el oficio de los tabacos en la Cucuteña. En ese entonces empecé como
cajera, aprendí a espalar capote, a largar rollos, a hacer rollos, a torcer, me hacía
hasta mil. Después me retiré, salí a trabajar a la fábrica Noel de don José Correa.
Allí me dedique a torcer calilla, pero ya en ese entonces exigían tarea, tenía que
hacer 1400 diarios y yo solo alcazaba a hacer en un día 1300, otro 1400, y aunque en
ese trabajo le rinde a uno, no sé, no fui capaz, no estuve sino un mes.
Después trabajé donde José Rey y allá duré más. De ahí pasé para donde don
Marcos Carreño ahí no nos exigían tarea a día sino la que uno hiciera. Estando ahí
me casé, luego salí y trabajé independiente en la casa, inclusive tuve obreras, pero
resulta que las personas se la quieren velar a uno porque se les exige que el trabajo
quede bien así como a uno le exigían la elaboración del tabaco: que quedará bien
hecho, que no quedará con rotos, que no quedará volando, porque eso siempre tiene
su exigencia. Resulta entonces que quedé yo sola, trabajé unos días sola, luego
vendí la máquina de hacer rollos y acabé con todo y me puse a torcer por fuera pero
tampoco me amañé mucho. Me daban dos libras bien pesadas y me gastaba libra y
media para torcer un mil de tabacos, entonces me cansé y no volví a trabajar.
En la Cucuteña había mucha disciplina: uno tenía que sentarse bien. Don Agustín
ríos era un señor muy fregado, tenía uno que sentarse bien sentado, bien acomodado,
que la capa estuviera bien arreglada, que aquí los rollos, que el cortador, no se podía
botar recorte al suelo y si lo botaba cuando me paraba tenía que recogerlo y echarlo
al cajón. Eran todas esas cositas así muy exigentes. En ese entonces, hace ya
tiempos, se hacia un tabaco así pequeño que llamaban “medallita”, otro tabaco así de
grande que era “popular”, un tabaco calilla que era gruesa eso era el “carillón” y la
“calilla” común que era más finita. En ese entonces se hacía tabaco fino pero no
con tabaco transportado de otros lados como ahora.
Hoy en día es muy rara la persona que diga voy a poner un fabriquín para darle
trabajo a fulana, porque el material es muy caro. Hoy en día para que le den trabajo
a uno para la casa: poco. La que tiene su trabajo trabaja porque está acostumbrada a
tener su trabajito a tener su centavo poco o mucho pero tiene que coger uno sus
centavos el día sábado.
Las grandes fábricas de Piedecuesta las fueron acabando porque decían que los
tabacos tenían que acabarse, que eran perjudiciales para la salud. Por eso es que
parte del problema de ahora es haberse acabado las grandes fábricas y haberse
pasado la gente a trabajar en fabriquín.

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También tuvo que ver mucho que al interior de la fábrica empezaron a formarse
sindicatos y a protestar y a pedir mejores condiciones. Pedían que le pagaran
prestaciones porque en ese entonces no existían la pensión ni la salud. Fue así como
empezaron los trabajadores a pedir eso. El trabajador comenzó a revolucionarse pues
el trabajo era más o menos pago en lo que era su trabajo, pedían que pagaran las
horas extras, y eso así. Sin embargo a los que les trabajamos en ese tiempo nunca he
escuchado que digan que les pagaron porque trabajo tanto tiempo o que los patronos
dijeran: “Si se retira entonces le vamos a pagar tanto”. En ese entonces no existían
esos derechos.
La juventud de hoy en día no le gusta el oficio del tabaco. No le gusta el tabaco
porque dice que eso para qué, que eso huele a feo, que eso les emborracha. Prefieren
otras cosas. Pero como digo yo: trabajar uno en tabaco no es ningún delito entonces
porque a uno le va a dar pena trabajar en el oficio que a uno le guste, a mí me
gustaba mucho el oficio de los tabacos, estaba en mi casa así estuviera como
estuviera.

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4. MARGOT MARTÍNEZ DE FUENTES

Cigarrera trabajadora de la fábrica “Gamos”


Barrio Hoyo Chiquito

Soy la cigarrera con más experiencia y tradición en la fábrica de Cigarros Gamos


desde hace 10 años. De niña lo primero que aprendí en Bucaramanga fue a arreglar
material. Cuando tenía 14 años inicie en la elaboración del tabaco, eso hace ya más
de 40 años. Anteriormente se hacia el tabaco en las casas, en donde la dueña de casa
tenía su fabriquín, allí uno iba, miraba y si a uno le gustaba pues aprendía. Una
cigarrera fue la que me enseñó este arte en el barrio Campo Hermoso de
Bucaramanga. Tengo dos hermanas que también aprendieron de la misma manera
yendo a las casas donde eran los fabriquines, pero ellas se dedicaron a la confección
y dejaron este arte y la única que quedó enamorada fui yo. Cuando empecé a
trabajar más que todo el romo, le daban a uno en ese tiempo 70 u 80 pesos por la
semana, sin importar cuantas unidades producía que eran por ahí 700 u 800 no
alcanzaba a hacer el millar del tabaco corriente o tabaco basto que llaman.
En Bucaramanga estuve trabajando en Cigarros Unidas desde los 18 años, por
muchos años estuve trabajando allí, fue la primera fábrica que experimenté. Después
decidí conocer otras partes entonces, estuve en Cigarros Puyana también en
Bucaramanga y de ahí los patrones se cansaron y vendieron la empresa. Esa misma
fábrica llegó a manos de otra persona don José Correa un señor de aquí de
Piedecuesta que ya tenía fábrica. Ahora me encuentro trabajando con doña Justa
Gualdrón desde hace 10 años.
Es así me he desempeñado en la elaboración del tabaco fino aquí en la fábrica de
Cigarros Gamos, me especializo en la breva aromatizada, tarea que realizo con 250 a
300 unidades diarias porque mi especialización es hacer la torcida y los rollos que en
un cigarro es lo que requiere más elaboración. Mi T jornada laboral empieza a las 7
de la mañana, termina faltando un cuarto para las doce, con un descanso a las nueve
y retomo a la una para ya a las cinco y cuarto estar terminando, dejo arreglado el
puesto, y por ahí a las 5 y media salgo. Trabajo todos los días de lunes a viernes y el
sábado hasta el medio día. Afortunadamente hemos tenido capacitaciones con el
SENA y con Asotracig para la elaboración del tabaco puro fino y nos ha servido
mucho porque yo no trabajaba con los nuevos implementos. Parecía que como que
era imposible que yo pudiera trabajar con esto, entonces allí nos enseñaron a
manejar la tijera y a trabajar sobre el vidrio.
Como torcedora de fino considero que hoy en día uno de los grandes problemas es
que los materiales están saliendo muy flojos. Para que la persona rinda necesita
material bueno, y si da rendimiento se da buena producción a la empresa. Todo
depende entonces de quién lo cultiva y lo selecciona porque eso va de parte y parte,
de parte de los cultivadores ayudar para poderle echar un buen químico que no dañe

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el material, pero también depende del gobierno porque falta más incentivos a la
exportación del tabaco fino y así nos beneficiaríamos tanto las de afuera como las de
adentro porque en Piedecuesta en cada cuadra si dos tienen fabriquín es poquito.
A doña Justa le trabajan muchas obreras externas pero ellas no tienen garantías de
nada como nosotras. Las trabajadoras de la fábrica tenemos todas las garantías.
Tenemos seguro y subsidio a pesar de que soy pensionada del mismo oficio y estuvo
cotizando toda mi vida.
Mis expectativas como la de muchas otras cigarreras es tener una vivienda propia.
Yo quiero tener casa propia pero para uno no hay tantas posibilidades. Me gustaría
que el gobierno diera más oportunidades con cuotas pequeñas porque si uno gana
para pagar casa con qué come, más que todo que den posibilidades a los pobres de
tener su vivienda. Yo tampoco tengo pero yo ya logré una pensión, con eso y con lo
que me gano aquí sobrevivo muy bien
Las ganancias que me ha dejado trabajar con el tabaco siempre han sido una ayuda,
un aliciente para el hogar, para los gastos de la casa, beneficios que me permiten
colaborarles a mis hijas siempre que están en malas condiciones, se ve la plata pero
no se ahorra. En lo personal para mí este trabajo ha sido una terapia: me siento más
saludable más enérgica.

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5. AMANDA VARGAS HERRERA VIUDA DE CARRILLO

Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros corrientes “El Centauro”


Barrio San Rafael

Vengo trabajando en este arte, en este oficio de ser cigarrera desde el momento en que
creamos la fábrica. Mi esposo Nelson Chaparro la fundó hace veinticinco años y desde hace
diez años cuando murió yo quedé a cargo de la fábrica. Desde muy niña he vivido acá en
Piedecuesta y toda mi vida he visto la elaboración de tabacos. De niña aprendí a espalar
capote, a hacer lo que son las perillas de los tabacos, muchas cosas del oficio porque toda la
vida viví acá y éste ha sido el oficio estrella de toda la vida desde que yo me conozco. Mis
abuelas y todos han conocido el trabajo del tabaco acá en Piedecuesta y todavía lo sigue
realizando. Recuerdo que en mi juventud las muchachas estudiaban y hacían tabacos
porque era un oficio que servía para ayudarse uno mismo. Así ha sido toda la vida. Yo por
ejemplo aprendí ayudándoles a mis amigas que desde niñas eran cigarreras.
Consolidarse en una empresa como fábrica El Centauro ha requerido mucha sagacidad en el
negocio. Hay gente en Piedecuesta que lleva toda la vida haciendo rollos y se quedan
haciendo rollos. Por el contrario, mi marido tuvo esa visión desde su casa, el papá tenía una
fábrica de tabacos cuando el negocio del tabaco daba rentabilidad, así que él empezó
comprando materiales todo lo que es para la industria y todo lo que se utiliza. Pero en un
momento determinado se dio cuenta que era rentable montar una fábrica y así empezamos
nosotros comprando material en un lado y en otro, haciendo lo que son las picaduras para
venderle a la gente. Él tuvo esa visión porque poca gente de acá tenía máquina para hacer
picadura, entonces se hizo el esfuerzo de comprar las máquinas y montar todo lo que es la
maquinaria para elaborar la picadura y venderle a las personas que hacen tabaco. Así, nos
enrolamos en este trabajo y siempre hemos continuado. Luego se vio la oportunidad de
sacar al mercado una marca propia para ya vender tabacos, fue entonces así que se crea “El
Centauro”, la primera marca. Luego se compró otra marca a otro comerciante de tabaco y
hasta ahora la fábrica se ha mantenido, algunas veces con muchos tropiezos y muchísimas
dificultades.
Ahora, desafortunadamente estamos otra vez en decadencia porque hubo un momento
donde hubo una subida en los pedidos y tuvimos hasta unos 35 o 40 fabriquines de tabacos
a los que les hacíamos las “compras”. Definitivamente cada día hay más dificultades, lo
primero porque cuando mi esposo sacó la marca y montamos la fábrica eran pocas las
fábricas en Piedecuesta, hoy hay mucha gente, inclusive de la que nos trabajaba en
“compras”, que han empezado a sacar una marquita para comercializarla, pues si yo la
empaco le pongo mi marca, la vendo y hago más. Entonces hoy por hoy la competencia es
muchísima aquí en Piedecuesta. Considero que se deben estar empacando unas doscientas a
trescientas marcas. Son muchas, pero muchas las marcas que están en el mercado hoy.
Los problemas afectan al gremio tabacalero, especialmente a la mujer tabacalera, siguen
siendo los mismos y siempre continuaran, ni se agravan ni se solucionan. Lo que yo veo es
a la misma torcedora, que sigue haciendo sus mismos tabacos, ganándose el mismo salario
de acuerdo a lo que ella haga en su casa diaria o semanalmente por sus propios medios,
usando las mismas herramientas de trabajo, así todos todos los años se ajuste el precio de la

