Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
- ¡Ay! – se quejó Jim – ¡Ten cuidado, niña! Hazlo con un poquito más de… – el
todo el daño que le has causado a John, no debería ni haberte dejado entrar en
volvió a deslizarse por la herida y Jim soltó una maldición. John le sonreía desde
evitaba soltar una lagrimilla de dolor – ¡Si encima el cabrón disfruta con esto! –
- Eres un nenaza – dijo, mientras se acercaba a una estantería a por los vendajes.
El pirata miró a la niña airado. Cuando Elly volvió con el material, John la
sonriente, y luego volvió a sentarse en su silla. Observaba al pirata de una forma que
este no sabía muy bien cómo interpretar. Jim alzó una ceja esperando una intervención
por su parte, pero como esta parecía no llegar, decidió ser el primero en romper el hielo:
a vendarle desde el hombro hacia abajo – Aunque creo que no me has dicho
nada de ella – dijo. Las vendas se deslizaban con suma delicadeza por su espalda
suspiro.
- Sí – siguió John – Has naufragado, ¿no? Supongo que no sabrás que ha sido de
ella – inquirió. Jim lo miró pensativo. Tal vez su mirada reflejara el dolor que
sentía al recordar aquello, porque la expresión del librero cambió al verle – ¿No
me digas qué…?
- Sí – asintió Jim con una triste sonrisa – Soy todo lo que queda de ella. El último
- Pues… Sí, ¿por? – John frunció el ceño y le soltó con brusquedad, dejándole
caer en la cama – Oye, ¿te pasa algo? – no le gustaba el matiz que estaba
airada.
- ¡El padre de Elly formaba parte de aquella tripulación! – dijo. Seguía
observándolo enfurecido – ¡Al igual que tú! – Jim lo miraba sin saber que decir
- Oye, ¿¡no crees que estás siendo demasiado injusto conmigo!? – inquirió –
Aquello paso hace ocho años. ¡Yo embarqué hace ocho años! – puntualizó –
Puede que haya pasado mucho tiempo desde entonces, pero no recuerdo haber
hecho escala en esta isla en mi vida – dijo – ¡Así que aquello tuvo que suceder
- Puede, – indicó el librero – ¡pero eso no quita que sirvieras junto a ese hombre!
- ¡Tenía once años cuando embarqué en ese barco! – estalló – ¡Y no lo hice por
esa vida.
- Entonces no tengo nada más que hablar contigo – dijo el librero, dándole la
espalda.
hacia él con lentitud – Por cualquier mal que os haya hecho mi tripulación a ti o
a esa niña, te pido perdón – argumentó el pirata – ¡Te pido perdón en su nombre,
- Ahora están muertos – dijo John, con un tono pausado, carente de emociones.
único que queda de esa tripulación – John bajó la cabeza pensativo – ¡Pero no te
de los piratas de Jim Golden – terminó sonriente. John le siguió mirando durante
- ¡Los piratas de “Una Oreja” Golden! – rió. Jim frunció el ceño – La verdad es
carcajada.
- Está bien, amigo naufragado – dijo sonriente – No te guardaré rencor por lo que
tu banda hiciera en el pasado – se señaló los ojos con dos dedos y luego le
señaló a él con ellos – Pero te estaré vigilando – dijo con total seriedad. Luego le
sonrió y le dio la espalda – Ahora descansa, que no queda mucho para que
“El primero”, se atrevió a pensar el pirata por fin. Era un paso inicial importante. Tantos
años queriendo formar su propia tripulación, y ahora que tenía la oportunidad, no sabía
piratas, con los que había compartido prácticamente la mitad de su vida, aún le era
demasiado reciente. Pero sabía que no podía anclarse en el pasado y lamentarse por ello
toda la vida. Tenía un objetivo que cumplir. Por Mediabarba, por los que en su día
suya propia. “Siempre he querido hacer esto”, pensó. “Y ahora estoy en el camino para
conseguirlo. ¡Ya es tarde para mirar atrás!”, se dijo con fuerza. La puerta de su
habitación volvió a abrirse, y Elly entró en ella con un andar brusco, a grandes
- ¡Elly! – dijo. La niña se paró justo en la puerta – Gracias – el pirata pudo ver
Luego se paró a pensar en aquella niña. Él también había crecido sin padres. Su madre
había muerto al darle a luz, y no sabía nada de su padre. Había crecido arropado por el
Pero esa niña sí había tenido un padre. Un padre que había estado embarcado con él en
el mismo barco. ¿Quién habría sido? ¿Habría tenido una buena relación con él? ¿O
habría sido alguno de esos gusanos por los que el mismo Mediabarba sentía tanto asco?
