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La productividad del trabajo está determinada por varios factores de los cuales el más
importantes es el alto nivel de la técnica y la medida en que el trabajo del hombre recibe
asistencia de tipo mecánico. En la actualidad, la automatización y la telemecanización
se generalizan y se hacen progresos constantes en la aplicación de la cibernética y la
electrónica. La aplicación de la ciencia se está convirtiendo en un factor decisivo del
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad y llegará el día en que la ciencia se
convierta plenamente en una fuerza productiva directa. Pero, para ello, hace falta que
los conocimientos científicos se difundan cada vez más y es cosa que sólo se puede
lograr mediante importantes inversiones en la enseñanza y en la educación de adultos.
La técnica más perfecta no dará resultado alguno mientras no haya sido asimilada por
los trabajadores; cuanto más costosa y compleja sea, mayor será el número de
conocimientos sin los cuales es más fácil destruirla que asimilarla, más importante será
que los aspectos económicos de la enseñanza estén racionalmente concebidos y más
fructuosas las inversiones de capital en esta esfera.
Los trabajadores muy calificados tienen mayor productividad y no sólo aumentan sus
salarios sino también el producto social y, en consecuencia, la renta nacional. Se puede
también determinar el rendimiento de la enseñanza comparando las cantidades que la
sociedad dedica a ella con el aumento de la renta nacional que se produce. Por ejemplo,
según los cálculos hechos en 1924, los créditos necesarios para extender la enseñanza
primaria (aumento de la matrícula escolar de 4 millones a más de 8, en diez años)
representaba 1622000 rublos antiguos. El aumento de la renta nacional debido al
aumento de la productividad de los obreros instruidos durante esos años representaba ya
a fines de dicho periodo(sólo después de cinco años de actividad profesional)2000
millones de rublos, que cubría por tanto ampliamente los gastos. La vida activa de un
trabajador entre el momento en que termina la escuela y el de su retiro es, no obstante,
no de cinco sino de treinta y cinco a cuarenta años y la mayor competencia que debe a la
escuela -cuyo costo queda sobradamente amortizado al cabo de cinco años -continúa
siendo útil sin gravar el presupuesto. Siguiendo el mismo cálculo, el enorme aumento en
la productividad del trabajo debido a la enseñanza primaria aumentará la renta nacional,
no en 2 millones sino en 69 millones de rublos (antiguos). Ese es el rendimiento de la
educación primaria, que es la menos costosa.
El nuevo programa del Partido Comunista de la Unión Soviética establece los objetivos
siguientes: llevar a cabo antes de 1970 la organización de once años de enseñanza
secundaria general y politécnica obligatoria para todos los niños de edad escolar, de la
ciudad y del campo, y ocho años de enseñanza para todos los jóvenes empleados en la
economía nacional que no hayan recibido instrucción suficiente. Entre 1970 y 1980 todo
el mundo podrá cursar la enseñanza secundaria completa. El desarrollo de la enseñanza
secundaria y superior continuará paralelamente a los adelantos de la ciencia y de la
tecnología. Los que lo deseen podrán realizar estudios superiores o secundarios
especiales (interrumpiendo o no sus actividades profesionales) en establecimientos-
escuela técnicos superiores o en las universidades populares.
Sólo entre 1924 y 1934, la matrícula de la enseñanza primaria de más breve duración
(cuatro años) pasó de 8,3 millones a 18,3 millones; esta última cifra abarca a casi toda la
población de la edad correspondiente. Después de una disminución considerable durante
la guerra, volvió al nivel anterior y en 1960 había 18,6 millones de alumnos
matriculados.
Mucho se hizo también para acabar con el analfabetismo. Entre 1920 y 1939, escuelas y
cursos especiales para adultos enseñaron a más de 96 millones de analfabetos o
semianalfabetos. Además, en doce años solamente (de 1924 a I935), 30,9 millones de
niños terminaron los estudios primarios (cuatro años) y el ciclo corto de la enseñanza
secundaria (siete años).
En 1960, el costo unitario de la enseñanza (en nuevos rublos) era de unos 3000 rublos
para la enseñanza secundaria completa (diez años) y no pasaba de 3 600 rublos para la
enseñanza secundaria seguida de una formación técnica (siete años), y 8000 rublos,
incluidas las becas, para la enseñanza superior (quince años de estudios en total). Era,
naturalmente, más reducido para los cursos por correspondencia de los technicums y las
instituciones de enseñanza superior. Se observará que los gastos de la enseñanza son
relativamente poco cuantiosos. Su rendimiento económico es, en consecuencia, tanto
más importante.