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elaboración de un mil de tabacos o un mil de rollos. Y aunque muchas veces se ajusta muy
bien para las cigarreras de fábricas todo depende de su propio rendimiento, de la necesidad
que haya. Si hay escases de tabaco o escases de torcedoras entonces aprovechan ellas
para demandar un poco de mejor sueldo por su trabajo, pero como otras veces, como está
pasando ahora, cuando no hay trabajo les toca someterse a como les paguen. Inclusive hay
veces que se les baja el precio y eso no les sirve ya. Eso generalmente está pasando por las
fábricas que no están legalmente constituidas.
Se ha intentado a través de muchas acciones el mejoramiento en las condiciones de vida de
los cigarreros y cigarreras. En ese sentido desde la fábrica mi esposo gestionó proyectos
para que acá se fundaran empresas que mejoraran la calidad de vida: primero de la gente y
luego la calidad del producto que nosotros elaboramos acá en Piedecuesta. Aunque se
hayan quedado ahí se hizo el esfuerzo, se alcanzó a traer a Piedecuesta asesores extranjeros
que estuvieron dictando cursos. Inclusive aquí en la Fábrica se dictó un curso con un
maestro-cigarrero dominicano que vino e hizo una capacitación de tabaco fino donde varias
personas estuvimos y aprendimos. Se quería sacar un tabaco tipo exportación porque si acá
producimos tabaco por qué no podemos sacar un tabaco que se pueda vender en dólares.
Eso era una maravilla para el gremio tabacalero, eso levantaría la industria totalmente y
tendría reconocimiento hasta nivel mundial. Pero nunca se logró porque la gente de acá
piensa que porque lleva ya muchos años en el oficio no tiene nada que aprender ni tampoco
dejarse enseñar de nadie.
Mi esposo fue un líder bastante reconocido y bastante querido por el gremio, inclusive hay
que decir que hoy en día no nos cobran el impuesto al tabaco que es un impuesto altísimo
por la lucha que ellos llevaron en una ocasión en la que no dejaron imponer el impuesto de
tabaco acá en Piedecuesta. Se lucho desde 1996 y se logró muchísimo para que el tabaco
estuviera exento de pagar ese impuesto porque este es un oficio artesanal. Eso se logró
gracias a la resistencia que ellos hicieron en esa ocasión. Fue dura pero lo lograron.
Después de eso no ha habido algo así, no hemos hecho nada por defender nuestros
derechos. Se disperso todo. Cada cual trabaja por su lado, cada cual se sostiene como mejor
pueda. En ese entonces a mi esposo lo acompañaron en su resistencia Juan de Jesús Prada y
Jesús Pardo. Ellos los tres fueron los líderes, siempre estuvieron ahí al lado de la gente
convocando y apoyando, siempre buscando el beneficio y bienestar del gremio.
Aunque en el barrio La Feria está el centro de capacitación y Asotracig, en este momento
en Piedecuesta no existe una asociación que sea líder, convoque y una a todo el gremio. Eso
es sumamente difícil como en todo. Hoy entre el mismo gremio no se da la lucha porque no
se mantiene el liderazgo. Un liderazgo como el que tuvo mi esposo no lo ha habido después
de su muerte.

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6. MARÍA ROCÍO CABALLERO GUALDRÓN

Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros corrientes “Comandantes”


Barrio El Centro

El trabajo con tabacos lo aprendí con mi papá Ricardo Caballero. Como mi papá tenía
fábrica aprendí de todo desde los diez años aunque empezamos primero por el empaque y
después empezamos con la elaboración. Como era un trabajo familiar mi papá no nos
pagaba, sólo nos daba la alimentación como ayuda. Desde entonces no he trabajado en
ninguna otra fábrica, solamente me dedicado a la fábrica familiar cigarros Comandantes.
Reconozco que he atendido más al trabajo que el hogar, que he pasado más tiempo en el
trabajo, porque se necesita ir al campo a comprar las cosechas, ir a las bodegas a hacer
compras, y porque prácticamente soy la administradora desde que murió mi papá. Desde
hace dos años dejé de elaborar tabacos pero cuando los hacía me dedicaba desde la
elaboración hasta el empaque, manejando siempre la variedad del romo corriente.
Hace unos años estuve capacitándome con el SENA, con los cubanos, y hemos estado en
varias partes practicando. Hemos ido a diferentes partes a mirar como es la elaboración del
tabaco fino para aprender a mejorar el trabajo de uno, y me parece que es igual hacer tanto
el fino como el corriente. La capacitación me ha servido además para mejorar la calidad del
tabaco y a nivel personal vamos y adquirimos más experiencia y conocimiento para la
fabrica. Nosotros mismos aprendemos a sacar adelante la fábrica para mejorar las
condiciones de la calidad pero no siempre para mejorar el pago y las ganancias.
Cuando estuve dedicada a la elaboración del tabaco producía al día un mil, quinientos u
ochocientos cigarros y a la vez iba haciendo todos los oficios del hogar. Me pagaban entre
12000 y 8000 pesos por cada mil, cuando eso era barato. Ahorita ya ha mejorado el precio
de la mano de obra porque a medida que uno se va capacitando, va saliendo y va mirando
entonces es que va uno recapacitando que el trabajo de las cigarreras hay que valorarlo.
Ahora que ejerzo un oficio más administrativo, mi papel y responsabilidades como mujer
de la casa son más difíciles de hacer porque no puedo estar a cargo. Si bien el trabajar con
el tabaco es un oficio que con mi esposo hacemos por igual, ser mujer empresaria me
parece un papel difícil en este sector por las capacidades que hay que tener para
desenvolverse. Sin embargo, nuestra empresa se caracteriza por estar conformada en su
mayoría por más mujeres, especialmente mis seis hermanas dedicadas en la fábrica a las
actividades relacionadas con el empaque.
Considero que la situación actual de las trabajadoras del tabaco, especialmente las
cigarreras, es causada por el sector económico local porque varias fábricas no pagan lo que
realmente deben ganar las torcedoras, no les pagan lo que vale su trabajo, no se le reconoce
el precio de su esfuerzo diario. Por ello es que una necesidad sentida de las mujeres
cigarreras es también recibir apoyo para capacitarse en tabaco corriente porque acá en los
últimos años nos han dado muchas capacitaciones en trabajo fino pero no para el tabaco
corriente. Acá todo más se hace es el corriente y nosotros en la empresa no capacitamos.
Las mujeres cigarreras necesitan mejorar la calidad de su producto, aprender a hacer un
buen tabaco para ganar más y obtener un mejor precio por su mano de obra. Como mujer
cigarrera he procurado salir adelante y he dado la oportunidad a otras para que puedan salir
adelante y monten su propia empresa porque aquí solo se vive del tabaco: ¡No hay más!.

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7. MARTHA CECILIA SANTOS COTE

Cigarrera propietaria de fabriquín


Primera presidenta de Asotracig
Barrio Hoyo Chiquito

Vengo dedicándome a este oficio de trabajar con el cigarro en Piedecuesta desde que
tenía nueve añitos. Aprendí desde pequeñita prácticamente con las amigas de la
cuadra y jugando con maticas de higuerilla. Uno veía que los familiares trabajaban
en eso, claro está que en la casa ninguno trabajo en eso. Simplemente como éramos
muy compincheras con las amigas, íbamos donde las vecinas que trabajaban, y de
ver todo eso jugábamos a hacer tabacos, inclusive armábamos el puestito. Ya
después mirando fue como empezamos porque el que quiere aprender de verdad
mira y aprende. Así lo aprendimos nosotras.
Cuando ya me fui a vivir con mi esposo formamos una microempresa. Él no sabía
nada del tabaco pero yo sí aunque el papá de él tenía la fábrica de Cigarros Gamboa,
don Eduardo Gamboa. El fue quien nos prestó todos los utensilios, me explicó
cuánto se gastaba para un millar de rollos, cuánto capote, cuánta picadura y a cómo
se podía pagar. Yo lo asumí sola a los 17 años y empezamos el fabriquín con cuatro
obreras y un rollero.
Existe una diferencia entre trabajar en fabriquín y fábrica. Primero que todo por el
dinero. En el caso de la fábrica se elabora, da trabajo y puede comprar toda la
materia prima a mejor precio porque puede amontonar, puede darla para que los
demás la trabajen. Antiguamente así se utilizaba, ellos daban todas las cosas para
que uno trabajara, le daban a uno la picadura, la capa y el capote. Entonces ellos le
ponían un precio menor a la picadura, un precio al capote y un precio a la capa y
debido a eso uno les iba trabajando.
La mayoría de fábricas hoy en día están trabajando es tabaco fino y las “compras” a
los los fabriquines solo es de corriente, o el popular. Debido a eso las obreras de las
fábricas trabajan mejor, y también la que trabaja ahí gana mejor porque no les pagan
por millar sino el pago mensual. Les dan el mínimo, no interesa la cantidad sino la
calidad.
Una necesidad sentida del gremio es que como muchas mujeres que se dedican al
oficio del tabaco son madres solteras, madres cabeza de hogar sobre todo, ellas
necesitan mucha más capacitación. Las que trabajan de sueldito en las fábricas les
va mejor, pero a las independientes de los fabriquines no les va bien porque hay
mucha gente que se aprovecha de su condición y necesidad. Yo estuve trabajando un
tiempo en una fábrica donde a una obrera no le pagaban más de 18 mil pesos el
millar mientras todo el mundo lo estaba pagando a veinte mil, e inclusive a 22 mil,
entonces ya se evidencia una diferencia.

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Hace años se hicieron algunos intentos por mejorar el trabajo del tabaco y a su vez
capacitar a la gente en tabaco fino. Fue en la administración de Fernando Moreno
cuando se empezó a montar la Asociación de Trabajadores del Cigarro (Asotracig).
Quienes nos dieron la idea fueron dueños de fábricas como Nelson Chaparro, Juan y
Jesús Cartagena. Se tuvieron varios buenos representantes del gremio en ese tiempo.
Ellos tenían más o menos poder. Fue entonces cuando me nombraron presidenta de
asociación de tabacaleros, se formó la asociación y muchas empresas como la
Cámara de Comercio empezaron a colaborar, a querer formar cuestiones de
microempresa o capacitaciones para los empresarios. Ellos nos decían cuando se
hacían las reuniones y nosotros le mandábamos a avisar a todos los de las fábricas.
Se capacitaron muchas personas, inclusive de ese proceso fue donde nació la fábrica
de cigarros “Chicamocha”.
También nos ayudaron Ecopetrol, Fedetabaco y don Heliodoro. Finalmente tuvimos
capacitaciones con un instructor que nos dio el SENA durante dos o tres años. Nos
propusimos formar a los cigarreros que tradicionalmente elaboraban el cigarro
criollo o corriente de Piedecuesta para que pasaran a elaborar tabaco fino. Fue un
poco difícil, aunque la idea siempre fue de de Nelson Chaparro. Él viajaba para
todas partes y él todo eso lo conocía. Fue él quien empezó con mejorar la calidad del
tabaco y las condiciones de los que trabajan con el tabaco principalmente al hacer
tabaco especial con el que ganara uno más y no se fregara tanto. Pero eso ha sido
difícil. El problema empezaba por el campo, tocaba empezar por la raíz, porque los
caneyes los tenían que forrar para el control de la humedad. Todo se hizo en
capacitaciones, inclusive Nelson lo hizo en sus fincas donde sembró dominicano y
saco varias variedades de tabaco. Lo que paso fue que la parte donde él tenía la finca
y todo eso la tierra no era muy apta, y lo otro, fue que también donde medio se pudo
dar no lo cuidaron como tenía que ser.
Han sido muchos años de trabajo duro para cambiar las condiciones de vida de las
cigarreras, empezando porque antiguamente nos daba pena decir “yo hago, yo vendo
tabacos”. Nosotros fuimos cambiando toda esa mentalidad, les decíamos: “que cosa
más hermosa que usted está trabajando en su casa, que está cuidando a sus hijos, que
está cuidando su hogar, entonces usted no tiene por qué avergonzarse de eso”. Que
nos da pena porque nos ven la manita así manchada: No, eso es un honor y pues para
mí que tengo un frabriquincito todavía debe serlo más porque torcer tabacos es una
fuente de vida. De ahí dependemos, pagamos arriendo y de ahí vivimos. Entonces
por qué nos vamos a menospreciar nosotras mismas si es un arte muy hermoso, es
una cosa que no lo sabe hacer cualquiera. Es una cosa manualita con la que usted
desde su casa se defiende. ¡Que cosa más linda!.

