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FORMULA DENUNCIA

Señor Presidente del Consejo de la Magistratura

Ezequiel Nino, apoderado de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) –


conforme copia del Estatuto que se acompaña-, con el patrocinio letrado de Luis Francisco
Villanueva (CPACF T° 87–F° 762; CUIT N° 20-25495450-1, inscripto en el régimen de
monotributo), con domicilio real en Avenida de Mayo 1161 5° of. “9” de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (Zona 55), constituyendo domicilio procesal en el mismo, al
Señor Presidente del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación me
presento y digo:

I. OBJETO

De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 114, inc. 4, de la Constitución Nacional -en
adelante, CN-, en los artículos 7, inc. 12; y 14, de la ley 24.937, y del art. 1 y ss. del
Reglamento de la Comisión de Acusación, en mi carácter de justiciable y presidente de la
Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia vengo a formular denuncia contra el Juez
Sergio Gabriel Torres.
Por los motivos de hecho y de derecho que expondré, solicito a la Comisión de Acusación
de este Consejo de la Magistratura que de acuerdo a su criterio disponga una sanción de
apercibimiento, advertencia o multa para el juez, todo en los términos previstos por los
artículos 114 inc. 4 de la CN, y artículos 7 inc. 12; y 14 de la ley 24.937. Tal como lo exige
el artículo 2 del Reglamento de la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura,
adjunto copia certificada de mi documento de identidad, y copia simple de esta
presentación, así como también copias simples de prueba documental relevante para la
decisión de este caso concreto.

II. PERSONERÍA

1
La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) es una organización apartidaria, sin
fines de lucro, comprometida con la misión institucional de contribuir al fortalecimiento de
las instituciones democráticas y la defensa de los derechos y garantías constitucionales.
Entre sus programas de trabajo, realiza iniciativas tendientes a promover la implementación
de los mejores estándares y prácticas institucionales en relación con la investigación
judicial de hechos de corrupción, de acuerdo con los compromisos constitucionales e
internacionales de la República Argentina.

ACIJ es una asociación civil que se encuentra autorizada para funcionar con carácter de
persona jurídica en los términos del art. 33, 2da. parte inc. 1º, del Código Civil conforme
resolución de la Inspección General de Justicia Nº 231/2003 de fecha 12 de Marzo de 2003.
La documentación acreditante de la personería consta del Acta Fundacional y Estatuto de la
ACIJ, la Resolución IGJ antes citada y el Acta de Asamblea que contiene la designación de
autoridades de fecha 12 de Mayo de 2005, más el acta de Asamblea general ordinaria y
Asamblea extraordinaria de fecha 2 de Octubre de 2008, documentación que se adjunta.

III. EL ACCESO DE ACIJ A LAS CAUSAS PENALES DONDE SE


INVESTIGAN HECHOS DE CORRUPCION

La corrupción afecta directamente a la sociedad civil, puesto que siempre trae aparejado un
efecto de desfinanciamiento del Estado, el que se traduce en la imposibilidad de utilizar
fondos del erario público en las políticas públicas necesarias para la comunidad y,
paralelamente, en un mal funcionamiento de las instituciones. Ello, como consecuencia de
que el interés de los funcionarios se concentra en la obtención de beneficios para sí o para
terceros, y no en desempeñar como es debido las funciones para las que fueron designados.
En ese marco, ACIJ se presenta en casos de corrupción para tomar vista de los expedientes
para observar y hacer minuciosos análisis sobre el desarrollo de los mismos.
Fue así como nos presentamos en la causa 5198/2007 caratulada “Romano Rubén Darío y
otros sobre encubrimiento”, del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal Nº 9 de Capital Federal, Secretaría 17; de conformidad con lo que
surge de una armónica interpretación del artículo 131 del Código procesal Penal de la