Este rendimiento se refleja ante todo en el aumento de los salarios de los trabajadores.
En 1924-1925, el salario del trabajador soviético era todavía muy bajo aunque su valor
real no fuese inferior al de antes de la revolución, si se tienen en cuenta los subsidios de
los seguros sociales. Posteriormente ha aumentado mucho al aumentar la productividad
del trabajo. Contribuyó grandemente a ello la elevación del nivel de instrucción de la
población.
Entre 1940 y 1960, la renta nacional de la URSS pasó, en precios constantes, de 33,5 a
146,6 miles de millones de rublos, lo que representa un aumento de 338 % o sea 113100
millones de rublos (según los precios de 1961), mientras que durante el mismo tiempo,
el número de trabajadores que participaban en la producción de esa renta pasó de 54,6
millones a 68,4 millones o sea un aumento del 25 % solamente. Pero se ha de tener en
cuenta el mejoramiento de la calidad de la mano de obra que es resultado de la
enseñanza secundaria y superior. Si equiparamos una unidad de trabajo complejo con
cierto número de unidades de trabajo más sencillo, con arreglo a la escala de salarios
indicada, es decir, si consideramos, por ejemplo, que un trabajador con un diploma de
enseñanza superior equivale a dos trabajadores que han cursado sólo la enseñanza
primaria, las cifras mencionadas que representan el número de trabajadores empleados
en la producción podrán aumentarse en un 19 % para 1940 y en el 30 % para 1960. Esos
reajustes, que reflejan la enorme expansión de la enseñanza secundaria y superior en la
URSS, transforman esencialmente la dinámica del trabajo del que dependen el producto
social y la renta nacional. En los países occidentales, donde el nivel de instrucción de
los trabajadores no ha aumentado tanto, esos reajustes no serán necesarios. Pero en la
URSS son tan considerables que ignorarlos sería no tener en cuenta la magnitud de la
revolución cultural que se está realizando.
Otro importante factor que explica también el aumento de la renta nacional es el equipo
de la mano de obra con medios de producción que puede medirse aproximadamente por
el aumento de las inversiones por unidad de trabajo, permaneciendo constantes los
precios.
Entre 1940 y 1960 los capitales fijos asignados a la producción pasaron de 55700 a
173900 millones de rublos (nuevos), es decir, aumentaron más de tres veces. Si el
número de trabajadores permanece constante cada aumento de ese capital va
acompañado, por regla general, de un aumento proporcional de la producción, que es su
consecuencia. Pero si aumentan simultáneamente la mano de obra y de equipo, el
resultado será proporcional al producto de dichos factores.
Habiendo limitado así la definición de la renta nacional para no tener que contar dos
veces las mismas partidas, hemos incluido en la mano de obra que contribuye
directamente a la producción de esa renta sólo a los trabajadores productivos dejando de
lado a los numerosos trabajadores científicos y culturales y a las personas que se ocupan
de trabajos domésticos en las familias y que poseen una instrucción secundaria y
superior. De todos modos, es indudable que la función de los trabajadores altamente
calificados es muy importante. Es verdad que, si se considera el aumento de la renta
nacional desde el punto de vista del consumo, su aumento en los veinte años últimos se
debe principalmente al gran desarrollo de los bienes de producción fija y del equipo
técnico. Las ligeras “divergencias” indican que no hemos tenido suficientemente en
cuenta los efectos de la elevación del nivel de la instrucción en el desarrollo de la renta
nacional. Estas “divergencias” muestran en particular que, durante ese tiempo, el
rendimiento de las inversiones de capital aumentó algo más rápidamente que el
volumen de los bienes de producción. Cuando aumenta la productividad del trabajo, si
los precios permanecen constantes, sólo varía el poder adquisitivo del rublo, el dólar o
la libra; no hay cambio alguno en las proporciones verdaderas de utilización del trabajo
de los diferentes tipos de capacidad. Como en 1960 el total de la renta nacional ascendía
a 146600 millones de rublos según los precios de entonces, y el 23 % de esa suma se
debía al mejoramiento de la capacidad profesional de la mano de obra, esta fracción
representa en valor monetario no menos de 33700 millones de rublos.
