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INTERVENCIÓN DEL CAPITÁN FIERRO EL 31 DE MAYO DE 2011

SEÑORES CONGRESISTAS, DISTINGUIDAS PERSONALIDADES QUE NOS


ACOMPAÑAN, QUERIDOS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS DE LA FUERZA PÚBLICA.

Dedico esta intervención a los valientes compañeros que entregaron sus vidas defendiendo
el Estado de Derecho que nos rige, mientras que gobiernos indolentes y desconsiderados,
se empeñaban sistemáticamente en negarles sus derechos adquiridos.
Ellos que soñaron con labrar un mejor porvenir para sus hijos cuando brillara la justicia, no
alcanzaron a contemplar el restablecimiento de sus derechos conculcados.
En su memoria, continuaremos esta lucha que hemos emprendido, con la misma
determinación que anima al combatiente, hasta lograr que se cumplan las leyes que
reconocen nuestros legítimos derechos salariales.

Hasta esta histórica y emblemática Plaza que presenció los inolvidables acontecimientos
del 20 de julio de 1810 y que por más de doscientos años ha escuchado los clamores del
pueblo oprimido, hemos venido hoy los viejos guerreros de Colombia, a levantar nuestras
voces inconformes contra las injusticias a que estamos siendo sometidos, por la ingratitud
de quienes no han sabido valorar en su verdadera dimensión, nuestro abnegado sacrificio
en defensa de la libertad y los altos intereses de la Patria.
Bien se ha dicho que cuando hay guerra, se clama a Dios y se aclama al soldado, pero
cuando llega la paz, se olvida a ese ser Supremo y se repudia a quien regó con su sangre
los campos de batalla.
Porque, no estima la quietud del puerto quien no ha conocido la tempestad, ni aprecia la
dulzura de la paz, quien no ha sufrido lo amargo de la guerra.
Los gobernantes se olvidan de que es gracias a nosotros que ellos pueden ejercer
libremente el mandato que democráticamente el pueblo les ha concedido.
Se les olvida también:
1-Que es gracias a nosotros que se puede legislar sin presiones.
2-Que es gracias a nosotros que se puede impartir justicia muchas veces equivocada y
arbitrariamente en contra nuestra.
3-Que es gracias a nosotros que funciona la economía porque brindamos la seguridad que
permite el libre comercio y garantiza la confianza inversionista.
4-Que es gracias a nosotros que nuestros compatriotas pueden conciliar el sueño y esperar
confiados un nuevo amanecer.
5-Que es gracias a nosotros que se mitigan las calamidades y se salvan vidas en los
desastres naturales.
6-Que es gracias a nosotros que se respeta la propiedad privada.
7-Que es gracias a nosotros que finalmente se pueden cumplir la Constitución y las leyes
de la República.
En fin, que es gracias a nosotros que es viable la democracia de este País, en donde nada
se mueve sin la voluntad de Dios y el cuidado de su Fuerza Pública.
Y sin embargo, a nosotros nos niegan nuestros legítimos derechos.
¡Qué injusticia!