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8. GLORIA ACEVEDO

Cigarrera propietaria de fabriquín


Barrio Villanueva

Inicié como obrera porque he sido ante todo una obrera. Esa primera etapa de mi
vida como trabajadora de tabaco la inicié a los once años en el fabriquín de doña
Genoveva Serrano. Aprendí en tres días porque me gustaba, fui mirando a uno y
mirando a otro, y sobre todo, por la intención que tenía, por el interés de querer
salir adelante. Mi meta era: “lo voy a hacer y se hace”. Con la elaboración del tabaco
empezó primero mi hermana, en el resto de mi familia casi ninguno sabía de
tabacos. Por un seudónimo que usaba un hermano se me conoce desde entonces
como “Gloria Macabeo”. Mi familia tejía sacos, hilaban en su telar, pero yo nunca
aprendí porque a mí no me fascinaba. Me gustaban mucho los tabacos y me han
gustado. Así he aprendido y he luchado.
Como he sido poco pegada a todos los gremios tabacaleros, he sido más bien una
persona independiente, mi labor empezó con Rodrigo Rosas, él ya murió. Después
cuando fui patrona de mi propio fabriquín mantuve mi independencia, y después de
17 años decidí dar el tránsito de pasar de fabriquín para “compras” a manejar mi
propia marca. No he tenido ninguna dificultad, por el contrario, nos va mejor porque
siendo patrón uno gana más sin tener que llevarlos a la fábrica. Uno aspira a que su
marca en el mañana pegue igual a las marcas de otras personas que están en lo alto,
sobre todo porque antes la materia prima era mucho mejor, se vendía mejor, no
había tanta competencia como ahora que cualquiera hace va y vende así no tenga
marca va y vende. Le hace competencia desleal al que si paga todos los impuestos,
le hace un daño sin querer.
Ese cambio que ha tenido la producción de cigarros de Piedecuesta al ir cambiando
las variedades del cigarro corriente por las vitolas del fino depende del que quiera
salir más adelante, surgir más, mejorar sus capacidades. Sin embargo, No creo que
todo el mundo nos dediquemos al fino, no lo creo, porque todos no lo hacemos. Yo
por ejemplo soy una torcedora y dueña de fabriquín que no hago tabaco fino, hago
sólo corriente. Todo depende de la capacidad que cada cual tenga.
En este gremio como en muchos otros, las cigarreras no dejamos de tener
necesidades. Como obreras nos empeñamos en hacer la tarea porque es difícil
conseguir el trabajo con una empresa, porque la empresa no nos va a dar ese trabajo
con sólo llegar y pedirlo, porque tienen primero que hacer pruebas para ver si se
sabe o no sabe hacer su oficio. Es por eso que cualquier obrera como las que yo
tengo no pueden irse para una fabrica.
El gremio del tabaco mueve mucho la economía de toda Piedecuesta. Los negocios
se mueven por el tabaco porque sino hubieran tabacaleras no habrían tiendas porque
¿quién iría a consumir?. Todos se benefician del gremio del tabaco. Una cigarrera

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no come ni se viste sino tiene plata, no podría comprar ni hacer mercado. Hay
barrios de Piedecuesta donde trabaja toda la familia, desde el más pequeño hasta el
viejito. Aquí yo hago tabaco y el marido mío trabaja también es en eso.
Si uno no sabe hacer nada más entonces uno qué más hace. Cada quien debe
buscarse la manera de trabajar. Aquí en Piedecuesta casi todo el mundo dice ser
cigarrero, sin embargo, hay muchos políticos y funcionarios que no saben cómo se
tuerce un tabaco. Aquí en Piedecuesta el gremio del tabaco es muchísimo, todo el
mundo trabaja en cada barrio porque no hay barrio en donde no se haga tabaco, que
no tenga su estilo de fabriquín o que le trabajen a un fabriquín. A pesar de que es
una forma de trabajo como cualquier sigue siendo desvalorizado como si el tabaco
fuera algo muy bajo, como si fuera un oficio de gente baja, de gente del común.
Desearíamos como mujeres cigarreras que hubiera una organización, alguien que se
preocupara por el gremio tabacalero porque hay muchísima gente que con lo que se
ganan no les alcanzan para comer, para pagar arriendo, para vestir a sus hijos y
darles educación. Es necesario que alguien de los cigarreros entre al Gobierno y
gestione algún convenio. Que cada cigarrero o cigarrera pueda participar en los
programas oficiales porque hay mucha gente que no puede pagar su salud porque no
le alcanza a quedar los sesenta y nueve mil que vale la mensualidad de una EPS. El
gobierno debería quitar el impuesto al tabaco para que toda la gente que
dependemos de ese trabajo podemos seguir elaborándolos. Esos impuestos y todas
las prohibiciones que impone el gobierno nos afecta. ¿Qué vamos a hacer los que no
sabemos hacer nada más que tabacos?. Este es un oficio artesanal, todo se hace a
mano desde los rollos. Nosotros necesitamos personas que puedan ayudarnos a salir
adelante, que nos den más trabajo a nosotros. Yo lo hago hoy vendiéndoles el tabaco
que hacen mis obreras a varios señores pero si ellos no pueden comercializarlos, ni
nada, así lo quieran ayudar a uno no pueden porque tienen todos esos impuestos y
prohibiciones persiguiéndolos.
La mayoría de las piedecuestanas somos tabacaleras pero ser obreras de una fábrica
es una cosa y otra muy distinta ser torcedora y tener una empresita pequeña. Ser
obrera de fabriquín tampoco es igual a ser una obrera de una fábrica en donde se
constituye un contrato de trabajo con todos los derechos y obligaciones legales. En
un fabriquín si usted trabajó un mil se gana los dieciocho mil pesos o veinte mil que
se pagan, los cuales pasan a ser parte de su bienestar y el de su familia. Pero si usted
no trabajó, no ganó.

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9. MARTHA REYES QUIJANO

Cigarrera propietaria de fabriquín


Barrio La Cantera

A la edad de 7 años empecé anillando y trabajando en el empaque del tabaco. Mi


mamá era hilandera de fique y mi papá era tabacalero, él fue quien me enseñó. Mi
patrono en ese entonces era mi papa, a él le daban el empaque y el necesitaba buscar
anilladores por eso empecé anillando. Mi papá era el que cobraba y nos daba para
los dulces. Después fui creciendo y cuando ya tuve mi uso de razón la plata la
trabajaba ya era yo. Me pagaban a 600 o 550 pesos. Se me conoce popularmente
como “Caritas” tal vez por mis gestos cuando habló de forma franca y directa como
la mayoría de los piedecuestanos.
Cuando tenía 15 años de edad empecé a trabajar con don Alfredo Silva como obrera
y pues esa semana me salió la capa muy fea y no me rindió, entonces me retiré.
Tiempo después volví y empecé entre a trabajar desde los 18 años y salí como a los
24 años de donde don Alfredo. En esos años a nosotras las obreras nos dejaban tener
ahí al lado a los hijos por eso mi hija mayor le dice todavía “tío” a don Alfredo.
Tiempo después estuve trabajando donde Don Hernando Aguilar, quien ya se retiró
del tabaco. Luego de ahí pasamos donde don José Correa, Urtiano Roa, llegué a
trabajar en cigarros Picasso. En ese entonces era el dueño Manuel Roa, ya fallecido.
Otros de mis patrones como torcedora fueron Pedro Galindo y Ubaldo Gamboa. He
sido muy pegajosa con mis patrones y por eso duraba. Cuando decidí poner el
fabriquín por mi propia cuenta, un señor me regaló dos mesoncitos y dos cortadores.
Me dijo: ¡arranque!, eso fue hace 14 años. Inicié haciendo el tabaco que llaman
reinita para llevar para San Antonio del Táchira pero no me gustó por la viajadera, y
lo otro era que llegábamos con hambre y cansados del viaje y nos decía que plata no
había. Tocaba fiado. Entonces así no daba porque estaba empezando y no podía
estar fiando. Fue entonces cuando Rafael Largo me contactó con el señor Edmundo
Acevedo Rueda, el dueño de cigarros Humos Seda. Un patrón para quienes nosotros
somos como sus hijos. Lo conocí, y de ahí para acá he trabajado con él. Él es como
mi papá, como el papá de muchas cigarreras.
En la actualidad tengo 49 años y todavía sigo dedicada a esta labor. Sigo torciendo
tabacos, poseo un pequeño fabriquín en donde trabajan conmigo cuatro señoras y un
rollerito. Aunque hizo dos cursos y me gradué haciendo cigarros finos, en la
actualidad sigo haciendo “chicotes”, los cigarros corrientes de combate, por los que
siempre se ha caracterizado Piedecuesta al estar hechos de hojas corrientes que se
cosechan en Palogordo y Chocoita porque para hacer tabaco fino se necesita tener
mucha plata porque el material importarlos y es muy costoso. Del corriente hay
torcedoras que no hacen un mil en dos días, no les rinde, Yo hago quinientos diarios.
Ahora como estoy en campaña para el Concejo, y como mi campaña es puerta a

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puerta porque no tengo recursos para más publicidad, no me dedico a torcer sino a
entregar material a mis obreras. Son mis dos hijas las que están torciendo, una hace
1000 y la otra 1500.
En barrios populares de tabacaleros como La Feria o La Cantera se hacen visibles
todas las necesidades. Es muy rara la torcedora que tiene casa propia. No se nos ha
dado esa oportunidad de construir unas 60 casas para el gremio tabacalero, que nos
las den sin una cuota inicial, con un arriendo fijo o una cuota fija de 400 o 500 mil
pesos al mes. Han salido casas de interés social pero de dónde va a sacar una
tabacalera para la cuota inicial y mientras se la entregan le toque seguir pagando
arriendo. Eso no se puede, además no tenemos un seguro médico.
Las expectativas que les dejo a mis electores del gremio de los tabacaleros es
proponer un plan de vivienda donde no se nos pida cuota inicial, un proyecto o un
plan de vivienda sólo para los tabacaleros de comprobarse que son minoristas, y
sobre todo un buen vivir al logar que las mujeres cigarreras nos valoricen.
Desafortunadamente, la clase tabacalera es y ha sido la más pobre, siempre nos han
“pordebajeado”. Si tenemos para darle la primaria a los hijos no tenemos para darle
el bachillerato.
He sido y me siento una mujer luchadora. Siempre he sido líder de revoluciones, me
ha gustado ser revolucionaria, he peleado por cosas que lastiman a mi gente. En el
mandato de Miguel Ángel Santos hice varias revueltas porque siempre querían
apretarnos a los tabacaleros, en el Mandato de Ludwing Valero también hice una
trifulca por los servicios públicos. En el mandato de Fernando Moreno, en ese
entonces el Presidente era Andrés Pastrana, se les ocurrió colocarle el 16% al
tabaco cosa que a nosotros nos mataba. Yo me revolqué y hubo mucha gente
tabacalera que me apoyó, entonces llegamos a un acuerdo que tocaba viajar a
Bogotá y sino viajábamos nos tomábamos la vía nacional en el sitio del ICP. Llegué
a la Cámara de Representantes, estuve con el Ministro de Trabajo Angelino Garzón
y en la DIAN hablé con Guillermo Fino. Días después el señor Fino llegó al palacio
de la alcaldía y pidió que una comisión de cigarreros estuviera ahí para reconocer
nuestro triunfo: haber logrado quitar el 16% del IVA al cigarro torcido a mano.