2
Nación en relación con lo establecido por la Convención Americana de derechos humanos,
el Pacto Internacional de derechos Civiles y políticos, la Convención Interamericana contra
la Corrupción y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.
En la mencionada causa se investigan presuntos hechos de corrupción relacionados con ex
prestadores del PAMI. Asimismo en el marco de ese expediente se logró tomar
conocimiento de una sucursal del Banco BNP Paribas, no registrada legalmente en el Banco
Central de la República Argentina (BCRA), en donde se realizaban millonarias operaciones
financieras en el extranjero. Básicamente se sospecha de operaciones de lavado de dinero,
donde agentes colocaron dólares y lograron que sus depósitos fueran transferirlos al
exterior sin dejar rastros de la operación. La metodología no sería una sorpresa si no fuera
porque se trata de una sucursal no registrada del BNP Paribas, el banco oficial de la ciudad
de París, con sucursales en 85 países del mundo.
Por el vínculo de estos hechos planteados con el sistema de impunidad de los delitos
económicos que nos aqueja y con la complejidad para investigar y probar el desvío de
fondos que generan los hechos de corrupción, lo que constituye un obstáculo para nuestro
desarrollo como sociedad, es por lo que ACIJ, como organización de la Sociedad Civil se
interesa en tener acceso a este tipo de actuaciones judiciales. Lo cual, en el caso que nos
ocupa, se realizó formalmente en junio de 2008, mediante un escrito que tuvo aceptación
por el juez que tenía a su cargo la tramitación del expediente, el Dr. Araóz de Lamadrid.
Esa resolución adquirió el carácter de cosa juzgada toda vez que no fue impugnada por
ninguna de las partes.
Sin embargo el juez aquí denunciado, Sergio Torres, se negó sistemáticamente a cumplir
con aquel fallo, y luego con otros que posteriormente emitiera la Sala II de la Cámara
Criminal y Correccional Federal.

IV. SÍNTESIS DEL CASO

Para poder dar comprensión y sentido a los diversos actos llevados a cabo por el juez
Sergio Gabriel Torres que motivan la presente denuncia, es necesario tener una idea
sintética de los procedimientos sucedidos en el marco de la mencionada causa.

3
• Con fecha 10 de junio de 2008 solicitamos la vista de las actuaciones referidas
anteriormente, con fundamentos en derechos constitucionales y jurisprudencia del
fuero que asistían a tal pretensión.

• El 25 de agosto de 2008, el juez federal Octavio Aráoz de Lamadrid mediante una


resolución nos concedió la vista del expediente en cuestión. El Magistrado dejó a
salvo su opinión sobre que se nos debería considerar extraños en el proceso ya que
perjudicamos a los imputados, pero que sin embargo no es razonable rechazarla
para que a la postre la Alzada la admitiera (considerando para ello los criterios
favorables a la cuestión que mantienen ambas salas de la Cámara del fuero). Sin que
exista apelación de las partes eventualmente afectadas, la resolución judicial que
reconocióe el derecho quedó firme.

• Durante aproximadamente un año pudimos tomar vista de las actuaciones y solicitar


las fotocopias necesarias sin inconveniente alguno.

• El 21 de diciembre de 2009 el Juez Aráoz de Lamadrid presentó la renuncia a su


cargo asumiendo la subrogancia del Juzgado Federal 9 el Juez Sergio Gabriel
Torres.

A partir del año 2010, cada vez que algún miembro de la organización iba a procurar la
referida causa con distintas excusas los empleados judiciales de la mesa de entradas nos
denegaban el acceso a las actuaciones. Esto sucedió en reiteradas oportunidades, por esa
razón, también intentamos hablar con el Secretario del Juzgado (responsable último de la
atención de la mesa de entradas), negándose a atendernos cada vez que lo solicitamos.
• Estas vías de hecho mediante las cuales se le impidió a ACIJ acceder a la consulta
del expediente implicaron un total desconocimiento de lo resuelto oportunamente en
autos. Por este motivo volvimos a presentar un escrito solicitando formalmente
acceso a las actuaciones.