Lenín, el fundador del Estado Soviético, mostró ya en 1918 que el desarrollo educativo
y cultural de la población es una de las principales condiciones del aumento de la
productividad del trabajo. Desde entonces, se ha producido en la URSS una verdadera
revolución cultural. El desarrollo educativo y cultural del conjunto de la población
soviética ha alcanzado un nivel sin precedentes y se prosigue enérgicamente. Participan
en él activamente no sólo las personas que se ocupan directamente de la producción sino
también los que “forman, conservan, modelan, desarrollan, o sencillamente mantienen
la fuerza de trabajo”.
“Me parece -escribe uno de ellos- que la principal ventaja de las propuestas de
racionalización no son las economías en rublos y kopeks, por importantes que éstas
sean. Lo mejor de estas propuestas es que estimulan el entusiasmo y disipan el tedio y la
indiferencia... Vale la pena vivir, y se trabaja alegremente cuando se sabe que puede
surgir una idea nueva o unos problemas que exigen una solución. Por eso, en nuestro
taller nos hemos propuesto un objetivo completamente nuevo: cada obrero se ha de
convertir en un racionalizador. La racionalización es una pasión absorbente. Apenas se
tiene una idea que otra surge ya, y cuando aparece la tercera, se es ya otro hombre, se
siente la pasión de estudiar, de hundirse en los libros, devorar revistas y vivir una vida
maravillosa”. Se abre ante el hombre toda la poesía del esfuerzo creador y el entusiasmo
por el trabajo da un nuevo sentido a toda su vida.
Sería difícil evaluar en su justo valor todos los aspectos de ese trabajo intelectual, de
aprendizaje y creación, que se lleva a cabo fuera de la jornada de trabajo. Pero no cabe
duda de que todos estos aspectos del trabajo -que en la Unión Soviética aumentan sin
cesar- contribuyen, al menos indirectamente, a la expansión de la producción y al
aumento rápido de la renta nacional que caracterizan a la Unión Soviética.
Asimismo, el papel que desempeña en esta expansión el trabajo más creador -que es el
trabajo científico- no puede medirse directamente. El número de trabajadores científicos
aumenta rápidamente en la URSS. Sólo entre 1940 y 1960 pasó de 98000 a 354000, o
sea un aumento del 360 %. Dentro de veinte años, con el mismo ritmo, se contarán por
millones. No hay que olvidar que en la Unión Soviética no existe el secreto industrial o
comercial, y que una tentativa de monopolizar un descubrimiento científico con fines
privados es inconcebible. Quizá por eso precisamente la ciencia adquiere nuevas
posibilidades en los países donde esa práctica no existe ya.
La ciencia es internacional. Los hombres de ciencia de todos los países, incluidos los de
la URSS, no sólo aportan su contribución al acervo científico común, sino que toman
libremente de él lo mejor de los descubrimientos de la ciencia mundial. Y esta ciencia,
ayudando al hombre a dominar las fuerzas más poderosas que ofrece la naturaleza, se
convierte a su vez en una fuerza cada vez más poderosa de la inteligencia humana. Los
tesoros de la ciencia, que ha acumulado la labor creadora de muchas generaciones de
investigadores, de todas las épocas, no han exigido un gran esfuerzo más que a los que
los descubrieron ya que todo descubrimiento del genio puede ser fácilmente asimilado
más tarde por la masa.
Los progresos realizados por la instrucción pública en la URSS en los últimos decenios
han permitido, en gran medida, aplicar directamente la ciencia a la producción y
aumentar su rendimiento como elemento especial de la fuerza productiva. Pero eso se
explica principalmente por el hecho de que los trabajadores soviéticos que no se sienten
esclavos sino dueños de la producción en la URSS, se muestran extremadamente
deseosos de mejorar su capacidad profesional mediante el estudio; decenas de millones
de trabajadores rivalizan para aumentar la producción y de sus filas salen cada año
millones de inventores y de “racionalizadores” competentes.
Su éxito se explica también por el hecho de que la ciencia goza de más crédito en la
Unión Soviética que en ninguna otra parte del mundo. “Tratar de ir hacia adelante sin la
ciencia es obrar como el ciego que quisiera andar sin un guía; no se hace más que
tropezar”. Esta observación juiciosa se ha convertido en parte integrante de nuestra
sabiduría popular. “La ciencia es nuestra brújula”. Este es nuestro principio rector y
toda la experiencia soviética ha demostrado que permite lograr resultados magníficos.