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10. MARTHA YOLANDA NIÑO CARREÑO

Honorable Concejal de Piedecuesta


Ex cigarrera - propietaria de fabriquín

Soy una mujer netamente Piedecuestana. Provengo de una familia tabacalera: mis
ancestros, todos mis ancestros, por generación tuvieron marcas de cigarros, fueron grandes
empresarios y productores de tabaco en rama. Mi experiencia y defensa de los tabacaleros
nace porque en mi casa se tenían grandes fábricas de tabaco, exportaban tabaco. Mi madre
y mi abuela vendían y le compraban a la gente del campo el tabaco en hoja, se hacían
bultos, y esos bultos se iban a vender a la bodega tabacalera, que en ese entonces existía
dentro de la plaza de mercado en Piedecuesta. Cuando yo estaba pequeña existía la fábrica
de don Antonio Leal y la fábrica de don Marcos Carreño. Eran las dos grandes fábricas que
congregaban a las cigarreras más capacitadas. Recuerdo que mi mamita hacia tabaco fino
en un salón como de medio parque de grande y eran muchas mujeres. Los rolleros estaban a
un lado y las mujeres al otro, así como los hijos de las obreras estábamos ahí al lado de
ellas. A ellas las recibían así. Fue por eso que yo aprendí a hacer el fino desde muy niña
porque allá le enseñaban. Uno aprendía, estudiaba y al mismo tiempo trabajaba.
Con el tiempo me casé con un tabacalero. Madrugábamos desde las dos de la mañana a
trabajar, me levantaba a ayudarle hacer rollos, a dejar hechos los alimentos y a irme a
trabajar a la Alcaldía de Bucaramanga. Tuvimos fabriquín con más de treinta obreras y
empezamos a hacer tabaco en cantidad. Luego ya con el tiempo fuimos estudiando,
preparándonos y poco a poco nos fuimos aislando del oficio manual más no de la identidad
de corazón por el trabajo porque en Piedecuesta casi un 30% de la población aun vive y
subsiste económicamente con lo que gana con ese trabajo.
Como Concejal municipal desde hace una década me he preocupado por capacitar en
calidad y presentación el tabaco que se elabora en Piedecuesta, mejorar la producción,
pasar de un tabaco ordinario criollo a un tabaco más elaborado, fino, tipo exportación. Para
que las actuales mujeres cigarreras mejoren su situación económica y social necesitan
capacitarse con el SENA. El Municipio tendría que volver a pedir otra capacitación para los
cigarreros, enviarnos los docentes, que ellas se capaciten, y finalmente, a través de las
grandes fábricas de Piedecuesta que realicen sus prácticas. Es así como yo pienso que se
puede llegar a que las mujeres cigarreras con más dificultades puedan dejar de hacer el
tabaco que yo llamo “mediocre” y pasen a ser artesanas capacitadas capaces de ser
contratadas como buenas empleadas por las grandes fábricas de tabaco.
Pero a las grandes fábricas también hay que motivarlas a través de la Nación y a través del
Departamento porque los impuestos los absorben demasiado. Se debe buscar cómo llevar
un proyecto de ley a los Congresistas para que ellos a su vez discutan y aprueben la
disminución en parte esos impuestos porque no solo Piedecuesta hace tabaco fino y
corriente. También están siendo los tabacaleros de Socorro, San Gil, Girón, Floridablanca,
Bucaramanga. También se requiere que la Cámara de Comercio dicte más capacitaciones
para que los tabacaleros y la gentes del campo empiecen a sembrar cultivos de tabaco con
mejores cuidarlos y asegurarse en obtener buenas ramas y hojas para elaborar los puros
piedecuestanos.

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En la época de Raúl Cardozo presenté un proyecto con el que quise motivar al cigarrero a
vender un tabaco especial que beneficiara a todos porque aquí hay fábricas donde sus
obreras van a trabajar con su bolso y bien elegantes como cualquier empleada o funcionaria
de la alcaldía. Así quisiéramos ver a todas aquellas obreras que aún siguen vestidas con sus
pantuflas, su pantaloneta y en su casa torciendo tabacos corrientes. Esa es la visión a donde
queremos llegar, hace años estuvimos a través de la asociación de cigarreros (Asotracig)
que queda en el barrio la Feria preparando preparo a la gente con la ayuda del SENA;
exponiéndoles cómo es la forma para que a través de esa entidad se les empezara a dar
certificados de aptitud ocupacional a muchos cigarreros y cigarreras de nuestro municipio.
Fue un proceso que se hizo en la anterior administración y la verdad en este periodo ha
estado un poco quieto, nos faltó de pronto más motivación.
De igual modo promoví realizar el día del tabacalero el mismo día de la Piedecuestaneidad
o cumpleaños de Piedecuesta (26 de julio) porque el tabaco es uno de los principales
patrimonios de las gentes populares que hemos nacido y nos hemos criado en Piedecuesta.
El tabaco y el trabajar con tabaco es patrimonio porque muchos de los que fuimos
tabacaleros hoy somos profesionales y somos grandes líderes porque hemos venido de ese
gremio, subsistimos gracias a ese trabajo. Incluso, concejales y alcaldes de Piedecuesta que
han pasado a la historia fueron rolleros, entonces yo pienso que los tabacaleros no deben
avergonzarse de lo que fueron, de lo que son y de lo que pueden ser.
Parte de mi gestión como una persona que conocí y vengo del mundo del tabaco también ha
sido mejorar las condiciones vida de las mujeres cigarreras. Por eso a través de la Secretaría
de Desarrollo Social en el anterior cuatrienio se trabajó con psicólogas, con personal
profesional, para que a ellas se le diera, se les enseñaran la importancia de tener uniforme,
de usar un delantal y una careta para cuidarse su salud. Eso es lo queremos primero.
Lamentablemente en los municipios los recursos presupuestales son muy escasos y se
puede hacer más así los lideres tengamos hayamos tenido proyectos muy buenos para las
comunidades. Sin embargo tengo conocimiento que durante esta administración se dictaron
unas charlas para el personal tabacalero; eso es lo único que en esta administración se ha
venido haciendo.
Sin embargo cuando uno ha vivido la experiencia de ser mujer cigarrera trata de sacar a
muchas personas de allá. En este momento hemos capacitado a través de la fundación
FUNDECOL, Fundación para el desarrollo Colombiano, a mujeres cigarreras que desean
aprender otros oficios como el de la belleza para que puedan montar su propio negocio. No
queremos acabar el tabaco, se necesita que el tabaco sea producido para garantizar una
mejor calidad al ser tipo exportación. Queremos llegar a las personas que por su cultura y
su educación no quieren continuar trabajando en esas condiciones. Necesitamos
agremiarlas en otros artes u oficios, y con el tiempo allá donde queda la sede de la
asociación se monte un albergue para aquellos ancianos y ancianas cigarreras que por años
han dedicado su vida a la elaboración del tabaco y no tuvieron derecho a una pensión.
El sector del tabaco es bueno si lo capitalizamos como un producto tipo exportación. Sería
muy bueno como se hacía antes que las señoras pudieran llevar nuevamente sus hijitos al
sitio de trabajo para cuidarlos, para enseñarles el oficio, como cuando mi mamá trabajaba
en esa gran fábrica de don Antonio Leal y lo sentaba a uno ahí al lado. Uno se sentaba
quieto ahí a jugar con el recorte y ahí era donde uno iba aprendiendo. Yo realmente aprendí
a hacer tabaco fino tipo exportación fue allá: a los pies de mi madre.

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Margot Martínez de Fuentes. Maestra – cigarrera de finos de Cigarros “Gamos”

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ANEXO

PROCESO DE IDENTIFICACIÓN Y RECOMENDACIONES DE


SALVAGUARDIA (PIRS) DE LA S MUJERES CIGARRERAS DE PIEDECUESTA
COMO PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL

FICHA DE REGISTRO PARA MANIFESTACIONES DEL PATRIMONIO


CULTURAL INMATERIAL

1. IDENTIFICACIÓN DE LA MANIFESTACIÓN
1.1 CÓDIGO DE PIRS (lo genera el sistema sinic)
1.2 CLASIFICACIÓN
1.2.1 Grupo patrimonial: (lo genera el sistema sinic)
1.2.2 Tipo de manifestación: Las técnicas de elaboración de instrumentos
1.2.3 Observaciones a la clasificación: Elaboración de objetos de consumo popular

1.3 DENOMINACIÓN
1.3.1 Nombre con el que se conoce la manifestación: Mujeres Cigarreras de cigarros
finos (puros) y corrientes (chicotes) de de Piedecuesta (Santander, Colombia).
1.3.2 Nombre con el que la comunidad portadora conoce la manifestación: Los
miembros de la comunidad de Piedecuesta tradicionalmente reconocen a las mujeres
cigarreras como “obreras” a quienes trabajan en fábricas elaborando cigarros finos (urps) y
como “chicoteras” a las trabajadoras independientes y/o domésticas que elaboran cigarros
corrientes (chicotes).
1.3.3 Resumen de la manifestación: Las mujeres cigarreras son trabajadoras asalariadas o
independientes que hace doscientos cincuenta años elaboraban los cigarros para uso
doméstico o local, siendo transformada su actividad en una actividad de exportación desde
hace ciento cincuenta años al decaer y quebrar la exportación de solo el tabaco en rama,
siendo desde entonces diferenciada social, económica y culturalmente su actividad entre las
cigarreras especialistas en hacer puros y las cigarreras artesanas en hacer cigarros corrientes
(populares, criollos, ordinarios ó “chicotes”).
Coordinación general: Secretaría de Desarrollo Social de la Alcaldía Municipal de
Piedecuesta
Asociaciones cooperantes: Asociación de trabajadores artesanales de cigarros de
Piedecuesta (Asotracig)
Instituciones participantes: Fábricas y fabriquines de cigarros del Municipio de
Piedecuesta

1.4 LOCALIZACIÓN
1.4.1 La manifestación se expresa en: el área de expresión transnacional ya que los
cigarros finos son exportados y consumidos en toda América y gran parte de Europa, así
como los cigarros corrientes son comercializados en los países andinos
1.4.2 Alcance: Por ser una expresión transnacional los cigarros finos elaborados en
Piedecuesta son conocidos, divulgados, consumidos y comercializados como una artesanía

