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EL POZO

ESPOSA: Ya lo sabes, aquí te quedas al cuidado de la casa hasta que volvamos.

CRIADA: ¿Estarán muchos días fuera los señores?

DUEÑO: Depende del tiempo que tardemos en resolver unos asuntos. Pero no
creo que sea antes de ocho o diez días.

ESPOSA: Ya sabes lo que tienes que hacer. ¿No se te olvidará nada?

CRIADA: Descuide usted, señora.

ESPOSA: Cierra bien as puertas antes de acostarte y no le abras a nadie.

CRIADA: Estése usted tranquila, señora.

DUEÑO: Vamos, mujer, que se hace tarde.

ESPOSA: Bueno, pues ya sabes lo que tienes que hacer.

CRIADA: Que tengan buen viaje los señores. Las cosas van saliendo mejor de
lo que pensaba. Avisé a mi marido para que viniera esta tarde a casa de mis
señores. Por fin podremos estar unos días juntitos.

MARIDO: ¡Hola mujer!

CRIADA: Hola, marido. Ya veo que te han dado mi recado.

MARIDO: Lo recibí al mediodía, y en cuanto lo cogí me vine para acá


corriendo. Estuve escondido detrás de unos árboles hasta que vi salir a los
señoritos. ¿Durará mucho el viaje?

CRIADA: Ocho o diez días.

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MARIDO: ¡Vaya suerte! Durante toda una semana voy a ser un señorito.

CRIADA: ¿Quieres que te prepare algo de comer?

MARIDO: Mujer, eso ni se pregunta. ¿Qué hay?

CRIADA: Puedo prepararte unos huevos, si quieres… O salchichas.

MARIDO: ¿Y por qué no las dos cosas?

CRIADA: ¿Te frío también unas patatitas?

MARIDO: Pues ¡claro! Y si hay tocino o jamón, fríemelo también. En estas


cosas más vale pecar de más que de menos.

CRIADA: Ya veo que te he abierto el apetito.

MARIDO: ¿Apetito? Hambre atrasada, es lo que tengo.

CRIADA: ¿No oyes así como un trote de caballo?

MARIDO: Yo no oigo nada más que el saltito de los huevos…

CRIADA: Pues yo sí que oigo. ¡Ay! Tengo un presentimiento Lo que yo me


temía. Es el coche de los señoritos, que están de vuelta.

MARIDO: Pero, mujer, si se acaban de ir.

CRIADA: Se habrán olvidao algo, o habrán acordao aplazar el viaje ¡Qué sé yo!
El caso es que vuelven.

MARIDO: ¿Y yo qué hago?

CRIADA: ¡Vaya pregunta! Márchate ahora mismo.

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MARIDO: ¡Adiós, comida! ¡Para una vez que podía uno llenarse el estómago!

CRIADA: ¡No, por ahí, no! Podrían verte salir…

MARIDO: ¿Qué hago entonces? Si quieres me tiro de cabeza por la ventana, y


así acabamos antes.

CRIADA: Sal por allí.

MARIDO: No sabía yo que esa puerta daba a la calle.

CRIADA: No; da al comedor, y después a la cocina. En la cocina hay una


ventanilla no muy alta que se abre a la huerta.

MARIDO: ¿Y cómo me las arreglaré para salir después e la huerta?

CRIADA: Una vez en la huerta, das tres pasos en línea recta y encontrarás un
pozo; lo pasas, tuerces a la izquierda y encontrarás una puerta que conduce al
campo.

MARIDO: Está bien. Adiós.

CRIADA: ¡Hay que ver qué mala suerte! Sí, es el coche de los señoritos. Trae
una rueda pinchada, por eso seguramente volvieron. Y menos mal que me di
cuenta. Si llegan a entrar estando él aquí, estoy de patitas en la calle. Y mejor
casa que esta no la iba a encontrar, por mucho que buscara.

MARIDO: Me has dicho que iba a dar cerca de un pozo, y yo lo que he visto es
un pozo derrumbao.

CRIADA: ¡Por Dios! ¿Y qué importa eso ahora? ¡Vete antes de que lleguen y te
encuentren aquí! ¡Este hombre me pone mala de los nervios!

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MARIDO: Está bien, ya me voy, pero no me tenías que decir que a los dos o
tres pasos me iba a encontrar con un pozo, sabiendo tú que ese pozo ya no
existe.

CRIADA: Está bien, el pozo no existe. ¡Pero, por favor, lárgate de una vez o
pagaremos las consecuencias!

MARIDO: Si así es, será por tu culpa, porque si no está el pozo, no lo tenías
que haber nombrado. O por lo menos decirme que estaba derrumbao. Las
cosas como son.

CRIADA: ¡Cállate y vete de aquí! ¡Vete de una vez!

MARIDO: No, si ahora va a resultar que yo soy el culpable de que hayan


quitado el pozo de ahí.

CRIADA: ¡Ya están aquí! Por amor de Dios, vete!

MARIDO: Ya me voy. Pero antes quiero dejar muy claro que …

DUEÑO: ¿Qué voces son esas? ¿Quién es este hombre?

CRIADA: Señorito, es mi marido.

ESPOSA: ¿Y qué hace en esta casa?

CRIADA: Es que pasaba por aquí y … lo dejé entrar.

ESPOSA: Esto no me gusta nada. Aquí tienes un mes de sueldo, coge tus cosas
y vete.

CRIADA: (Llorando) ¿Eso quiere decir que estoy despedida?

ESPOSA: Me parece que he hablado muy clarito.

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MARIDO: (Aparte) Nuestro gozo en un pozo.

CRIADA: ¡Ay! ¡Bien merecido me lo tengo, por haberme casado con este
mendrugo!

MARIDO: ¡Anda, ahora me echa a mi la culpa! Pero vamos a ver, sé razonable:


¿he sido yo el que ha derrumbao el pozo? Vamos, contéstame: ¿Yo he sido?

CRIADA: (Le da un bofetón) ¡Toma!

MARIDO: ¡Ay!

CRIADA: Espérate aquí, que voy a recoger mi ropa.

MARIDO: ¿Han visto ustedes? ¡Encima me maltrata! ¡Ay, Dios mío lo que tiene
uno que aguantar, como si uno hubiera derrumbao el pozo. ¿Tengo yo culpa de
que ya no esté el pozo en su sitio?

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