4
• Personalmente nos notificamos de una nueva decisión en la que ahora el el juez
Torres no hacía lugar a la vista del expediente, motivo por el cual el 15 de octubre
de 2010 presentamos recurso de apelación contra esa resolución.

• El juez Torres no hizo lugar a la apelación y en consecuencia dedujimos queja


frente a la Cámara.

• El 15 de diciembre de 2010 la Sala II de la Cámara del fuero resolvió hacer lugar al


recurso de queja presentado. Declaró mal denegado el recurso interpuesto por ACIJ
y concedió la apelación deducida contra el rechazo de la solicitud formulada para
tomar vista de las actuaciones. En el mismo resolutorio, la Alzada revocó esta
última decisión.

• Con el fallo de Cámara a nuestro favor, nos presentamos al menos tres veces más en
la mesa de entradas del juzgado solicitando ver el expediente: en todas las ocasiones
nos denegaron el acceso a la causa argumentando que las actuaciones se
encontraban “a despacho”, “a estudio” y/o “a la firma”.

V. REVISIÓN DE LOS ACTOS REALIZADOS POR EL JUEZ

V.1. LA CONDUCTA DEL JUEZ TORRES

Sin lugar a dudas, el juez Torres actuó incumpliendo decisiones judiciales que tenían
autoridad de cosa juzgada y resoluciones de su Superior al desconocer las relaciones de
subordinación en las que se encuentra sometido, lo cual implica un acto de suma gravedad
institucional, y la negación misma del Estado de Derecho y de las directivas del
ordenamiento jurídico.
A su vez, como mencionamos en el apartado anterior, el juez nos negó un derecho que
poseíamos, de manera arbitraria y sin ningún tipo de fundamento, ocasionando de esta
manera que se cuestione profundamente la legalidad de sus actos.

5
V.2. DISPOSICIONES CONTRADICTORIAS

La primera falta grave del juez Torres que motiva nuestra denuncia, consiste en que el
mencionado magistrado dejó de lado el fallo del juez que instruía previamente la causa,
Aráoz de Lamadrid. Si quien – estando subrogando- ejerce la magistratura y tiene un
criterio distinto que el juez anterior, puede plasmarlo en otros expedientes. Pero, aunque
resulte obvio aclarar, lo que no puede hacer el juez, en modo alguno, es retrotraer la
cuestión ya debatida –y resuelta- en autos, al punto cero.
En el caso de marras ya había una resolución que se encontraba firme, un acto
jurisdiccional que reconoció nuestros derechos. Negar la vista fue sin duda regresivo con
nuestros derechos constitucionales que ya habían sido reconocidos en el auto fechado el 25
de agosto de 2008.
En segundo lugar, para peor, el juez Torres continuó impidiéndonos el acceso al expediente
luego de que la Cámara de Apelaciones revocara la disposición emitida por susodicho juez
en la cual –sin respetar el principio de cosa juzgada- nos negaba la vista.
A nuestro parecer, el comportamiento del juez Torres resulta así ser arbitrario y de una
enorme contradicción. Ha colisionado y dañado los derechos que habíamos adquirido y
luego ratificados por la Cámara. Más aún, tal negación no sólo ha afectado nuestras
garantías constitucionales, sino que además deviene totalmente huérfana de fundamentos.

V.3. NO ACATAMIENTO DEL FALLO DE CÁMARA –


DESOBEDIENCIA AL SUPERIOR

Como previamente mencionamos, a pesar de obtener por segunda vez un fallo favorable –
en esta oportunidad de la Exma. Cámara-, el juez Torres no se sintió compelido a cumplir
lo resuelto. Efectivamente hasta el presente no nos permite tener acceso a las actuaciones.
Sostenemos entonces que se trata de un acto judicial que de modo manifiesto y grosero se
aparta del orden jurídico vigente y que, dada su manifiesta inexplicabilidad jurídica, puede
dar indicios ciertos de esconder un posible desvío en el ejercicio del poder jurisdiccional
concedido por la Constitución a los magistrados, y que podría surgir la responsabilidad
política del juez por mal desempeño.