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de alto valor y precio internacional como se puede reconocer en sitios virtuales como
http://www.foropuros.com/Tema-Acabo-de-recibir-los-Chicamocha
1.4.3 La comunidad concibe el área de influencia de la manifestación como:
- Área local: asociada con los barrios en dónde se producen los cigarros finos y corrientes
por parte de las fábricas de pequeños industriales como por los fabriquines artesanales.
- Área Municipal: asociada con el nombre de las fábricas y marcas comerciales que dan
empleo a las mujeres cigarreras de Piedecuesta y el área metropolitana de Bucaramanga
- Área Nacional: asociada con los departamentos y ciudades que demandan y consumen los
cigarros de segunda y tercera calidad, especialmente la costa norte y el antiguo Caldas
- Áreas Transnacionales: asociada con las ciudades y países de América y Europa que
demandan y compran vía comercio-electrónico los cigarros extrafinos elaborados por las
mujeres cigarreras de Piedecuesta

1.5 PERIODICIDAD
1.5.1 ¿Cada cuánto se expresa la manifestación?: Cada día laboral de la semana: Lunes a
sábado.
1.5.2 ¿Existen fechas calendario en las que la manifestación se expresa?: No.
1.5.3 ¿Cuáles?: No
1.5.4 ¿La manifestación está asociada a una temporalidad particular?. Los cigarros se
elaboran en las fábricas de puros en jornadas laborales convencionales de 7 a 5 pm,
mientras que en los fabriquines artesanales las mujeres cigarreras son libres e
independientes de producir al depender sus ingresos de la cantidad de cigarros que elabroen
semanalmente.
1.5.5 ¿A cuál?: Jornada laboral semanal
1.5.6 ¿La comunidad asocia la manifestación con una temporalidad particular?: No
1.5.7 ¿Con cuál?: Ninguna

2. CARACTERÍSTICAS DE LA MANIFESTACIÓN

2.1 PERMANENCIAS Y TRANSFORMACIONES


2.1.1 ¿De dónde surge?: La elaboración manual de cigarros finos o corrientes es un oficio
artesanal aprendido en las fábricas y fabriquines de Piedecuesta
2.1.2 La comunidad traza el principio de la manifestación en…
Las grandes fábricas de cigarros que existieron en Piedecuesta hasta mediados del siglo XX
2.1.2 ¿Qué transformaciones ha tenido?: Los cigarros fin con vitolas españolas o
cubanas (habanos) decayeron en la segunda mitad del siglo XX para dar paso a cigarros de
segunda (romos y reinas anillados) y tercera calidad (panetelas, calillón y calillas). Sin
embargo, desde 1987 fábricas de cigarros piedecuestanas como “Gamos” reestablecieron la
producción de cigarros finos y extrafinos, siendo masificada esa alternativa de producción
desde el año 2000 con el apoyo del SENA y la Cámara de Comercio de Bucaramanga,
siendo “Cigarros Chicamocha” la fábrica y marca representativa de esa transformación de
los cigarreros tradicionales en cigarreros productores de puros tipo exportación

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

2.2 DESCRIPCIÓN
2.2.1 ¿Cuáles son sus principales características?: Las mujeres cigarreras son
trabajadoras asalaridadas o independientes que por más de cien años han producido cigarros
finos y corrientes, heredándose de madres a hijas ó de maestras–artesanas a obreras los
conocimientos en la producción de cigarros corrientes y finos.
2.3 TRANSMISIÓN
2.3.1 ¿Cómo se transmite?: La transmisión, divulgación, preservación y proyección del
oficio de las cigarreras de Piedecuesta se da por medio de procesos de enseñanza y control
de calidad de madres a hijas ó de maestras–artesanas a obreras.

2.4 CONTEXTO
¿Cómo se relaciona la manifestación con la comunidad, el medio y otras
manifestaciones?
2.4.1 La comunidad: Se considera que por lo menos el 25% de la población urbana de
Piedecuesta son mujeres cigarreras cabeza de cuyo trabajo depende sus familias.
2.4.2 El medio: Los cigarros puros se elaboran en fábricas de renombre y reconocimiento
público, por ejemplo “Gamos”, “Puyana”, “Picasso”, “Chicamocha”, entre otras; los
cigarros corrientes son elaborados en los fabriquines existentes al interior de las casas
domésticas de los barrios más populares de la ciudad de Piedecueta, siendo comprada la
mayor parte de su producción por las fábricas empacadoras de cigarros corrientes como
“Comandante”, “Humos Seda”, “El Centauro”, etc., así como otros optan por comercializar
sus “chicotes” con sus propias marcas.
2.4.3 Otras manifestaciones: A la par de la conmemoración institucional del “Día de
Piedecuesta y la Piedecuestaneidad” (26 de julio) algunos empresarios y concejales
municipales han celebrado el “día del tabacalero” por medio de competencias entre los
rolleros y las cigarreras al realizar en el menor tiempo y con la mejor calidad sus artesanías
a base de tabaco negro.

3. COMUNIDAD PORTADORA
3.1 DESCRIPCIÓN GENERAL:
3.1.1 Se llama a sí misma
La comunidad portadora y conservadora de la manifestación son las “obreras” y
“chicoteras” que trabajan en las fábricas de cigarros finos y los fabriquines de cigarros
corrientes de Piedecuesta
3.1.2 Se siente parte de: un orden económico y social de los barrios más populares de la
ciudad de Piedecuesta, e incluso de veredas semiurbanas como por ejemplo Pajonal –
Monteredondo, cuyas mujeres cigarreras campesinas son contratadas y capacitadas por
Asotracig.
3.1.3 Puede catalogarse étnicamente como: una manifestación propia de ciudadanos
“libres y de todos los colores” al no ser manifiesta la existencia o participación principal ni
directa de las minorías étnicas reconocidas por la Constitución Política de 1991.
3.1.4 Puede catalogarse por su pertenencia a un lugar como: urbana

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3.2 DESCRIPCIÓN PORTADORES DE LA TRADICIÓN


3.2.1 ¿Quiénes tienen los conocimientos sobre la manifestación?: Las propietarias y
administradoras de las fábricas y fabriquines quienes actúan como contratantes o maestros-
artesanas de las mujeres cigarreras que desean aprender, así como las aprendices enseñan a
sus hijas o subempleadas al interior de sus casas
3.2.2 ¿Quiénes la practican?:
En las fábricas todos los trabajadores de la cadena de producción. En los fabriquines las
mujeres propietarias y trabajadoras de los mismos.
3.2.3 ¿Entre quiénes se transmite?
La transmisión se hace entre mujeres cigarreras expertas a mujeres cigarreras aprendices
que encuentran en hacer cigarros una alternativa doméstica, artesanal y permanente de
ingresos laborales.

4. SALVAGUARDIA
4.1 Estado de la manifestación:
Si bien las mujeres cigarreras se dividen en dos grupos socioeconómicos y culturales: las
obreras de cigarros finos en las fábricas y las trabajadoras independientes (chicoteras) en
los fabriquines, desde el año 2000 las instituciones municipales han gestionado con los
líderes y las asociaciones de cigarreros varios procesos de capacitación en seguridad
industrial y producción de cigarros finos para masificar su producción en el Municipio, y
consigo mejorar las condiciones de vida de las cigarreras independientes.

4.2 Recomendaciones
4.2.1 Ámbito de Identificación:
Promoverse anualmente el reconocimiento y la declaratoria pública como Patrimonio –
vivo- Cultural Inmaterial de las mujeres cigarreras más destacadas o de mayor tiempo y
dedicación

4.2.2 Ámbito de documentación y registro:


Divulgar entre las fábricas, fabriquines, instituciones públicas, establecimientos educativos,
etc., la investigación titulada: “Mujeres Cigarreras e identidad piedecuestana: Historia
económica y social del tabaco, los cigarros y las cigarreras como Patrimonio Cultural
Inmaterial del Municipio de Piedecuesta, Santander, Colombia” como resultado público
del proceso PIRS adelantado por la Alcaldía de Piedecuesta.

4.2.3 Ámbito de fortalecimiento institucional:


Fomentarse programas de vivienda subsidiad y seguridad social para las mujeres cigarreras
e independientes.

4.2.4 Ámbito de fortalecimiento a la transmisión de la tradición


Documentarse anualmente por medio de historias de vida, la vida y obra de las mujeres
cigarreras declaradas como Patrimonio –vivo- Cultural Inmaterial de Piedecuesta.

142
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

4.2.5. Ámbito de sensibilización y capacitación


Dar continuidad las instituciones públicas a los procesos de capacitación en la elaboración
y mejoramiento de la producción de cigarros finos y cigarros corrientes

4.2.6 Ámbito de difusión


Dar continuidad al día del tabacalero como espacio de encuentro, reconocimiento y
exaltación pública de las mujeres cigarreras

5. ASPECTOS METODOLÓGICOS
5.1 Obtuvo la información por medio de una persona o un grupo de personas de la
comunidad: Se seleccionó con ayuda de los propietarios, propietarias y trabajadores de
fábricas y fabriquines de cigarros una muestra de diez mujeres caracterizadas por ser
cigarreras propietarias, trabajadoras o retiradas del oficio manufacturero local.

5.1.1 SI RESPONDIÓ UNA PERSONA DE LA COMUNIDAD

5.1.1.1 Nombres completos: Fueran entrevistadas por medio de un cuestionario


estructurado en los lineamientos e informaciones requeridos en la ficha de registro las
mujeres cigarreras:

1. JUSTA GUALDRÓN

Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros finos “Gamos”, Barrio Hoyo Chiquito

2. MERCEDES URREA

Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros finos “Noel”, Barrio Hoyo Grande

3. NELLY CARRILLO

Cigarrera trabajadora de fábrica y fabriquín retirada, Barrio San Antonio

4. MARGOT MARTÍNEZ DE FUENTES

Cigarrera trabajadora de la fábrica “Gamos”, Barrio Hoyo Chiquito

5. AMANDA VARGAS HERRERA VIUDA DE CARRILLO

Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros corrientes “Centauro”, Barrio San Rafael

143
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

6. MARÍA ROCÍO CABALLERO GUALDRÓN


Cigarrera propietaria de la fábrica de cigarros corrientes “Comandantes”, Barrio El Centro

7. MARTHA CECILIA SANTOS COTE


Cigarrera propietaria de fabriquín, Expresidenta de Asotracig, Barrio Hoyo Chiquito

8. GLORIA ACEVEDO
Cigarrera propietaria de fabriquín, Barrio Villanueva

9. MARTHA REYES QUIJANO


Cigarrera propietaria de fabriquín, Barrio La Cantera

10. MARTHA YOLANDA NIÑO CARREÑO


Honorable Concejal de Piedecuesta, Ex cigarrera - propietaria de fabriquín

5.1.1.2 ¿Cuál es su relación con la manifestación?. Todos los entrevistados contribuyeron


a reproducir, expresar, conocer y transmitir la manifestación al haber estado o estar
directamente relacionados con la misma como mujeres cigarreras propietarias o
trabajadoras de fábricas y fabriquines de cigarros en Piedecuesta

5.2NOTAS /OBSERVACIONES: Las entrevistas realizadas fueron audiograbadas dando


los entrevistados su consentimiento.

