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Ladrido

Fauces devoradoras de mundos


ellas tienen las llaves que abren
las cerraduras del fin
pero en sus pezones se
encuentra la esencia de la
vida misma, manantial blanco
derramado por los orificios superficiales
de las tetillas de la loba creadora
la sustancia nos preserva
y nos alimenta, nos permite crecer.

El sol encendido y chispeante


proyecta su luz y así nace
mi sombra, un puñado
de oscuridad contra lo sólido,
contra lo concreto que puede
o no presentar grietas
en su estructura, no importa
ella no discrimina el origen
de las cosas, de la materia.

Los dientes afilados cortan carne


los sin dientes comen papilla o puré
absorben nutrientes con su lengua
la defensa del cuerpo está en alza
pero el corazón queda desprotegido
cuando el amor escapa por la puerta
de atrás, una puerta que al cruzarla
se hace humo y el intento de
persecución queda trunco.

El verde crece entre las grietas y


entre mi sombra horizontal,
cae la lluvia oblicua sobre tu ventana,
sobre lo que era y sobre el diminuto
helecho desplegado en la hendidura
de un piso mal terminado.

RODRIGO MARTINEZ

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