6
A ello se le suma un abuso de poder en sus funciones, por no someterse a la decisión del
tribunal de alzada.
En el caso de marras el juez Torres gravemente “Desconoció la autoridad de que están
institucionalmente investidos los tribunales superiores en los casos sometidos a su
jurisdicción, lo que equivale a decir que conculcó la seguridad jurídica inherente a los
efectos de las resoluciones de aquéllos, pues no existe disposición legal alguna que faculte
al juez de instrucción a reexaminar el mérito de las decisiones de la instancia de alzada al
conocer en la competencia asignada por el recurso de apelación”1.
El juez hizo prevalecer su propio criterio por sobre aquél del órgano superior, actuando con
el deliberado e inalterable designio de eludir una clara y concreta directiva dispuesta por el
tribunal de alzada, sin importarle la ineficaz actividad procesal que alentaba y con ello,
sumir en la incertidumbre un puntual pedido destinado a acceder a las actuaciones.

VI. AFECTACIÓN DE GARANTÍAS

En el caso de autos, el juez Torres afectó gravemente una serie de garantías y derechos a
través de su proceder. Desde nuestro punto de vista, los principios de cosa juzgada,
seguridad jurídica e imparcialidad de los jueces, se han visto peligrosamente perturbados
perjudicándonos de manera directa.

VI.1. COSA JUZGADA Y SEGURIDAD JURÍDICA

“El respeto a la cosa juzgada es uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta
nuestro régimen constitucional y por ello no es susceptible de alteraciones ni aun por vía de
la invocación de leyes de orden público, porque la estabilidad de las decisiones
jurisdiccionales tiene igual carácter y constituye un presupuesto ineludible de la seguridad
jurídica; la autoridad de la sentencia debe ser inviolable tanto con respecto a la
determinación imperativa del derecho sobre el cual requirió pronunciamiento judicial,

1
Jurado de enjuiciamiento, expediente N° 26 caratulado “Dr. Guillermo Juan Tiscornia s/ pedido de enjuiciamiento”, 19
de diciembre de 2007.

7
cuanto en orden a la eficacia ejecutiva de este último”(CSJN: "Fallos" 254:320, y 283:66,
entre otros).
En el caso de marras la petición de tomar vista de las actuaciones fue oportunamente
juzgada. Exactamente el 25 de agosto de 2008, la solicitud fue atendida, y se nos permitió
tomar conocimiento de causa y solicitar las fotocopias que consideramos necesarias. La
resolución no fue apelada por lo que aún se encuentra firme.
Sin embargo, como se dijo, Torres mediante una resolución sin fundamentos, resolvió
desconocer ese fallo, obligándonos a plantear un recurso de apelación, al cual encima
accedimos por vía de la queja a la Cámara, y que nos resultó favorable.
Como se dijo, Torres, continuó arbitrariamente desconociendo los fallos judiciales que se
han pronunciado al respecto. Esto significa que su no acatamiento por parte del juez Torres,
es un acto grave, manifiesto e irregular que menoscaba las garantías del debido proceso y el
principio que insta la seguridad jurídica al no respetar y subordinarse a lo ya decidido.
La cosa juzgada constituye un presupuesto ineludible de la seguridad jurídica. Ella brinda la
certeza del derecho tanto en el ámbito de su publicidad como en el ámbito de su aplicación.
Es una garantía que tiene cada individuo de que sus derechos no serán violentados ni
modificados por procedimientos irregulares.
Por seguridad jurídica entonces, se debe entender la certeza que pueden tener los miembros
de una sociedad respecto de cuál es el orden jurídico que los rige; cuáles son las normas
que deben acatar y cuáles las consecuencias de su desconocimiento. Así también opera con
fundamento en el principio de confianza que los individuos le tienen al Poder político,
jurídico y legislativo de que las normas se cumplirán, por lo cual se asegura el Estado de
Derecho en una sociedad.
En este caso concreto, el juez Torres se desvió de sendos fallos judiciales, incluyendo uno
de sus superiores, afectando nuestra a confianza al Poder Judicial, y por tanto también, la
Seguridad Jurídica.