6. REGISTROS DOCUMENTALES ASOCIADOS


6.1 Bibliografía:

ANCÍZAR, Manuel. Peregrinación de Alpha por las Provincias del Norte de la Nueva Granada en 1850 y 51.
Bogotá: Librería de Echeverría Hermanos, 1853. Cap. 31, p. 398 – 399.
ARS. Ed. 1933-1934: Album de la República de Colombia. Bogotá: Tipografía Velásquez, 1934.
CALDWELL, Erskine. El camino del tabaco. Bogotá: Oveja Negra, 1985. P. 23
COLMENARES, Germán. Comp. Relaciones e informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Bogotá:
Banco Popular, 1989. T. 2
COLOMBIA. Codificación Nacional: 1819 – 1851. Bogotá: Imprenta Nacional, 1924 – 1929. 14 tomos.
CRONISTA. Una visita a la fábrica de cigarros “La Hamburguesa”. En: La Vanguardia Liberal.
Bucaramanga. 22, dic, 1919. P. 62
D’ANTORMARSE. Desarrollo industrial de Santander: En la fábrica de Cigarros La Herradura. En: Ibíd. P.
65
DÍAZ DE ALMEIDA, Carmen Cecilia. Piedecuesta: Mi patria chica. Piedecuesta: Formas Gráficas, 1995. P.
22 - 23
DÍAZ, Eugenio. Manuela. Cali: Carvajal, 1967. Cap. XX: Ambalema.

144
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

DUQUE GÓMEZ, Luis. Prehistoria: Los Guanes. En: Historia Extensa de Colombia. Bogotá: Academia
Colombia de Historia – Lerner, 1965. Vol. I, T. 2, P. 594
ESPINAL, Carlos y MARTÍNEZ, Héctor. La agroindustria de tabaco en Colombia: El negocio de los
cigarrillos y los cigarros. Bogotá: Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural- Observatorio Agrocadenas
Colombia, 2005. P. 9 - 11
ESPINAL, Carlos y MARTÍNEZ, Héctor. Observatorio Agrocadenas Anuario 2005: Agroindustria y
competitividad. Estructura y dinámica en Colombia. Bogotá: Ministerio de Agricultura, 2005. P. 227
FUENTE, Juan d e la. Acuarelas folclóricas de Santander: Piedecuesta. Bucaramanga: Imprenta del
Departamento, 1963. P. 134
GALÁN GÓMEZ, Mario. Geografía Económica de Colombia. Tomo VIII: Santander. Bucaramanga:
Imprenta Departamental de Santander, 1947. P. 510
GARCÍA, José Joaquín. Crónicas de Bucaramanga. Bucaramanga: Imprenta del Departamento, 1944. Cap.
III, p. 16 - 17
GUERRERO, Amado y GUTIÉRREZ, Jairo. Comp. Gobierno y administración colonial siglo XVIII: fuentes
para la historia de Santander. Bucaramanga: UIS, 1996
HARKER VALDIVIESO, Roberto. Bucaramanga Los inmigrantes y el progreso 1492 – 1992. Bucaramanga:
Roberto Harper, 1992. P. 112
JOHNSON, David. Santander Siglo XIX – Cambios Socioeconómicos. Bogotá: Carlos Valencia, 1984. P. 139
MARTÍNEZ MUTIS, Aurelio. Romancero del Tabaco. Bucaramanga: Alcaldía de Bucaramanga – SIC, 2000.
P. 62. (Apologo de la fábrica)
MOJICA, amilcar y PAREDES, Joaquín. Ensayos sobre economía regional: Características del cultivo del
tabaco en Santander. Bucaramanga: Banco de la República – Centro Regional de Estudios Económicos,
diciembre 2005. P. 12, 29
MORALES GÓMEZ, Jorge. Etnohistoria guane: Territorio e identidad étnica. Bogotá: Canal Ramírez –
Antares, 1984. P. 51
MORENO Y ESCANDON, Fernando. Indios y mestizos de la Nueva Granada. Bogotá: Banco Popular, 1989.
NIETO ARTETA, Luis E. Economía y cultura en la historia de Colombia. Bogotá: El Ancora Editores, 1983.
P. 200 - 201
PRADA GARCIA, Alfonso. Piedecuesta, Pasado y presente. Bucaramanga: Imprenta de Santander, 1997. P.
48
VALDIVIESO CANAL, Susana. Bucaramanga Historia de setenta y cinco años. Bucaramanga. Cámara de
Comercio de Bucaramanga, 1992. P. 18
WILBERT, Johannes. El significado cultural del uso de tabaco en Sudamérica. Disponible en: http://aqui-
ahora.blog.com.es/2009/12/18/el-significado-cultural-del-uso-de-tabaco-en-sudamerica-7602161/

7. DATOS DE REGISTRO

7.1 INFORMACION DEL PROYECTO


7.1.1 ¿Quién solicita la elaboración del PIRS? (Proponente): Secretaría de Desarrollo
Municipal de Piedecuesta, Coordinación de Cultura y Deportes
7.1.2 Entidad responsable (Ejecutor): Asociación Banda de Músicos de Piedecuesta a
través del grupo de investigación conformado por Luís Rubén Pérez (Director) y Sandra
Rodríguez (Investigadora)
7.1.3 Título del proyecto: Mujeres cigarreras e Identidad Piedecuestana

7.2 DATOS DE REGISTRO


7.2.1 Quién actualizó: Luis Rubén Pérez Pinzón, Mario Gamboa, Henry Obregozo
7.2.2 Quién registró: Luis Rubén Pérez Pinzón
7.2.3 Fecha de registro: Julio 20 de 2011
7.2.3 Fecha de actualización: Julio 20 de de 2011

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Martha Reyes Quijano– Cigarrera propietaria de fabriquín de cigarros corrientes

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

GLOSARIO DEL LEXICO DE LAS MUJERES CIGARRERAS DE


PIEDECUESTA96.

“Este glosario ha sido elaborado en honor a cada una de las personas que ayudaron en la
investigación, como resultado de la interacción con la comunidad tabacalera de Piedecuesta
Santander. Y es el compendio de significados que presenta el tecnolecto del tabaco que es
un fenómeno lingüístico viviente.
En la mayoría de los casos el primer significado fue dado por la comunidad y este se
encuentra en los anexos generales y del segundo en adelante se encuentra en el Diccionario
de la Real Academia Española.

Almidón de yuca. Pegante hecho a base de yuca que se utiliza para


pegar superficies, como papel, plástico etc. En la comunidad también
se emplea almidón de harina de trigo y de bore. 2. (Del art. ár. al- y el

gr. ἄμυλον, lat. amy̆lum, b. lat. amidum). m. Hidrato de carbono que

constituye la principal reserva energética de casi todos los vegetales. Tiene usos
alimenticios e industriales.

Anillado, da. 1. (Del part. de anillar). m. Acción y efecto de anillar.

Anillador. Persona que se encarga de poner los anillos al tabaco. Este


proceso es parte del empaque en la fábrica de tabaco. 2. Operarios que
anillan los cigarros (Montes, 1980)

Anillo: 1. Marca en forma alargada que lleva el nombre de la fábrica y sirve para anillar.
2. (Del lat. anĕllus) m. Aro pequeño.3. m. Aro de metal u otra materia,

147
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

liso o con labores, y con perlas o piedras preciosas o sin ellas, que se lleva, principalmente
por adorno, en los dedos de la mano. 4. m. Arq. Moldura que rodea por su sección recta un
cuerpo cilíndrico, especialmente en los fustes de las columnas.

Anillar: 1. hacer anillos alrededor del tabaco (anexos pág 142). 2. tr. Dar forma de anillo.
3. tr. Sujetar con anillos 4. tr. Marcar con anillas, especialmente a las aves.

Amarrador. Operario que ata los cigarros en paquetes de cincuenta. (Montes, 1980)

Amarrar. Hacer amarres. 2. (Del fr. amarrer, y este del neerl. anmarren, atar). tr. Atar y
asegurar por medio de cuerdas, maromas, cadenas, etc.

Amarre se coge el tabaco que viene en paquetes de 50 y se amarra con el periódico y se


pega con el almidón, (790) 2. m. Acción y efecto de amarrar o amarrarse.

Aparato. Instrumento que sirve para organizar y empacar los tabacos


en paquetes de cincuenta. (Comunidad de Piedecuesta) 2. (Del lat.
apparātus). m. Conjunto organizado de piezas que cumple una función
determinada.

Aroma. 1. Esencia elaborada en las fábricas para darle una identidad al tabaco. (en la
elaboración del tabaco también es llamada esencia o salsa, Agustin Gualdrón 2008) 3. (Del
lat. arōma, y este del gr. ἄρωμα). 2. m. Perfume, olor muy agradable.

Aromar. 2. Poner esencias a los tabacos, esto se hace con un compresor. aroma. 2. (De
aroma). tr. aromatizar. aromatizar. (Del lat. aromatizāre, y este del gr. ἀρωματίζειν).tr. Dar
o comunicar aroma a algo.

Artesano, na. Operario del fabriquín que se encarga de enrollar y torcer a mano el tabaco.
2. (Del it. artigiano) adj. Perteneciente o relativo a la artesanía.
3. m. y f. Persona que ejercita un arte u oficio meramente mecánico. U. modernamente para
referirse a quien hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello
personal, a diferencia del obrero fabril.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Artesanal: 1. Tabacos hechos a mano. 2. adj. artesano ( perteneciente a la artesanía).

Bombillo. 1. Instrumento empleado para pegar el celofán o el propileno. (Del dim. de

bombo). 4. m. Am. Cen., Ant., Col. y Ven. bombilla (‖ eléctrica). f. Globo de cristal en el

que se ha hecho el vacío y dentro del cual va colocado un hilo de platino, carbón,
tungsteno, etc., que al paso de una corriente eléctrica se pone incandescente y sirve para
alumbrar.

Bulto. 1. (Del lat. vultus, rostro). m. Volumen o tamaño de cualquier cosa. 2. m. Fardo,
caja, baúl, maleta, etc., usados en transportes o viajes

Broza. 1. Conjunto de hojas pequeñas con las que se hace la picadura. (ver anexos pág 95)
Broza: primera hoja que produce el tabaco. (Montes, 1980)2. (Del prov.
brossa, y este del gót. *brukja).f. Conjunto de hojas, ramas, cortezas y otros
despojos de las plantas. 3. f. Desecho o desperdicio de algo.

Cajero. 1. Operario de la fabrica que hace los oficios varios de un


empacador, aroma, cajea en las tablas, prensa y amarra. 2. Operario
encargado de espalar y cortar el capote, en el fabriquín este es el
auxiliar del rollero. 3. (Del lat. capsarĭus). m. y f. Persona que fabrica
cajas.

Cajear. 1. Organizar los tabacos en las tablas, es poner primero el cigarro


en las tablas, va a la prensa, primero se aroma, se cajea y luego se prensa
2. tr. Carp. Hacer una caja o hueco en una pieza para ensamblarla con otra.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Capa. 1. Hoja seleccionada de hoja de tabaco con alto tipo de nicotina que utilizan las
torcedoras para envolver el rollo. Su textura conserva una alta
humedad, permitiendo la fácil manipulación. 2. f, Hoja de tabaco que
por su tersura y sanidad, se destina a envolver el rollo formado por la
tripa y el palillo, terminando el torcido del cigarro puro (José Pérez
Vidal, 1959). 3. (Del lat. cappa, especie de tocado de cabeza) f. Hoja tersa de tabaco que es
envoltura superior del cigarro puro.

Capote. 1. Hoja de tabaco que envuelve la picadura, esta se emplea para


hacer los rollos se caracteriza por ser áspera y de baja calidad. 2. (Del fr.

capot). m. Cuba. capillo ( hoja de tabaco que envuelve la tripa).

Calilla: 1. Tipo de tabaco corriente pequeño y delgado que no tiene


perilla, la materia prima que se emplea para su elaboración es de
mejor calidad que el romo. 2. f. Col. Cigarro puro largo y delgado.