Jim decidió acostarse y recuperar fuerzas para lo que quiera que le esperase por la
mañana, mientras aquel sentimiento de duda seguía rondándole por la cabeza. Aquella
noche soñó con el día en que se convirtió en su propio capitán. El día en que la banda
pirata de Mediabarba pasó a ser historia. Mientras el “Mechero del Infierno” se hundía,
los cadáveres de los que habían sido sus nakamas descendían pesadamente hacia el
fondo marino, observándole. Pero lo miraban con unas caras que desconocía, todas
***
La mañana del día siguiente, se despertó nada más oír los golpes de Elly en la puerta:
- No – dijo la niña con una malévola sonrisa – Pero después de todo, gracias a tu
ahora con una sonrisa sincera – Y además, no quiero que te lleves una mala
sonrojó.
sonriente.
Nada más pasar por delante de ella, esta le dio un puntapié por detrás. Jim se
volvió y la niña le sacó la lengua a modo de burla. Sonrió y bajó junto a Elly al
John los esperaba ya allí, mientras freía unos huevos en la sartén. La mesa ya estaba
beicon… Mientras Elly tomaba asiento, miró con curiosidad al primer hombre de su
mientras el ahora ex-librero servía los huevos fritos en una fuente – Por cierto,
- Será una de las primeras cosas que te enseñe a hacer una vez zarpemos – dijo.
- ¿Sigues teniendo tus dudas? – preguntó. Miró a la niña, que en aquel momento
no te voy a obli…
- … se hace duro – terminó Jim por él. El hombre le miró pensativo, y luego
- Bueno, – le dijo – un capitán pirata sin más tripulación a parte de mí; sin barco,
sin cartas de navegación y sin brújula – sonrió – ¿Cómo lo vamos a hacer? – Jim
tragó lo que tenía en la boca antes de hablar, mientras cogía otra rebanada de pan
¿Y qué haremos después? Has navegado con Mediabarba durante ocho años –
islas del East Blue – comentó el otro – No nos sirve para navegar – Jim meditó
unos instantes.
- El tuyo, por supuesto – respondió él – Alguna que otra cosa tendrás ahorrada,
- Menuda cara que tienes – se quejó – Está bien. Eso también corre de mi cuenta
- Hay un astillero muy bueno en una isla situada a pocas leguas de Mirrorball –
- Más o menos – repitió John con sorna – Pues como no te regale el barco, ya me
le dio un sorbo a su taza de café. John se cubrió la cara con la mano derecha,
agotado.
mordisco – Todo hombre o mujer de confianza que quiera navegar libre será
- Está claro que tú no vales para hacer planes – comentó – ¿Piensas que cualquier
pardillo que encontremos se va a unir a ti? – inquirió – ¿Así, por las buenas? –
Jim terminó la manzana, tragó lo que tenía en la boca y le señaló con lo que
quedaba de la fruta.
- Tú te has unido a mí, ¿no? – dijo divertido. John lo miró sin saber que decir
durante un rato, y luego se echó a reír. Jim rió también. Un fuerte golpe en la
- Me parece muy bien que intiméis de esta manera – dijo – Pero como sigáis aquí
- ¡Mierda! – exclamó – ¡El barco zarpa en menos de una hora! – informó – ¡Será
mejor que nos vayamos yendo! – dijo mirando a Jim. El pirata asintió.
dirección al puerto.
***
Jim podía sentir el olor del mar llamándole. Instándole a partir en pos de aventuras.
abastecimiento. De ahí que el barco que los iba a llevar destacara entre el resto:
sonrió.
acabar con el Gobierno Mundial, e instaurar un nuevo gobierno. Pero la revolución fue
baja.