VI.2. IMPARCIALIDAD

La paradoja que presenta el principio de imparcialidad, es que requiere que el juez tenga un
conocimiento profundo de la situación, pero al mismo tiempo no tome parte de ninguna

8
posición en concreto sino que se atenga, sin tener interés en el resultado del pleito, a una
resolución objetiva del conflicto. Claramente, así planteada la cuestión, puede apreciarse
que es casi imposible la existencia de una imparcialidad en estado puro. Por ello, podría
decirse que un síntoma que demuestra que estamos ante indicios de parcialidad relevantes,
es la persistencia en el tiempo.
En el presente caso, el juez Torres desestimó el fallo de Cámara que nos era favorable,
como así también nuestras reiteradas solicitudes de vista posteriores, ya fueran ellas escritas
o en forma personal ante la mesa de entradas del juzgado. Restringirnos de esta manera el
acceso a la causa por más de un año, vulnerando el derecho que se nos había conferido, con
reiteradas negativas y evasivas, permite arribar a la única conclusión posible de que en el
caso concreto el juez tiene una animadversión evidente respecto de estos justiciables. Nos
encontramos con caprichosas oposiciones a mostrar públicamente la información que hay
plasmada en el expediente, apareciendo la solitaria voluntad del juez como única
motivación del acto. Surge así un desempeño deficiente que justifica algún tipo de sanción
para el magistrado por existir un inocultable y grave apartamiento de la misión que le ha
sido conferida como juez, y que resulta violatoria de uno de los deberes fundamentales de
la magistratura, cual es el de su imparcialidad.

VII. SANCIONES DISCIPLINARIAS

VII. 1. BREVE INTRODUCCIÓN

Dice Marienhoff que los funcionarios y empleados públicos tienen distintas


responsabilidades atendiendo a los diferentes modos posibles en los que se manifiesta su
actividad. Ella puede ser política, penal, civil y administrativa o disciplinaria. La diferencia
estriba en que cada una tutela bienes jurídicos distintos2.

Los juicios de responsabilidad política, tienen por objeto evaluar si se mantienen las
condiciones de idoneidad para que un funcionario público permanezca en una función sobre

2
MARIENHOFF, Miguel S., "Tratado de Derecho Administrativo", t. III-B, Abeledo Perrot, tercera edición,
Buenos Aires, 1983, p. 368.

9
la base de un cargo o denuncia que la puso en duda. Se trata de un procedimiento de
saneamiento y depuración institucional, que supone el ejercicio de un control interorgánico
y su finalidad principal es la tutela del interés general3.

Efectivamente, el juicio político o proceso de remoción, en el caso de los jueces, es el único


mecanismo por el cual se puede hacer efectiva la "rendición de cuentas" que los
magistrados judiciales, como funcionarios públicos, deben a la comunidad, a diferencia de
quienes dependen de la elección popular, cuyo desempeño es evaluado políticamente en
cada elección.

El propósito último de un proceso de remoción no es tanto el castigo de la persona como la


protección de la sociedad4. No obstante ello y debido a que se encuentran afectados
también derechos individuales —patrimoniales o aquellos que hacen al buen nombre del
funcionario— no puede negársele a la remoción un carácter indirectamente sancionatorio,
por eso se le aplican las reglas de debido proceso y defensa en juicio5.

