La situación de descomposición social de nuestra querida Patria
Colombia, deja el camino expedito para la realización de una nueva serie titulada “Grandes Misterios” llevada a la pantalla por la mente creativa de Orson Wells, salvo que esta nueva versión, no graficaría ficción, si no, la más cruel y virulenta de las realidades, puesto que en la historia de Colombia no se habían vivido episodios más aberrantes de la repudiable incrustación y permeabilización de la sociedad del más crudo de los pillajes en la mayoría de las esferas del estado, la política y la vida social del país, que prácticamente està desbordando la capacidad del mismo para ponerle freno a esta purulenta metástasis.
Toda esta endemia cancerígena ha hecho blanco en el gremio
de los servidores más leales y heroicos de la sociedad y la Patria, como son sus Fuerzas Armadas, que hoy nos dejan muy claro, que ellos como hombres íntegros y valientes, no le temen enfrentar estoicamente el combate para aniquilar y derrotar a los criminales terroristas de las Farc, Autodefensas, Narcoterrorismo, Bacrim, Delincuencia Comùn, etc. si no, a sus enemigos más peligrosos enquistados en las mismas instancias del poder y desde, donde le hacen un daño desmoralizante e irreversible a estos singulares héroes de Colombia, pues cuando se atenta contra su moral, se destruye el espíritu de cuerpo, la desmotivación hace su trabajo, decae el ánimo de la tropa y los resultados operativos son lamentables, porque nadie se va a exponer a que cada vez que finalice un combate, termine en las mazmorras de una prisión por el resto de su vida, sindicado como criminal de lesa humanidad por haber cumplido con su deber constitucional de enfrentar al terrorismo y dar de baja a sus criminales representantes.
Al finalizar muchas operaciones militares, soldados
profesionales, agentes, suboficiales y oficiales son destituidos, o generales, coroneles, suboficiales, etc.; con pruebas de gelatina o testigos prefabricados, son condenados prácticamente a cadena perpetua por fiscales y jueces que nunca tuvieron el valor de verdaderos hombres, para estar presente en el teatro de la guerra y allí, como testigos de primera mano de los hechos, tener el conocimiento preciso y la autoridad moral para proceder a fallar sus procesos ceñidos a una verdadera aplicación de justicia, condenando con justo apego a la ley y a los hechos, o declarando inocencia cuando los acontecimientos se produjeron por el mero ejercicio del deber constitucional y el amor de patria de nuestros hombres, que los lleva a exponer sus vidas en cumplimiento del más sublime de sus deberes, como lo es la defensa de la sociedad y de la Patria.
Nuestros militares no tienen quien los defienda ni dolientes por
parte del estado, la política ni la sociedad, ellos no tienen quien los llore; salvo sus familias, viudas, hermanos e hijos en la más cruel de las orfandades. No están incluidos en la Ley de Reparaciòn de Víctimas, no tienen derechos humanos y mucho menos, voces que se alcen en su defensa por parte de Human Rights Watch, ONGs y toda esa pelambre asquerosa que folclóricamente se autodenominan defensores de los derechos humanos. Se les violan todos sus derechos, su fuero militar ya les fue raponeado de la manera más miserable, sus posibles delitos militares ya no son juzgados por la Justicia Penal Militar, si no, por jueces que no tienen ninguna especialidad en materia militar y desconocen por completo, la angustiosa conducta de estos eméritos hombres en el fragor del combate, donde tienen que enfrentarse, no a unos simples fabricantes de ostias, si no, a verdaderos criminales, y allí, la disyuntiva es, si no me defiendo, me matan. Sus condenas las tienen que purgar en los mismos centros penitenciarios donde están recluidos los mismos criminales que ellos combatieron, en las cárceles militares si cuentan con un mísero caspete o un catre con un colchón para dormir, salen algunos medios de comunicación; como esa baratija de pasquín que se llama “Semana”, a publicar que esos militares criminales los tienen viviendo en un Resort, mientras que los verdaderos resort se los construyen a los Nule para que no hablen y sobre ello, guardan un silencio cómplice o se limitan a mirar para otra parte en busca de una noticia que no afecte a sus amigos. Los militares activos y retirados con una mente abierta y de rechazo a esta infamia publicitaria, jamás compraremos un solo ejemplar de dicho pasquín, pues su contenido periodístico es tan mediocre, que solamente alimenta el morbo de los extremistas de izquierda y el lumpen de esta sociedad.
Entonces, fácilmente podemos concluir que la amenaza para
nuestros sacrificados militares viene por partida doble o triple, toda vez que si se salvan de las balas y bombas de los terroristas, o quedan mutilados por las minas quiebrapatas, no se salvan de la prosa venenosa de ciertos medios de comunicación, o de la acción de fiscales o jueces que destilan un odio visceral contra todo lo que huela a militar, o de la presión política interna y externa, que obligan al país a “cumplir parámetros de respeto a los derechos humanos; solamente para bandoleros, por supuesto” impuestos desde el exterior, o macabros personajes como Petro, Piedad Córdoba, Wilson Borja, Iván Cepeda, ONGs, partidos de izquierda y toda suerte de amigos de las Farc y del terrorismo en general.