- No – dijo John, negando con la cabeza – Compró ese barco hace doce años.
en una de las pocas veces que coincidí con él en la taberna del pueblo, mencionó
que se lo compró a una mujer – dijo – Una misteriosa mujer de ojos castaños,
- Es un buen barco, tranquilo – Jim asintió sin estar muy seguro de ello.
Siguieron avanzando en silencio hasta llegar a la parte del puerto en la que estaba
anclada la nave. El capitán daba órdenes a sus hombres desde el embarcadero. John se
- ¡Ysack! – el capitán se volvió hacia él. Era un hombre calvo y obeso, entrado en
los cincuenta. Una espesa barba le cubría el rostro. El hombre se acercó hacia
John sonriente.
- … pirata – terminó Jim por él. El capitán lo miró con el ceño fruncido. John se
- Así que un pirata, ¿eh? – comentó Ysack. Miró a John de forma inquisitiva –
- Vale, vale – rió – Júntate con quién te dé la gana – luego miró a Jim y le tendió
bajando la mirada hacia Elly. El capitán la miró también, y luego asintió con
lentitud. Volvió al lugar que le correspondía, dando órdenes entre sus hombres.
- Elly – repitió mientras la sostenía de la barbilla para mirarla a los ojos. La niña
con afecto. Jim sonrió al ver la escena. Luego miró hacia delante, y se
- Venimos a darte las gracias – contestó el que parecía ser el alcalde del pueblo –
Dimos a uno de los nuestros de lado, y dejamos al que por aquel entonces no era
más que un joven de buen corazón, lidiar con todo – le miró avergonzado –
pie.
- Lo sabemos – asintió el alcalde – Durante años, has protegido este pueblo, sin
- Aunque fuera así, – siguió el alcalde – no dejamos de estar en deuda por ello.
- ¿Vosotros?
- ¿Que no me fallaréis? – inquirió John con sarcasmo. Luego rió para sí. El
alcalde lo miraba con seriedad – Haced lo que queráis – dijo – Pero sí os pediría
que pidieseis al cuartel de la Marina que doblara sus tropas, y que dejara alguna
patrulla en el puerto.
agacharse ante Elly, y la habló en voz baja, para que los lugareños no le oyeran.
- Elly, – la niña lo miraba, intentando contener sus lágrimas – ¿crees que podrás
- Vaya con el librero – comentó Jim – Parece que ya sentías la llamada del Jolly
- El negro y el blanco siempre han sido mis colores preferidos – dijo el otro con
una sonrisa mientras se levantaba – Son los colores por los que se rige el mundo
- El negro y el blanco – repitió Jim – Yo creo que el color que rige el mundo es el
gris.
- ¿Una bandera pirata de color gris? – inquirió John – Eso sí que me gustaría
verlo.
enseña.
- ¡Eh, vosotros dos! – se giraron al oír la llamada del capitán Ysack – ¡Más vale
- ¡Ya vamos! – respondió John. Miró de nuevo a Elly – Te voy a echar de menos.
- Pues yo a ti no – dijo la niña cruzándose de brazos y poniendo una mueca
Empezaron a subir la pasarela de madera. El pirata se fijó en que cada paso que daba
John, era cada vez más lento e inseguro. “Quizás le esté apartando del lugar al que
a bordo. El barco recogió el ancla, desplegó las velas y zarpó. Elly siguió su partida
corriendo a través del embarcadero. Jim vio a su compañero mientras se despedía una
última vez, asomado por la cubierta. Luego miró a la inmensidad del océano, que se
“Pero aún no tiene el derecho de quedarse en él”, pensó. “Para conocer cuál es tu lugar
en el mundo, primero tienes que conocer el mundo”. Era algo que Mediabarba siempre
decía:
- Mi lugar en el mundo – se dijo en voz alta. El sol brillaba alto en el cielo. Una
“One Place”, una obra de Andrés Jesús Jiménez Atahonero. Fanfic original basado en la
obra “One Piece” del mangaka Eiichiro Oda. Hecho por fan para fans