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Asistimos pues a más de treinta años de democracia parlamentaria en los que España se
ha aproximado en todos los órdenes a las sociedades de los países de nuestro entorno.
En este tiempo se pueden distinguir tres etapas políticas, que se corresponden con las
tres formaciones que han ocupado el poder.
La segunda (1982-1996) se corresponde con el gobierno del PSOE, liderado por Felipe
González, y que presenta un balance donde encontramos desde la modernización y el
progreso social e institucional, las mejoras en las infraestructuras, la incorporación a
Europa, la desactivación del golpismo, la reconversión industrial con su profundo lastre
de paro y conflictividad social, hasta los problemas de corrupción y de errores en la
política antiterrorista que, unidos al lógico desgaste por el largo ejercicio del poder,
terminaron con su predominio político.
Se abre ahora una tercera etapa, donde la alternancia elegida por los ciudadanos, ha
llevado al Gobierno al PSOE, liderado esta vez por un joven J. L. Rodríguez Zapatero.
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1. EL PRIMER GOBIERNO CONSTITUCIONAL: ADOLFO SUÁREZ
(UCD)
Sancionada la Constitución por el Rey (Diciembre de 1978), entró en vigor por lo que el
presidente Suárez disolvió Cortes y convocó elecciones para marzo de 1979, de las que
habría de salir un nuevo poder legislativo (Congreso y Senado) y sobre todo un nuevo
poder ejecutivo (El Gobierno), según lo establecido en la flamante Constitución. La
renovación política se completaría con la convocatoria de las primeras elecciones
municipales democráticas para el mes de abril de ese mismo año.
-Se reformó el Código Civil recogiendo mayor igualdad entre hombres y mujeres y la
igualdad de derechos de los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio. Finalmente se
aprobó el divorcio en 1981.
-Se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, que regula las relaciones laborales ente
empresarios y trabajadores, reconoce y garantiza sus derechos, entre ellos el de
sindicación, negociación colectiva y huelga.
-Se puso en marcha una reforma fiscal en lo que más destacado fue el impuesto sobre
la renta de las personas físicas (IRPF).
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La principal tarea política del momento era la puesta en marcha del Estado de las
Autonomías. El partido del Gobierno pudo comprobar cómo era desplazado de las
esferas del poder en la mayoría de las Comunidades Autónomas recién constituidas.
A partir de 1980, a pesar de los importantes avances políticos que se iban produciendo,
se fue extendiendo en la sociedad española un sentimiento de cierto desencanto político,
seguramente a consecuencia de las grandes ilusiones depositadas en los beneficios que
traería la democracia y que en alguna medida no fue posible alcanzar.
El Gobierno de Suárez perdió apoyo popular y sobre todo el apoyo político de su propia
formación, la UCD, que inició una profunda crisis que influiría al año siguiente en la
dimisión del Presidente del Gobierno y terminaría dos años más tarde, ya bajo la
dirección de Leopoldo Calvo-Sotelo, con el hundimiento y desaparición de su proyecto
reformista.
-Los socialistas anunciaron el fin del consenso y desarrollaron una intensa oposición.
Un renovado PSOE (1979) se presentaba ante la sociedad española una vez que había
proclamado su abandono del marxismo como referente ideológico con el objeto de
atraerse a sectores moderados del electorado. Felipe González puso en marcha una dura
oposición al Gobierno poniendo contra las cuerdas a un cansado y aislado Adolfo
Suárez.
-La crisis económica no remitía, a pesar de los Pactos de la Moncloa. Los problemas
estructurales de la economía española no tenían fácil solución y su consecuencia más
evidente era el cierre de muchas empresas y el incremento incesante del paro.
-Dentro de la UCD se desató una profunda crisis entre sus dirigentes cuyas
discrepancias supusieron la pérdida de cohesión interna y el principio del fin del
proyecto centrista. Suárez intentó solucionar la situación remodelando el Gobierno,
dando entrada a alguno de ellos, pero su posición era cada día más frágil.
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1.B. LA DIMISIÓN DE SUÁREZ Y EL GOLPE DE ESTADO DEL 23-F
Tras la dimisión de Suárez, el candidato propuesto por el Rey, Leopoldo Calvo- Sotelo
pasa a ocupar el cargo de Presidente del Gobierno.
En la tarde del 23 de Febrero de 1981, cuando tenía lugar la segunda votación para su
investidura (en la primera no alcanzó la mayoría absoluta requerida), el teniente coronel de
la Guardia Civil Antonio Tejero, al mando de unos doscientos guardias irrumpió en el
Congreso de los Diputados en un intento de Golpe de Estado (cuyas imágenes dieron la
vuelta al mundo al ser captadas por TVE), que no tuvo más respuesta relevante que la del
Capitán General de Valencia Milans del Bosch que sacó los tanques a la calle.
Milans del Bosch abandonó su actitud y tras horas de negociación a lo largo de toda la
noche (“la noche de los transistores”) Tejero y sus guardias civiles abandonaron el
Congreso a las doce del mediodía del 24. Solamente los militares directamente implicados
y un solo civil serían detenidos.