A las reservas de las Fuerzas Armadas, el poder político y el
Estado nos aplastan y nos tratan como a ciudadanos de última categoría, a los cuales, se les puede vulnerar todos sus derechos y nadie escucha nuestras reclamaciones. Nuestra heroica Asociación Nacional de Veteranos de la Fuerza Pública; en cabeza de su Presidente Sr. Capitán Juan Alfonso Fierro Manrique y destacados líderes de Asoproclub, desde hace 19 años registra una lucha encaminada a que el Estado cumpla con los preceptos de la Ley 4ª. de 1992, nivelación salarial, incrementos salariales acordes con el IPC. reconocimiento de propiedad privada del Circulo de Suboficiales que fue construido con los aportes de todos sus afiliados, etc. y hasta el momento, esta lucha ha sido estéril porque este poder político y el Estado han asumido una actitud paquidérmica, dilatoria y de cínica indiferencia ante dichas reclamaciones. Los oídos más sordos y la actitud más cínica a nuestros reclamos, se hicieron latentes en el gobierno del culebrero paisa, vendedor de específicos, ungüentos y pomadas baratas, que durante sus dos campañas electorales se comprometió a resolver la problemática salarial de las reservas de las Fuerzas Armadas, pero cuando tuvo el poder en sus manos, asumió tal arrogancia y prepotencia que en plena reunión con nuestro ilustre líder de Analvet; en el Palacio de Nariño, no pudiendo controvertir los sòlidos argumentos de Analvet, cual zorrero analfabeta e irrespetuoso, se levanto y se retiro de la reunión, dejando a nuestro representante con la palabra en la boca y sin ninguna solución.
No entiendo como ante estas atrocidades del poder político o
estos; que si son crímenes de lesa humanidad, que cometen a diario con nuestros excelsos militares o sus reservas, la sociedad permanece indiferente, ajena completamente a estas repudiables y lesivas realidades, permitiendo el atropello sistemático de los derechos de sus más leales servidores. Será que los dueños del poder solamente se acuerdan de sus Fuerzas Armadas cuando tienen la soga al cuello? Y en los tiempos de calma chicha, se conforman con la bonanza de los jugosos contratos del Estado, el maná de Agroingreso Seguro y el festival de las EPS, y a sus Fuerzas Armadas, las mantienen en la picota pública o en el sótano de la indiferencia.
Señores Generales, Coronel, Oficiales, Sub-Oficiales, por favor
levanten la cabeza, por Dios..Reaccionen, defiendan a sus hombres para que ellos se sientan motivados y orgullosos de contar con la dirección y mando de Generales con verdadera capacidad de liderazgo, sentido de compromiso con sus hombres, respeto por ellos con la defensa de sus derechos y el rechazo a los abusos del poder político. Ya estamos saturados que este poder político corrupto se ensañe vilmente con nuestros soldados y policías, encarcele a nuestros más valiosos oficiales y suboficiales, que el estado de derecho de se haya quebrantado de tal manera, que ha perdido el horizonte sobre la forma vertical de administrar y aplicar justicia. Si hoy, no nos hacemos respetar y reclamamos nuestros derechos como verdaderos varones, mañana será muy tarde y perderemos el derecho a que, a los militares y sus reservas, se nos mire como un grupo de la sociedad que tiene dignidad y capacidad para defenderse y hacerse respetar. Es la hora de no seguir siendo los esclavos mudos del poder político ni hay una razón para continuar de rodillas ante ese mismo poder. Es el momento preciso para dejar a un lado las posiciones genuflexas y suplicantes. No más “como ordene señor presidente”. Señores oficiales y Sub- Oficiales pierdan el miedo y sean capaces de debatir y defender ideas y derechos, demuéstrenle a esta sociedad y al mundo, que los militares de Colombia somos parte actuante de esta sociedad con los mismos derechos constitucionales, y con oficiales, suboficiales, soldados y agentes capacitados para luchar por sus derechos y rechazar el abuso del poder político.
El pueblo colombiano tiene que cambiar de rumbo en muchos
aspectos de la vida nacional; especialmente, en materia de seguridad interna, porque si permite la destrucción de sus Fuerzas Armadas, queda la ruta expedita para que la subversión y el terrorismo se adueñen del poder y de allí, al abismo, queda un solo paso, porque ya la situación no tiene reversa y las balas del terrorismo no hacen diferencia entre militares y población civil.
PABLO ENRIQUE HERNANDEZ ALVARADO
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