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turismo internacional | F

Es moderna y desprejuiciada, concentra lo mejor de la vanguardia


artística mundial y marca tendencia en materia de diseño y arquitectura.
Un recorrido imperdible por lo mejor de esta ciudad que supo
reconvertirse, y pasó de vestigio del pasado a anticipo del futuro.

x José Esses
fotos: Mariana Eva Perez y Marcelo Dimentstein

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S
i usted suele pasear en sus viajes con la cá-
mara siempre en la mano, intentando retratar-
lo todo, tal vez sea conveniente advertirlo en
estas primeras líneas: las fotos que se sacan
en Berlín empiezan a atrasar muy (demasiado)
rápidamente. A diferencia de otras ciudades europeas, que
se mantienen inalterables durante siglos con sus palacios
lustrosos y sus monumentos imponentes, aquí no se niega el
paso del tiempo. Por el contrario, la ciudad evoluciona a un
ritmo vertiginoso, se expande dentro de sus propios límites,
se resignifica.

Berlín no le teme a los cambios: vive de ellos. Ese pulso vital


que transmite resulta irresistible para los viajeros, y muy es-
pecialmente para los más jóvenes. Tal vez sea por eso que,
durante el último año, 9 millones de personas se acercaron
a conocer a este monstruo que tiene abiertas sus heridas y
que no deja de mutar. Para darse una idea del crecimiento
turístico de la capital alemana basta un dato: el número de
visitantes se duplicó en sólo una década.

Berlín es historia y es vanguardia. Resguarda en lujosos es-


pacios lo más clásico de la cultura y de la historia, pero tam-
bién mantiene y alimenta con financiamiento estatal, aunque
en edificios más descuidados, el interés por el arte más mo-
derno. Como en esas largas canciones de la banda alemana
Kraftwerk, llenas de climas y ruidos pero en las que también
hay estribillos inoxidables, todo convive en una caótica ar-
monía: lo nuevo, lo viejo, lo indescifrable, lo propio y lo ajeno.

Museos de ayer y de mañana

Es fácil toparse con la historia en Berlín: alcanza con transitar


sus calles y sus plazas para encontrarse con las marcas de la
Segunda Guerra Mundial, de la caída del muro más mentado
de la historia de la humanidad y de las recientes crisis econó- Con su fachada metálica y un ventanal angosto y extraño,
micas, que también pasaron por acá. el Museo Judío podría completar un tour histórico de primer
nivel. El arquitecto Daniel Libeskind se basó en las ideas de
Checkpoint Charly, el puesto fronterizo más famoso que di- “vacío” y “ausencia” para desarrollar uno de los museos más
vidía la ciudad, sigue siendo uno de los sitios más visitados, visitados de Berlín.
igual que los restos del Muro de Berlín, que bordean el río
Spree y forman la East Side Gallery. Por supuesto, si la ciudad sólo se preocupara por reconstruir el
pasado, no sería Berlín. Su gracia, justamente, consiste en vivir
Con espíritu lúdico, el DDR Museum propone pasar un rato el presente, con sus nuevos códigos, dándoles lugar a los cam-
en la vieja Alemania: allí se puede visitar un living decorado al bios y los desafíos que ellos traen. El Computerspielenmuseum,
estilo comunista (instalado en el sentido común global gracias por ejemplo, muestra el árbol genealógico de los juegos elec-
a la película Good bye, Lenin), descubrir bandas pop del Este trónicos: del viejo Space Invaders a la inalámbrica Wii, pasando
o subirse a un Trabant, el auto emblemático de la “época roja”. por hits como el Pac-Man o el Tetris. Es muy divertido observar
las reacciones de los visitantes de este museo del pasado re-
Menos divertido es el paseo por Hohenschönhausen, una ciente: los niños se acercan a los primeros videojuegos con la
cárcel en la que se alojaba a los presos políticos comunistas. misma cara de extrañeza con la que miran los casetes. La co-
Los guías, casi todos ex detenidos, invitan a los valientes lección permanente incluye todo tipo de consolas hogareñas,
turistas a conocer las celdas de castigo, las salas de inte- fichines históricos y una línea de tiempo en la que se muestra
rrogatorio y los patios en los que nadie lograba distraerse. cada pequeño paso que dio esta industria.

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"Ampelmännchen" quiere decir “hombre del semáforo”: esta figura tan formal y algo anticuada todavía aparece en los
semáforos peatonales de la Berlín oriental. Cuando llegó el auge de la osstalgie, la moda que se basó en la estética
del Este, este hombrecito con sombrero se impuso como el ícono de la modernidad y el diseño en Berlín.