Celofán. 1. Papel transparente empleado para englasinar. 2. (Del fr.


Cellophane, marca reg.) m. Película transparente y flexible, que se obtiene por regeneración
de la celulosa contenida en las soluciones de viscosa y se utiliza principalmente como
envase o envoltura.

Cigarrero, ra. 1. m. y f. Persona que hace o vende cigarros.

Cigarro. 1.m. tabaco fino. 2. (Del maya siyar). Rollo de hojas de tabaco, que se enciende
por un extremo y se chupa o fuma por el opuesto. 3. m. cigarrillo. 4. ~ puro. m. puro
(cigarro liado sin papel).

150
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Cortador. 1. m. Instrumento que sirve para cortar el rollo y darle la


medida al tabaco. (ver anexo pág 89). Cada cortador tiene la medida
especial para el tabaco romo. 2. adj. Que corta.

Cortar. 1. Dar forma de tabaco al rollo. 2. (Del lat. curtāre). tr. Dividir
algo o separar sus partes con algún instrumento cortante.

Corriente: 1. Nombre dado al tabaco hecho con picadura y capas


nacionales 2. adj. Que está en uso en el momento presente o lo estaba en
el momento de que se habla.

Chicote. 1. M. Nombre dado al tabaco artesanal en general (ver anexo pág


95). 2.(Del fr. chicot).m. Cabo o punta de un cigarro puro ya fumado. 3.

m. coloq. puro (‖ cigarro liado sin papel).

Chicotero (a) 1. Persona encargada de hacer chicotes. (ver anexo pág, 127). Persona que
fuma tabaco o puro cubano.

Despalillar. 1. Quitar el palillo o vena a la paca o al capote. 2. tr. Quitar los palillos o venas
gruesas de la hoja del tabaco antes de torcerlo o picarlo.

Desvenar. 1. Sacar la vena o espalar. 2. tr. Quitar las fibras a las hojas de las plantas, como
se hace con la del tabaco antes de labrarla.

Empacador, ra. 1. Persona que empaca los tabacos en la fábrica. 2.


adj. Que empaca.

Empacar. 1. Colocar en una envoltura los tabacos. 2. (De en- y paca,


fardo). tr. Empaquetar, encajonar.

Empaque. 1. Envoltura corriente elaborada con papel manitol y


envoltura englasinada elaborada con papel celofán o polipropileno. 2. m.
Conjunto de materiales que forman la envoltura y armazón de los
paquetes, como papeles, telas, cuerdas, cintas, etc.

151
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Englasinador. 1. Empacador que se encarga de envolver cada grupo de tabaco en papel


celofán y les pone el tiquete.

Englasinar. 1. Dar forma de empaque con papel celofán o polipropileno.

Emperillador. 1. m y f, Operario que elabora perillas en el fabriquín.

Emperillar. 1. Hacer la perilla a los tabacos romos

Empalmar. 1. Alisar las capas

Enchuspar. 1. Sinónimo de empacar empleado en el ámbito laboral de empaque del


tabaco. 2. chuspa. (Del quechua chchuspa).m f. Am. Mer. Bolsa, morral. 3. f. Arg. Bolsa
pequeña en la que se lleva el tabaco o lo necesario para coquear.

Enrollar. 1. Hacer el rollo que es el relleno del tabaco, este se hace con el capote y la
picadura. 2. tr. Dar a algo forma de rollo.

(D)espalador. 1. Persona que espala

(D) espalar. 1. Quitar la vena o palo de la capa o el capote. 2. tr. Apartar con la pala la
nieve que cubre el suelo. U. t. c. intr.

Fábrica: 1. Lugar donde por lo general se empacan todos los tabacos elaborados por los
artesanos. Se hacen unas pocas tareas de la materia como control de
calidad y fermentación. 2. (Del lat. fabrĭca). f. Establecimiento dotado de
la maquinaria, herramienta e instalaciones necesarias para la fabricación
de ciertos objetos, obtención de determinados productos o transformación
industrial de una fuente de energía. Fábrica de automóviles, de harinas, de
electricidad.

Fabricar. 1. Elaborar tabacos. 2. (Del lat. fabricāre). tr. Producir objetos en serie,
generalmente por medios mecánicos

Fabriquín. 1. Lugar donde se hace el tabaco artesanal. (Ver A. línea 180)

Fabriquines. 1. Personas dedicadas a la elaboración del tabaco artesanal.

152
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Guillotina. 1. Sinónimo de cortador en el campo del tabaco en Piedecuesta. 2. (Del fr.


guillotine) f. Máquina de cortar papel, con una cuchilla vertical, guiada entre un bastidor de
hierro.

Goma. (Del lat. vulg. gŭmma, este del lat. gummi o cummi, y este del gr. κό μμι). 1. f.

Sustancia viscosa e incristalizable que naturalmente, o mediante incisiones, fluye de


diversos vegetales y después de seca es soluble en agua e insoluble en el alcohol y el éter.
Disuelta en agua, sirve para pegar o adherir cosas.

Gomero, ra. 1. Gomera recipiente especial para conservar la goma, este elemento lo
emplean las toderdoras para pegar las capas y emperillar. 2. adj. Perteneciente o relativo a
la goma. 3. adj. Natural de La Gomera. U. t. c. s. 3. adj. Perteneciente o relativo a esta isla
del archipiélago canario, en España.

Manifol. 1. Papel que emplean los empacadores para envolver el tabaco de menor calidad
este también se emplea en modistería para hacer moldes.

Máquina rollera. 1. Máquina en la que se elaboran los rollos, esta


consta de un cajón en el que se guarda la picadura y de un mecanismo
que hace los rollos

Mesón. (Del lat. mansĭo, -ōnis, con infl. del fr. maison). 2. m.
Establecimiento típico, donde se sirven comidas y bebidas.

Mesón para torcer. 1. Mesa empleada para torcer las capas.

Mesón par empacar. 1. Mesa grande empleada para empacar.

Pacora. 1. Cuchillo corto empleado para cortar la capa 2. f. Col.


Cuchillo ancho y corto usado para descamar y sajar los peces.

Paquete. 1. (Del fr. paquet). . m. Conjunto de cartas o papeles que forman mazo, o
contenidos en un mismo sobre o cubierta.

153
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Picadura. 1. Relleno de los tabacos corrientes, este se elabora con la


broza, las venas y los recortes. 2. f. Tabaco picado para fumar.

Plancha. 1. Instrumento que tiene un conector eléctrico para calentar, su


función es la de sellar los dobleces que se hacen con el papel celofán en el
momento del empaque. Plancha eléctrica, pega por proceso de
calentamiento, ya que se calientan las resistencias 2. (Del fr. planche). f.
Lámina o pedazo de metal llano y delgado respecto de su tamaño.

Polipropileno. 1. Papel derivado del petróleo que se emplea para englasinar.

Prensa. 1. Máquina empleada para prensar los tabacos y darles la forma final.
2. (Del cat. premsa).f. Máquina que sirve para comprimir, cuya forma varía
según los usos a que se aplica.

Periódico, ca. 1. Papel empleado para amarrar los tabacos corrientes. 2. (Del lat.

periodĭcus, y este del gr. περιοδικό ς). 2. adj. Dicho de un impreso: Que se publica con

determinados intervalos de tiempo. U. m. c. s. m.

Puntilla. 1. f. Instrumento de metal que se emplea para espalar las capas y los capotes. 2.
(De punta). f. Instrumento, a manera de cuchillo, sin mango, con punta redonda para trazar,
en lugar de lápiz.
Rapé. 1. Residuo que queda de la manipulación de las hojas de tabaco, de
los cortes, de la picadura, de los rollos.

Recorte. 1. Sobrante que queda de cortar el rollo. Los sobrantes que quedan al
elaborar el tabaco se les dice “recortes” que luego llevan a la fábrica y los
convierten en picaduras, este se utiliza para emperillar.

154
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Reina. 1. Tipo de tabaco corriente. 2. (Del lat. regīna).f. Esposa del rey.

Rociador. 1. Recipiente que elaboran los fabriquines para rociar las capas. 2. m. Brocha o
escobón para rociar la ropa.

Rociar. 1. (Del lat. vulg. *roscidāre, der. del lat. roscĭdus, lleno de rocío, húmedo, y este
de ros, roris, rocío). tr. Esparcir en menudas gotas el agua u otro líquido. 2. tr. Arrojar
algunas cosas de modo que caigan diseminadas.

Rollero, ra. 1. Persona que hace rollos con la picadura y el capote.

Rollo. 1. Parte interna del tabaco formado por la picadura y el capote. (Del
lat. rotŭlus, cilindro). 2. m. Materia que toma forma cilíndrica por rodar o
dar vueltas.

Romo, ma. 1. Tabaco corriente que tiene la perilla en forma de punta


roma. 2. (Del m. or. que el port. rombo). adj. Obtuso y sin punta.

Sello. 1. (Del lat. sigillum). m. Trozo pequeño de papel, con timbre oficial de figuras o
signos grabados, que se pega a ciertos documentos para darles valor y eficacia.

Tabaco. 1 m. Cigarro puro. 2. (Del ár. clás. ṭub[b]āq) m. Planta de la familia de las
Solanáceas, originaria de América, de raíz fibrosa, tallo de cinco a doce
decímetros de altura, velloso y con médula blanca, hojas alternas, grandes,
lanceoladas y glutinosas, flores en racimo, con el cáliz tubular y la corola de
color rojo purpúreo o amarillo pálido, y fruto en cápsula cónica con muchas
semillas menudas. Toda la planta tiene olor fuerte y es narcótica.

Tabla. 1. Pieza de madera que esta dividia por ranuras o vitolas en las que se
prensa el tabaco. 2. (Del lat. tabŭla). f. Pieza de madera plana, de poco grueso
y cuyas dos caras son paralelas entre sí.

Tabrete. Taburete 1. f silla que las torcedoras emplean para sentarse a hacer su oficio. 2. (Del fr.
tabouret). . m. Cuba. Silla rústica de cuatro patas grandes y fuertes y con asiento y respaldo
generalmente de piel de chivo sin curtir.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

Tiquete. 1. m Marca que se le coloca al tabaco, esta trae el logo de la fábrica. Proviene de etiqueta.
2. m. Am. Cen. y Col. tique. (Del fr. étiquette). 3. f. Marca, señal o marbete que se coloca en un
objeto o en una mercancía, para identificación, valoración, clasificación, etc.

Torcedor, ra. 1. Persona encargada de darle forma al tabaco torciendo la capa


La torcedora primero corta el rollo en el cortador, luego tuerce la capa y para
terminar emperilla el tabaco. 2. adj. Que tuerce. U. t. c. s.

Torcer. 1. (Del lat. torquēre). tr. Dar vueltas a algo sobre sí mismo, de modo que tome forma
helicoidal. U. t. c. prnl.

Vena. 1. f parte central de la hoja de tabaco. 2. (Del lat. vena). . f. Cada uno de los hacecillos de
fibras que sobresalen en el envés de las hojas de las plantas.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

FUENTES HISTÓRICAS CITADAS

La imagen de la portada corresponde a la Sra. Rosalbina Pimiento Sánchez, madre de doña


Justa Gualdrón de Carreño, propietaria de Fábrica “Gamos”. Obra de Jaime Morales.

