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A LA SRA.

DELEGADA DEL GOBIERNO EN MADRID


C/ Miguel Ángel nº 25
28071 Madrid

Doña MARÍA CUERVO-ARANGO CIENFUEGOS-JOVELLANOS,


mayor de edad, de nacionalidad española, viuda,
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX, en representación de la Asociación
Política “COMUNIÓN TRADICIONALISTA CARLISTA” (C.T.C.)
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX, en su
condición de Presidenta de la Junta de Gobierno y representante legal de dicha
Asociación Política, comparezco, y como en Derecho mejor proceda,

DIGO:

I.- Es de público conocimiento que para el próximo día 21 de abril, Jueves


Santo, ha sido convocada por distintas asociaciones (Asociación Madrileña de
Ateos y Librepensadores, Ateos en Lucha, Playa de Lavapiés), u otros colectivos
(Albatros, Volia, Cruento Cuento), una marcha que los propios convocantes
denominan “procesión” que recorrerá diversas calles del barrio de Lavapiés
(Plaza de Tirso de Molina, calle de San Pedro Mártir, calle Calvario, calle de
Jesús y María, calle San Carlos, calle de Santa Isabel, calle del Ave María, calle
de la Fe y Plaza de Lavapiés) en Madrid, en un horario coincidente con las
clásicas procesiones de Jesús del Gran Poder y de Jesús el Pobre.

En la convocatoria se anuncia la presencia de distintos “pasos” a los que


han asignado nombres en escarnio de los que las Cofradías de Semana Santa
asignan a los suyos propios.

II.- Los convocantes cifran su pretendido derecho bajo el art. 21 de la


Constitución Española, que acoge los derechos fundamentales de reunión y
manifestación.

1
Es indiscutible que el Estado social y democrático de Derecho (art. 1 CE)
que diseña nuestro más alto texto normativo permite la expresión pública de los
fundamentos del ateísmo en cuanto también admite y garantiza la libertad
ideológica.

Sin embargo, hemos de partir de la doctrina general elaborada por el


Tribunal Constitucional en relación con el derecho fundamental regulado en el
art. 21 CE, según ha quedado expuesta, entre otras, en las Sentencias de 12 de
febrero de 2007, STC 31/2007; de 3 de abril de 2006, STC 110/2006; y de 22 de
mayo de 2006, STC 163/2006. En la última de las citadas se afirma que : en
diversas Sentencias, entre las que cabe destacar las SSTC 124/2005, de 23 de
mayo, 195/2003, de 27 de octubre, 42/2000, de 14 de febrero, 66/1995, de 8 de
mayo, y 55/1988, de 28 de abril , ha caracterizado el derecho fundamental de
reunión reconocido en el art. 21 CE como una manifestación colectiva de la
libertad de expresión efectuada a través de una asociación transitoria de personas,
que opera a modo de técnica instrumental puesta al servicio del intercambio o
exposición de ideas, la defensa de intereses o la publicidad de problemas y
reivindicaciones, y cuyos elementos configuradores son el subjetivo, agrupación
de personas, el temporal, duración transitoria, el finalista, licitud de la finalidad
y el real y objetivo, lugar de celebración.

Por lo que se refiere a los límites también ha tenido ocasión el Tribunal


Constitucional de afirmar que, al igual que los demás derechos fundamentales, el
derecho de reunión no es un derecho absoluto o ilimitado.

Cierto es que el límite del respeto al orden público en este caso no se


refiere al orden como sinónimo de respeto a los principios y valores jurídicos y
metajurídicos que están en la base de la convivencia social y son fundamento del
orden social, económico y político. El contenido de las ideas o las
reivindicaciones que pretenden expresarse y defenderse mediante el ejercicio del
derecho de manifestación y concentración pública no puede ser sometido a
controles de oportunidad política ni a juicios en los que se emplee como canon el
sistema de valores que cimientan y dan cohesión al orden social en un momento
histórico determinado. Al ponderar la aplicación el límite del art. 21.2, los
poderes públicos deben garantizar el ejercicio del derecho de reunión por parte de
todos en condiciones de igualdad y sin discriminación alguna en razón del
contenido de los mensajes que los promotores de las concentraciones pretenden
transmitir salvo, claro es, que ese contenido infrinja la legalidad.