Por su parte, los procesos de responsabilidad disciplinaria representan el paradigma


del control intraorgánico y se fundan en relaciones de subordinación6. Están
relacionados con el buen funcionamiento de una organización. Son, por lo tanto,
corporativos o institucionales.

La facultad disciplinaria en sentido estricto –o sea aquella que no conlleva la separación del
cargo del magistrado o funcionario judicial- no ha sido siempre claramente reglamentada ni
eficazmente ejercida por los órganos encargados de hacerla efectiva.

3
SANTIAGO, Alfonso (h), "Grandezas y miserias en la vida judicial. El mal desempeño como causal de
remoción de los magistrados judiciales", El Derecho, Buenos Aires. Ver capítulo primero: "Los procesos de
responsabilidad política de los magistrados del Poder Judicial de la Nación", ps. 13/36.
4
BIDART CAMPOS, Germán, "Derecho Constitucional del Poder", Buenos Aires, EDIAR, t. I, p. 380;
GONZÁLEZ, Joaquín V., "Manual de la Constitución Argentina", La Ley, Buenos Aires, 2001, p. 478.
5
Fallos: 316:2940, 326:4816 y 327:1914.
6
CANDA, Fabián Omar, "Responsabilidad Disciplinaria de los Funcionarios Políticos", Abeledo- Perrot,
Buenos Aires, 2004, p. 73.

10
Normalmente tal función de superintendencia ha estado a cargo de las cúpulas de los
respectivos poderes judiciales y sólo en algunos textos constitucionales aparece conferida a
los llamados “Consejos de la Magistratura” (Constitución Nacional reformada en 1994,
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Constitución del Chubut de 1994,
en este último caso, sólo con facultades instructorias).

VII. 2. CREDIBILIDAD EN EL PODER JUDICIAL

Parte de la crisis de credibilidad que afecta al Poder Judicial debe ser atribuida a la falta de
oportuna sanción de aquellas conductas que conspiran con la eficaz prestación del servicio
de justicia. Incluso tal falencia ha motivado que algunas faltas que pudieron ser
convenientemente advertidas y eventualmente corregidas en la ocasión debida hayan
derivado, a la postre, en situaciones extremas y sin retorno, frente a las cuales la medida
separativa se erigía como la única solución posible. La judicatura debe entonces reivindicar
y reclamar el correcto ejercicio de las facultades disciplinarias por los órganos competentes,
como modo de hacer efectivo el actuar “responsable” en la función que le incumbe.7

VII.3. FALTAS DISCIPLINARIAS

Si bien los tipos disciplinarios en función de los cuales se juzga la actuación de los jueces
no se encuentran sometidos a idénticos requisitos y limitaciones que los que rigen para la
sanción penal, la mayoría de las reglamentaciones vigentes, aún las mas recientes, se
exhiben como imprecisas y generales a la hora de describir la conducta que se reputa
reprochable.
En ese sentido la reglamentación del Consejo de la Magistratura Nacional (Leyes 24.937 y
24.939) y la que corresponde a idéntico organismo de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (Ley 31) determinan, como pauta general a la que se subordinan las faltas

7
Congreso de Magistrados y Funcionarios de la Republica Argentina (Buenos Aires – 18/19 de agosto de
1998), “Responsabilidad Disciplinaria de los Jueces”. Enrique Máximo PITA, Director del Instituto de
Estudios Judiciales (F.A.M.), Vocal Cámara Apelaciones Civil y Comercial de Paraná (Entre Ríos).