Las imágenes sobre la producción de tabaco en Mariquita y Cauca, así como sobre las
gentes de Soto y Santander de la Comisión Corográfica fueron tomadas y editadas de:
COLOMBIA, MINISTERIO DE CULTURA, BIBLIOTECA NACIONAL DE COLOMBIA. Laminas de la
Comisión Corográfica (1850 – 1859). [En línea]. Bogotá: Biblioteca Nacional de Colombia, 2009. Disponible
en: http://www.bibliotecanacional.gov.co/recursos_user/exposicionesvirtuales/comision_corografica/exhibicion-laminas-primera-parte.html

1
MORENO Y ESCANDON, Fernando. Indios y mestizos de la Nueva Granada. Bogotá: Banco Popular,
1989.
2
COLMENARES, Germán. Comp. Relaciones e informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Bogotá:
Banco Popular, 1989. T. 2
3
GARCÍA, José Joaquín. Crónicas de Bucaramanga. Bucaramanga: Imprenta del Departamento, 1944. Cap.
III, p. 16 - 17
4
GUERRERO, Amado y GUTIÉRREZ, Jairo. Comp. Gobierno y administración colonial siglo XVIII:
fuentes para la historia de Santander. Bucaramanga: UIS, 1996
5
WILBERT, Johannes. El significado cultural del uso de tabaco en Sudamérica. Disponible en: http://aqui-
ahora.blog.com.es/2009/12/18/el-significado-cultural-del-uso-de-tabaco-en-sudamerica-7602161/
6
Ibíd.
7
MORALES GÓMEZ, Jorge. Etnohistoria guane: Territorio e identidad étnica. Bogotá: Canal Ramírez –
Antares, 1984. P. 51
8
DUQUE GÓMEZ, Luis. Prehistoria: Los Guanes. En: Historia Extensa de Colombia. Bogotá: Academia
Colombia de Historia – Lerner, 1965. Vol. I, T. 2, P. 594
9
UIS ARCHIVO HISTORICO REGIONAL. Archivo Notarial de Girón: Escrituras, 1786.
10
Las citas enunciada a continuación fueron tomadas de:
COLOMBIA. Codificación Nacional: 1819 – 1851. Bogotá: Imprenta Nacional, 1924 – 1929. 14 tomos.
11
NIETO ARTETA, Luis E. Economía y cultura en la historia de Colombia. Bogotá: El Ancora Editores,
1983. P. 200 - 201
12
JOHNSON, David. Santander Siglo XIX – Cambios Socioeconómicos. Bogotá: Carlos Valencia, 1984. P.
139
13
Ibíd. P. 132
14
Ibíd. P. 185
15
Ibíd. P. 129
16
NIETO ARTETA, Luis E. Op. cit. P. 202
17
Ibíd. P. 203
18
COLOMBIA. Diario Oficial. Bogotá. Oct, 7, 1870. No. 2052.
19
NIETO ARTETA, Luis E. Op. cit. 203
20
JOHNSON, David. Op. cit. P. 264
21
ESPINAL, Carlos y MARTÍNEZ, Héctor. Observatorio Agrocadenas Anuario 2005: Agroindustria y
competitividad. Estructura y dinámica en Colombia. Bogotá: Ministerio de Agricultura, 2005. P. 227
22
CRONISTA. Una visita a la fábrica de cigarros “La Hamburguesa”. En: La Vanguardia Liberal.
Bucaramanga. 22, dic, 1919. P. 62
23
D’ANTORMARSE. Desarrollo industrial de Santander: En la fábrica de Cigarros La Herradura. En: Ibíd.
P. 65
24
RUÍZ BERNAL, Jesie Lorena. Estudio del campo léxico del tabaco en Piedecuesta (Santander). Trabajo de
Grado como Lingüista. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas. Bogotá. 2009. P.
8- 11. Disponible en: http://www.humanas.unal.edu.co/linguistica/index.php/download_file/view/133/120/.

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Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

25
DÍAZ DE ALMEIDA, Carmen Cecilia. Piedecuesta: Mi patria chica. Piedecuesta: Formas Gráficas, 1995.
P. 22 - 23
26
ESPINAL, Carlos y MARTÍNEZ, Héctor. La agroindustria de tabaco en Colombia: El negocio de los
cigarrillos y los cigarros. Bogotá: Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural- Observatorio Agrocadenas
Colombia, 2005. P. 9 - 11
27
RUÍZ BERNAL, Jesie Lorena. Op. cit. P. 37 - 41.
28
NIÑO, Martha Yolanda. Honorable Concejal Municipal de Piedecuesta.Piedecuesta: (Entrevista en
audiograbación), 24 de junio de 2011.
29
ANCÍZAR, Manuel. Peregrinación de Alpha por las Provincias del Norte de la Nueva Granada en 1850 y
51. Bogotá: Librería de Echeverría Hermanos, 1853. Cap. 31, p. 398 – 399.
30
Ibíd.
31
DÍAZ, Eugenio. Manuela. Cali: Carvajal, 1967. Cap. XX: Ambalema.
32
Ibíd.
33
ANCÍZAR, M. Op. cit. Cap. XXX
34
HARKER VALDIVIESO, Roberto. Y sucedió en Bucaramanga. Bucaramanga: Academia de Historia de
Santander, 1977
35
GALÁN GÓMEZ, Mario. Geografía Económica de Colombia. Tomo VIII: Santander. Bucaramanga:
Imprenta Departamental de Santander, 1947. P. 510
36
DANE. Censo 1923 – 1929. Bogotá: DANE, 1929. P. 151.
37
HARKER VALDIVIESO, Roberto. Bucaramanga Los inmigrantes y el progreso 1492 – 1992.
Bucaramanga: Roberto Harper, 1992. P. 112
38
GALÁN, Mario. Op. cit. P. 305
39
Ibíd. P. 319
40
Ibíd. P. 325
41
Ibíd. P. 497
42
CALDWELL, Erskine. El camino del tabaco. Bogotá: Oveja Negra, 1985. P. 23
43
VALDIVIESO CANAL, Susana. Bucaramanga Historia de setenta y cinco años. Bucaramanga. Cámara de
Comercio de Bucaramanga, 1992. P. 18
44
PRADA GARCIA, Alfonso. Piedecuesta, Pasado y presente. Bucaramanga: Imprenta de Santander, 1997.
P. 48
45
ARS. Ed. 1933-1934: Album de la República de Colombia. Bogotá: Tipografía Velásquez, 1934.
46
FUENTE, Juan d e la. Acuarelas folclóricas de Santander: Piedecuesta. Bucaramanga: Imprenta del
Departamento, 1963. P. 134
47
PRADA GARCIA, Alfonso. P. 48
48
GALÁN, Mario. Op. cit. P. 332- 333
49
Ibíd. P. 329 - 330
50
VALDIVIESO CANAL, Susana. Op. cit. P. 47
51
DÍAZ DE ALMEIDA, Carmen Cecilia. Op. cit. P. 22 - 23
52
MOJICA, amilcar y PAREDES, Joaquín. Ensayos sobre economía regional: Características del cultivo del
tabaco en Santander. Bucaramanga: Banco de la República, diciembre 2005. P. 12, 29
53
ARENAS MANTILLA, Vicente. Estampas de mi tierra. Bucaramanga: Imp. Departamental, 1941. P. 49
54
MARTÍNEZ MUTIS, Aurelio. Romancero del Tabaco. Bucaramanga: Alcaldía de Bucaramanga – SIC,
2000. P. 62. (Apologo de la fábrica)
55
Ibíd. P. 116-118 (Disputa de la Botánica, II)
56
Ibíd. P. 123 – 124 (El braserillo de plata)
57
Ibíd. P. 147 – 148 (Seguidillas del humo)
58
ARENAS MANTILLA, Vicente. Crónicas y romances. Bucaramanga: Imp. Departamental, 1941. P. 442
59
PILARICA, Plinio [Seudónimo de Germán Valenzuela]. En la feria, nació Piedecuesta. En: Vanguardia
Liberal: Dominical. Bucaramanga. 29, sep, 1991. P. 3
60
FUENTE, Juan d e la. Op. cit. P. 146.
61
CARRILLO DELGADO, Nelly. Cigarrera retirada del barrio San Antonio. Piedecuesta: (Entrevista en
audiograbación), 24 de junio de 2011.

158
Municipio de Piedecuesta Mujeres Cigarreras e Identidad Piedecuestana Luís Rubén Pérez Pinzón

62
Ibíd.
63
GUALDRÓN DE CARREÑO, Justa. Cigarrera propietaria de fábrica de cigarros finos del barrio Hoyo
Chiquito. Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 23 de junio de 2011.
64
Ibíd.
65
URREA DE CORREA, Mercedes. Cigarrera propietaria de fábrica de cigarros finos del barrio Hoyo
Grande. Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 30 de junio de 2011.
66
CARRILLO DELGADO, Nelly. Op. cit.
67
Ibíd.
68
GUALDRÓN DE CARREÑO, Justa. Op. cit.
69
FONDO EMPRENDER. Cuarta Convocatoria. [Hoja de cálculo]. Colombia: Fondo Emprender, 2007.
Disponible en: www.fondoemprender.com/.../respuestaaobservacionescuartaconvocatoria111.xls
70
CARRILLO DELGADO, Nelly. Op. cit.
71
GUALDRÓN DE CARREÑO, Justa. Op. cit.
72
NIÑO, Martha Yolanda. Op. cit.
73
SANTOS COTE, Martha. Expresidenta de Asotracig; Cigarrera propietaria de fabriquín de cigarros
corrientes del barrio Hoyo Chiquito. Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 25 de junio de 2011.
74
Ibíd.
75
URREA DE CORREA, Mercedes. Op. cit.
76
Ibíd.
77
ACEVEDO, Gloria. Cigarrera propietaria de fabriquín de cigarros corrientes del barrio Villanueva.
Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 26 de junio de 2011.
78
NIÑO, Martha Yolanda. Op. cit.
79
CIGARROS CHICAMOCHA. Producción. [En línea]. Piedecuesta: Cigarros Chicamocha, 2009.
Disponible en: http://www.cigarroschicamocha.com/produccion.html
80
Ibíd. Historia
81
FOROSPUROS.COM. Un puro colombiano, el producto tabacalero para UE. 2010. Disponible en Internet
vía: http://www.foropuros.com/printthread.php?tid=2952
82
LOZANO, Henry. Presidente de Asotracig; Cigarrero propietaria de fabriquín de cigarros corrientes del
barrio La Feria. Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 21 de junio de 2011.
83
Ibíd.
84
SANTOS COTE, Martha. Op. cit.
85
ACEVEDO, Gloria. Op. Cit.
86
LOZANO, Henry. Op. cit.
87
SANTOS COTE, Martha. Op. cit.
88
MARTÍNEZ, Margot. Maestra cigarrera y principal obrera de la fábrica de cigarros Gamos del barrio Hoyo
Chiquito. Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 22 de junio de 2011.
89
VÁRGAS, Amanda. Cigarrera propietaria de fábrica de cigarros corrientes del barrio San Rafael.
Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 24 de junio de 2011.
90
NIÑO, Martha Yolanda. Op. cit.
91
Ibíd.
92
CABALLERO, María Rocío. Cigarrera propietaria de fábrica de cigarros corrientes del barrio La Feria.
Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 24 de junio de 2011.
93
VÁRGAS, Amanda. Op. cit.
94
REYES, Martha. Cigarrera propietaria de fabriquín de cigarros corrientes del barrio La Cantera.
Piedecuesta: (Entrevista en audiograbación), 22 de junio de 2011.
95
Ibíd.
96
Glosario tomado del trabajo de grado de: RUÍZ BERNAL, Jesie Lorena. Op. cit. P. 72 -82.
Dedicatoria:
A la Escuela María Auxiliadora, después de 30 años de ingresado,
A la Escuela Normal Nacional, después de 20 años de egresado.

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