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FARC
Ricardo Puentes Melo
Por Ricardo Puentes Melo
Una verdad que desconoce el país, pero que conoce muy bien el alto
gobierno y el comando de las Fuerzas Militares, es que Juan Manuel
Santos ya tiene fecha definida para sentarse a negociar con las FARC.
El lugar escogido para los diálogos será una población fronteriza colombo-
venezolana. Allí el camarada Santos nos propinará la puñalada mortal a los
más de 9 millones de colombianos que votamos por la continuidad de la
Seguridad Democrática del presidente Uribe.
No hay que olvidar que fue él el precursor del despeje; fue él quien –junto a
Raúl Reyes- planearon la caguanización del país y que, en agradecimiento
a esa “vuelta”, el nefasto Pastrana lo nombró ministro de Hacienda.
Tampoco hay que olvidar que fue el camarada Santos quien, siendo
ministro de Defensa del presidente Uribe, se reunió en secreto con los
cabecillas del ELN (misma guerrilla a la que amó profundamente su mentor
Alfonso López Michelsen), y que estos bandidos le dijeron al camarada
Santos que negociarían la paz con él siempre y cuando sacara del gobierno
a Luis Carlos Restrepo, el comisionado de paz. El camarada Santos hizo
todo el intento posible pero no pudo.
Y menos hay que olvidar que Santos facilitó la huida de Cano para evitar
que el ejército lo diera de baja. Las conversaciones de paz sin Cano se
verían como lo que son: una payasada para pasar a la historia como el
hombre que logró la paz en Colombia; una payasada que le cuesta litros de
sangre a los colombianos, una payasada que para Pastrana se convirtió en
el mismo delirio que hoy sufre Santos, y tras el cual arrastró al país a los
cuatro años más sangrientos de los últimos tiempos. En eso y otras cosas
se parecen estos dos.
Los movimientos previos a este paso eran, por supuesto, aplastar la moral
del ejército mediante la guerra jurídica que el mismo Santos y sus ministros
patrocinan. La salida del general Matamoros era absolutamente necesaria
para el anuncio de hoy. Y que el general Matamoros me corrija si estoy
mintiendo. Otra cosa importante es impedir que las víctimas de la guerrilla
sean reconocidas como tales. Por ello atentaron contra la vida de Fernando
Vargas Quemba y están amenazando a quienes exigimos justicia y castigo
contra los narcoterroristas.
Tanto Roy Barreras como Juan Fernando Cristo saben que definitivamente
en la presidencia de Santos “lo normal y lo lógico” es que su gobierno les
conceda la beligerancia a los terroristas de la narcoguerrilla.
Mayo 05 de 2011