11
específicamente enunciadas, que ellas refieran a “cuestiones vinculadas a la eficaz
prestación del servicio de justicia” (arts. 4, primer párrafo y 32, respectivamente).
También la falta disciplinaria se configura mediando reiteración de ciertas conductas, como
el incumplimiento de normas procesales y reglamentarias. A nuestro entender el
incumplimiento aislado de una norma procesal o reglamentaria puede revestir tal gravedad
que justifique, por sí solo, la aplicación de una sanción disciplinaria, posibilidad
aparentemente vedada por la norma reglamentaria en cuestión.8
En el caso que motiva esta presentación de lo que se trata es de reiterados incumplimientos
con disposiciones judiciales. La afectación evidente al servicio de justicia se produce
cuando se priva del cumplimiento a favor del justiciable de una solución ya definida.
También cuando se lo obliga al dispendio de tiempo y recursos sólo por una arbitraria
tozudez en cumplir con una manda judicial.

VII.4. LAS SANCIONES

El catálogo de sanciones que integran el llamado régimen disciplinario (descartado el 'mal


desempeño' como causa de imputación de responsabilidad disciplinaria, sólo susceptible de
analizarse en la Comisión de Acusación) contempla –como sanción de mayor gravedad- la
multa (hasta un 30% de los haberes). Por debajo, se indican el apercibimiento y la
advertencia (en la Ciudad Autónoma se incluye un escalón menor: la recomendación). En el
derecho comparado encontramos previsiones sobre la caducidad o cancelación de las
sanciones por el transcurso del tiempo (España, Ley Orgánica del Poder Judicial 6/1985 y
16/1994, art. 427).

Las sanciones mencionadas previstas en la ley 'advertencia', 'apercibimiento' y 'multa de


hasta el 30 por ciento de sus haberes' son de aplicación "por cuestiones vinculadas a la
eficaz prestación del servicio de justicia" (art. 14, A, de la ley 24.937), finalidad expresa de
la norma que limita el análisis de las conductas a los aspectos allí precisados. Como se dijo

8
Idem

12
en este caso se trata de una cuestión más que evidente la afectación en el servicio de justicia
en que incurrió el juez Torres.

No obstante, entre los siete incisos que contienen las causas que puedan dar origen a alguna
de esas sanciones, se menciona "los actos ofensivos al decoro de la función judicial o que
comprometan la dignidad del cargo" (inc. d) y "la falta o negligencia en el cumplimiento de
sus deberes, así como de obligaciones establecidas en el Reglamento para la Justicia
Nacional" (inc. g). Es indispensable que el Consejo de la Magistratura indague sobre el
eventual incumplimiento de sus deberes por parte de Sergio Torres, entre ellos el de
resolver en tiempo y forma. El de hacerlo ajustado a derecho, con imparcialidad y sin
arbitrariedades como las que evidencia este caso.

La pregunta que queda ahora por hacer es: los hechos antes descriptos, por las
circunstancias en que se produjeron ¿afectaron el decoro de la función judicial o
comprometieron la dignidad del cargo?

A nuestro parecer, el juez Torres infringió las normas legales y reglamentarias vigentes en
materia de incompatibilidades y prohibiciones, establecidas para la magistratura judicial
(Artículo 14 ley 24.937, inc. A.1); no respetó a los magistrados superiores (inc A.2); nos
trato de manera incorrecta a nosotros como abogados y sin el debido respeto (inc. A.3);
ofendió el decoro de la función judicial comprometiendo la dignidad de su cargo (inc. A.4);
incumplió reiteradamente en numerosas oportunidades las normas procesales y
reglamentarias (inc.A.5); faltó en el cumplimiento de sus deberes, así como a las
obligaciones establecidas en el Reglamento para la Justicia Nacional (inc. A.7).