En el Digital Art Museum se exhiben piezas que plantean te- y en el que la atención no sea amena y en distintos idiomas.
mas universales, como la (in)comunicación, las guerras o el Cada detalle está medido y los restós son formales, pero al
cuidado de la naturaleza, a través de nuevos elementos y mismo tiempo, cool. Sobre la calle Wienerstrasse se ubican
recursos (gigantografías, proyecciones, performances). An- varios locales de comida asiática (japonés, vietnamita, tai)
tes de entrar conviene dejar los prejuicios en la puerta y en- que evitan los lugares comunes en la decoración y en la am-
tregarse a experiencias sensoriales y sugestivas que intentan bientación: desde afuera, nadie podría adivinar que allí se
correr el límite de lo que se entiende por arte. sirven los mejores pescados de la zona, basados en recetas
tradicionales de la cultura oriental.
Un mundo en cada barrio
Los fines de semana, las plazas de Mitte albergan ferias de
Como muchas otras grandes ciudades del mundo, en Berlín frutas y verduras, quesos caseros, pescados y pastas arte-
cada barrio esconde un mundo que se puede descubrir si se sanales, muy visitadas por aquellos que buscan menos con-
la camina sin apuro y con ganas de conocer. servantes y más sabores naturales.

En Mitte (“centro”, en alemán) es imposible cruzarse con un A pocas cuadras de puntos turísticos más frecuentados,
local que no tenga su decoración milimétricamente diseñada como la Puerta de Brandenburgo o la Isla de los Museos (los

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Prenzlauer Berg

Moverse por En Prenzlauer Berg son innumerables los negocios con artícu-
la ciudad los para niños: juguetes de madera, ropa de diseño, librerías
y guarderías se siguen abriendo y multiplicando en una zona
Moverse por Berlín es un poco más barato que en elegida por gente que ronda los 30 y los 40 años. Pero la vida
otras capitales internacionales, y el boleto tiene nocturna también está en ascenso y se multiplican los bares
validez durante una hora para combinar con otros con techos altos y lámparas antiguas. La variedad de cerve-
medios de locomoción. La red de transportes zas y bebidas blancas es tan grande que si se quisiera probar
(colectivos, subterráneo, tranvías) funciona casi a la todas la recorrida por las barras podría tomar meses enteros.
perfección y soporta sin inconvenientes la enorme
cantidad de gente que circula. Los kioscos y los Los domingos, cuando casi todo cierra, el movimiento del
locales de comida al paso, abiertos a toda hora, barrio lleva hacia el Mauerpark, una inmensa “feria de pul-
prueban que aquí siempre hay movimiento. gas” en la que se consigue indumentaria moderna, acce-
sorios, adornos y vinilos. Los puestos de comida son casi
tantos y tan variados como los visitantes. Por las tardes, el
anfiteatro del parque, que últimamente fue defendido por sus
vecinos ante distintos proyectos de edificación, se llena de
gente que aplaude y canta en un karaoke gratuito que ya se
convirtió en un clásico del barrio.

Charlottenburg

Durante todo el año, la avenida Kurfürstendamm, para to-


dos Ku’Damm, en el barrio de Charlottenburg, es una de las
más transitadas por los turistas y los locales. La oferta de
indumentaria parece infinita: allí, a pocas cuadras del zoo,
las marcas más conocidas del mundo instalaron sus tien-
das más importantes. Cuenta la leyenda que cuando cayó el
muro, muchos berlineses del Este vinieron a hacer sus pri-
meras compras a esta zona, la más comercial de la ciudad.
más grandes e impresionantes de la ciudad), en Mitte se en-
cuentran los negocios de diseño más innovadores. El diseño Aquí también se encuentra la Gedächtniskirche (Iglesia del
se aplica a todo: elementos de cocina y zapatos, abrigos lar- Recuerdo), que fue destruida durante la Segunda Guerra y
gos, gorros y chiches tecnológicos. En esta zona todo entra restaurada con más de 20 mil cristales coloreados que le
por la vista, y dan ganas de callar esa vocecita interior que dan un clima único. El Ku’Damm, que en 1989 albergó la pri-
hace cuentas y traduce los precios a pesos. mera edición del Love Parade, hoy le da lugar al gigantesco
centro comercial KaDeWe, que ofrece en su piso más alto un
Kreuzberg patio de comidas con exquisiteces internacionales (carnes,
especias, licores, dulces, chocolates, panificados) del que se
Recorrer las calles de Kreuzberg es como visitar una emba- recomienda no salir sin probar algo.
jada de Turquía a cielo abierto. El 40% del barrio es turco; la
gran cantidad de locutorios demuestra que es una zona de Última advertencia
inmigrantes, los hombres juegan al backgammon en bares
en los que no entran las mujeres y se multiplican los puestos Berlín seduce y atrae con una infinidad de propuestas para
de kebap, el fast food del mundo árabe por excelencia. cada día. Las postales que anuncian distintos eventos cultu-
rales, las guías gratuitas y los trípticos de los museos reba-
Los bares y los boliches de Kreuzberg se apropiaron de esa san los revisteros de cada bar. Por eso, antes de embarcar,
identidad trashy tan berlinesa, en la que lo inmediato y lo el lector quizá deba recibir una última advertencia para luego
desprolijo se mezclan en dosis exactas. En este sitio, los car- no sentirse frustrado: en Berlín el tiempo siempre parece es-
teles se pegan uno sobre el otro y los esténciles reinan por caso. Siempre se necesitan más días para conocer otro mu-
todos lados: aquí no hay que buscar la estética cuidada que seo, para pasear por alguna otra feria o para vivir una nueva
reina en Mitte o en Prenzlauer Berg, otras dos zonas emble- aventura en una ciudad que supo reinventarse a sí misma y
máticas de la ciudad. lo tiene todo por descubrir.

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