Desde hace 19 años estamos reclamando que se cumpla la Ley 4ª de 1992, ley de salarios
vigente que se ha materializado para los demás sectores de la administración, menos para
los miembros de la Fuerza Pública.
Ley que se expidió precisamente para aliviar la difícil situación económica que se estaba
viviendo en aquella época y que se ha venido agravando dos décadas después.
Esta ley ordena el establecimiento de una escala gradual porcentual para nivelar activos y
retirados de la Fuerza Pública: pero para engañarnos se estableció una escala con falsa
apariencia de legalidad que no niveló nuestras asignaciones y nuestras pensiones,
contrariando abiertamente el propósito y el espíritu de la ley.
Los ministerios de Hacienda y de Defensa en complicidad con las Cajas de Retiro, Cremil y
Casur, se han confabulado para desconocer el mandato de esa ley y por eso han
convertido nuestro sistema salarial y prestacional en un verdadero caos, hasta el punto de
que actualmente miembros de grados inferiores están devengando más sueldo básico que
los de grados superiores, inimaginable e inadmisible situación absurda que no se presenta
en ningún otro ejército del mundo.
Tampoco se nos ha cumplido la ley 238 de 1995 que nos creó el derecho al reajuste de
nuestras asignaciones de retiro y pensiones por concepto del IPC.
Desde 1997 nos vienen haciendo aumentos anuales por debajo de los índices de inflación y
esto es abiertamente inconstitucional porque por la movilidad del salario, a ningún
trabajador colombiano se le puede causar detrimento en su poder adquisitivo.
Mientras que a todos los demás gremios les han reconocido de oficio este derecho, a
nosotros se nos obliga a contratar abogados para reclamarlo por la vía judicial.
Tampoco se nos ha cumplido la ley 420 de 1998 que ordena una Bonificación por
Compensación, que como su nombre lo indica se estableció precisamente para compensar
los incumplimientos anteriores.
Y para rematar, como último eslabón de esta ignominiosa cadena de injusticias, tampoco se
nos ha respetado el Principio de Oscilación vigente desde 1945 y por eso al grupo de
nuestros abnegados compañeros agentes de policía, arbitrariamente se les ha negado el
derecho al reajuste de su prima de actividad.
Es imperativo dejar establecido hoy aquí que la Fuerza Pública no está pidiendo nuevas
mejoras ni salariales ni prestacionales: simplemente se está exigiendo que se respete la
Constitución y que se cumplan las leyes que reconocen nuestros derechos, mínimas
exigencias de cualquier ciudadano a su gobierno, en un Estado Social de Derecho como el
actualmente nos rige.
Es imperativo también declarar ante el País que nuestras reclamaciones son absolutamente
legítimas, incontrastables, basadas en disposiciones vigentes que no se han cumplido,
porque se abusa de nuestra paciencia, de nuestra lealtad y acendrado patriotismo.
En el gobierno anterior la Rama Judicial que reclamaba soluciones a una problemática
similar a la nuestra, paralizó sus actividades durante 45 días, al cabo de los cuales se
giraron los recursos para atender sus peticiones.
En cambio a nosotros nos engañaron con unas conciliaciones dizque en equidad, al término
de las cuales irresponsablemente determinaron que no había recursos para atenderlas,
como si el pago de nuestras acreencias laborales fueran dádivas que se conceden bajo la
modalidad de una discrecionalidad caritativa.
No sería extraño que el actual gobierno esté dilatando la resolución del conflicto salarial que
nos aqueja, esperando a que se apruebe la nueva Ley de la Sostenibilidad Fiscal, para
entonces reconocer retóricamente las obligaciones contraídas, pero no pagarlas bajo la
argucia de la improcedencia fiscal.
Al Señor Presidente le pedimos que no olvide lo que escribió cuando era periodista en un
artículo titulado “UNA JUSTA CAUSA” y que a la letra dice:
“El motivo de muchos de nuestros problemas está en haber relegado a educadores, jueces
y militares a condiciones indignas”
“A muchos les parecerá insólito –y en el fondo lo es- que retirados de las Fuerzas Armadas
actúen como sindicato. Pero al oír sus reclamos, y la forma como el gobierno les ha puesto
conejo tras conejo, no puede uno menos que simpatizar con su posición”

Desde esta tribuna le queremos manifestar al Señor Presidente que después de tanto
tiempo, esas mismas condiciones indignas de que habla en el artículo, permanecen
inmutables para los miembros de la Fuerza Pública, porque desafortunadamente ha faltado
voluntad política para resolver nuestro conflicto, tal como sí lo hicieron con la rama judicial y
los maestros.

Es inaudito por decir lo menos, que se le nieguen los derechos en un sistema democrático,
precisamente a quienes lo defienden hasta con el riesgo de sus propias vidas.
Desconocimiento que ha llegado hasta el increíble extremo, de que ni siquiera con
sentencias judiciales debidamente ejecutoriadas, se nos han querido reconocer nuestros
derechos.
En estas dos décadas hemos visto pasar bonanzas cafeteras, bonanzas petroleras y
bonanzas mineras, que han jalonado crecimientos inusitados de la economía, pero NO SE
ACUERDAN de saldar la deuda pendiente con la Fuerza Pública.

De nosotros solamente se acuerdan cuando piensan salir de vacaciones, exigiendo que


blindemos las carreteras para poderlas transitar sin temor alguno.
Y allí siempre encuentran a nuestra gente, al sol y al agua, deseándoles buen viaje.
¡QUÉ NOBLEZA!
Señores legisladores:
En nombre de estos compañeros presentes hoy aquí para denunciar los atropellos a que
están siendo sometidos, comedidamente solicitamos una sesión plenaria en el Congreso,
que consideramos es el escenario apropiado no solamente para denunciarlos, sino para
buscar soluciones que hagan justicia a nuestras legítimas reclamaciones.

NOSOTROS TAMBIÉN TENEMOS DERECHOS


Y
MERECEMOS LA DEMOCRACIA QUE DEFENDEMOS

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