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Aunque el peligro de involución iba desapareciendo y se consolidaba la democracia, su
Gobierno tuvo que afrontar la presión religiosa contra el divorcio, la fortalecida oposición
socialista, el escándalo del envenenamiento por el fraude del aceite de colza, con
numerosas víctimas y ante el que las autoridades no daban respuesta alguna.
En este contexto el Gobierno apostó por la integración en el Pacto Atlántico (OTAN) pese
a la frontal oposición de la izquierda. La decisión adoptada por la Cámara en octubre de
1981, se formalizó en mayo de 1982. Frente a ella el PSOE recogió cientos de miles de
firmas contrarias y acusó al Gobierno de precipitación innecesaria.
Pero sin duda el mayor problema para Calvo –Sotelo era la crisis de su propio partido que
día tras día registraba el abandono de significados políticos: el ala derecha, Herrero de
Miñón se pasa a AP y el sector más progresista Fernández Ordóñez al PSOE. En su centro
luchan dos tendencias encabezadas por Adolfo Suárez y Landelino Lavilla. En el
Parlamento, los "tránsfugas" pasan al grupo mixto, UCD va quedando peligrosamente sola
y sin mayoría. Calvo Sotelo solo puede hacer una cosa: convocar elecciones anticipadas
para el otoño de 1982.
La divisa “Por el cambio” empleada por los socialistas no suponía tanto un programa
preciso, como una genérica voluntad de cambiar la forma de hacer política en España.
El PSOE logró más de diez millones de votos (48%) y 202 diputados frente a los
107 de la derecha (AP + Demócratas cristianos procedentes de UCD). Los socialistas
lograron el apoyo masivo de los jóvenes que votaban por primera vez y de los estratos
medios urbanos. También logró capturar la mitad del voto comunista, gran parte de la
extrema izquierda y casi un tercio del voto centrista.
La derecha pasó del 6 al 26% de los votos (5´5 millones de votos) y logró un
apoyo muy superior al de anteriores ocasiones, lo que la convertía en el principal partido
de la oposición.
El PCE: tenía más esperanzas que la UCD, pero su voto se había reducido a menos
de la mitad (4%), con lo que, después de una larga etapa de oposición al franquismo se
convertía en el Partido Comunista con la cota electoral más baja en todo el mediterráneo
occidental.
Los nacionalistas: su voto fue más estable, aunque en éste caso manifestó una
tendencia al alza.
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El triunfo socialista supuso un hecho significativo ya que por primera vez desde la Guerra
Civil un partido de izquierdas llegaba al poder. La Transición política podía darse por
finalizada ya que la normalización democrática era un hecho.
Felipe González contó con mayoría absoluta en el Congreso durante tres legislaturas
consecutivas, lo que le permitió conformar gobiernos que podían ejercer un amplio poder
político, sin apenas tener en cuenta a la oposición.
Para afrontar la situación, los ministros económicos adoptaron fuertes medidas de ajuste
para frenar la inflación: se devaluó la peseta, se restringió la circulación monetaria y se
elevaron los tipos de interés. En el sector financiero la intervención del Estado se centró en
una política de saneamiento, aportando dinero público para reflotar entidades en crisis.
Otras empresas de dudosa solvencia fueron intervenidas o incluso expropiadas (Rumasa).
Las consecuencias sociales del plan de ajuste no tardaron en llegar, así el desempleo se
elevó por encima del 20%. No sólo se incumplió el objetivo de crear 800.000 puestos de
trabajo, sino que la disminución del empleo se cifró de manera aproximada en ese número.
Esta dura política económica se compensó con una decidida política social cuyo objetivo
era extender el “Estado del Bienestar” que implicó un fuerte incremento del gasto público
para ampliar la cobertura de servicios básicos como la sanidad, la educación y los
subsidios a los desempleados y jornaleros temporeros.
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que fortaleció nuestra moneda, atrajo inversiones internacionales y creó empleo, a la par
que se mantenía el incremento de los gastos sociales y se afrontaba un Plan de
Infraestructuras que dotó al país de un gran trazado de autovías que modernizaron nuestras
comunicaciones, complementando con reformas en la red ferroviaria, en la que destacaría
la puesta en marcha del tren de alta velocidad (AVE), proyectos desarrollados durante el
tercer mandato (89-93) que culminarían en 1992, año en el que los acontecimientos
celebrados en España (Expo Universal de Sevilla y Juegos Olímpicos de Barcelona)
demostraron nuestra modernización.
En 1991 se inició una fase de recesión económica a nivel mundial, que se dejó sentir en
España tras las celebraciones del quinto centenario: bajó el crecimiento, aumentaron la
inflación, el paro y el déficit público. . Se redujeron los gastos sociales y se devaluó la
peseta.
El cuarto y último mandato del PSOE de este período (93-96) estuvo caracterizado por la
crisis económica y los escándalos de corrupción económica en las proximidades del poder.