Así pues, por lo que se refiere a la limitación del derecho de reunión, el


Tribunal Constitucional ha recordado que dicho derecho "no es un derecho
absoluto o ilimitado, sino que, al igual que los demás derechos fundamentales,
tiene límites” (SSTC 2/1982, de 29 de enero, FJ 5 ; 36/1982, de 16 de junio;
59/1990, de 29 de marzo, FFJJ 5 y 7; 66/1995, de 8 de mayo, FJ 3

2
EDJ1995/2054; y ATC 103/1982, de 3 de marzo, FJ 1 ), entre los que se
encuentra tanto el específicamente previsto en el propio art. 21.2 CE -alteración
del orden público con peligro para personas y bienes-, como aquellos otros que
vienen impuestos por la necesidad de evitar que un ejercicio extralimitado de
ese derecho pueda entrar en colisión con otros valores constitucionales- (FJ
2), lo que también se deduce del art. 10.1 CE (STC 195/2003, de 27 de octubre,
FJ 4

La propia jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos


también sostiene que la protección de las opiniones y de la libertad de expresarlas
constituye uno de los objetivos de la libertad de reunión- (STEDH caso Stankov,
de 2 de octubre de 2001, § 85), o también que la libertad de expresión constituye
uno de los medios principales que permite asegurar el disfrute efectivo del
derecho a la libertad de reunión y de asociación (STEDH caso Rekvényi, de 20
de mayo de 1999, § 58)" (STC 195/2003, de 27 de octubre, FJ 3 ).).

El Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), en su art. 11. ,


prevé "la posibilidad de adoptar las medidas restrictivas que -previstas en la
Ley, sean necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad nacional,
la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito, la
protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y
libertades ajenos”. De ahí que, en los casos en los que existan razones fundadas
que lleven a pensar que los límites antes señalados no van a ser respetados, la
autoridad competente puede exigir que la concentración se lleve a cabo de forma
respetuosa con dichos límites constitucionales, o incluso, si no existe modo
alguno de asegurar que el ejercicio de este derecho los respete, puede prohibirla.

III.- Se concluye, por tanto, que en el derecho de manifestación, además


del límite expreso de “alteración del orden público con peligro para personas y
bienes”, se encuentran los implícitos relativos a que una determinada
manifestación sea contraria a otros valores constitucionales o que por su propio
contenido o intención persiga fines ilícitos.

Y es precisamente en el supuesto que aquí nos ocupa donde se observa la


vulneración de otros valores constitucionales y la finalidad ilícita de la misma, al
dirigirse el ejercicio del derecho de manifestación a la vulneración de bienes
jurídicamente protegidos incluso en el orden penal. Dispone el art. 525.1 del
Código Penal que “incurrirán en la pena de multa de ocho a
doce meses los que, para ofender los sentimientos de los
miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente,
de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de

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documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o
ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los
profesan o practican.”

En efecto, los convocantes quieren hacer coincidir su pretendido derecho


con el Jueves Santo, exhibirán “pasos” que aventuramos como reproducciones
grotescas de la imaginería católica, denominan tales “pasos” con nombres
escogidos en burla y desaire de los pasos procesionales católicos, y han diseñado
el itinerario de su marcha por las proximidades de los itinerarios –o incluso
coincidencia- de las verdaderas procesiones. Con ello se concluye que se han
buscado intencionadamente por los convocantes todas las circunstancias de
tiempo, modo y lugar para que su marcha constituya un escarnio y vejación de
los sentimientos católicos mediante la burla de sus ritos y dogmas.

El elemento intencional que exige el tipo delictivo resulta también de los


objetivos confesados por los convocantes de la manifestación. El representante
del colectivo “Ateos en Lucha” declaró en Radio Ela:
“ … somos muy pocas personas. Representamos un frente ideológico. Un
frente dedicado casi única y exclusivamente a castigar la conciencia
católica. Nuestro propósito es hacer daño. Y no nos andamos con
contemplaciones …”
El enlace de estas declaraciones aún se encuentra en la página web de la
Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores. El propósito de ofensa a los
valores y sentimientos religiosos católicos en los convocantes es, por tanto,
evidente.

La manifestación no se plantea entonces como la simple y legal expresión


de unas ideas, sino como la intencionada burla tenaz que se hace con el propósito
de afrentar –según la definición que el DRAE otorga al término “escarnio”- a los
sentimientos católicos.

El católico sigue queriendo entablar un fructífero diálogo con el ateo. La


constitución Gaudium et Spes se cuenta entre los documentos y enseñanzas más
importantes del Concilio Vaticano II. En ella se indica una voluntad humilde y
resuelta de buscar el diálogo con discernimiento. Obviamente, sería una grave
equivocación pensar que se trata de una especie de indiferentismo. Al contrario:
el Concilio invita a vivir la fe con coherencia y a dar testimonio convincente de
ella para poder entablar un diálogo con cuantos no tienen fe o no han
llegado aún a ella. Pero el diálogo es imposible desde el escarnio.

4
En su virtud,

SOLICITO: Se tenga por presentado este escrito con las manifestaciones


que contiene, y acogiéndolas, acuerde prohibir la manifestación convocada por la
Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores, Ateos en Lucha, Playa de
Lavapiés, y otros colectivos para el Jueves Santo día 21 de abril de 2011 y que se
ha denominado “procesión atea”.

En Madrid, a once de abril de dos mil once.

Fdo. María Cuervo-Arango Cienfuegos-Jovellanos

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