VIII. CONCLUSIONES

El juez Torres ha actuado de una manera irregular, con vicios que menoscaban el decoro y
la respetabilidad del cargo. Así mismo, ha incurrido en una manifiesta y grave
inobservancia de los principios de la cosa juzgada, la seguridad jurídica y la imparcialidad
que se exige a todos los Magistrados. Sus actos ponen en duda su capacidad para el normal
desempeño de su función. Y su patrón de conducta arbitrario permite prever que el

13
desconocer el derecho y la autoridad de sus superiores puede ser un vicio que lo acompañe
a lo largo de toda su carrera.
La actitud del juez denunciado constituyó la manifestación de un patrón general de
conducta desarrollado en este caso y que representa, sin dudas, un contexto de falta de
idoneidad y de abuso de sus facultades funcionales, sin fundamento alguno y de manera
ilegítima.
Las particulares y especialmente graves circunstancias de este caso exigen que se controle
el contenido de las decisiones adoptadas por Torres en este proceso, y se examine el
verdadero sentido de su labor notoriamente arbitraria para con esta parte, profundamente
desobediente de sentencias firmes y absolutamente abusiva de su poder jurisdiccional, por
el otro.
De tal manera, y por los motivos expuestos, es nuestro deseo solicitar a la Comisión de
Acusación de este Consejo de la Magistratura que analice los hechos imputados y de
acuerdo a lo que estime conveniente disponga una sanción para el juez en cuestión.

IX. OFRECIMIENTO DE PRUEBA

A los efectos de probar fehacientemente los extremos fácticos de esta denuncia, ofrecemos
los siguientes elementos de prueba:

a. Documental
1. Copia del escrito titulado “SOLICITA ACCESO A LAS ACTUACIONES”
recibido en el Juzgado Federal 9 el 10/6/2008.
2. Copia de la resolución de fecha 25/8/2008 por la que se le concede a ACIJ la vista
del expediente.
3. Copia del escrito titulado “MANIFIESTA. SOLICITAN. AUTORIZAN.”.
4. Copia del escrito titulado “INTERPONE APELACIÓN”.
5. Copia de la resolución de la sala II de la Cámara Federal de fecha 15/12/2010 con la
cédula de notificación respectiva

b. Testimonial

14
Solicitamos se cite a declarar a las siguientes personas:
1. Luis Villanueva, coordinador del Programa Acción Ciudadana y Lucha Contra la
Corrupción de ACIJ, abogado, DNI 25.495.450 con domicilio en Av. de Mayo 1161, 5º
piso, depto “9”, de esta ciudad.
2. Inés Herrera, voluntaria del Programa Acción Ciudadana y Lucha Contra la Corrupción
de ACIJ, abogado, DNI 34.577.221, con domicilio en Tucumán 1980 4º piso, depto.
“C”, CABA.
3. Lorena Joaquín estudiante, DNI 27.273.786, con domicilio en Alem 388, Lomas de
Zamora, Provincia de Buenos Aires
4. Patricia Bustamante Quintero, abogada del Programa Acción Ciudadana y Lucha
Contra la Corrupción de ACIJ, CI 14.019.614-2 con domicilio en Yapeyú 250 2º piso,
depto “C” CABA.
5. Empleados y secretario del tribunal, cuyos datos deberán obtenerse a partir de la
producción de prueba informativa (ver infra).

c. Instrumental.
Se requiera al Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal 9, secretaría 17, copia íntegra
y certificada de aquellas presentaciones de ACIJ en la causa (y su respectivas resoluciones)
realizadas en la causa 5198/2007 caratulada “Romano Rubén Darío y otros sobre
encubrimiento”.

d. Informativa
Se requiera al Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal 9, secretaría 17, o en su
defecto a la Oficina de Habilitaciones de la Cámara del fuero, la nómina completa del staff
de dicha dependencia judicial, desde 2008 al presente.

e. Se provea todo otra medida tendiente a acreditar la materialidad de la falta


imputada.

15
X. PETITORIO
Por todo lo expuesto, solicito:
1. Se me cite a ratificar la presente denuncia.
2. Se le imprima a la cuestión el trámite de rigor conforme la normativa citada, se
produzca la prueba ofrecida y, oportunamente, se le corra traslado al denunciado.
3. Se sancione al acusado con apercibimiento o multa de hasta el 30% de su salario
actualizado a la fecha de la sentencia.

Tener presente lo expuesto y proveer de conformidad, será justicia.

16

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