La reforma del sistema educativo tenía dos retos: adaptarse a la Comunidad europea y
a la nueva realidad de las autonomías. Llevada a cabo por el Ministro José M. Maravall,
se basó en dos leyes: la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación), que ponía
en manos del Estado el control de los centros concertados; y la LOGSE, que ampliaba
hasta los 16 años la escolaridad obligatoria.
La política sanitaria
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2.D. La política autonómica
La lucha antiterrorista se vio empañada por la aparición de los GAL, organización de lucha
sucia contra ETA, que utilizaba procedimientos idénticos a los de los terroristas. Altos
mandos del Ministerio del Interior aparecieron implicados en estos sucesos, constituyendo
una baza para la oposición popular que atacó profundamente al Gobierno por este motivo.
Los asuntos más destacados en este capítulo son la decisión de permanecer en la OTAN y
la incorporación de España en la CEE.
El Gobierno español normalizó las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel al que
reconoció y reforzó la presencia de España en los organismos internacionales,
desarrollando una activa política exterior, que obtuvo un notable éxito al ser aceptada
Madrid como sede de la Primera Conferencia Internacional de Paz para Oriente Medio.
Los tres años finales del gobierno de González estuvieron marcados por los continuos
escándalos de corrupción. Algunos fueron estrictamente financieros como el de Banesto
que obligó a intervenir el Banco y que supuso el procesamiento por estafa de su director,
Mario conde. Otros como los de Filesa o los GAL venían de la legislatura anterior, pero
continuaron destapando información que comprometía el PSOE y al gobierno.
Sin embargo el caso que más desprestigió al gobierno fue el de Luis Roldan, Director
General de la Guardia Civil, que fue detenido en noviembre de 1993. Fue acusado de haber
estafado cenca de cinco mil millones de pesetas de los Fondos Reservados (destinados a
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operaciones secretas) y a través de comisiones por obras de casas cuartel, entre otros
delitos
-Una decidida política económica que permitió alcanzar los objetivos de convergencia
monetaria europea en materias como la inflación y el déficit público, cuyos índices se
redujeron notablemente debido en gran parte a la política de contención del gasto público y
de privatización de las empresas estatales rentables, generando un importante ahorro y
extraordinarios ingresos al Estado.
Otro objetivo de la política liberal del PP, que supo aprovechar el ciclo expansionista de la
economía internacional, fue el impulso a la inversión y al crecimiento económico,
superando durante las dos legislaturas el crecimiento medio de los países de la UE. La
consecuencia fue la creación de millones de puestos de trabajo y la disminución del paro,
situándose en unos valores más en consecuencia con la media europea (12%).
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-Una política de diálogo social que permitió un mejor entendimiento con los agentes
sociales (empresarios y sindicatos), lo que generó un clima de paz social y de escasos
conflictos sociales.
-Continuismo de las principales líneas de política exterior, marcadas por los Gobiernos
anteriores, reforzando el compromiso europeo y la implicación en tareas humanitarias, al
amparo de la ONU, en zonas de conflicto o con grandes catástrofes.
El PSOE sufrió después de la derrota electoral graves divisiones internas que se pusieron
de manifiesto con la renuncia de Felipe González a la Secretaría General. Estas divisiones
continuaron en años sucesivos hasta la elección de José Luís Rodríguez Zapatero, en julio
2000, como Secretario General del Partido.
En marzo de 2000, el Partido Popular ganó nuevamente las elecciones, esta vez
por mayoría absoluta. José María Aznar volvió a formar gobierno sin necesitar el apoyo
que en su primera legislatura había obtenido de las fuerzas nacionalistas.
Aznar con la mayoría absoluta cambió de talante y dejó de lado el diálogo con la
oposición, aunque mantuvo su oferta de colaboración con los catalanes de CiU y firmó
varios acuerdos en materia antiterrorista y de Justicia. Tampoco hubo buena sintonía con
las Autonomías no controladas por el partido del Gobierno, especialmente con el País
Vasco empeñado en un proyecto soberanista, “El Plan Ibarretxe”, que Aznar rechazó por
separatista y contrario a la Constitución.
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En política internacional se produjo un importante cambio de estrategia. En relación a
Europa, el Gobierno español ha exigido el cumplimiento de acuerdos comunitarios que
garantizaban una determinada cuota de poder en las nuevas instituciones comunitarias, lo
que distanció a España de Alemania y Francia.
Pero sin duda el asunto definitivo fue el alineamiento con el gobierno de EE.UU
promoviendo una guerra preventiva contra Irak, de espaldas a la inmensa mayoría del
pueblo español, lo que se reflejó en la derrota de su partido en las urnas el 14 de marzo,
tres días después del brutal atentado de Madrid y tras una desacertada gestión informativa
que gran parte de la ciudadanía entendió como una maniobra del Gobierno para tratar de
desviar la autoría del atentado hacia la banda terrorista ETA, al objeto de que los votantes
no pudieran establecer relación alguna entre la presencia española en Irak, apoyando la
iniciativa bélica de EE.UU y la masacre de Madrid.
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